jueves, 29 de noviembre de 2007

El refrán de Totana



Dice un refrán español:


El alcalde de Totana, una vez él había comido ya nadie tenía gana.


Bueno, pues parece que algo de fondo si parece tener el refranillo. Don José Martínez Andreo, alcalde de Totana, ha sido detenido por la Guardia Civil en base a un tema demasiado habitual en los últimos tiempos: corrupción urbanística.


Pero Don José tiene suerte. No sé si sus allegados le llaman Pepe, pero como pertenece al PP, partido que lucha contra la corrupción con verdadera fruición, estos se han encargado de repartir SMS’s a manta afirmando que no ha sido una detención sino una retención. Por supuesto nadie con cerebro ha entendido el citado mensaje, dado que la retención no es ninguna figura jurídica, pero muestra a las claras que sus creyentes (la denominación parece más adecuada que la de votantes, aunque aún lo parece más la de crédulos) no son gentes muy inteligentes y que, el hecho de que la abstención sea tan elevada en nuestro país, es una buena noticia porque implica que no todos somos tan tontos.


Entre tanto, en la sede central del PP de la calle Genova ya empiezan a desvincularse de estos hechos al declarar a Europa Press: la supuesta implicación del alcalde de Totana es un hecho puntual y no se puede generalizar esta conducta al grueso del partido, así como su "tolerancia cero" a la corrupción”. De esto se deduce que lo que pasó en Madrid días atrás o en la comunidad hace más tiempo, lo de Orihuela, sin olvidar que Murcia capital ya tiene dos investigaciones abiertas, también hay diligencias en Águilas, Cartagena, Cieza, Villanueva del Río Segura, San Javier. Pero los problemas de corrupción no se limitan a Murcia ni al PP, lo que ocurre es que estos han tenido la desvergüenza de tirar la primera piedra… y la segunda y más piedras de las que nadie pueda imaginar, pero, eso sí, los ladrillos se los han guardado para ellos y, por lo que se ve, el dinero de estos también.


Nadie debería gritar tanto y crispar tanto cuando tiene tanto para callar. Tanto y tanto ya resulta tonto.

domingo, 25 de noviembre de 2007

Escribidores


Existen dos formas de escribir, la primera es hacerlo sobre lo que se conoce bien y la segunda es inventándolo. Cada uno de estos dos tipos de escritura, en la mayoría de las ocasiones, se mezclan para facilitar el acceso al lector. Sin embargo, cada día más, existe un tipo de obras que no deberían dejarse llevar por esta técnica y lo hacen. Ensayos, textos periodísticos, narraciones sobre historia... se dejan seducir por el lado oscuro de la ficción con una finalidad meramente manipuladora.
Recuerdo que mi profesor de noticiarios nos decía que a la hora de reducir una noticia que surgiera de un teletipo debíamos empezar por suprimir los adjetivos. Se suponía que las noticias que llegaban de agencia eran noticias en estado puro y no tenían adjetivos, así que la pregunta estaba servida... ¿Se puede ser imparcial?

Existen dos formas de escribir... la primera es reconociendo tu parcialidad e intentándola compensar de la mejor manera posible y cuestionándote cada palabra mediante un razonamiento eficaz y la segunda, sucumbiendo plenamente a tus instintos básicos de convencer al mundo de que todo es de ese extraño color de tus gafas. Parecerá rastrero, pero si quieres ser periodista, hoy en día, te va a ser muy difícil encontrar reconocimiento y trabajo siguiendo el primer camino, en cuanto al segundo, procura que tus gafas tengan un color similar al de tu editor. Claro, que siempre queda la posibilidad de inventar el entorno de la noticia y poner unos adjetivos mercenarios al servicio del que paga. En cualquier caso, lo que está claro, es que la primera forma de escribir no te va abrir ninguna puerta.

Existen dos formas de escribir... creyéndote lo que escribes o haciéndolo para que lo crean otros.


Existen dos formas de leer: con los ojos abiertos y con los ojos cerrados.

viernes, 23 de noviembre de 2007

Ha muerto Paco Candel



Hoy muchos hablarán de “Donde la ciudad pierde su nombre” porque ha muerto Paco Candel. Nos contarán su vida y sus hazañas, pero más allá de todo eso, oiremos, desde muchos puntos de vista, algunos de los instantes más decisivos de la historia contemporánea de Catalunya.

A pesar de las estrechas miras de Franco, Catalunya se convirtió en el motor industrial de España. Una fuerte inmigración, desde todos los puntos de la península, se dirigió hacia allí y, en especial, hacia Barcelona. Lo que en un principio pudo verse con cierto recelo por parte del dictador, se convirtió en un arma contra el pueblo de Catalunya que siempre había planteado muchos problemas al Caudillo. Así, a finales de los años sesenta y comienzos de los setenta que el Generalísimo permitió la construcción de ciudades enteras, como Bellvitge, Ciudad Meridiana, el Grupo La Paz, La Mina o Ciudad Badía, para ubicar a gentes de todas partes de España en una especie de guetos, similares a lo que a comienzos del siglo veinte habían sido las casas baratas de Horta, las del Buen Pastor o Can Tunís. Por cierto que aquel flujo de personas también realimentó estos dos barrios a medio asimilar socialmente. De hecho, Paco Candel procede del primero de ellos.

Todos aquellos grupos de personas, lejos de su hogar original, en un medio que se podía antojar hostil y apiñados en aquellos nuevos suburbios, debían constituir, desde el punto de vista del régimen, corpúsculos reaccionarios dispuestos a contrarrestar a los movimientos de resistencia cultural catalanes. Los consejeros del dictador eran conscientes de la dificultad que ya había tenido la sociedad catalana para asimilar las partidas de inmigrantes que llegaron durante el primer tercio del siglo XX, por ello, esta avalancha mayor, debía ser definitiva. Pero olvidaron que aquellos obreros se sentían tan maltratados por el régimen como los habitantes originales de las tierras que ahora les acogían, por lo que en estos “guetos” también apareció la resistencia, aunque de corte comunista. En este nuevo proceso, para desesperación de cuantos colaboraban con el poder, se destacaron muchos sacerdotes a los que se denominaba “curas obreros” o “curas del pueblo”. También el PSUC, una formación política nacida durante los primeros escarceos de la guerra civil y que recuperaba en la clandestinidad el prestigio perdido durante la legalidad, aglutinó elementos de dentro y fuera de esas ciudades de emigrantes.

