
El nacionalismo es una palabra que se utiliza muy a la ligera y que cada cual le da el significado que le viene en gana. También eso mismo pasa con otras palabras que terminan identificando tendencias políticas o económicas. Sin duda muchas de estas palabras se han rodeado de numerosos sinónimos que, a su vez, empezaron por designar una sola cosa y acabaron cubriendo demasiados significados. En este grupo tendríamos separatismo, socialismo, nazismo, fascismo, comunismo, keynesianismo… Por eso si hablamos de economía o de política nos es imposible hacer una definición en una sola palabra. De todas formas ya hablaremos otro día de todas esas palabras que hoy lo haremos del nacionalismo.
Para empezar con esta palabra hay que decir que nadie puede decir categóricamente que no lo es. Cuando alguien ataca los nacionalismos en realidad solo está atacando a aquellos otros nacionalismos a los que él no pertenece. Cuando uno dice simplemente que no es nacionalista solo está reconociendo que es un hipócrita y no lo sabe.
En España es habitual que cuando uno habla de nacionalismos se refiere al catalanismo y al nacionalismo vasco, pero lo cierto es que existen otros nacionalismos como el gallego, el andaluz, el canario y el castellano. Por otra parte aún existen otros nacionalismos más difusos, pero, a un tiempo, más extremistas: el españolismo castellanizante, el neofranquismo y el españolismo católico. Estos tres últimos son diferentes grados de lo que los nacionalistas anteriores denominan fascismo o “fachendismo” (que no es bien bien lo mismo aunque algunos así lo crean; no es lo mismo llamar a alguien facha que fascista). Lo normal es que cualquier ciudadano de este país simpatice con alguna de estas tendencias, pero es igualmente normal no reconocerlo e inventar nuevas categorías para poder autodeterminarse erróneamente como “no nacionalistas”.
Les voy a contar un secreto, entre mi grupo de amigos hay nacionalistas de todo tipo e incluso independentistas (vascos y catalanes) y hasta un neofranquista, pero ninguno de ellos se muestra intolerante, porque todos ellos se reconocen como son y eso les permite moderar sus ímpetus irracionales. Por eso es más confiable una persona que se reconoce moderadamente nacionalista (sea del tipo que sea), que los que afirman no serlo y, lo que es peor, están contra los nacionalismos. El ser humano es nacionalista, siempre. Primero lo es de sí mismo, después de su familia, de su edificio, de su manzana de casas, de su barrio, de su ciudad, de su provincia, de su comunidad autónoma, de su Estado, de su asociación de países, de su continente… e incluso el día que colonicemos nuevos planetas tendremos que vivir con los nacionalismos planetarios.
Cuando uno analiza cualquier ideología puede discrepar en un par de cosas, pero salvo aquellas que incitan al odio, la violencia o la discriminación, todas son en teoría muy bonitas y, a la hora de la práctica, muy utópicas. Y que conste que no estoy hablando solo de los nacionalismos. Si uno lee Mein Kampf, más allá de la apología del odio, está lleno de figuras idílicas y bellas. Tanto es así que si en lugar de Hitler el que hubiese llevado a la práctica aquella ideología hubiese sido San Francisco de Asís, el resultado hubiese sido muy diferente y seguro que hoy no hablaríamos del terror del nazismo. Lo que sucede es que, por lo general, los líderes suelen ser los individuos más agresivos y que, a la hora de llevar a cabo los procedimientos, acostumbran a no detenerse ante nada. Así ante cualquier traba moral, en lugar de pararse a pensar y modificar las teorías para no crear un daño irreparable, tiran todo recto dando por hecho que los principios ideológicos son los primero, sin pararse a pensar en las personas.
Pero desde ese punto de vista no solo fue malo el nazismo o el fascismo, también lo es cualquier tipo de nacionalismo y de no nacionalismo. Sin pararse a evitar los daños a terceros, es malo el cristianismo, el budismo, el comunismo, el liberalismo, el capitalismo, el socialismo, el ateísmo, el barcelonismo, el madridismo y cualquier otro ismo que se nos pueda ocurrir. Siempre que pongamos a las personas por delante de las ideas podemos hacer encajar hasta la más ruin de las teorías.
