martes, 9 de febrero de 2021

ANÁLISIS DEL 14F: Parte 3: El bloque independentista

 

ANÁLISIS DEL 14F.

Parte 3: El bloque independentista

 

Solo cuatro partidos tienen suficiente trascendencia para ser nombrados en este bloque, aún así su análisis resulta mucho más complicado. La causa principal de esta complicación es que dentro del independentismo aún no se han sabido asumir las diferencias. Mientras las relaciones entre los partidos del bloque unionista son prácticamente las mismas desde hace muchos años y el reto independentista solo ha significado una pequeña perturbación en esas relaciones, para el bloque independentista hablamos de la esencia como bloque frente a la esencia política real. Los independentistas son incapaces de asumir que la verdadera esencia de JxCat y PDeCat es ser de derechas liberales, ERC de centro-izquierda socialista y la CUP una amalgama irreconciliable de izquierdas. Todos los partidos del bloque independentista pretende resumir su realidad en el independentismo y presentarse con esa mentira escrita en su frente, cuando un elector inteligente lo resumiría todo en dos palabras: partidos políticos.

Mientras el independentismo no quiera entender que la parte social del independentismo no se puede, ni se debe buscar en las relaciones entre partidos políticos, este movimiento vagará perdido a expensas de lo que suceda en un Parlament bloqueado desde Madrid, tanto si se quiere como si no. Y nunca importará quien gane estas o las siguientes elecciones. Aunque, seamos sinceros, en este caso, con la mayoría de la ciudadanía catalana favorable a la independencia, sería lo mismo, también, si ganaran los unionistas, especialmente fruto de una abstención forzada por procedimientos tan poco democráticos como los ya habituales de la JEC que siempre logra imponer sus voluntades partidistas saltándose los más elementales principios democráticos.

Hablamos de cuatro partidos independentistas, porque son los únicos que van a tener opciones a representación, pero lo cierto es que entre las papeletas a escoger puede que existan muchos más. Y eso que muchos de ellos ya han procurado ir junto a la CUP, ERC y, sobre todo los últimos y más polémicos, con JxCat. De todas formas, la definitiva escisión del JxCat del PDeCat también ha fragmentado la ex convergencia en un montón de pequeños fragmentos, la mayoría de los cuales no han logrado las firmas necesarias para presentarse. El más significativo de los corpúsculos escindidos tal vez sea el Partido Nacionalista de Catalunya de Marta Pascal, pero, más allá de los nombres de los candidatos no he sido capaz de diferenciarlos de las propuestas del PDeCat, por lo menos en cuestiones que puedan tratarse de algo más que simples sutilezas. Voy a obviar si se trata de personalismos o de una táctica global planificada, pero lo cierto es que para lo que debería importar al electorado, que es aquello que realmente podrán hacer en los próximos cuatro años, ninguno de los partidos surgidos de esta ruptura significan una diferencia que a la larga pueda ser tangible para la ciudadanía: son la derecha liberal catalana. Y cuando digo liberal emplazo a mis lectores a recordar mis viejos análisis del liberalismo político y económico como la utopía que nos llevó a la crisis de la pasada década y de la que aún no habíamos salido a la llegada del COVID-19.

Lo malo de tanto corpúsculo flotante es que se pueden perder muchos votos en ellos y reducir mucho la fuerza del independentismo.

Como hicimos con el bloque unionista, aquí también intentaremos ver los diferentes partidos en un orden de menor a mayor relevancia en estos comicios.

El primer partido a analizar sería el PDeCAT. Este contiene la esencia de la antigua CDC, con Artur Mas como reserva ideológica significativa. Su candidata, Àngels Chacón, es prácticamente una desconocida en el panorama político. Sinceramente, estoy convencido de que este partido se presenta más para blanquear la imagen de JxCat de “convergentismo”, que  para suponer alguna alternativa en el parlamento. Claro que, el hecho que un nombre tan reconocible como el de Marta Pascal, se presente por otro partido corpuscular y manteniendo un programa tan similar, hace pensar que no todos estaban conformes con esta idea. La cuestión es que las ex convergencias se presentan dentro de una cortina de humo y el PDeCAT cuenta porque, según la JEC, ha conservado los espacios de publicidad que le pertenecen a la “coalición” por sus resultados en las anteriores elecciones. Si nos fijamos bien en como durante la primera parte de la campaña el PDeCat ha centrado sus ataques contra ERC y en la segunda contra el PSC, nos dará una idea del lugar en que el núcleo del sistema de la vieja convergencia ha centrado sus objetivos.