Franco fracaso, en principio, en su propósito, pero tras su muerte, sin el enemigo común de su figura, aquellos guetos empezaron a desmarcarse del entorno social que les rodeaba. Así se empezaron a escuchar términos como “catalino”, “polaco”, “xarnego”... que antes, si existían, sólo tenían un significado anecdótico. Era el comienzo de una peligrosa fisura social de incomprensión entre los nuevos y los viejos catalanes. Fue en esa época cuando apareció, entre otros, la figura de Francisco Candel que ayudaron a una mutua comprensión y no sólo evitaron que la fractura social prosperara sino que ayudo a cerrar muchas viejas heridas.

Hoy nos llegan más nuevos catalanes y venidos desde mucho más lejos. Nos empezamos a encontrar carentes de nexos en personas similares a la de Paco Candel, capaces de cohesionar lo nuevo y lo viejo en perfecta armonía.

¡Adiós Candel! Es hora de descansar en paz porque en el Cielo todos somos emigrantes.





Todo es importante, pero poco lo es más que el respeto a las demás personas.

jueves, 22 de noviembre de 2007

Fernando Fernán-Gómez... ¡Adiós, maestro!


Conocí su figura en una época en que nacían los cambios en el espíritu de los ciudadanos, aunque el régimen aún no se hubiera enterado. En aquellos tiempos, él, se limitaba a hacer bien su trabajo. De hecho llevaba años haciéndolo. Llegó a las pantallas de nuestro país como una bocanada de aire fresco. Se le veía actuar cuando todos los actores se limitaban a declamar y, a pesar de ello, su recia voz no se perdía en la desidia. Lejos de ello logró que las voces que le rodeaban aprendieran a imitarle. Para cuando yo nací, el cine español ya apuntaba a un futuro mejor, pero el gran maestro siguió con su magisterio y nunca se diluyó, siguió siendo el gran maestro hasta decir... ¡Adiós!


¡Gracias Fernando Fernán-Gómez! ¡Que bueno que viniste! ¡Que lástima que te marchaste!... ¡Adiós, maestro!

No es lo mismo.




Cuando se intenta recuperar la memoria histórica bajo una tibia ley que apenas rasca la superficie del problema, aún hay quien se permite sacar a colación los crímenes de los republicanos (que los hubo, tampoco es cuestión de negar lo obvio), unos crímenes por los que los fascistas condenaron al pueblo español, incluyendo muertes sumariales, durante cuarenta años (o más). Vamos a dejar en claro que no es lo mismo, por mucho que alguna concejala de Madrid, con apellido apropiado para una juerga juvenil, se empeñe en mentir. Estas son las cosas que hay que tener claras:


1.-La 2ª República llegó como consecuencia de unas elecciones municipales en que el pueblo, harto de un Alfonso XIII que había dejado gobernar a un dictador en su nombre y, después del fracaso, aún pretendía modernizar una nación bajo el signo del inmovilismo, voto en masa a los partidos antimonárquicos. Don Alfonso, que había aprendido la lección, tomo la digna decisión de abandonar el país para que el pueblo ejerciera su derecho a gobernarse sin su triste tutela.


2.-La Guerra Civil llegó como resultado de que los poderes económicos, terratenientes, la iglesia y el grupo paramilitar fascista denominado Falange, no eran capaces de aceptar el resultado de las urnas. Desde el mismo momento en que llegó la República, estuvieron enrareciendo la vida política y social. Por desgracia, algunos corpúsculos anarquistas y comunistas se dejaron arrastrar a una guerra sucia en las calles de pistoleros que, dada la profesionalidad de los falangistas, no podían ganar.


3.-Durante la guerra los Nacionales fusilaron a 140.000 personas por 50.000 de los Republicanos. Estos datos, además pasaron el filtro de cuarenta años de franquismo, por lo que seguramente aún está inclinada a favor de los Nacionales. Por otra parte, mientras las llamadas Checas torturaban y asesinaban decenas personas que no apoyaban a los comunistas prosoviéticos (incluidos algunos prohombres republicanos) sin consentimiento de las autoridades republicanas y con la reprobación de los restantes miembros del crisol republicano, en el lado Nacional se autorizaban y ordenaban CAMPOS DE EXTERMINIO como el de Castuera en Badajoz, donde se fusilaban, sin juicio previo, centenares de personas.


4.-Los asesinatos sistemáticos del régimen franquista siguieron durante años. De hecho la playa del Campo de la Bota en Barcelona estuvo cerrada hasta casi 1945 porque allí se llevaban a cabo ejecuciones de prisioneros y arrestados sin juicio y al margen de la legalidad. Luego se introducían los cadáveres en camiones y nunca más se supo. El lugar citado es conocido, pero de seguro existían muchos más.


5.-El poderío militar del bando Nacional unido a alemanes e italianos, era muy superior al de las fuerzas aliadas. El enviado del alemán, evidenciando aquella ventaja, le recriminó a Franco no terminar el conflicto antes, pero como este le comentó a sus ayudantes, no quería que quedara un solo rojo vivo y, para ello, no se podía ir demasiado deprisa. Poco le importaban al general las bajas que eso producía en su mismo bando.


6.-Los republicanos ofrecieron a Franco el canje de José Antonio por determinados presos republicanos, pero este contestó ordenando su muerte junto a sus familias secuestradas en el Alcázar de Toledo. Esto obligó a la ejecución sumarial del líder fascista.


7.-Además de los muertos, el régimen franquista también se proveyó de esclavos. Además de jornadas abusivas en su obra faraónica, el “Valle de los Caídos por Dios y por la Patria”, usaba a los prisioneros en trabajos varios para empresas de sus allegados. Curiosamente, los que consiguieron sobrevivir, cuando fueron liberados hacia los años cincuenta, no podían trabajar legalmente ya que no obtenían los papeles necesarios para ello al considerárseles delincuentes. Miembros del Opus Dei, como el propio Carrero Blanco, cobraban los teóricos salarios de los presos.


8.-A partir de los años cincuenta, el régimen franquista redujo la presión sobre el pueblo para abrir sus puertas al exterior, en especial a EE.UU. Sin embargo, el régimen siguió condenando a muerte por delitos de oposición al régimen, aunque la cárcel fuera, a partir de esa época, la fórmula habitual. Después de todo, la cárcel también era un lugar donde se podía morir.


