domingo, 30 de noviembre de 2008

El Poeta del mar y del desierto


Reducir a un solo artículo todo un blog como “El Poeta del mar y del desierto” podría parecer un sacrilegio si el poeta fuese otro… pero soy yo. Ninguna de las letras allí dispuestas me es ajena y eso, a pesar del aura de misticismo con la que en ocasiones las envuelvo, hace que, después de todo, no sean obras tan importantes. Sin embargo, dado el cariño con el que en su momento las compuse, intentaré salvar para ellas algo de su dignidad. Ellos no fueron los mejores, pero tampoco fueron los peores, sólo fueron los míos y, desde su publicación, espero, también un poco los vuestros.

Vientos del alma

Son los vientos del alma
los que agitan las hojas
de mi ser sin esperanza.
Manos rojas en la espalda,
desnudo de fresco en amargura
y el llanto que antaño no vi
hoy se vuelven contra mí
y me muerden manodura.
No sé si será este mi sino
o si no que me aspen
mas no entiendo por qué
ni el cuándo ni el cómo
de este hecho sin tiempo
y de estos dos años
ya sin su pobre vida.

Piensa en mí dulce agonía
y recuerda a tu corto paso
por este lugar de llanto
que aquel que beso tu alma,
aquel que te amo de veras,
yace muerto tras aquel árbol.

Fonía triste

Voy destrozado en tu ausencia
e incluso en la mía propia
añorado de tu risa
inundado por el llanto
voy pensando de por vida:
"que te amo a ti, que yo te amo".

Angustia de mi alma
que vive de impaciencia
y se esconde
sin más
en lo más profundo
de mis huesos.
Morir.

El Anticristo

Dicen que viene el anticristo,
pero es falso,
ya estoy aquí.

Dicen que de aquí a poco
el mundo ha de morir
pero es falso,
estoy aquí
y el mundo gira hacia su propio fin.

Dicen que soy la muerte
pero es falso
ya estoy aquí
y mi mirada
no ha matado
a esa maldad humana
que se destroza poco a poco
tendiendo malvada
hacia su propio fin.

Dicen que viene el anticristo
pero es falso,
ya estoy aquí.

Dicen: "todo está previsto
y sabemos algo,
que antes del fin
vendrá el anticristo".
Pero es falso
ya estoy aquí.

¿Qué puedo escribir?

Relatos pedantes y retorcidos
escritos en las hojas engrasadas
de otras tintas, en noches desveladas
por acariciar los sueños perdidos.

Poemas ricos de lírico amor
van escupiendo los romances tristes
que se inventaron los "llantos de un cisne"
o las "llagas de un vivo corazón".

O batallas vencidas en la niebla
escritas con aquella épica sangre
que un héroe recogió en su sable
luchando en alguna olvidada guerra.

Y místicos poemas interiores
salidos del oscuro pensamiento,
que explican la deidad de mis adentros
y desean convertir a mis lectores.

Mis guerreros surgidos del papel
con un sinfín de nuevos movimientos
juegan al amor y al sentimiento
por huir de su tablero de ajedrez.

Vosotros al leer me juzgareis
no os importe pues eso es lo que espero
ya que mucho vuestra opinión deseo
y aún más vuestra aprobación querré.

Soñé un día con hacer un gran poema,
las dudas, hojas en la papelera
la pluma que se seca y desespera
por encontrar algún válido tema.

Calistropo

Y Calistropo vio el equinoccio
una sonrisa sin dientes marfiles
toda una calva pulida brillaba
pues su nariz cerraba la aldaba
de aquel cráneo vacio y sin pieles
sin pelos ni ojos, sin fin y sin ocio.

Calistropo oreaba espinas
sentado sin piernas
sentado sin prisas
donde el tiempo no pasa
aunque pase deprisa.

Calistropo no quiso agua
para qué la querría
su cráneo hueco guarda un tesoro
como vivo no supo la vida.

Calistropo me mira
con sus cuencas vacías
juega a dar miedo
pero a mí me da risa.

Y junto a la caja del cráneo
gotea una clepsidra
que cuenta la nada
de toda su vida.

Soneto del moribundo (XXVI)

Ahora ni dios ni hombres nos importan
porque no sabemos si dios existe
y los hombres que son seres idiotas
aún en esa creencia persisten.

