viernes, 3 de diciembre de 2010

Inmigración, aceptación y terrorismo.


Los tiempos de la agonía, la muerte y el duelo están siempre acompañados por esas famosas cinco fases o estadios de la psiquis: negación, enfado, negociación, depresión y aceptación. Pero la muerte, como cuestión traumática por excelencia, no es el único trauma que necesita de todo un proceso para asimilarse correctamente. De hecho toda la actividad humana difícil de asumir, está acompañada de una serie de fases para poder asimilarse. Incluidas cuestiones tan benignas como podría ser el hecho de ganar una fortuna en la lotería. Sin embargo, por su inevitabilidad, la muerte es el proceso más estudiado, aunque no por ello más entendido.

Como es lógico, esas fases se verán modificadas según la cuestión, la persona, el entorno e incluso el momento. En el caso de ganar millones en la lotería, el enfado puede llegar, incluso, tiempo después de la propia aceptación, en un proceso muy diferente al del duelo o al de la comunicación de un proceso terminal.

Pues con los emigrantes sucede algo parecido. Uno puede decir que eso de emigrar es algo que se hace, por lo general, de forma voluntaria (de lo contrario se les suele denominar refugiados, desterrados o exiliados), pero también es traumático. Bueno, puede serlo más o menos según las condiciones, aunque si se hace por una cuestión de mejorar económicamente y la región de acogida es culturalmente diferente de la de origen, el choque emocional es inevitable. Por eso el emigrante también pasa por esas fases en que, primero se niega la diferencia, pero rápidamente llega un enfado irracional y que no se sabe bien hacia qué o quién dirigirlo. El enfado, con diferente intensidad y dirección, se mantendrá durante todo el proceso, si no puede ser controlado, la tercera fase, la de negociación, fallará en el objetivo de encontrar un buen sitio dentro de la nueva sociedad. Finalmente la depresión y la aceptación podrán acabar con ese enfado, pero podemos estar hablando que podría alargarse mucho en el tiempo. En especial si el individuo no habla el idioma de la región receptora y se protege en guetos con personas de su misma cultura.

¿Qué importancia tiene este conocimiento más allá del conocimiento de estas personas? Pues en realidad estamos hablando de personas a las que un individuo sin escrúpulos podría manipular para lograr un determinado objetivo.

Quiero decir que, antes de buscar información en la red sobre este tema, me intrigó el hecho de que Al-Qaeda viniera a las grandes ciudades europeas para buscar a los futuros suicidas que debían inmolarse en Irak o Afganistán. Con un inmenso mundo árabe mucho más a mano, era inconcebible para mí que sus redes de captación se ubicaran en lugares donde los musulmanes estaban en tan clara minoría y, además, tan lejos del área de operaciones. Ahora ya no tengo dudas al respecto, la razón es esa vulnerabilidad que mantienen esos individuos. Cuando Al-Qaeda capta a individuos en los propios países del mundo árabe, se limita a hacerlo para seguir manteniendo luchas que ya existían, sólo que ahora lo hacen en su nombre y con nuevas fuentes de financiación. Así, el grueso de reclutas para la lucha en los infiernos de Oriente Medio sale de los países occidentales. Curiosamente, las únicas luchas antisionistas que se han producido en Palestina y sur del Líbano, no han tenido nada que ver con Al-Qaeda. Lo que a su vez me hace pensar que la lucha de este grupo terrorista encierra, en realidad, un motivo totalmente económico y sus sicarios deben ser auténticos títeres emocionales que desconocen la verdadera realidad de su lucha.

No pongo en duda que muchos ciudadanos iraquís y afganos no odien al mundo occidental que ha visto ocupar sus regiones con mucha violencia y poca lógica humanitaria desde su punto de vista, pero es que yo no estoy hablando de ellos. Ellos sólo se limitan a defender lo que es suyo en función de lo que han vivido y lo que creen haber visto. Sólo los que han vivido lo mismo que ellos pueden opinar, pero sobre esos otros individuos que viajan a sus tierra convencidos de que van a defenderles a ellos y a sus creencias, ya vemos que todo es más sencillo.

Hasta que los emigrantes no han sido totalmente inmersionados dentro la sociedad receptora, son personas totalmente vulnerables. Pero cuidado, la inmersión no quiere decir robarles su cultura o sus creencias, sino que lleguen a la aceptación de que están en un nuevo lugar que va a ser también su casa en la medida que se sienta bien respetando la nueva cultura y las costumbres que ahora le rodean. Y esto no es una cuestión económica, ni de cultura, sino de individuos. He visto ejecutivos teutones que, después de cinco años viviendo en Cataluña, seguían considerando a los que no tenían su “cultura” poco más que simios. En cambio he visto a subsaharianos sin apenas recursos, hablando alegremente y sin pudor en un catalán primitivo y disfrutando de las fiestas populares junto a sus nuevos vecinos. Todo parecía a favor de los primeros, pero, sin duda, estaban más capacitados los segundos. Supongo que un grupo terrorista tendría más suerte captando a los ejecutivos teutones, sólo necesitaría una cosa: tener su mismo origen cultural o que la víctima así lo creyese.

Mapas tomados de asiaviaje.com

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