9.-El régimen franquista infundió el terror hasta los últimos días e incluso después. De hecho, gracias a la presión de muchos elementos franquistas, la actual constitución contiene muchas incongruencias y continuidades con aquel régimen. Debería por todo esto anularse el valor de sus juicios sumarísimos y faltos a la verdad para restituir la honra de las víctimas, así como formularse la declaración de terrorista al citado régimen, convirtiendo a sus apólogos en algo similar a los que lo son de otros tipos de terrorismo.


10.-Los españoles deben estar preparados para perdonar, pero hay que tener en cuenta que no es el olvido el perdón. El olvido sólo es un enquistamiento que mantiene vivos los odios soterrados y la necesidad de una revancha y una revancha por la otra, lo que en cualquier momento podría disparar una espiral de odio. Han pasado muchos años, ya va siendo hora de abrir todos los armarios y recuperar las Españas perdidas. Las buenas y las malas.




Todo es importante, pero poco lo es más que el respeto a las demás personas.

martes, 20 de noviembre de 2007

G



G




Gregorio era, a sus treinta y tantos años, un pedante emancipado. Había bebido de las fuentes del conocimiento inútil. Había leído cuantas novelas le podían cubrir de la invisible aureola de la sabiduría, pero había olvidado la más notable de todas. Aquella que explica con pelos y señales la vida de los retoños de cangrejo.


Gregorio era el pedante coloquial capaz de espantar a las visitas y amilanar, con su lengua, a los pobres individuos que sólo sabían de verdad. Porque él sí sabía de todo y siempre su tema se escapaba de cuantos callejones sin salida le plantaban delante. Únicamente era cuestión de confundir al oponente… porque, eso sí, cualquiera que se arriesgara a mantener una discusión con él, era su oponente y, como tal, debía ser vencido aunque el otro desconociera aquel reto.


El verbo de Gregorio era difícil, por no decir incomprensible, pero exento de errores ¿Cómo podría equivocarse tamaña eminencia? Sin embargo, la angustia y la soledad de no sentirse comprendido le agriaban el carácter, pero un día encontró la solución. Internet, la red de redes, es el lugar donde todo el mundo tiene su espacio, su sitio su… http://www.pedantes.org/foros.html. Feliz, Gregorio, expandió sus monólogos, por escrito, en aquellos foros donde otros entes, similares a él, le contestaban largamente sin responder. Filosofía, literatura… el saber de la humanidad comprimido en eternos monólogos ininteligibles y bondadosos donde una coma podía ser el tema de un debate enorme e invisible.


-Como dijo Glinka, la enormidad esotérica de los pepinillos crudos…


-No, amigo, no. La serenidad de Grimón al darle al sifón ya definía el espíritu humano…


-Creo que Joyce justifica mejor las imágenes filosóficas de la historia…


Pero la felicidad nunca puede ser eterna. Un día apareció un ser mundano donde los hubiera. Llenó de palabras mundanas, de frases mundanas, aquel espacio. Tan mundano era aquel ser que amenazaba con volcar, sobre aquel santuario, toda la realidad. Y, un día, dijo una frase que desmoronó el único Universo que el colectivo de pedantes deseaba: la web.



El hombre mundano dijo…



Ahora podéis elegir la frase que consideréis más adecuada:


A-¿Por qué no te callas?


B-Para mear vete al baño.

C-Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza.



Gregorio murió asfixiado en su propia verborrea, donde ni los versos de un militar y homosexual francés, ni la prosa rebuscada de un irlandés de inflado ego, podían salvarle. En una oscura calle londinense, donde la pipa de Holmes no pudiera atufarle, abandonó su propio cadáver incorpóreo e inútil.


lunes, 19 de noviembre de 2007

La ecología y la moda.



¿Será la ecología una moda?


Hoy nos hablan de reciclaje, de la concienciación ecológica, de la sostenibilidad, del cambio climático… pero, ¿están los gobiernos y las empresas poniendo los medios necesarios? Y, lo que es más controvertido, ¿ponen los medios adecuados para que los ciudadanos lleven a término una vida acorde con esos ideales ecológicos?


Recuerdo que en mi niñez, allá por los años setenta del pasado siglo, todo era mucho más aprovechado. Si bien era una necesidad, existían toda una serie de hábitos que permitían ese aprovechamiento. Cuando mirabas dentro del cubo de la basura, no había casi nada de plástico, en ocasiones ni el propio cubo cuyas paredes y fondo, estaban cubiertas por hojas de papel de periódico y el contenido era, mayoritariamente, residuos orgánicos. En aquellos tiempos bajabas el cubo al portal media hora antes de las diez de la noche y el basurero lo vaciaba en su camión y lo volvía a dejar, vacío, donde lo encontró. Posiblemente fuera lento, pero no menos higiénico que hoy y, seguramente, mucho más “sostenible”. En aquellos tiempos sólo había dos tipos de envases: los de vidrio, que el tendero te abonaba al devolverlos, y las latas de metal, que siempre podían ser separadas del resto de la basura con un electroimán.


Los tiempos empezaron a cambiar un día que, en la escalera, apareció una nota de los basureros pidiendo que se dejaran los cubos sin tapa, con lo que aquello representaba con la existencia de animales callejeros (perros, gatos, ratas…). Una semana después, todos aquellos cubos donde se había olvidado la citada tapa, aparecían sin ella. Aproximadamente un año después, otra nota prohibía bajar los cubos y exigía el uso de bolsas de plástico. De nuevo se dieron una semana de plazo antes de tomar represalias. Esta vez sí devolvían los cubos, pero después de haberlos pasado por debajo de las ruedas del camión.


Por aquellos tiempos, los empleados de servicio municipales, pasaban, pocos días antes de Navidad, pidiendo el aguinaldo y entregándote, por él, una particular tarjeta de felicitación. Aquel año fue hermoso ver como se resolvían las discrepancias. Cuando los representantes del gremio de basureros vinieron en pos de su óbolo tradicional, se les recordaron los desperfectos causados y la onerosidad de sus actos indiscriminados, con la mala suerte que, aquellos empleados municipales, aún pretendieron justificar sus actos en una mala actuación de sus interlocutores. Recuerdo la cacofonía de todas las vecinas de la escalera gritando a un tiempo a aquellos poco previsores individuos, que tuvieron que marchar a toda prisa para no volver, nunca más, a repartir sus felicitaciones navideñas.