La horquilla en que se mueve el PDeCat es una  de las que contiene más incertidumbre porque por un lado sus ideas ya están totalmente caducadas desde hace ocho años, pero por otro se ha encontrado con unas enormes posibilidades de mostrarse en todos los medios, lo que siempre supone muchas posibilidades. Podemos decir que el PDeCAT más optimista accedería a 12 escaños, pero el más pesimista habla de su total anulación: 0. Con todo, creemos que entrarán y estarán muy cerca de su anclaje en 3 diputados.

El segundo partido es la CUP, que, como ya sabemos, es un conglomerado de fuerzas políticas muy dispares, pero de tendencias antifascistas y anticapitalistas. En nuestro país, de desgraciadas influencias franquistas, llevar con orgullo la partícula “anti” es símbolo de extremismos, al menos según los medios que controlan nuestro imperfecto sistema. Sin embargo, este mismo sistema ha convertido al independentismo en una fuerza antiespañola, algo que, aunque es totalmente falso, si que está siendo aceptado por muchos independentistas hartos de los abusos e incomprensión que a diario reciben de esa misma España mediatizada.

Y cualquiera pensaría que esos independentistas hartos votarían al partido supuestamente más extremista, es decir la CUP… Pero no es así. Y es que una cosa es el extremismo ideológico y de principios, como el de la CUP, y otro el populista que vive el momento y se aprovecha de las emociones. Unas emociones que apantallan la realidad que hay detrás de algunos candidatos llenos de simbolismos, de banderas humanas…

La CUP, es, sin duda, el partido más serio que se presenta a estas elecciones, el único que no pretende engañar a nadie, el que ha ido rebajando sus pretensiones respecto al independentismo en función de lo que la realidad le dice… Y la verdad, para la gran mayoría, es algo que no quiere oír, aun que sea una verdad relativa, como lo son todas las verdades a las que podemos acceder. Pero como alguien dijo, “la honestidad es lo único que jamás se perdona en política”. Con todo, la CUP representa a una gran cantidad de ciudadanos que son auténticos convencidos del anticapitalismo y que ya no dejarán de lado nunca a la CUP, así que su suelo cada día está un poco más alto. Por otro lado, siempre cabe la posibilidad de que, antes del 14F, muchos independentistas pasionales analicen la realidad de sus candidatos y vuelvan la mirada a quien realmente le representa, pero me temo que la voz de la CUP no posee la fuerza que merece. Así que la horquilla de la CUP podría ir de 3 a 20 diputados, pero siendo sinceros, su punto de anclaje estaría más cerca de 5.

El tercer partido es ERC… Sí, el tercero. Antes de empezar la campaña incluso se habló de que ERC podía optar a la mayoría absoluta, incluso a pesar de que las post-convergencias mantenían su eterna guerra sucia contra quien les superara. Pero tranquilos que entonces no era personal… Ahora, después de que desde ERC contestaran a esa misma guerra sucia, sí. Lo cierto es que, desde hace unos años para esta parte, el partido que originó el independentismo en Catalunya, se ha ido asentando más en el lugar que se merece, pero, igualmente, los esprintes finales a cada votación siguen siendo igualmente decepcionantes respecto a un rival que cuenta con un impulso económico muy superior.

Si los líderes de hace treinta años vieran la trascendencia actual de ERC sin duda se sorprenderían, pero, sinceramente, muy pocos de los hoy votantes de ERC verían con agrado el cejijuntismo de muchos de aquellos líderes. En lo que sí estaría yo mismo de acuerdo con aquellas figuras del pasado, es que Aragonés no es el mejor representante de este partido. Para sumar con honestidad ERC ha tenido que renunciar a cuestiones que le impiden acceder a la corriente populista que mueve las urnas. Corrientes que n o aportan valor ni al país, ni al propio independentismo, pero que son la bese para ganar estas elecciones. Los meses en que Aragonés ha presidido en funciones la Generalitat, han supuesto, además, un desgaste innecesario, porque sin tener poderes para hacer lo necesario, han culpabilizado a toda la ERC de los errores propios, los ajenos y los imponderables. Y cuando digo ajenos, digo a errores que debieron ir al listado de JxCat, pero que extrañamente se han vendido como errores de ERC.

