miércoles, 18 de agosto de 2021

Las teorías de la conspiración como herramienta de poder

 

                                              Imagen extraída de Amazon


Cada vez que un tema de importancia vital se cruza en el camino de la humanidad aparecen voces disidentes que intentan desviar nuestras miradas de las causas, orígenes y responsables más obvios. Esta es la forma de manipulación más retorcida y, al tiempo, más natural que conocemos. Y es que hay infinidad de intereses que intentan sacar provecho de esos recelos y paranoias. Son los “conspiranoicos”.  Esta gente, hace unas décadas, eran personas de izquierdas, muy inteligentes y muy poco sociables, pero que contaban con buenas razones para sospechar que algo no era tal y como se les decía, aunque rara vez tampoco la cosa iba como ellos sospechaban. Pero desde hace unos veinte años para aquí, coincidiendo con el boom de Internet, las redes sociales y, especialmente You Tube, las paranoias de conspiraciones son una herramienta de poder donde los conspiranoicos ya no son cuatro individuos muy inteligentes que intentan ver más allá de la información oficial, sino una horda de borregos que aceptan una serie de montajes patrocinados que se usan para que mafias y corporaciones puedan neutralizar los pretendidos valores democráticos de nuestra sociedad.

Claro que la teoría de las conspiraciones usada como arma de poder, tampoco es un logro que apareció de golpe con Internet. En nuestro país ya tuvimos un ensayo general hace treinta años con aquello de la “neumonía atípica” y el aceite de colza. Y es que, aunque es cierto generó muchas dudas que los diferentes subproductos de la anilina pudiese generar la sintomatología de aquella enfermedad, también lo es que ninguno de los amigos de las diferentes conspiraciones que se ligaron a aquel caso fue capaz de hilvanar ni la más mínima alternativa razonable. Con los años las teorías oficiales se han ido demostrando más próximas a la verdad al conocerse el índice de toxicidad de todos aquellos subproductos. De todas formas aquellas teorías de conspiración sí que lograron que muchos embotelladores de aquel veneno (porque no todo aquel aceite de colza se vendió como aceite a granel y existió un fraude etiquetando aquel veneno de muchas maneras) escaparan a grandes penas y sanciones.

Posiblemente aquel fue el mejor ejemplo de lo bien que resulta generar ruido con las posibles conspiraciones. Hoy vemos como millonarios como Murdock dirige una campaña a muchos niveles contra “el Cambio Climático”, desde el bulo de los “Cheimtrails” a la sobrevaloración de los períodos de calor y frío para limitar el del efecto invernadero y la interacción humana.

Y, cómo no, la mismísima pandemia de COVID-19 que nos azota hoy, también da lugar a miles de bulos conspiranoicos, cada uno con sus propios intereses, pero con miles de borreguitos que se creen esas elucubraciones a veces, incluso, vestidos con trajes pseudocientíficos que pueden dar el pego a alguien que no se moleste en desmontar sus ocultas falsedades. Solo diré que el odio a unas farmacéuticas, siempre prestas a enriquecerse del sufrimiento humano, ha creado paranoias contra las vacunas que obvian las necesidades y exageran e inventan efectos secundarios; los intereses geopolíticos reinventan el origen del virus, el lobby de los vegetales intenta poner la vista en la alimentación carnívora (sin explicar porqué no hay virus como este que se ensañen con perros y gatos, mucho más carnívoros que el ser humano)… Y seguro que aún encontraremos a gente que nos dirá que esta enfermedad no procede de un virus sino de una substancia extraña que nos ha sido introducida en el aire, la comida o el agua y desde el típico poder en la sombra, que es la base de las mejores teorías conspiratorias.

Si queréis identificar el verdadero valor de una conspiración, haced un examen disimulado a quien os la señala y os aseguro que, en el 90% de las ocasiones, ni siquiera podrá pasar la prueba ortográfica. Con los libros, dado que acostumbran a pasar por las manos de correctores, la cosa se hace un poco más complicada, pero si te empeñas en ello, tampoco tanto.