La llegada de la bolsa de basura y la veloz y poco delicada actuación de los profesionales de la basura, planteó graves problemas higiénicos. Ya, nunca más, estuvo limpio el rincón de la basura durante las noches. Residuos de bolsas rotas por cogerlas mal o por la acción de animales callejeros, convirtieron aquellos lugares en un lugar de suciedad que, por mucho que se limpiara, siempre desprendía malos olores y quedaban sospechosas manchas.


Pero, como además las bolsas de basura costaban dinero y no era algo que sobrara en los hogares de aquella época, hubo otra consecuencia. Supongo que más de algún cerebro pensante creyó hacer su agosto con las bolsas de basura, pero las amas de casa empezaron a ir a los supermercados, que les daban bolsas para llevar la compra y estas eran luego usadas para tirar la basura. La necesidad de esas bolsas modificó los hábitos de compra. También, por aquellas fechas hubo la primera gran subida inmobiliaria, cambiando a su vez las estructuras familiares, forzando a muchas mujeres a incorporarse de nuevo al mundo laboral. Producto de todas estas circunstancias, tomo fuerza la compra de fin de semana en los primeros hipermercados que hacían de esa compra algo rápido y mucho más lúdico pues intervenía toda la familia. Así, las bolsas de plástico adquirieron mayor protagonismo pues ya se obtenían muchas más de las necesarias y, sin darnos cuenta, se almacenaban en gran cantidad, para, de tanto en tanto, tener que tirarlas.


Pero el cambio sólo había acabado de empezar. Los hipermercados y grandes centros comerciales se fueron comiendo a los mercados tradicionales y los embalajes sobredimensionados al papel encerado.


Pero las administraciones no podían tolerar el uso de bolsas que no fueran de pago para la basura así que primero obligaron a hacerles unos agujeritos en el fondo a todas las bolsas del super para, según ellos, que ningún niño se asfixiase… ¿Es qué no se podían ahogar con una bolsa de basura? Finalmente prohibieron directamente el uso de esas bolsas. Por fortuna alguien diseñó, por aquel entonces, los contenedores de basura y demostró que era mucho más rápida su recogida. Allí murió la última guerra de la basura y, años más tarde, empezaron a aparecer los contenedores de reciclaje…


La nueva “era de la concienciación” pasa por el reciclaje, es decir, ubicar un recipiente para la basura general o sucia, otro papel, otro para vidrio, otro para plásticos y metales, otro para aceites usados… Todo esto en un pisito de treinta metros cuadrados a pagar en cincuenta años y sin que nadie te abone un duro por el esfuerzo. Eso sí, ahora en el super te cobrarán cinco céntimos por cada bolsa agujereada que te den para llevar a casa la compra.


No parece que en todo este proceso las administraciones y las empresas hayan realizado ningún esfuerzo, más bien parece que es el sufrido ciudadano el que, una vez y otra vez, ha llevado todo el peso y trabajo sucio de la evolución social y la revolución ecológica. Un largo proceso en el que, muchos ciudadanos anónimos, han ido dejando trozos de sus capitales y de sus vidas para el beneficio de unos pocos capaces de hacer negocio a lo largo de todas estas modas “ecológico-capitalistas”.


En el pasado, las tiendas te devolvían el importe de los envases de vidrio que se pagaban por separado de su contenido y los que no funcionaban así, como las botellas de cava, siempre era posible venderlos en el trapero, como hacíamos con nuestros residuos de papel, cartón, metal… y así recuperábamos una cierta cantidad de dinero. Hoy es amoral no tirar todo eso en sus respectivos contenedores, bajo unas normas susceptibles de endurecerse a la más mínima y sin ningún tipo de compensación por las molestias. En estas vemos como países como EE.UU. paga hasta 25 centavos por cada lata de refresco que se lleva a reciclar. Nosotros somos más modernos, es el ciudadano de a pie el que cede un espacio de su vivienda para separar los residuos y lo lleva los puntos asignados por nada. El reciclaje nos cuesta tiempo, dinero y, lo que es más necesario hoy día, espacio, pero son las empresas dedicadas al reciclaje y que ya obtienen un cierto beneficio por comercializar el producto que extrae de esas materias primas que todos colaboramos a aportarles gratuitamente, las que obtienen el reconocimiento y subvenciones de todas las administraciones. Si todo fuera bien esto no sería tan grave, pero cuando una de estas, o de otras, empresas decide compartir sus toxinas, ya sea de forma accidental o intencionada, no sólo nos toca sufrir el agravio sin compensación alguna, sino que nos tocará pagar la rehabilitación ecológica del suceso con nuestro dinero.


Hoy voces ecológicas, cual espadas democlianas per se, nos amenazan con sus dedos índices, nos alertan de graves peligros causados por nuestra desidia de hormigas y la voz es premiada por los mismos que obran nuestra tragedia. Entre tanto, los economistas liberales, verdaderos responsables del negro futuro de nuestros hijos, se ríen en nuestras caras y se aprovechan de nuestros esfuerzos escupiéndonos sus maléficos residuos.


Y aquí, sufrientes pecadores, les otorgan “Nóbeles” y “Principes de Asturias” a mogollón, a los unos y a los otros, mientras nosotros nos comemos las ganas de tener voz.


¿Para cuándo un premio a la ciudadanía?


¡Qué tonterías digo! ¿Y quién lo pagaría?

martes, 13 de noviembre de 2007

¿Una de cal y otra de arena?



Sólo cuatro días después de que los sucesos de Chile elevaran la popularidad de Juan Carlos I a su índice más alto desde la resolución de la crisis del 23F, el fallo de la sentencia del caso de la portada de “El Jueves” vuelve a tumbarle.


Dibujante y guionista de la caricatura de la discordia han sido condenados a pagar más de 3000 euros cada uno, cantidad considerada satisfactoria por la fiscalía, pero no por los acusados. El juicio ha sido rápido… demasiado, porque apenas si se ha escuchado a la defensa. No se habrá, con ello, vulnerado los derechos procesales de los finalmente condenados. Se ha resuelto como si la sentencia estuviera pactada de antemano, pero esto no era así, de lo contrario no se hubiera llegado a tan digna sala. Dignidad de la sala ya que los actores merecen otro juicio. Jueces y políticos, una vez más, nos hacen sonrojar por descubrirnos la puerilidad de nuestro sistema.


Dicen que la justicia es ciega, pero de tanto en tanto parece echar un vistazo por debajo de la venda, esperemos que este no haya sido el caso.

domingo, 11 de noviembre de 2007

El protagonismo de los medios de comunicación.