Con todo, lo peor que ha hecho ERC es su programa electoral. Y es que con tantos aires de populismo en el aire no se puede hacer un libro de 200 páginas con el programa y sin resumirlo en un decálogo impactante. Nadie les puede acusar de no tener programa y tampoco de que este sea malo porque, en realidad, nadie se para a leerlo.

Con todo, el partido ha sabido demostrar ser independentista, demócrata y moderado, lo que ha logrado que muchos votantes que siendo independentistas, pero asustados por la vorágine de la bipolaridad, vuelvan al redil. No existe dentro del unionismo ningún partido tan libre odio al adversario, a pesar de ello, responder a tanto ataque ha llevado a la consagración de algunos hooligans que no tienen nada que envidiar a los de otros partidos.

Si todo esto no hubiese sido suficiente, ERC se ha convertido en el objetivo de todos los dardos, tanto del unionismo, como también del independentismo. Solo hasta justo después del debate de TVE, en que Laura Borràs se presentó como la nueva Arrimadas, ahora desde el independentismo, no ha bajado la presión sobre ERC. Desgraciadamente se ha pasado del efecto Illa, al efecto Arrimadas ahora centrado en JxCat.

Con estas cañas, volver a hablar de los cerca de 50 escaños que llegaron a darse a ERC hace unos meses, parece absurdo. Es verdad que aún podría ganar las elecciones, pero si alcanzara los 36 escaños podría darse con un canto en los dientes. Por otro lado ERC es un partido ya muy asentado y sería muy pesimista hablar de su suelo en los 18 escaños. Así que el anclaje para este partido podemos considerarlo sobre los 29 escaños.

Finalmente la cuarta opción es JxCat que nuevamente ondea la bandera de Puigdemont por encima de las cabezas de los electores. Poco importa que el “MHP forever” solo sea un símbolo ahora muy partidista y mucho partidista. Y es que, como dijo erróneamente alguien del su partido, JxCat es una máquina de fabricar figuras, aunque sean tan poco acertadas o controvertidas como Laura Borràs o Joan Canadell. Pero no importa, nadie como JxCat y Ciudadanos, para entender el valor de los mitos. Si toca vender la unidad de España o una DUI para las cuatro y cuarto (un quart de cinc) importa muy poco, lo que importa es fidelizar todo el voto disponible sin exponer un programa real decepcionante. JxCat es un globo de aire caliente, pero como diría cierta persona, es nuestro globo de aire caliente. Un aire que tiene mucha gasolina para calentarse.

De la guerra sucia ya nos centraremos en hablar otro día porque creo que puede ser más interesante después de las elecciones y porque creo que podría dar para un libro entero.

JxCat luchará, si no triunfa el seny de los catalanes, con el PSC por la victoria electoral. Por muy mal que le vaya a JxCat no bajará de los 20 escaños, pero si exprime todas sus posibilidades, su límite está en 42, con todo su anclaje es similar al de ERC: unos 30 escaños.

Como ya dijimos en los dos primeros capítulos, la abstención y el voto por correo puede deformar mucho los resultados de estas elecciones.

 

lunes, 8 de febrero de 2021

ANÁLISIS DEL 14F: Parte 2: El bloque unionista

 

ANÁLISIS DEL 14F.

