lunes, 6 de enero de 2014

DISCURSO (3 de 7)



Los medios de comunicación intentan controlar nuestras vidas y a un tiempo decirnos qué es lo que tenemos que consumir. Más aún, a qué tenemos que dedicar nuestros desnutridos presupuestos.
Cuando apareció la TDT nos dijeron que nuestra TV iba a sufrir un gran y maravilloso cambio. Y al principio parecía que así sería. Sobre todo durante aquel tiempo en que pudimos ver hasta 6 partidos de fútbol por semana y en abierto.
Fue un maravilloso cambio para los que nos gusta el fútbol. Pero eso no duró, y hoy si quieres ver fútbol debes aflojar la mosca.
Yo ya no veo más que los resúmenes... y a veces.
¿Por qué tendría que tragarme, pues, sus programas bazofia y toda la retahíla de anuncios con los que se financian?

Las grandes cadenas son, a un tiempo, las fábricas de opinión más perfectas que existen. Nos colocan a un grupo de contertulios a hablar de un tema y la gente, que acostumbra a no informarse, acepta los argumentos expuestos como los únicos existentes y las palabras de las voces más afines como verdades absolutas.
Después hay un montón de pequeñas emisoras donde se sube el grito y se sesga el discurso para, dentro de una parroquia menor, liderar ejércitos de zombies.
Así, cuando uno se libra de todas esas cadenas y mira, por encima de ese plano, la realidad de nuestro país, se sorprende de ese eterno bipartidismo en las urnas que está totalmente injustificado en las hazañas de nuestros gobernantes.
Está claro que alguien se ha tomado muchas molestias y ha gastado ingentes cantidades de dinero para llevarnos a la situación en que estamos. Es decir, alguien tiene que estar ganando mucho con nuestra miseria, porque de otro modo no tendrían sentido esos esfuerzos.
Por eso tenemos que desconfiar y poner en cuestión cuanto sale de la TV y, en general, de los medios de comunicación. Poco importa la supuesta orientación de esos medios.
Para esas personas en que su mejor amistad es la televisión, tiene que ser muy difícil aceptar que su mejor amigo resulta ser un mentiroso compulsivo y que en raras ocasiones lo hace para favorecerles a ellos. Es más, la televisión intenta perturbar sus puntos de vista para obtener su apoyo en cuestiones posiblemente muy poco razonables e incluso faltas de toda ética.
Igual que muchos ciudadanos confiaron en los directores de sus agencias bancarias, como si fuesen realmente sus amigos, y se dejaron engañar para adquirir las famosas “Preferentes”, la televisión es otro de esos falsos amigos en que, al confiar en él, terminas saliendo perjudicado y además perjudicas a cuantos te rodean.
Pero ya se sabe que, donde muchos salen perjudicados, unos pocos salen muy beneficiados... y encima todo eso es legal.

Y ahora, sobre todo cuando vaya a votar, o no vaya a hacerlo, piense hasta que punto está mediatizado por esos falsos amigos, que lejos de dar la cara, le hablan desde el otro lado de un cristal.

domingo, 5 de enero de 2014

DISCURSO (2 de 7)




En las películas ambientadas en la antigua Inglaterra, cuando un rey moría y se coronaba en la siguiente escena al nuevo rey, se decía aquella frase: “El rey ha muerto, viva el rey”. No decían “viva el nuevo rey”, se daba por supuesto que, si el primero había muerto, el que vivía era el que había sido coronado a continuación.

Está claro que España no es como esa Inglaterra del cine. Aquí cuando murió Franco, aún se tardó un par de días en coronar a Juan Carlos como rey. Así entre el “Franco ha Muerto” y “¡Viva el rey!”, pasaron varias escenas... casi las suficientes como para distinguir claramente a quién sucedía el nuevo monarca y en qué condiciones.