Cuando se acerca la Navidad, un par de meses antes, las noticias, tanto nacionales como internacionales, se disparan. Reuniones, citas, conferencias… parece que todos quieren dejar su sello antes de que llegue el nuevo año… vemos como gobiernos y oposiciones se lanzan a una carrera frenética para adueñarse de la opinión pública. Los dictadorcillos de países no democráticos también conocen el juego porque se aprovechan de la situación y ponen en marcha sus maquinarias… las razonables y las que no. También aparecen, en esos momentos, los fantasmas de políticos muertos en la guerra del poder… ¿Será por eso que a noviembre se le llama el mes de los muertos?


Pues como decía, vivimos en una fiebre de noticias, tal es así que ya no son los actores de esas noticias los protagonistas, sino los medios de comunicación. Por si esto no fuera suficiente las emisoras de radio se han llenado programas donde varios invitados comentan las noticias dando su punto de vista. Son amenos y, algunos individuos muy peculiares, ofrecen puntos de vista sorprendentes que puedes ayudarte a dar una nueva visión del asunto… de la noticia. Por esto cuando cocino, para no perder demasiado el tiempo, me pongo la radio y busco un canal donde haya uno de estos programas. No suelo fijarme en la emisora, ni el idioma (en una ocasión estuve escuchando uno de estos “coloquios” en francés sobre el Fórum de las Culturas que me resultó sumamente interesantísimo… y eso que me perdí muchos detalles de la conversación por mi pobre conocimiento del idioma.


El viernes 9 de noviembre, mientras hacía la cena, conecte con uno de estos programas, pero cuál sería mi sorpresa al ver que los ponentes apenas discrepaban en sus opiniones ni existía un ritmo natural de diálogo. El tema no daba tampoco para discrepar, era el retorno de los últimos miembros de la tripulación del avión que fueron retenidos en Chad. Sin embargo la opinión aceptada era que no se les debía recibir como héroes porque el tema era muy turbio. Me quedé alucinando porque yo discrepaba, pero discrepaba más de su consentimiento en no discrepar. Parecía una pesadilla kafkiana. Entonces se hizo un silencio que duró varios segundos hasta que el moderador tuvo que preguntar a uno de los invitados que carraspeo ostensiblemente para decir:


--Sí,… bueno… sí,… claro… estoy de acuerdo.


No había convencimiento en su voz, era como si tomara una opinión ajena como propia. Me recordaba un programa censurado, pero eso ya no existe… ¿No? Aquello no me gustaba, pero no podía cambiar de emisora porque tenía las manos metidas en la masa… además tenía curiosidad por conocer que emisora tenía la poca vergüenza de emitir aquello. Finalmente lo supe, era la COPE. Sinceramente lo que esta emisora aporta de profesionalidad a las ondas es vergonzoso. Sorprende que por esa emisora hayan pasado profesionales como Encarna Sánchez que, a pesar de no caerme bien, su profesionalidad estuvo siempre fuera de toda duda, o José María García, un auténtico monstruo de la comunicación. Hoy, por lo que se puede ver, la COPE es un erial de valores radiofónicos.


En el tema del protagonismo de los medios tuvimos otro show en la tertulia política de los miércoles en la ventana. Si en el caso anterior nadie discrepaba, en este programa de la SER la gente discrepa tanto que únicamente se escucha una tremenda cacofonía pero que el pasado miércoles paso a los personalismos mas chabacanos y rastreros, sobre todo entre las alcaldesas de Fuengirola y Córdoba, una del PP y la otra de IU. En este caso la moderadora y presentadora del programa, Gemma Nierga al ver como perdía el control del programa lo cortó pasando a publicidad y les dio un soberano rapapolvo. Sin lugar a dudas este programa no tenía nada de pactado, nunca lo tiene y, por lo general, la alcaldesa de Fuengirola, como representante del PP sufre el ataque reiterado de los representantes de los otros partidos. En ese programa hubiera podido ser el representante socialista quien sufriera los embates por el tema de cercanías en Catalunya, pero este supo desviar la mirada hacia el caso del 11M, lejos de darse cuenta de la trampa intento defender lo indefendible dejándose caer ambos hacia el ámbito personal, fue ahí donde entró Rosa Aguilar a cargar contra Esperanza Oña, ambas se enzarzaron con facilidad en el personalismo extremo mientras Antonio Hernando, que había abierto la brecha, se mantuvo a una prudente distancia. Nada de todo esto se le escapo a la presentadora que dirigió su rapapolvo a todos al tiempo que pedía disculpas a la audiencia por el deplorable espectáculo y por perder los nervios ella misma. Realmente no se notó que fuera una pérdida de nervios ya que su actuación fue necesaria y correcta, aunque mucho más enérgica de lo que nos tiene acostumbrados. Un ejemplo más de profesionalidad de la recién galardonada con el “Ondas”, en un ambiente que se había tornado brutalmente hostil.


En ambos casos hemos visto como el medio, en este caso el radiofónico, se convierte en el protagonista por encima de las noticias tratadas. En el primer caso el medio intenta transformar la noticia, en el segundo la presentadora lucha para que este no se cambie. Dos formas de entender las noticias, sin lugar a dudas, ninguna de las dos es la buena, pero prefiero la libertad de la segunda a la desvergüenza del guión establecido por la primera.


No son más que dos ejemplos, pero creo que son lo suficientemente representativos como para entender a que nos enfrentamos.




Todo es importante, pero poco lo es más que el respeto a las demás personas.

viernes, 9 de noviembre de 2007

Una historia de la calle



El otro día se me acercó una joven con un pañuelo a la cabeza, aunque no era musulmana, ofreciéndome “La Farola”. Me pareció muy extraño porque hace varios años que creía esta publicación desaparecida. Como uno es muy curioso decidí dar un vistazo a aquellos ejemplares. Rápidamente me percaté de que todas las portadas eran diferentes y fechadas, en todos los casos, antes del 2001. Intenté hablarle sobre ese punto a la mujer, pero entonces me percaté de que no sabía hablar ni castellano, ni catalán, ni francés, ni inglés… ¿Por qué no me había dado cuenta hasta entonces?