Parte 2: El bloque unionista

 

De todos los nombres que se le pueden dar a este grupo, creo que el de unionista es el más adecuado. Y es que “españolista” no definiría a muchos votantes de Els Comuns-Podem, e incluso algún votante despistado del PSC de toda la vida. El término constitucionalista es una falacia descarada para blanquear el fascismo de VOX, PP y C’s. Bueno, tampoco valdría para algunos elementos del PSC-PSOE. Porque el hecho que determinados jueces, que deberíamos pensar en juzgar por prevaricación  el día que España quiera ser una democracia de verdad, avalen sus acciones que atentan totalmente contra la verdadera letra de la mismísima Constitución del 78, no les da derecho a apropiarse de aquello a lo que no han meritado. En cualquier caso, son un bloque invariable de votos cuya única relación, aunque no les guste el nombre, es el mantenimiento de la unidad de España. Poco importa que esto sea por miedo, por gusto o por fanatismo.

Según los estudios, solo seis partidos deben tenerse en cuenta por su trascendencia. Los trataremos de menor a mayor relevancia.

El primer partido es la PACMA… Ha estado presente y con opciones a obtener algún escaño en todas las últimas elecciones… Pero… ¡¡¡Sorpresa!!! En estos últimos comicios no ha logrado el número de avales necesarios para presentarse ¿Cuál es la trascendencia de esto? Pues que los más de 38.000 votos que lograron las pasadas elecciones podrán sumar la cuenta de otros partidos y ser trascendentes. Pero hay algo más, y es que, aunque la PACMA es un partido totalmente unionista, su compromiso con un tema que no depende de la bipolaridad política de Catalunya, le ha llevado a retener una gran cantidad de votantes que simpatizan con el independentismo. Algunos afirman que la mayoría de sus votantes, en realidad, son independentistas y que ahora han quedado liberados. Por tanto, el 90% o más de sus votos, se repartirán entre la CUP, Els Comuns y ERC.

El segundo partido es VOX. El partido neofranquista y marca blanca del PP para explotar otros territorios morales (o amorales, más bien). En pasadas elecciones ni siquiera era un partido en cuenta, pero hay nuevos factores que intervienen a su favor en estas elecciones: la gran abstención prevista, la ofensiva de sus máximos avalistas (que son los jueces y fiscales de los altos tribunales, que son los máximos representantes de la decadencia de España como concepto de país democrático en el mundo), la descomposición de Ciudadanos (que fue la primera marca blanca del PP y ya cumplió con su labor de polarizar a la sociedad catalana tal y como estamos analizando ahora) y, sobre todo, la imbecilidad humana, sin la colaboración de la cual algunas de las grandes lacras de la humanidad no hubiesen tenido lugar, como el nazismo, el fascismo italiano o el triunfo de Donald Trump.

La aportación de VOX a esta campaña es cero y su único y verdadero objetivo es económico y se basa en la traducción en dinero de los escaños que pudieran obtener. Pero para el PP tiene varias utilidades adicionales porque aportan ruido de fondo, una perfecta cortina de humo, la base del a río revuelto ganancia de pescadores y, sobre todo, crea una referencia de extrema derecha que, comparativamente, blanquea la imagen fascista que había dinamitado al PP en los últimos años, especialmente con los desacertados comentarios aportados en las pasadas elecciones por Cayetana Álvarez de Toledo, más propios de este VOX que del PP.

Se habla de una gran entrada en el Parlament de este partido franquista que puede ampliarse hasta 10 diputados si hay la esperada gran abstención. Pero también cabe la posibilidad de que la distribución de voto les juegue una mala pasada y vuelvan a quedarse a las puertas y sin ningún escaño, algo que, aunque cueste de creer, beneficiaría al unionismo.

El tercer partido es el PP. Y es que, dado el maltrato que sus líderes han dado a Catalunya en las dos últimas décadas, ha llegado a estar al borde la desaparición en este país. Sin Rajoy en Madrid le han dado la opción de poner al frente de la candidatura a un político más o menos aceptable en lugar de las caricaturas que se habían presentado en los últimos años y sin perder la capacidad de echar la culpa a los demás (y especialmente al independentismo) de aquello de lo que no hay mayores responsables que ellos mismos, por lo menos ahora tienen un poquito más de credibilidad. Por eso, y por el hundimiento de Ciudadanos, creemos que en estas elecciones el PP solo puede mejorar sus resultados anteriores ¿Hasta dónde puede llegar? Eso dependerá de lo muy españoles que se sientan los votantes unionistas pero sin caer en la extrema subnormalidad de VOX, y dado que en Catalunya españolismo e ignorancia siempre han ido de la mano, según las encuestas, su propia marca blanca de la ultraderecha es quien más les puede hacer sombra. Así que sus opciones están entre los 3 y los 9 diputados, siendo 8 su anclaje más probable.