Ahora ya no sabemos si la democracia ha muerto o si nació muerta, como llevan  muchos diciendo también desde hace mucho tiempo, pero a los que nos ha costado demasiado escucharles.
Pero si la democracia ha muerto, ¿qué leches votamos cada cuatro años? ¿Y cada vez que hay elecciones municipales o autonómicas?... De las elecciones europeas ya no voy a decir nada, porque por mucha influencia que al final tenga la UE sobre nuestras vidas, es algo que vemos tan remoto que nuestro voto siempre pareció algo... diminuto. Digamos que nuestra percepción de lo que es democrático, o no, se diluye en función de la importancia que tenga nuestro voto.
Europa es vieja y es sabia. Europa no nos esconde nuestra insignificancia y el pobre valor de nuestros votos en una urna. Pero España todavía nos engaña diciendo que ese voto forma parte de la llamada democracia. Sin embargo, qué valor tiene un voto cuando el programa electoral, de quien venció por mayoría absoluta, se incumple punto por punto.
Solo hay dos conclusiones posibles: o es un fraude o no existe democracia. Pero todo fraude, como delito que es (o debería de ser) tiene que tener un castigo y una rectificación, y aquí no la hay; así que, al final solo hay una conclusión posible: NO EXISTE LA DEMOCRACIA.
Ahora la cuestión es definir cuándo murió la democracia o si llegó alguna vez a nacer. Pero esa respuesta ya tuvimos que haberla conocido en aquellas escenas perdidas entre el “Franco ha muerto” y “¡Viva España y viva el rey!”.
Tres años después, un 6 de diciembre... Un día en que, como decían los entrañables Tip y Coll, hacía mucho frío, pero no nevaba... No, ululaba ¿Y cómo ululaba?
Uuuuuuuuuuuuh uuuuuuuhhh
Ese día nos creímos una nueva Constitución, una nueva esperanza, pero hoy nos preguntamos si fue aquel un bebé robado sobre el que nos vendieron la ilusión de creer que era nuestro o, tal vez, simplemente la democracia nació muerta y alimentamos, sin querer, al bebé del vecino.
También es posible que aquello fuese de verdad, pero con el tiempo, los que tenían que dar paso al futuro no quisieron soltar las riendas y nos hemos estrellado en la primera gran crisis que se nos ha echado encima.


Sea como fuere, la cruel realidad es que vivimos en un país sin democracia. Y lo peor de todo no es eso, sino que hay una gran cantidad de ciudadanos que desconocen el significado de esa palabra... y, gracias a ellos, se perpetúa esa circunstancia.

sábado, 4 de enero de 2014

EL DISCURSO (1 de 7)


¿Por qué existen personas que entran en política?
Bueno, pues supongo que la mayoría pensarán que esa es una buena forma de servir al país, al pueblo, a sus vecinos y ciudadanos, a unos ideales... Aunque muchos contemplan la política como el camino correcto para satisfacer sus ansias de poder. Y sin embargo, estos no son los peores.
¿Ya nadie se acuerda de aquellas declaraciones de Zaplana  en que dijo que él estaba en política para ganar dinero?
Y que conste que no hablo de corrupción, eso es algo que voy a intentar no hacer en este discurso. Porque hay muchas formas erróneas de hacer política sin ser necesariamente un corrupto.

Todos sabemos que, de políticos, los hay buenos y malos (como de todo), pero en un sistema alejado de las personas de la calle, todos, tarde o temprano, pierden la perspectiva. Y al final, casi bien todos, salvo los que llegaron nuevos, solo saben de su pueblo (ese que aparece sobre el papel y escrito en la parte más olvidada de las constituciones como el soberano)... solo saben de ese pueblo lo que las estadísticas de turno les dicen que es correcto decir para ganarse su voto. Y hasta en eso se equivocan.

Al final, no votamos al mejor, sino al que creemos, con tan poca perspectiva como ellos, menos malo. Y... hasta en eso nos equivocamos.

Por todo eso, yo, no estoy ligado a ningún partido político; porque no quiero estar sentenciado a la decepción de un sistema creado para hacer del voto un juego de azar donde el primer premio que la banca ha retirado es el de la democracia.


(Entre dientes): Y cuando digo banca no me refiero a la del casino.