Del odio dios es la gran excusa,
también es tapadera del rencor,
él es el divino dedo que acusa,
él es quien se olvido del amor.

Y cuando por dios se hace la guerra
y sólo la sangre lava el honor
ya sólo nos queda la horrible espera

que transcurriendo entre el viejo temor
por traspasar esa eterna frontera
nos aferra a ese último dolor.

Soneto XV

Parte con rumbo al éxito una nave
presto estás para compartir su suerte,
tú debes embarcar como grumete,
quizá encuentres también alguna llave.

En ocasiones mancharás tu traje
limpiando bien, para otros, la cubierta
que en su celo te cerrarán la puerta
y querrán verte maldecir el viaje.

Sabes que tal vez no llegarás nunca
más girando en la noria de tu historia
tu llorarás si no logras subir;

pero nunca te apartes de la lucha
y si logras encumbrarte hasta la gloria
empuña alta tu espada hasta morir.

Fonía oscura

Llega el otoño frío
mezquino y por sí en vilo.
Ahora los árboles lloran
sólidas y áureas gotas
que van formando en el suelo
una alfombra de color muerto.

Y va pasando el tiempo
con tiempo poco a poco
consumiéndolo todo
en el aburrimiento.

Será fin o comienzo
y no hay tiempo que no aburra
el escapar a él es locura
y va pasando el tiempo.

Y llega el frío frío
y con su manto blanco
él oculta en el campo
viejos trajes cobrizos.

Ya se acabó el otoño
y también se heló el río.
Ya se murió el árbol
ya venció el frío.

Y se quemará todo
por ese cristal blanco
que nos está soldando
con duro hielo al lodo.

¿Qué me importa a mí?
yo que a mi tiempo di
un misterio preciso;
fue mi alma que te quiso
¿y te enamoraste de mi?

Voz del más allá

Oigo una voz del más allá,
viejo recuerdo de una leyenda,
que dice mi nombre una vez más
y sin razón se me afrenta.

Cuentan la historia remota,
aunque yo ignoro si es cierta,
de una mujer que perdió la memoria
y enterraron sin estar muerta.

Vaga su alma por esta sierra
afrentando la noche con su grito
surgido de las fauces de la Tierra
y enervando este lugar maldito.

Negra remonta la noche
los duchos matorrales
en afrentas con los robles
donde se tornaron zarzales.

Silencio

Mi silencio
es una voz que no se calla.
Las palabras
que resuenan en mis huecos
vibran sin querer
al compás de mi alma.

Y mi expresión
escrita en un papel
se torna eco
de una canción popular

Como quieres
que me olvide de que existo
si además te siento
latir cuando estás dentro.

No suspires
no te olvido
aunque no te ame en mis recuerdos
No te vayas
pues necesito los versos
que me brindan tus besos.

Y al final
mi silencio se acomoda
a tu silencio fatigado
y abandono nuestro idilio
con mi amor herido
por tus besos como rayos.

Que paz
al saber que el silencio
se puede interpretar.

Papel

A ti papel
que desesperas mi mirada
con la angustia del vacío
reflejado en tu blanca cara.

A ti papel
que concretas mi amargura
en borrones que cerrados
ignoran mi escritura.

Y a ti papel
que te aburres en silencio
sin ver la luz del día
después de marcarte el comienzo.



Y cuando la inmaculada blancura del papel es mancillada por un mar de tinta, a todos nos gusta ver emerger un volcán de sentimiento suave pero rotundo, entrañable y contundente…

1 docena de huevos
2 kilos de naranjas
Un paquete de aquellas galletas tan buenas
Una sartén que la de las tortillas ya esta vieja…


Pero nos olvidamos que el papel, nuestro humilde servidor, nació con la función de ser útil para muchas cosas. No será entonces una blasfemia talar bosques enteros únicamente por el capricho de un arte, que a la postre, tiene muy poco de sincero.
Sí, ya lo sé. El sentimiento es sincero, pero lo es aquí y ahora… ¿Y mañana?
Lo escrito, como palabras al viento, una vez alcanza su objetivo ya no puede volver al tintero. Como tampoco podemos recuperar el ayer.
Tal vez se pudiera escribir y guardar en un cajón todo lo escrito o, mejor aún, quemarlo ¿Y de que serviría?
Lo que nunca se ha leído es que nunca se ha escrito, por muchas páginas emborronadas que existan.