El cuarto partido que trataremos son “Els Comuns-Podem” o “En Comú Podem” que es el nombre con el que se presentan a las elecciones. Puede que la confusión de nombres es algo que puede dañar al partido, pero en realidad les permite que el elector se fije en la persona que se presenta. En este caso Jéssica Albiach. El cambio de nombre continuado en el partido es una buena forma de hacer olvidar sus muchos errores y fabricar figuras mediáticas, aunque estas, en realidad, no aporten nada verdaderamente a la política. Ya veremos que esta práctica no es exclusiva de la izquierda unionista, porque en la derecha independentista también tenemos un caso muy reconocible y que, curiosamente aún les funciona mejor. Con todo no es pequeña la trampa que con todo este lía han tendido los comunes ya que, a pesar de su marcado unionismo, este partido aún conserva votantes de lo que se ha dado en llamar “el independentismo cobarde”. Y es que originalmente (ha llovido mucho desde entonces) este partido o coalición, se hacía llamar partido soberanista. Entendiendo por esto a que optaban a un referéndum consensuado con el estado español. Claro que, desde aquellos tiempos han ido saltando personajes tan significativos y comprometidos como Abano-Dante Fachín, Elisenda Alemany, Xavier Domènech o, con anterioridad, Joan Josep Nuet, o aún antes, Raül Romeva.

En la actualidad els comuns son un partido decididamente unionista y sin el debido compromiso con la izquierda política. Digamos que, a través de su colaboración en el gobierno del Estado, ha perdido su esencia y su “independencia” (en todos los sentidos de esta palabra). A pesar de ello, parte de su supervivencia aún se debe a ese soberanismo de izquierdas, conocido como independentismo cobarde, y al que realmente ya no representan.

Por otro lado, y aunque parezca mentira, los comunes también esperan pescar votantes procedentes del hundimiento de Ciudadanos. Y es que desparecido el carácter plebiscitario que aprovecharon los de Arrimadas en las anteriores elecciones, muchos votantes, tradicionalmente comunistas, votaron a la derecha naranja. Personalmente yo no creo que vuelvan. No, al menos, en su mayoría, y es que aquellos que perdieron la fe en ellos son tan tozudos como los que les mantienen el voto creyendo que son lo que no son. En cualquier caso, los “rojos” desnaturalizados votarán al PSC-PSOE, que fue capaz de mantener su compromiso con esa desnaturalización marchando junto al resto de partidos fascistas en las manifestaciones de la, declaradamente fascista, SCC. Que el histórico comunista Francisco Frutos participara de los mismos eventos poco edificantes ya no le sirve a los comunes pues este falleció el pasado verano.

Abstención, cansancio, retornos y desgaste, son claves muy difíciles de verificar en qué medida les afectarán. Así que su horquilla de voto va entre los 6 y los 18 escaños, con un anclaje sobre los 9.

El quinto partido es Ciudadanos y es la clave del bloque porque en las anteriores elecciones fue el partido con más escaños. Una victoria muy controvertida, mal aprovechada y que, más que ninguna otra cosa, demostró que es un partido destructivo, formado por una gran cantidad de políticos muy capaces de criticarlo todo, lo más ácida maleducadamente, pero incapaces de construir nada. Ya con anterioridad habían demostrado que su única seña identificativa eran los malos modos, algo que se podía obviar cuando eran una fuerza residual en la cámara, pero insoportable para nadie cuando debían dirigirse a alguna parte, ya fuese apoyando al gobierno, como en una oposición constructiva; pero lo cierto es que todo el mundo ha visto como Ciudadanos era más bien una empresa de derribos que, además ha exportado su maquinaria a otras partes con idénticos resultados. Con todo, su punto de inflexión hacia la caída libre llegó cuando, mediante un voto de censura contra Torra, en realidad quisieron hundir a un político tan asentado como Miquel Iceta. La entonces líder de C’s, Lorena Roldán, se quemó. Tanto es así, que el partido, a pesar de haberla elegido como candidata a las elecciones, decidió cambiarla por un valor más seguro. Y esta, incapaz de aceptar ese rechazo, ha saltado al partido madre: el PP.