viernes, 3 de enero de 2014

Justicia: minuto y resultado









Entre 1997 y 1999 tuvo lugar un juicio donde un juez de Lérida exoneró a un violador porque la victima llevaba una minifalda que permitía verle las bragas. La repulsa social no se hizo esperar, pero la sentencia que dejaba libre al violador ya era firme y con el actual código penal ya no se pudo hacer nada. La segunda parte ya no sé si es producto de la fantasía ciudadana a la que le encanta la justicia divina o contiene algo de verdad. La cuestión es que se dice que, un par de años más tarde, ese mismo violador violó a una sobrina, de 12 años, de ese juez.
Por lo general, eso de la justicia divina no existe, de todas formas yo no veo la divinidad por ninguna parte. Podría entenderlo si hubiese violado al propio juez, pero una inocente niña de 12 años no creo que sea el justo castigo para un juez machista hasta límites dañinos.
Todo esto viene a cuenta de poder ilustrar lo que piensa una parte de nuestra sociedad, que sin ser importante en número, si lo es respecto a los cargos que ostenta. Que personas perniciosamente machistas, o arcaicamente mediatizadas por idearios psudoreligiosos, como el del Opus Dei,  ocupen cargos de importancia en nuestra sociedad, es muy peligroso.
Las principales protestas contra este juez se preguntaban si por el hecho de que una mujer fuese vestida de forma muy provocativa o incluso desnuda por la calle, ya daba derecho a cualquiera para violarla, porque en la ley no aparecía ese punto por ningún sitio. Estaba claro que aquel juez se había saltado la legalidad a la torera, pero es que además se había vengado, con aquella sentencia, de todo el sexo femenino, por vaya usted a saber qué.
Y quien habla de la inquina de este juez, igualmente puede hacerlo de la arbitrariedad sectaria del actual ministro de justicia y su absolutamente medieval reforma de la ley del aborto.
Reza la Constitución española en su preámbulo que la Nación Española tiene la voluntad de “Consolidar un Estado de Derecho que asegure el imperio de la ley como expresión de la voluntad popular”, pero no parece que la voluntad popular apruebe un ideario legal que se aproxime siquiera al creado por el PP en los últimos tiempos, pero mucho menos esa reforma del ministro Gallardón. Si aún existen dudas sobre esa realidad, solo hay que consultar las expresiones de las Redes Sociales o las que la ciudadanía ha llevado a la calle desde el primer momento en que se formuló esa aberración propia de la secta religiosa del Opus Dei.
Pero si el mismo preámbulo de la constitución ya deja en fuera de juego esta y otras leyes del gobierno del PP, cómo es posible que el TC no actúe contra ellas.
El problema básico de este país es que tenemos una Constitución que se interpreta literalmente cuando les conviene a un grupo de personas que se han parapetado tras las puertas del Tribunal Constitucional y se obvia cuando ese mismo grupo no está interesado. De este modo, la secta proselitista del Opus Dei, ha colocado a sus miembros en lugares de poder y ejerce este con total despotismo, lo que convierte, a final de cuentas, a la Constitución, en un papel mojado, y al Estado en un mal simulacro de democracia. Así, pues, por culpa de este sectarismo, la Constitución pierde su valor legal y, por extensión todas las figuras y letras jurídicas del Estado. De este modo, la aplicación de toda ley, en lugar de por imperativo legal, se está aplicando por imperativo de la ley, pasando la afirmación constitucional sobre la creación de un estado bajo el imperio de la ley a estar bajo un imperio de la fuerza bruta o policial.
El proselitismo, la corrupción y las interferencias entre poderes, terminan dando como resultado la supresión real de la democracia y de su espíritu, pero dejando, a un tiempo, al Estado como carente de toda legitimidad.
En base a estos principios, dentro de un estado marcadamente plurinacional, cualquiera de las naciones sometidas a ese engaño, tiene la total legitimidad para emprender las acciones que considere necesarias para separar su camino del de ese otro Estado Fallido.