Quiso hacer me creer que había entendió que le quería comprar todos los ejemplares y me pedía, nada menos, que 60€. Y lo peor es que se había enrocado en ese punto y no podía dejar la conversación pues ella me perseguía levantando la voz cada vez más. Sintiendo una cierta culpabilidad y vergüenza por mi curiosidad, accedía comprarle un ejemplar al precio de 1€ tal y como ponía en la portada, pero ella, erre que erre, insistía e insistía en pedirme los 60€, así que opté por retomar mi camino con cierta celeridad, huyendo de allí. En estas la mujer pasó de las voces a los gritos al tiempo que aparecían dos paisanos suyos, con muy malas pintas y un enorme tamaño. Qué suerte la mía que uno de ellos hablara, mal que bien, el castellano. “Hablando se entiende la gente”, por eso, entre el dialogo y las amenazas nada veladas, llegamos al acuerdo de quedarme con los quince ejemplares al módico precio de 10€.


Marché de allí con aquellos periodicuchos ocupando mis dos manos. Al llegar a una plazoleta me senté en un banco y dejé mi adquisición a mi lado, tomando aire hasta que las piernas dejaron de temblarme. Fue entonces cuando, por el rabillo del ojo, vislumbré a la mujer que parecía andar siguiéndome. Cuando giré la cabeza aún pude verla escondiéndose en un callejón. En ese instante se hizo la luz en mi cabeza sobre toda la trama de aquella estafa. Estaba claro que 10€ no significaban nada para tres personas, por eso la mujer esperaba que yo me deshiciera de aquella “basura” para recuperarla y endosársela a otro despistado en las mismas condiciones que a mí. ¿Cuántos tontos picaríamos cada día?


Como parecían no contar con más ejemplares, decidí complicarles su plan. Me acerqué a un buzón de correos y, una a una, las fui doblando e introduciendo por su boca. Algunas personas me miraron con desaprobación, pero nadie me dijo nada. Así que me marché a buscar el pan para cenar.


Sólo tardé diez minutos en volver a pasar por delante del buzón y vi como la policía se llevaba detenida a la dama y a uno de sus dos “maromos”. Calle abajo se oían gritos, mirar vi como otro guardia perseguía al andoba que faltaba. Por lo que pude ver y oír, los tres habían sido pillados “in fraganti” forzando el buzón de correos y rebuscando en su interior con muy poco respeto por la correspondencia allí almacenada y que, en parte, estaba aún escampada por el suelo.


Por esta vez el truco les había fallado. Por lo visto hay quien no sabe cambiar de hábitos y, cuando algo les funciona, desconocen el momento en que lo han de dejar. ¿Volverán a las andadas cuando salgan a la calle? Estoy convencido de que sí.

martes, 6 de noviembre de 2007

Soy profesional



Soy profesional… asesino profesional.


La profesión de asesino es en muchos aspectos similar a la de cirujano. Ambos tienen que andarse con mucho ojo y ser muy exigentes en temas como la asepsia y la exactitud. Como el doctor, el asesino profesional debe ser extremadamente preciso. La diferencia entre uno y otro es que, mientras el médico debe procurar por la seguridad del paciente, el asesino debe hacerlo por la propia y la de su cliente, lo que, bien pensado, tampoco es una diferencia tan grande. Lo que sí constituye un hecho diferencial es que mientras el galeno debe estar siempre dispuesto para actuar, nosotros, los malos de las películas, debemos tomarnos algunos descansos para impedir a las diferentes policías una relación entre nuestros actos y nuestras personas. El buen sicario no debe dejar siquiera un asomo de evidencia sobre su existencia. Ni ADN, ni fibras y mucho menos un sello identificativo del trabajo, eso queda para aficionados y psicópatas.


Me tomo mi trabajo muy en serio, pero no soy un enfermo mental. Acaso tomarían por enfermo mental a un enterrador, un forense o un policía de homicidios, después de todo, ellos tienen una relación con la muerte mucho más morbosa que la mía que, una vez comprobada la eficacia del trabajo, abandonó el lugar que habita la Parca par no volver. En cambio, todos ellos se revuelcan con Thánatos allí donde le encuentran.


Como ya dije, no soy un psicópata. Disfruto de la vida más que de la muerte… incluso en los demás. Quiero, tengo sentimientos y no me gusta ver sufrir a nadie y es algo que también tengo en cuenta en mi trabajo y jamás acepté un trabajo donde el dolor fuera parte del trato. Mis víctimas, salvo errores, que como humano también los tengo, tienen muertes, que si bien no vamos a llamar agradables, si podemos llamar humanitarias.


Soy profesional… asesino profesional.


Como es lógico, alguien como yo no debe implicarse emocionalmente con su trabajo, creo que esta es también una premisa que deben cumplir los doctores en medicina ya que, en ambos casos, puede tener peligrosas consecuencias. Pero nosotros contamos con una ventaja: el anonimato. Sin embargo, no siempre podemos ser simples sombras en la noche, como seres humanos tenemos vidas y responsabilidades que cumplir y, en el mundo actual, necesitamos tapaderas que justifiquen nuestros viajes, nuestros ingresos y nuestras soledades y, aunque cueste creerlo, esta es nuestra gran vulnerabilidad pues, cuantos de nosotros no han sido sorprendidos blanqueando el dinero obtenido en nuestro oficio.


Aún hay quien se cree que matar es complicado, eso sólo es cuestión de imaginación y de oficio. Bueno, puede serlo al principio, después de todo estas segando una vida, pero con el tiempo ya sabes que aquel individuo, de cualquier modo, ya estaba muerto y es mejor que el dinero te lo lleves tú a que lo haga otro con menos escrúpulos. Así que, con el tiempo, aprendes a aplicar una asepsia total a tu trabajo rompiendo hasta el último lazo de empatía con el sujeto del trabajo. Pero eso no impide que en tu vida privada sigas teniendo tus sentimientos totalmente intactos, aunque, claro, al principio cuesta separar ambas cosas en tu cabeza, pero nuevamente con tiempo se consigue todo.


