lunes, 27 de mayo de 2013

Un sentimiento fruto de la incomprensión y los intereses personales



Como estado plurinacional, la España de las autonomías se construyó en base a su propia autoincomprensión. Pretender que Extremadura, La Rioja, Madrid o las dos Castillas, entiendan o se equivalgan a los territorios Gallegos, Vascos o Catalanes, resulta a un tiempo absurdo y perverso, ya que vacía de contenidos los verdaderos significados constitucionales de nacionalidad y cultura de esos territorios.
Es obvio que no se pueden pedir peras al olmo y dejar en manos de una nación el futuro de otras. Sin embargo, la España de las autonomías ha creado un falso estado federal donde la nación castellana se ha hecho dueña de los destinos de todas las demás naciones de España, apropiándose de ese nombre para sí.
Cuando leo en la Carta para los Derechos Humanos de la ONU que “todo hombre tiene derecho a una nacionalidad”, miro con tristeza mi pasaporte español. No porque tenga algo contra España, sino por la decepción que esta me ha producido. Quisiera ser español, pero solo lo soy de nacionalidad oficial, porque ser español hoy quiere decir ser castellano y yo, a pesar de que esa es mi lengua más que ninguna otra (cosas de la educación “españolizadora” del franquismo), no soy castellano. Si tengo derecho a una nacionalidad, ¿por qué no puede ser la catalana?
Sé que a alguien de Madrid, Cáceres o incluso Zaragoza, esto le pueda parecer absurdo porque identifican español y castellano sin problemas y creen que lo catalán, vasco o gallego no merece valor alguno; pero sé que tampoco ninguno de ellos es capaz de imaginarse la situación al revés. Y la prueba es que nunca se ha permitido a ningún político catalán, vasco o gallego (de verdad, Rajoy no vale) dirigir el gobierno democrático (lo más cercano fue la vicepresidencia de Serra que era un catalán moderado bajo la presidencia de un líder carismático castellano-andaluz), en cambio hemos vivido bajo el dominio de dos talibanes de la castellanidad como Aznar y Rajoy (el último posiblemente no sea ese talibán, pero sí su equipo de gobierno que, ante su falta de liderazgo, aún ha resultado más nocivo para la España plurinacional, que intentaba dibujarse en la Constitución original del 78, que el propio Aznar).
El factor cultural, y la falta de respeto que la España castellana ha mostrado siempre a él, son la primera gran barrera. Mientras el Estado Central malgasta sin compasión millones de euros en una cultura llena de Fiestas Nacionales e Institutos Cervantes para apoyar una cultura que nunca peligró, mientras, más que cicatear a las CC.AA. que procesan culturas diferentes, trata de asfixiarlas en lo que constituiría un clarísimo Genocidio Cultural. Y es que precisamente ese Estado Central que en su día se comprometió a divulgar la cultura de todos para reducir esas diferencias, ha terminado convirtiéndose en un elemento de castellanización poco objetivo, que lejos de buscar la comprensión y la tolerancia entre los pueblos de España, ha abusado de espolear a los unos contra los otros. Así que no es raro que un extremeño, con todo el desconocimiento que la miseria de sus líderes le han inculcado, habla de los catalanes con la mayor ponzoña de que es capaz sin haberse preocupado de confirmar toda esa información que le llega de un solo tipo de fuentes. Igualmente, en el otro lado, no faltará el catalán que verá en ese mismo pueblo extremeño a un insaciable vampiro que en lugar de agradecer sus sacrificios aún anhela chuparle las últimas gotas de sangre que le quedan en sus venas. Pero por una extraña razón esos temas económicos siempre se manifiestan con una repudia de sus respectivas culturas que se tachan de simple ignorancia.
A esto, al señor extremeño solo puedo decirle una cosa. Si tan terrible es la cultura catalana y tan nocivos económicamente son los catalanes para su Extremadura natal, ¿qué interés ofrece forzar a Catalunya a seguir perteneciendo a España… su España?
Está claro que es una pregunta retórica porque solo expresa una contradicción creada por una pandilla de generadores de odio con el fin de cambiarlo por votos y que les ha funcionado muy bien. Es una pregunta que solo puede ser retórica ya que todas la respuestas posibles solo aportan nuevas contradicciones.
Sin alejarnos demasiado de la idea cultural, está el factor histórico. Sé que creerán que ahora les hablaré de 1714 y Els Segadors, pero se equivocan. No hace falta ir tan lejos, porque las desproporcionadas medidas catalanofóbicas de las dictaduras de Primo de Rivera y Franco, son suficiente bagaje histórico y razón más que suficiente, por sus aspectos de represión nunca compensada por la España “Democrática”, como para pedir la Independencia. España, en la historia reciente, ha sido una mala madre para los catalanes, no es de extrañar que ese hijo quiera volar lejos de la casa paterna. La cuestión ahora es ver si Catalunya es mayor de edad para decidir o deberá recurrirse a unos asuntos sociales internacionales para separar al vástago de unos padres que solo le han reportado malos tratos.
Mientras todo esto sucede cuesta entender que esos padres, lejos de frenar esos insultos y malos tratos contra su hijo, siguen en la misma línea dañina y sin reconocer lo mucho que ese hijo le ha dado a pesar de la poca correspondencia paternal.
La crisis del País Valencia, el LAPAO, la ley Wert, los toros, las declaraciones de Arenas, Bono, la carta de algunos intelectuales castellanos que pretendían hablar en nombres de los catalanes (algunos supuestamente progresistas), los continuos ataques de la prensa (en especial ABC, El Mundo, La Razón y La Gaceta), la inversión del CNI para desprestigiar a líderes catalanes (ya nunca sabremos si la trama de los Pujol tiene algo de realidad o es  solo el fruto de las acciones corruptas del Estado Central), los ataques gratuitos hacia los representantes del pueblo catalán… y podríamos seguir mostrando agravios, posiblemente cada vez más anecdóticos, pero que siempre dañan el corazón de los catalanes alejándolos de España.
Porque señores, no es que Catalunya se independice, sino que los catalanes sienten que España no los quiere. Y no los quiere porque si así fuera los querría tal y como son, sin “españolizar”, sobre todo cuando la palabra españolizar realmente quiere decir castellanizar, porque fuera de los Països Catalans no se entiende de otra forma. Y sí, este es otro agravio, el que el PP castellanizante de Valencia, ha hecho prohibiendo la denominación de País Valenciano o Païs Valencià. Y lo que es peor, contra la mayoría de los habitantes de su comunidad.
La España castellana ha confundido igualdad con homogeneidad… y eso sí que no. Catalunya ha dicho: NÚNCA MÁS.
Con lo fácil que hubiese sido una reconciliación, pero me temo que a final de cuentas a los políticos de uno y otro lado les ha podido la ceguera e incluso la avaricia. Sin embargo, la tan cacareada denominación de “peseteros” que han puesto de sambenito a los catalanes, resulta que es una característica mayor de la España castellana (y castellanizante).

