sábado, 3 de enero de 2009

Tres tipos con clase (III)


Imagen tomada de http://verdadesrelativas-chechu.blogspot.com

Capítulo 3.

La capilla de los velatorios, casi vacía, no era el mejor lugar para una conversación profunda. Gaspar estaba muy agradecido con el esfuerzo de aquel hombre por prestarle apoyo, así que decidió no hacérselo más pesado: la conversación prosiguió en el bar y frente a una copa de buen brandy. Así, con un ambiente menos agobiante, el Mago siguió contando su historia.

“Melchor había conocido a Baltasar en Alejandría. Era su profesor de astronomía y matemáticas. Pero la relación no paso de la típica maestro alumno. Fue con la aparición de una Nova en Ursus Minor que llegó a Tiro, junto a otros astrónomos egipcios y abisinios, seguían una ruta hacia el Norte para estudiar el fenómeno.”

“La caravana estaba cargando vituallas en el puerto cuando Melchor lo reconoció:

--Disculpe, señor Damascón, ¿se acuerda de mí?

--Tu cara me es familiar… pero…

--Soy Appellicón de Partia. Estudiaba en Alejandría…

--¡No es posible! –Cortó con una sonrisa--. Pero no ha pasado tanto tiempo… ¿Qué ha pasado?”

“La conversación siguió como ahora la nuestra: frente a un vaso. Sólo que aquel licor estaba hecho con leche de cabra fermentada con unas bayas negras similares a la ginebra. La cuestión es que aquella conversación, en que Melchor nos presentó, fue decisiva para que Baltasar, o Damascón, como se llamaba entonces, o Serakin, como se llamaría en los siguientes días, no prosiguiera el camino con sus sesenta compañeros de viaje.”

--Así que, después de todo, Melchor si era importante para Baltasar –interrumpió Noel--.

Gaspar no pudo evitar una sonrisa. Había omitido lo que él y Melchor estaban haciendo en Tiro y sabía que esa era la razón que atrapó a Baltasar, pero eso Noel aún no lo sabía. Como se sentía juguetón, y ya lo era mucho por naturaleza, saboreó un poco de su brandy antes de proseguir, pero con mucha lentitud… con deleite.

“No. Lo que hizo cambiar de opinión al gigante fue el juego de lupas de Babilonia, que habíamos juntado Melchor y yo, y que constituían, posiblemente, el mejor prototelescopio de la antigüedad. Tal vez no estuviéramos todo lo al norte que fuera de desear, pero, aún así, nuestro observatorio era el mejor posible para aquel fenómeno astronómico y los que estaban por venir.”

--¿Así aquella Nova no era la estrella de la Navidad?

--No, Santa. La estrella de la Navidad llevaba a Belén y aquella Nova nos hubiese dirigido hacia tu casa, en caso de que ya hubieses vivido por aquel entonces.

--¡Ya!

Ambos se tomaron un respiro y unos sorbos de sus respectivas copas.

3 comentarios:

Bolzano dijo...

Sigue superentretenido el relato.
Parece mentira que se pueda sacar jugo a la historia de los reyes magos. Supongo que porqué nunca me interesé por ella.

Aunque se tiene que reconocer le mérito de tu historia partiendo de la muerte de uno de ellos.

Saludos.

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