A ti papel
que olvidaste la razón
por la que alguien te quiso
y sin más te abandonó

Y a ti papel
que con enorme orgullo
saliste a dar la cara
y al fin te dieron lo tuyo.

Per l’amor de la Lluna

Sóc la lluna de les àligues
aquestes que ploren
al vent del Gregal
desde dalt de les roques
i caient pel penyassegat
els crits son d'angúnia
no pas del mortal
atac de les urpes
i d'un pic audaç

Sóc la lluna de pruna
de la peça amagada
a dins d'un forat
de la pedra negre,
dels ulls ben oberts,
escrutadors del dia
"maltancadors" de la nit.

Sóc la lluna del dia
sóc el far de la nit
que desde els cels vigila
per callar i no dit
de les fams i les pors
de tot el que he hi vist.

Lluna propera
de totes les mirades.
Lluna llunyana
de les histories contades.

I avuí que l'estimo
i sóc tan feliç,
avuí que no hi ha caça
i que tot le puc dir,
On es la lluna?
On es amagada?
Per qué em fa patir?

Nano, descansa!
Que avuí es lluna nova
que tú no la veus,
però ella es aquí,
més enllà de les branques,
més enllà d'aquells pics,
ella encara somriu
dins de la negra nit.

Mal de amor

Espejo roto en vida
por el que escapa mi sangre
gota a gota dolorida.
Sueño de cristal
en mirada profunda
amor que hoy me es fatal.

Rompió la rosa
en mil espinas delicadas,
se metieron por mis venas,
me comieron las entrañas
y enamoraron mi alma
sin apiadarse de mí.

Endurece mi frío,
enmohece mi calor
y aumenta más mi dolor
pues te pierdo amor mío.

Padezco del hielo
la irisación divina
que lleva a mi perdición
en un tren de emoción
que mi ser no adivina
y es causa de mi anhelo.

Ya lo sé,

me soy sincero
mientras sueño
que te quiero.

Estos fueron los poemas que en los poco menos de dos años de “El Poeta del mar y del desierto” recopilé en esa web, sin embargo, también hay unos pequeños cuentecito realizados en prosa poética y que serviré a continuación. Debo adelantar que en estas pequeñas obras pongo algo más de credibilidad y fe en que os gusten.

El valle de los sueños.

Confusa está la noche en piruetas con las luces de la carretera y las nieblas del río. La luna juega al escondite con la bruma y el olvidado castillo se divierte en silencio, escuchando, tal vez, como el agua se escurre entre las redondeadas piedras y el tímido rumor de hojas que, como fricción de aves a la huida con sordina, llega desde la alameda.
No hay nada más. Ninguna otra cosa se escucha y sólo, muy de tarde en tarde, el sordo ronquido de un coche, se atreve a despertar la magia que nos envuelve.
No es verano y no es invierno. El tiempo no existe en el valle. La noche es bella y el día es hermoso. El frío no hiela y el calor se envuelve de vida. El aire, sin vicios ocultos, nos brinda una eterna primavera en los corazones y únicamente dos detalles nos recuerda que somos gentes de este mundo que se ha empeñado en apretar el gatillo dentro de su propia boca: el castillo que nos une a la alejada historia y la carretera, nuestro cordón umbilical que nos ata a la placenta de una madre muerta.
No sabemos cuánto tardará en sucumbir nuestro sueño. Ya nos han amenazado varios constructores con la invasión de sus sucios ladrillos. Sólo queremos vivir en paz, pero sólo es cuestión de tiempo, hasta que alguno de los nativos se deje seducir por el color del dinero. Un dinero que no servirá para pagar el sepelio de nuestro futuro ni el de nuestros hijos.
Al este, el filo de las montañas apunta un nuevo brillo. Y las montañas, ansiosas por mirar hacia aquí, una vez más, se prestan a abrir paso a esa nueva luz: amanece. Y hoy aún es hoy. Quiero respirar la humedad del bosque, el frío de las montañas. Quiero sentir el zumbido de los mosquitos, el trino de las golondrinas… y recordar el aullido de unos lobos que ya no están.
No quiero dormir mientras aquí quede una gota de vida. Quiero vivir este sueño despierto porque, tal vez si me duermo, al despertar descubra un paraíso muerto donde los rebecos ya no bajen a beber al río y no exista un águila que alimente a sus crías. Si me duermo ya no podré soñar nunca más.