Imagen tomada de www.granma.co.cu

miércoles, 15 de mayo de 2013

Medidas necesarias para intentar reflotar el país



Medidas necesarias para intentar reflotar el país

La Troika ha impuesto la austeridad a Europa. Por otro lado Alemania necesita urgentemente mano de obra barata para subsistir y está induciendo medidas adicionales que aumenten el paro y reduzcan drásticamente los salarios del sur de Europa. Está claro que romper con esas dos tendencias negativas es básico para volver a la senda de la economía positiva. Sin embargo tenemos que superar otros dos problemas básicos para ir en dirección contraria: por un lado tanto la Trioka como Alemania intentarán bloquear las inversiones a los países que se desvíen del plan, y por otro está la crisis propia de nuestro país, nacida del ladrillo, la avaricia de la banca y una inadecuadas inercias en los modos públicos que aún no se han sabido resolver adecuadamente.
De este modo, cuando planteemos las medidas que deben servir para sacar a nuestro país de la crisis tendremos que tener en cuenta tanto las barreras como el problema autóctono que ha facilitado la actual profundidad de la crisis. Pero no son las únicas circunstancias que debemos tener en cuenta, pues todas las crisis revelan  otros problemas, que de no solucionarse, terminarían impidiendo el crecimiento adecuado. En nuestro caso hemos descubierto la injerencia de economías extranjeras como la China o las mafias rusa, china e italiana, también tendremos que tener en cuenta otros factores como el expolio histórico que ejerce la iglesia católica, la indolencia de una parte de la ciudadanía, la falta de una correcta distribución de las atribuciones administrativas, la corrupción o el abuso en las contrataciones de asesores y todo adornado por una jurisprudencia que sigue favoreciendo a una parte de la sociedad en detrimento de otra. Todo esto hace que la sociedad española jamás trate los problemas desde el punto de vista más idóneo en cada momento y se la pueda manipular para que unos ciudadanos actúen contra otros en su propio perjuicio.
Dicho todo esto empezaremos a explicar medidas a tomar que puedan salvar a nuestro país, pero partiendo desde un país real y no desde el objeto de interés de cada sector. Estas medidas, no obstante, en algún momento pueden parecer muy originales, pero necesarias dado el nivel de resistencia que ofrecerán algunos sectores acostumbrados a controlar facetas que no les pertenecen y que, por tanto, imposibilitan los valores de recuperación.
Lo primero que hace falta es dinero, lo que generalmente implica financiación, pero que debido a las medidas de austeridad es un camino vetado. No en vano los partidos pervertidos por el sistema neocon modificaron la Constitución imponiendo una clausula donde se prohíbe explícitamente déficits elevados. Está claro que esa cláusula debe abolirse, pero también está claro ya no podemos financiar de los impuestos tradicionales ya que estos, al menos en lo que respecta a las clases más modestas, ya están muy por encima de lo admisible, pero es que además ya están imposibilitando la recuperación económica a base de hacer que las nuevas empresas no logren tener capacidad de desarrollo con expectativas de beneficios. Vemos cada día abrir nuevos negocios, porque los ciudadanos luchan e intentar avanzar, pero la falta de alternativas les hace fracasar una y otra vez, quedando, tras cada intento fallido, en una situación más precaria que antes.
Dicho esto debemos comprender que el dinero que necesitamos es para que circule en la economía interna. La gente debe tener salarios que les permitan comprar y los negocios deben vender, pero para que esto ocurra todo el dinero debe partir desde las manos de los ciudadanos y no de los bancos que piensan en alternativas de negocio y en deudas propias. Los bancos que en los tiempos de vacas gordas eran una buena alternativa de financiación, al llegar las vacas flacas se han convertido en el sumidero por donde se nos escapa el líquido de nuestra economía. Por tanto es básico buscar una alternativa a los bancos para poder desarrollar la economía.