La descomposición de Ciudadanos es un hecho que, además, viene avalado por los sucesivos golpes recibidos en las recientes generales. A pesar de ello, saber hasta qué punto caerán los naranja es una incógnita, pero lo cierto es que el PSC basa su idea del “efecto Illa” en gran parte en la descomposición de Ciudadanos y especialmente en el cinturón rojo que espera recuperar.

Lo que está claro es que su campaña electoral apelando a la buena educación, es más una burla a toda Catalunya que una verdadera declaración de intenciones sobre un cambio de actitud, ya que eso pasaría por pedir disculpas a todos los catalanes y yo no los he oído ¿Y ustedes?

Con todo esto y los efectos que ya hemos comentado antes para el resto de partidos, la horquilla en que se mueven los naranja es muy amplia, pero seguro que estará muy lejos de la treintena de diputados que tenían hasta ahora. Siendo muy optimistas, C’s llegaría a 18 diputados, y muy pesimistas 3. Su punto de anclaje está sobre los 9.

El último partido es el PSC. Ellos afirman que Illa será el nuevo MHP. A mí me cuesta creerlo. Sin embargo, lograr una victoria tan inútil como la de las pasadas elecciones de Arrimadas, no sería descartable. Supongo que el PSE espera utilizar la abstención a su favor, pero siendo sinceros, la diferencia entre votos del bloque unionista y bloque independentista, es suficientemente grande como para que, solo una abstención por encima del 42%, lo hiciera matemáticamente viable.

La falacia de Sánchez es que el nombre de Illa como gran ministro de sanidad es un atractivo para llevarlo a la victoria. Pero lo cierto es que tener que hacer lo que dictaba el MHP Torra con dos semanas de retraso, una y otra vez, le da muy mala fama en Catalunya. Si a eso unimos que fue expulsado de la Direcció General d’Infraestructures de la Generalitat bajo la presidencia de Montilla, por un escándalo de sobrecostes, y ahora los votantes lo están reviviendo…

La cruel realidad es que el PSC basa su poder en un suelo de votos nunca roto en Catalunya. Digamos que tiene un voto consolidado que garantiza que difícilmente bajará de los 15 escaños a corto plazo. Si ahora sumamos los que aún no se han decepcionado de su giro a la derecha, de su pérdida de catalanidad y de unos políticos mediocres que, en realidad, son meros mercenarios de la política, que venden su alma por un ministerio en Madrid, su suelo sube hasta los 17 o 18 escaños, dependiendo de la distribución de voto.

En estas elecciones se han de tener en cuenta, por un lado la descomposición de C’s (verdadero efecto Illa), que la abstención juegue a su favor, pero, por el otro, la irrupción de VOX. La amplia horquilla del PSC está entre 22 y 38 escaños, con un anclaje en 30.

En cualquier caso, las urnas tendrán la última palabra y, especialmente, un voto por correo que se ha disparado.

viernes, 5 de febrero de 2021

ANÁLISIS DEL 14F. Parte 1: Los dos grandes bloques

 

ANÁLISIS DEL 14F.

Parte 1: Los dos grandes bloques

 

Nuevas elecciones autonómicas en Catalunya y nuevo análisis de la situación de partida. Y como resulta invariable desde 2010, dos bloques prácticamente idénticos a la situación anterior: el bloque independentista y el bloque unionista o españolista. A estos dos bloques les denominará, errónea y manipuladoramente, los medios de prensa de la Caverna Mediática: separatista o nacionalista y constitucionalista. Digo lo de erróneos porque ni los españolistas son verdaderos constitucionalistas, ni el independentismo es nacionalismo, aunque el españolismo si lo es y en las peores acepciones de este; podríamos aceptar el término separatista, aunque se diga dándole una cierta connotación negativa. Desde el punto de vista independentista, a pesar de no contar con unos medios que manipulen igual y que, por tanto, no se atrevan a escribirlo en sus páginas de esta forma, el bloque independentista es denominado bloque demócrata y el españolista es el bloque facha o franquista.