Espero que nadie pueda volver a confundirse respecto a lo que quiere decir ser profesional… asesino profesional.

viernes, 2 de noviembre de 2007

Estado de la Nación (II): Two Spanishes



Las dos Españas fueron obra de alguien que no deseaba nada bueno a esta nación. Curiosamente él fue conocido como “El Deseado”... Fernando VII, aunque, claro, él no tuvo que sufrirlas. Ahora bien, menudo papel le dejó a sus herederos, aunque si lo pensamos bien, no fue muy diferente del que le dejo su papi, Carlos IV, sobre todo después de regalarle, como quien dice, el país a Napoleón. De cualquier forma, lo que nos interesa, viene como la puntilla de Fernando. El contradictorio rey las parió, las dos Españas en su ocaso cuando “in extremis” abolió la Ley Sálica. Al parecer, el que fuera el rey que retornó al suelo patrio el anacrónico Antiguo Régimen, más a espada que a capa, se hizo feminista en sus últimos días, llegando a no comprender la razón por la que una mujer no podía ser el brazo fuerte del país.
¿No cuela, verdad? Pues parece que al infante Don Carlos, tan absolutista él como su hermano Fernando, tampoco le coló. Claro que Carlos era el destinado a ser rey de no haberse abolido la citada ley.
De este modo, siendo muy chiquitita, Isabel II se convirtió en reina, pero el “buen gobierno” recaló en su mama, que se convirtió en la regente y, dado que los absolutistas, que también eran conservadores y, por tanto, muy reacios a cambiar nada, se pusieron del lado de su “tito”, mami tuvo que echar mano de los liberales para tirar para adelante con el país. En aquella época, ser liberal no significaba lo mismo que ahora, sin embargo, el significado de ese término no cambiaría hasta un siglo más tarde.
En todo este proceso de creación de las dos Españas hemos perdido de vista lo que es España, un país más nuevo de lo que algunos se creen. Cierto es que antes de la guerra del francés ya existía el término España, pero sólo servía para designar las tierras gobernadas por los Austrias primero y por los Borbones que vivían a este lado de los Pirineos después. De hecho las naciones y los pueblo dentro de la política del Antiguo Régimen, tenían muy poco valor, lo único que importaban eran sus monarcas y sus caprichos. Y era una norma con muy pocas excepciones como la de Cataluña que hasta la época de Carlos III mantuvo una cierta personalidad, aunque sólo representada por sus clases elevadas “nobles” y “burgueses” que realmente velaban más por sus intereses personales que por los de una patria, no obstante, al ser muchos, antes de Felipe II había logrado una cierta imagen de democracia. De este modo, dentro de aquella España se vio englobada media Europa con Portugal, Flandes, Borgoña, Nápoles, Sicilia, Inglaterra, varios condados, ducados y marquesados de Alemania y Austria, el ducado de Milán y, cómo no, aquello otro que más tarde se llamarían colonias y por aquel entonces eran los territorios de ultramar. Así pues, se era español aunque tu lengua fuera tan diferente de otras, un español podía hablar alemán, holandés o flamenco, portugués, italiano, francés, inglés, catalán o incluso los había que hablaban castellano. Ni que decir tiene que aquellos reyes no sabían tantos idiomas y, si bien en la península ibérica se acostumbraba a tener la deferencia de hablar la lengua de la capital del reino para dirigirse a su majestad y, más a regañadientes, a sus hombres fuertes (como en su día lo fue el Conde Duque de Olivares), en otras partes se hablaba lo que se hablaba y, por ello, los monarcas tenían que poner al mando a gobernadores y virreyes capaces de comunicarse con la población nativa. De este modo los grandes imperios se convirtieron en enormes torres de Babel imposibles de sostener mediante reinados absolutistas, sin embargo, en lugar de flexibilizar el poder, algo realmente difícil para las mentalidades de la época, las diferentes guerras modelaron naciones más pequeñas y menos heterogéneas, donde los monarquías podían absolutizarse más e intentar una mayor homogeneización del territorio. En este escenario sistemas tan particulares como el catalán sobraba, fruto de esta tendencia fueron los Decretos de Nueva Planta y, más adelante la prohibición de la lengua. Este proceso no fue exclusivo de Cataluña, en estas reyertas se perdieron joyas culturales como la lengua aragonesa, sin embargo, las culturas más beligerantes y con más personalidad se mantuvieron al calor del hogar para esperar un momento más propicio. Y ese momento pareció llegar a finales del siglo XVII y comienzos del XIX, con el liberalismo inglés, la revolución francesa y... y... bueno, en España sufríamos la etapa más dura del Antiguo Régimen. Castilla ya había absorbido la personalidad de la monarquía borbónica desde Carlos III y creó un tupido velo que nos aisló de ese avance filosófico y político que estaba revolucionando al resto del mundo... incluso los territorios de ultramar vieron la aparición de sus libertadores: San Martín y Bolivar.
Con todo, España seguía sin ser la España de los españoles, hasta entonces se había limitado a ser un ente abstracto que engloba a los habitantes de unos territorios bajo el dominio de un determinado rey. Bastante tenían, los españolitos de a pie con buscarse la vida y sobrevivir el día a día, para preocuparse por tamañas veleidades. Tuvo que llegar Napoleón y sus ansias de reconocimiento mundial, para que los habitantes de cada uno de los rincones de la piel de toro se sintieran, por una vez, algo más que meros sufridores. Incluso los habitantes de Cataluña, que había sido anexionada a Francia (1810), renunciaron a ese honor para llamarse a sí mismos, españoles. Las Cortes de Cádiz y su Constitución, llamada “La Pepa” (19 de Marzo de 1812), amalgamaron y representaron esa voluntad de un pueblo que, por fin, tenía un nombre. Hoy “La Pepa” se nos antoja una antigualla muy poco evolucionada, pero en aquella época era una auténtica revolución. Sólo debemos fijarnos en que los territorios que aún quedaban en ultramar eran considerados en ella al mismo nivel que los de la península. Era una constitución Liberal, por eso Fernando VII, una vez afianzado en el poder tras jurarla, no dudó en traicionarla y retornarnos al absolutismo monárquico.
Así podríamos resumir que Napoleón llegó para conquistar las cincuenta y una Españas que se unieron en una grande y libre para vencerle, luego llegó “El Deseado” para convertirla en una sucia y apretada y al final dejar dos para siempre irreconciliables.
Después de esto entramos, por muchos años, en las guerras carlistas hasta que, ya crecidita, Isabel II toma las riendas del poder como una victoria de los Liberales sobre los Absolutistas. Sin embargo, la integración de unos y otros como carlistas e isabelinos no siempre cuadra, de todas formas pasaron los años, una república, un rey italiano, Alfonso XII... muchos años en que las dos Españas se manifestaron de muchas y diferentes formas (demasiadas) con las que los diferentes gobiernos debieron jugar con suertes dispares. Es bajo el gobierno de Alfonso XIII cuando se demuestra la falta de eficiencia en nuestro país por culpa de este antagonismo irreconciliable, sobre todo cuando el rey se rinde a la dictadura de Primo de Rivera. Este momento de poder brutal del Absolutismo (aunque estaba por venir otro aún peor) se intenta compensar con una media democracia después, pero el pueblo, que acostumbra a estar del lado de la España que antaño representaron los liberales, está hasta las narices y emprende un camino hacia la segunda república. Como es lógico, la España absolutista no aceptará esta derrota y terminará por abocar la nación a una guerra.
En todo este período, además de las dos Españas base, han aparecido una miríada de nuevos y pequeños actores que lejos de desaparecer aumentarán en número y fortaleza en los siguientes años.