¡Ay, viejo!

¡Ay, viejo!

La vida sigue, pero los errores no se pueden borrar de las páginas de tu vida, tu ignorancia los ha escrito con tinta indeleble. Sólo te queda aprender a arrastrar las consecuencias de vivir, las consecuencias de errar.

Aprendes a no equivocarte acumulando errores en tu cuenta. Ensayo y error es la única técnica que existe para aprender, por eso dicen que creces y que el diablo sabe más por viejo que por sabio, pero nadie te contó por qué sigue en los infiernos. Y, entre tanto, te pesa demasiado un pasado turbulento donde no dejaste a nadie sin dañar y te duele cada herida que diste más que si fuera tuya.

Perro viejo, te remuerde la conciencia y sólo sostienes la mirada porque sabes que los ojos que te miran no han aprendido a comprender su propia culpa. Pero ya no eres capaz de mirarte en el espejo porque en él encuentras, entre canas y arrugas, al único ser que nunca te pudo perdonar.

¡Ay, viejo!

Pesadillas.

Equidistante entre el frío silencio y el alarido estentóreo se encuentra la libertad del último suspiro. El lugar donde los pensamientos y el olvido se unen en una pasta sin texturas para dejar de ser y unirse a esa nada que sólo compete al más allá. De ese lugar caótico y extraño provienen mis peores pesadillas.
Cuando era niño soñaba con fantasmas cotidianos, serpientes transparentes, monstruos universales… aquello era el terror de un niño, pero estas nuevas pesadillas son el terror de un hombre, porque nacen de donde el universo aún no se ha construido y, sin embargo, ya poseen contenido.
Veo la nada brillante y oscura doblando mis rodillas que perdieron su sustento y mis manos desapareciendo en la bruma mientras una sombra cubre mi espalda. Me giro… no el universo gira, y allí estoy yo… no, estoy aquí. Mi boca se hace una fila de dientes infinitos que giran sobre si mismos mientras yo los traspaso en esa misma nada que lo es todo.
Perdido entre las sabanas sudadas. Perdido entre el brillo de un despertador que aún no ha sonado y otra noche perdida en un sueño no reparador. Ahora comprendo porque hay personas que no temen a la muerte. La muerte es lo desconocido o es la nada, pero difícilmente puede parecerse a estos horrores.
--¿Qué te pasa? –Suena a mi lado la voz de mi esposa--.
--Nada… que me he despertado.
--Pues vuélvete a dormir y aprovecha que es fiesta y no hay que madrugar.
La luz de la alarma estaba puesta en el despertador… la quito.
Equidistante entre la mesita y la almohada se queda el sueño esperando.
¡Qué narices! Tengo otra oportunidad para reparar mis neuronas marchitas y creo que ya he olvidado los monstruos de mi cabeza.
Beso a mi mujer en algún sitio de la cabeza. No veo nada, en ningún momento encendí la luz.
--¡Uuuuh! –Me dice a modo de somnolienta respuesta--.
Me giro y me acurruco. A dormir.
Equidistante entre la nada y el todo, mientras los ojos están cerrados, el mundo sigue girando cual peonza desbocada en brazos del infinito…
Y digo yo… ¿No podría dormirme y ya está?

El blog se completaba con un polémico artículo sobre la poesía, continuación de aquel otro publicado en “La última frontera”, pero que he decidido no traer aquí ya que la polémica que arrastró fue inútil y estéril.

Espero que este extenso artículo sea de vuestro agrado ya que me voy a tomar un descanso de varios días en este blog… o no.

1 comentario:

objetivopoetas dijo...

Hola.
Me encanta haberte encontrado.
La caída de tusrelatos nos dejó dispersos.
Ahora ando publicando algo como Aurea.
He borrado todo lo de lletraferida, y lo de otros roles que había abierto para que me dejaran en paz.
Verás que ando metida en esto. Las redes son un descubrimiento que me ha traído de regreso.
Sólo seguía en contacto con Víctor. Por el he ido siguiendo el ovillo.
Un abrazo y buen día.
Anna