Imagen tomada de www.nutricion.pro
ASADO DE FIESTORRO.
1 cebolla grande.
6 dientes de ajo.
Unos piñones.
Unas ciruelitas pasas.
Un pedazo de carne al gusto con tamaño suficiente para todos los comensales a los que se pretenda hastiar (no confundir con ahostiar).
Aceite suficiente para dejar encharcada la bandeja.
Una copita de coñac.
Una copita de güisqui.
Una copita de Jerez.
Una copita de Oporto.
Una copita de orujo.
Una cerveza rubia.
Una cerveza negra dulce.
Una copita de ron.
Una copita de cava.
Pimienta.
Romero.
Sal.
Y un extintor para tenerlo a mano por si acaso.
Para esta receta omitiremos el celo y el martillo.
Modo de empleo:
Buscar una bandeja, más o menos limpia, que pueda ir al horno (y si es posible volver también) y se embute, como buenamente se pueda, la carne. Una vez logrado puedes tomarte la copita de coñac.
Cortas la cebolla en trozos no excesivamente pequeños y los empotras en los intersticios de la vianda, con los dientes de ajo haces lo mismo. Una vez logrado te tomas la copa de güisqui.
Si te has acordado de los piñones, las ciruelas, pimienta, romero, sal… ¡Las peladuras de patata que te dejaste en cima del mármol el día anterior, no! ¡Animal! Bueno, no te asustes y tómate el jerez para calmarte.
Procura que no se caiga nada de la bandeja que el suelo lo tienes muy guarro y se notaría. Si no te has tomado el aceite por equivocación, ahora es el momento de echárselo por encima a la montañita que tienes montada en esa bandeja.
Bueno ha llegado el momento de meterlo en el horno, espero que te acordaras de encenderlo antes porque debe estar caliente. Si no sabes encenderlo tira la bandeja a la basura y busca otra receta.
Una vez tengas el horno entre 100 y 5000 grados, ya puedes meter la bandeja. Ante todo no uses la suela del zapato para empujarla dentro. Quién sabe lo que puedes haber llegado a pisar. Una vez dentro, si crees que la temperatura es muy baja, lánzale la copa de orujo y cierra la puerta antes de que la llamarada te alcance.
Ha llegado el momento de tirarte a la rubia mientras haces tiempo… ¡Eh!... ¿Dónde vas?
Bueno, menos mal que eres rápido. Pero es que yo me refería a la cerveza. Anda abre las dos y bebe deprisa que aún terminará el asado antes que tú.
Vigila que sale humo del horno y están llamando al timbre. Mantén la calma y abre la puerta… ¡Eh! ¿Dónde vas otra vez?
Me refería a la puerta del horno… ahora ya es tarde. Apaga el horno, prepara el extintor y abre la puerta del horno con cuidado. ¡Rápido! ¡Dale una buena rociada de carbónico antes de que se incendie toda la cocina!
Lo has logrado. Si tienes alarma de humos ha llegado el momento de que te la cargues con la escoba para no alarmar a los invitados que aparcaste en el salón.
Todo ha salido bien. Para celebrarlo puedes tomarte la copa de cava.
Ahora llena tantos vasos de agua como invitados tengas en el salón y llévaselos para que se aclaren la garganta del humazo. Si les presentas el asado les dices que es un trabajo de Barceló titulado “Hambre” y les das una pastilla macrobiótica a cada uno para que se alimenten.
Muchacho, has triunfado de nuevo. Esta velada la recordarán todos durante todos sus años de vida. Aunque, como acostumbren a venir a comer a tu casa, no van a ser muchos.
¡Feliz fiestorro!
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