La guerra del francés cambió muchas cosas en nuestro país. De una parte el reconocimiento de los ciudadanos con un valor como tales que trajo el humanismo y la ilustración, de otro, y como consecuencia del anterior, el reconocimiento de las nacionalidades. Dicen que cuando Bonaventura Aribau escribió su “Oda a La Patria” en 1833 (el mismo año que murió Fernando VII), no tenía consciencia de las repercusiones que su obra tendría, sin embargo, el hecho de que la lengua catalana hubiese estado perseguida durante varios siglos, hizo que la obra se viera con una enorme euforia y generara un sentimiento nacional catalán, que si había existido con anterioridad había estado muy oculto. Aquel sentimiento de catalanidad no era, sin embargo, contrapuesto al sentimiento de formar parte de esa nueva España surgida de las Cortes de Cádiz.


La llegada de los 100.000 Hijos de San Luís, para cargarse de un plumazo la Constitución de las Cortes de Cádiz y volver al absolutismo tuvo unas repercusiones de ruptura nacional poco estudiadas hasta ahora. El absolutismo hace del rey un pastor que lleva las ovejas (el pueblo) por donde le viene en gana, para ello usa sus perros (funcionarios de alto nivel). El problema está en que esos borregos habían descubierto que eran personas y tenían un valor como tales, por eso Fernando VII se tuvo que emplear muy a fondo para reprimir las diferentes corrientes de pensamiento, pero con menos éxito del esperado. Sin embargo, al no ser legales, carecían de cohesión entre ellas, marchando cada una por su lado. Así aparecen nuevos movimientos de bandoleros en las sierras, o grupos de intelectuales que promocionan de nuevo el catalán en Cataluña, o allá hacia el norte, donde antaño estuvieron las tierras navarras, bajo el nexo de una lengua heterogénea y arcaica que había sobrevivido desde antes de la llegada de los romanos, apareció el nacionalismo vasco, aunque este no eclosionaría hasta finales de siglo.


Por si fuera poco, el siglo XIX supuso una continua sangría de guerras y pérdida de colonias, desde las del continente americano a principios de siglo hasta la de Marruecos a principio del siguiente, pasando por Filipinas y Cuba (1898). De este modo la guerra de Independencia española, frente a Francia y las guerras carlistas, convirtieron a este siglo en uno de los peores para el conjunto del país.


Tal vez, este panorama no de una idea real de las corrientes culturales y nacionalistas hasta la caída de Cuba cuando el pesimismo de la generación de 98 hizo patentes todas estas tendencias. Fue el filósofo madrileño José Ortega y Gasset el que se dedicó a hacer una clasificación de las mismas, cargando contra todas aquellas que suponían nacionalismos diferentes al que él profesaba. Nace así el mito de “el inconsciente colectivo” base de las formas modernas de las “dos Españas”. Aún hoy, apoyándose en las tesis de Julián Marías, se ha seguido ahondando en una serie de teorías que impiden alcanzar la normalidad. Sin embargo, tanto Gasset como Marías, representan al “reaccionarismo moderado”, frente al de la iglesia, los carlistas y nuevos grupos que se han ido añadiendo conforme ha avanzado la historia: fascistas, monárquicos, falangistas, franquistas, neo-liberales, nacionalistas castellanos (españolistas)… que se ha convertido, en los últimos años en la fuerza de rozamiento más poderosa contra la evolución de esta nación, más o menos grande, que se llama España.


Frente a esta fuerza reaccionaria y representada, básicamente, por el PP, todas las demás Españas, principalmente la progresista encarnada por el PSOE e IU. Esta segunda España, no obstante, está mucho más representada en ambientes intelectuales que en el propiamente político, ya que su necesidad de pactar entristece un poco a sus miembros. A pesar de la enorme base intelectual hay una cierta descompensación a nivel de publicaciones porque dado que los reaccionarios cuentan con las fuentes del poder económico, es mucho más sencillo para ellos llegar a los medios de comunicación, pero, para compensar, la calidad de los textos de los progresistas es, por lógica, infinitamente superior, dado que hay una mayor selección.


Pero la segunda España no está sola. Ecologistas, catalanistas (de los que hay hasta cinco categorías, en ocasiones no tan distinguibles), nacionalistas vascos, gallegos, canarios andaluces, colectivos feministas, homosexuales, de apoyo al tercer mundo, de emigrantes… Un montón de tendencias, algunas muy modernas fruto de lo que el mundo, más que el propio país, necesita. En ocasiones, alguno de estos grupos se acerca a la España reaccionaria de forma puntual, dado que no forman parte real de la segunda, de ahí esa desgraciada expresión de “las cincuenta y una Españas” y que hemos usado con anterioridad cambiando su significado como un juego de palabras.


Va siendo hora de entender las razones de cada grupo para poder enterrar la guerra de las “dos Españas”, sin embargo, entre ambas hay muchas tendencias no diferenciadas todo lo que debería y muchos odios enquistados desde hace ya demasiados años. El ejemplo más claro de esto ha sido el proceso de la ley sobre la recuperación de la memoria nacional, pero que también podemos encontrar en los libros de manipulación histórica de Pio Moa, Ricardo de la Cierva y muchos otros cuya calidad como escritores rivaliza con el desconocimiento de los temas sobre los que escriben.


Si dijera que con este texto pretendo acabar con el mal rollo que hay entre unos y otros mentiría. Sin embargo, me veo capaz de mirarlos a todos por encima del hombro, pero con desencanto porque los diferentes intereses ocultos de cada uno de los grupos no sólo impiden el entendimiento sino que además dañan al conjunto de los ciudadanos, generando odios y rencillas entre unos y otros. Esa es la triste realidad de las dos Españas.