Como se puede ver de todo esto, ambos bloques son antagónicos y puede que, hasta irreconciliables. Esa es la razón de que los partidos de ambos bloques se acusen entre sí de ser colegas de algún partido del otro bloque. Desgraciadamente, mientras estas acusaciones tengan utilidad, el problema de fondo, gane quien gane, no tiene solución aparente.

Así que la población está dividida, aparentemente. Entre un 42 y un 53% de los votantes son del bloque independentista, mientras los del bloque unionista oscilan entre el 38 y el 48%. Sabiendo que existe un grupo de votantes indefinidos no superior al 7%, ya vemos que existe una base de indefinición que tiene que afectar al resultado de las elecciones de forma similar a como ha sucedido en comicios anteriores.

De este modo, salvo que suceda alguna cuestión extraña que pudiese alterar los más elementales principios democráticos, el resultado, entre bloques sería el de siempre: victoria del bloque independentista, pero obligando a los partidos miembros a grandes sacrificios pactistas para superar sus abismales diferencias. Cabe decir que si el saldo democrático decantara la balanza del lado unionista, el problema de los partidos de este bando sería similar.

El problema de estas elecciones es que la extraña cuestión capaz de violar los más esenciales principios democráticos, ya ha sucedido. La mayoría de partidos ya había acordado retrasar estos comicios fuera del aterrador tercer pico de la pandemia de COVID-19, pero la JEC, siempre presta a convertir la democracia en su cortijo privado, está forzando a mantener, inexplicablemente (o sí, por la razón que todos sabemos), la fecha del 14F. Dicen que a rio revuelto ganancias de pescadores, lo que aún no sabemos es si los pescadores están en una isla o en un diccionario…

Lo bueno de toda esta polémica del JEC y la fecha, ha dejado de lado que la empresa que se va a hacer cargo del recuento será la misma que ya fue acusada de barrer para los intereses del IBEX-35 con sus “errorcillos”.

En fin, que una cosa va a ser mi supuesto extrapolado de la información de la voluntad de voto, y otro muy diferente el producto de la alteración del voto producido por la pandemia. Como esa variable es más difícil de cuantificar, la voy a suprimir.

Primero definiremos qué áreas son dominadas por cada bloque.

El bloque unionista acostumbra a ser el más votado en el área metropolitana de Barcelona, aunque en los últimos años ha ido perdiendo fuelle en las ciudades del Vallés, también es una gran derrota para este bloque que la urbe que le da nombre (Barcelona) sea, de un tiempo a esta parte, un territorio independentista y en pleno avance. A este anillo de la ciudad, donde el Baix Llobregat es su máximo exponente, es lo que se ha dado en llamar: cinturón rojo, porque en las elecciones de los años 80 y 90, eran de alternativas socialistas y comunistas. Desgraciadamente, muchas de estas localidades estaban llenas de inmigración que no había sido capaz de integrarse y que fueron fáciles de manipular por un partido, marca blanca del PP, que nació con la única voluntad de romper en dos Catalunya: Ciudadanos. Más desgraciadamente aún, partidos como Podem-ElsComuns y el PSC, en lugar de intentar sus votos perdidos con una honestidad invariable, han jugado la carta del populismo y no han dudado en aceptar caramelos de la ultraderecha españolista cuando les ha convenido.

Otra zona donde el voto españolista tiene un gran número de adeptos, es la zona industrial de Tarragona.

Cabe decir que todas las zonas de voto de mayoría españolista, son muy pobladas, pero también que, salvo localidades muy concretas, sus victorias son bastante pírricas.

Por otra parte el resto del país es de mayorías independentistas, siendo estas más amplias cuanto menores son las poblaciones.

Algún día analizaremos más a fondo las razones que impulsan a unos ciudadanos y a otros a votar partidos independentistas o unionistas. Por ahora nos conformaremos a explicar qué son y cómo se distribuyen a lo largo de la geografía ambos bloques. Y en las próximas dos partes analizaremos las posibilidades de voto dentro de cada uno de estos bloques.