En un pasado la banca sirvió como adecuada herramienta del sistema capitalista pues permitía juntar los capitales necesarios para iniciar cualquier aventura emprendedora, tras su conversión en aventureros financieros han ido despojando esa potestad a los grandes empresarios en una afán de poder que ha terminado por arrasarlo todo. Desgraciadamente las Cajas de Ahorro, que tenían que haber sido la alternativa en la actual situación, fueron despojadas en los últimos años de su independencia y sus características singulares, para convertirlas en una especie de bancos corruptos que han ayudado a amplificar este desastre.
No sé si ahora crear nuevas entidades como las antiguas cajas de ahorro puede servir para algo, pero está claro que debemos inventar un nuevo sistema o institución que lleve a cabo el servicio que no están dando los bancos.
Imaginemos que ese algo actuará como los bancos otorgando líneas de crédito aunque a un interés un poco por encima de la que afirman tener los bancos actuales. La diferencia con estos es que, esta entidad, nunca prestará un dinero que no tenga. A cambio a los clientes que guarden sus ahorros en esta entidad no recibirán más intereses que en otra entidad, pero no pagarán ningún tipo de comisiones. Por su parte esta entidad, que estará participada por el Estado, no entrará en ningún tipo de negocio financiero. Por supuesto esta entidad no podrá salir a bolsa. A cambio, el Estado, tomará esta entidad como propia para todos sus movimientos financieros, pudiendo otorgar  a algunos de sus productos ventajas fiscales únicas. Está claro que una vez creada esta entidad el Estado retirará todas sus participaciones de las demás entidades financieras y ya no volverá a ayudar a ninguna entidad privada.
Dicho esto, no obstante, el Estado deberá permanecer atento para colaborar de cualquier otro modo con cualquier iniciativa que se considere apropiada para el desarrollo de la economía básica.
Por otro lado seguimos sin solucionar la financiación del Estado que es esencial para que todo lo demás funcione. Y como ya hemos dicho solo tiene dos fuentes posibles y ya sabemos que enfrentándonos a la Troika nos fallará la más importante. Por otro lado, respecto a los impuestos si podemos hacer algo y es reduciendo estos, pero dándoles mayor efectividad creando impuestos que graven la salida de dinero fuera del país y persiguiendo más efectivamente el fraude. Por otro lado se deberán eliminar las ventajas fiscales que algunos grupos o lobbies poseen (no entraremos, por ahora, en detalles). A pesar de la ambigüedad de lo dicho, puedo asegurar que esas medidas, una vez definidas, podrían llegar a sostener la financiación del Estado siempre que se actúe adecuadamente en lo que voy a llamar triple eje: “márquetin, producción y venta”. 
Así pues, ya tenemos localizados los objetivos de intervención para salir de la crisis:
-Tenemos que proveer al Estado de la financiación adecuada.
-Debemos lograr que el dinero llegue a los ciudadanos para que circule.
-Crear un entorno fiscal sostenible.
-Y, por último, y como veremos en su momento es lo más importante, equilibrar, a favor de nuestra economía, el triple eje.
Ninguna de estas medidas deberían tener una trascendencia directa (en apariencia) con la economía exterior, y sin embargo habrá presiones para que no se pueda trabajar en ellas adecuadamente. Por otro lado tampoco ninguna de estas medidas trabaja directamente ninguno de los parámetros habituales sobre los que se realizan todas las intervenciones financieras. Bueno, esto, como ya veremos en su momento, no es del todo cierto, pero hay que entender que tal y como está concebida la zona euro, un Estado individualmente no tiene atribuciones para intervenir ninguno de esos parámetros. La idea, pues, será trabajar esos parámetros sin hacerlo realmente, pero eso es muy complejo.
Sobre parte de algunas de esas medidas ya hemos hablado alguna vez, pero en los próximos días trataremos de explicar el modo de llevarlo a cabo superando los numerosos obstáculos que se opondrán a tales medidas.