Sin embargo, para comprender todo esto tendremos que definir correctamente nacionalismo y para ello, me temo que también tendremos que definir, con igual o mayor corrección, el término “nación”.
Veamos que decía la edición de 1992 del diccionario de la RAE en sus tres acepciones del término “nacionalismo”:
1. Apego de los naturales de una nación a ella y a cuanto le pertenece.
2. Doctrina que exalta en todos los órdenes la personalidad nacional completa, o lo que reputan como tal sus partidarios.
3. Aspiración o tendencia de un pueblo o raza a constituirse en estado autónomo.
Como podemos darnos cuenta de las tres definiciones el término ha experimentado una evolución de la que sus “partidarios y detractores” no parecen haberse dado cuenta. De hecho la primera definición es realmente idílica y hasta lógica. La segunda definición ya posee unos oscuros nubarrones en las palabras “doctrina” y “reputan” (de reputación), pero en esencia su significado no varía demasiado del anterior. Finalmente la tercera definición es deliberadamente diferente a las anteriores y se marca con las palabras iniciales “aspiración” y “tendencia” que denotan una total condescendencia a la hora de tratar a los objetos de tal definición. Parece muy importante, para los que establecieron esta definición, que no se confunda con las dos anteriores, y en especial con la primera. Y, sin embargo, para el objeto de ella, hay muy poca diferencia precisamente con la primera. Más allá del tratamiento despectivo que le dan, claro. Y es que uno pensaría que a la hora de hacer una obra de consulta lingüística, como es un diccionario, estaríamos exentos de dogmatismos y publicidad ideológica, pero ya vemos que no es así. Con todo, la tercera acepción tiene un error implícito y es que si hay un deseo o aspiración de constituir un estado autónomo, es decir, de independizarse, estamos hablando de independentismo y no de nacionalismo. La tercera acepción, pues, está deliberadamente equivocada ya que nacionalismo e independentismo pueden coincidir puntualmente, pero en ningún caso son sinónimos. Está claro que al definir esta acepción, los que lo fabricaron, fueron algo tendenciosos. Desgraciadamente estas actitudes dentro de ámbitos supuestamente serios son muy habituales, lo que hace que la opinión pública adquiera posicionamientos enconados que le enfrentan a los nacionalismos inversos al que profesan. De ahí a tachar de “fachas”, “nazis” o “etarras” a todos los que piensan diferente solo hay un paso: el del fanatismo radical. Curioso que entre estos fanáticos radicales podremos distinguir a personalidades supuestamente muy serias.
Sé que alguno tachará este texto de una defensa a ultranza del nacionalismo. Y puede que tenga razón, pero sin duda él será una persona a quien le vendría bien pensar un poco en las razones y un poco menos en la finalidad. Realmente usted es de los que cree que todos los castellano parlantes están contra los vascos y los catalanes, o tal vez sea de los que se creen a pie juntillas las palabras del señor Arenas cuando dice que n Catalunya se persigue al castellano. Yo sé que si usted se reconoce nacionalista, del tipo que sea, no se creerá esas pantomimas de aprovechados que no pretenden un bien colectivo sino únicamente un bien particular. Eso sí, dejando al paso de sus palabras una oleada de resentimientos a dos bandas que no puede favorecer a nadie honrado.
Estoy cansado de todos esos fanáticos que dicen estar contra el nacionalismo, así, en genérico. Esas son las personas que debemos evitar, las personas que apoyan a ese poder que un día le robaron a todos los pueblos del mundo.
Antes de acabar voy a dar una definición de “nación” con la que todos podremos comulgar en algún tipo de nacionalismo:
“Conjunto de marcadas particularidades que definen a un grupo de personas, sin ser estas superiores ni inferiores al resto en función de ellas”.
Imagen extraída del Fotolog propiedad de “ausaes_mi_vida” (http://www.fotolog.com/ausaes_mi_vida/64436497).