lunes, 30 de diciembre de 2013

Estudio de Agujeros Negros: el Bancario



A menudo, cuando hablamos sobre cómo empezó esta crisis, confundimos el tema americano de las subprime y la burbuja inmobiliaria española que realmente nunca reventó.
Los bancos americanos sabían que en su país había una burbuja inmobiliaria y se inventaron las subprime para hacer paquetes y compartir su riesgo financiero con todo el planeta.
Por su parte, los bancos españoles sabían que en España nadie puede escapar a su hipoteca y pidieron préstamos a los bancos extranjeros para compartir con estos el festín de arruinar a la clase media española.
Como consecuencia del hundimiento americano, la crisis se extendió por todo el planeta y las propiedades inmobiliarias en américa cayeron a precios de antes de la burbuja.
Cuando la crisis llegó a España, los bancos españoles tenían muchas deudas con bancos extranjeros, muchos préstamos dados, grandes garantía de recuperar más de lo que habían prestado, pero ni un solo euro… pero había algo más, porque para que la burbuja creciera sin preguntas, habían desviado ingentes cantidades de dinero a otros fines de los que no nos dicen nada y que son el verdadero problema español.
En EE.UU. cuando alguien no puede pagar una propiedad hipotecada, se acerca a su entidad bancaria y le entrega las llaves de esa propiedad y ahí se acaba toda la deuda.
En España, cuando alguien le bajan el sueldo y ya no llega a pagar la hipoteca, desde el primer mes se inicia un proceso que arruinará a toda su familia y a todos aquello que un día le avalaron.
A menudo, los amigos de la banca española, recuerdan que durante la burbuja, los bancos prestaban cantidades de dinero superiores al valor del piso, para que parejitas de recién casados pudieran pagarse, además, la plaza de parking, el coche y hasta el viaje de novios. Lo que no cuentan es que aceptaban el aval de los padres de ambos cónyuges y que, hoy, cuando ya no llegan a pagar las cuotas de esa hipoteca (la pagaron durante cuatro años, con grandes esfuerzos, pero sin problemas), les embargan el piso y su contenido, pero siguen embargando las propiedades de los avalistas, cuyo valor conjunto, en el mercado real, es muchas veces el valor del préstamo concedido, pero que el banco, ahora, valora casi en la nada.
De este modo, los bancos españoles tienen una bolsa de pisos casi tan grande como la de los bancos americanos (proporcionalmente mucho mayor), pero con la diferencia de que, a pesar de haberles arrebatado las propiedades causantes de la deuda a sus prestatarios, los bancos españoles mantienen las deudas sobre ellos. El moroso español está arruinado de por vida y, lo que es aún peor, ha arruinado a toda su familia. Así de aberrante es la legislación española. Y así de favorable para la banca.
Pero con todo esto, los pisos en España, aunque pueden haber bajado considerablemente en zonas de costa y lejos de las grandes ciudades, su precio mayoritario no se acerca ni remotamente a su valor real, sobre todo en las proximidades de estas. Cuando intentas buscar piso en una ciudad como Barcelona, te dan cuenta que hay muy pocos pisos en el mercado y que sus precios apenas han bajado entre un 25 o un 30% del máximo alcanzado durante la burbuja. Sin embargo, si preguntas a alguien que se ha visto obligado a vender su piso, le oirás decir que lo ha vendido por un precio casi ridículo. El mercado está intervenido por esa misma banca que, dueña de la gran bolsa, evita que los precios caigan a valor próximos al real, pero si quieres entrar en ese mercado, tú no tienes opción.
Por último, antes de entrar en la verdadera crisis de nuestros bancos y, en especial, de nuestras cajas, decir que el llamado banco malo, parece que adquirió su nombre del tipo de pisos que se le transfirieron. Al final, resulta que ese “banco malo” no es más que una excusa para transferir fondos desde los bolsillos de todos los españoles a las malversadas arcas de las entidades bancarias. Parece que no hubo bastante con los rescates nacionales y europeos que, en todos los casos, pagamos nosotros.
Mientras en EE.UU. quebraban entidades bancarias diluyendo parte de la deuda en el mercado financiero, los bancos españoles han permanecido artificialmente en pie para salvar a una banca europea que conocía el festín, sus riesgos y que jamás puso reparos en beneficiarse de ellos.
Pero viendo cómo van las deudas hipotecarias, por muy grandes que estas sean, ¿realmente pueden ser la causa de la crisis?
Cuando la banca insistía que no había burbuja inmobiliaria, realmente no estaba negando directamente ese hecho, sino lo que realmente decían era que esa burbuja, por mucho que reventara (insisto en que eso aún no ha ocurrido y que posiblemente sería la solución para empezar a reconstruir el país), no sería la causa de grandes problemas para ellos. Y es verdad. Porque el agujero de nuestra banca viene de algo ligeramente diferente.
Dos son las causas del agujero bancario. Por un lado hay que pensar que, para alimentar la burbuja inmobiliaria no solo hacía falta dar dinero a los compradores, sino que también había que dárselo a promotores y constructores. Estos colectivos de empresarios vivieron años de auténtica y continuada fiesta en que adquirieron hábitos muy nocivos. Así que, cuando el grifo se cerró de golpe, no tenían ni un euro para cubrir sus deudas. De este modo, las propiedades de estas empresas pasaron a la banca (pisos acabados y sin acabar en su mayoría y que hoy siguen cerrados u ocupados por la PAH a la espera de un violento desahucio). La mayoría de estas propiedades no pueden ser vendidas alegremente por la banca porque hay contenciosos debido a que muchas personas ya habían dado pagas y señales por esas propiedades (a veces más que eso) y el banco no hace nada por acabarlas dado que no sería rentable para él.
Aunque no se diga, los bancos han perdido bastante más dinero en esas deudas que en el negocio con los pequeños compradores… sin embargo aún no es la causa de su ruina.
La pregunta que puede ayudar a comprender la verdadera causa del desastre es ¿por qué la mayoría de las entidades descalabradas en esta crisis son cajas de ahorros y no bancos?
Antes de la ley socialista que obligaba a las cajas de ahorros a reconvertirse en bancos, estas tenían una normativa diferente, pero que a finales de los 80 y comienzos de los 90 ya habían cambiado su normativa para beneficio de entidades públicas y, en especial, partidos políticos.
Sí, señores, nuestra crisis ha sido provocada por los partidos políticos y, en especial por PSOE y PP. Si se fijan en quienes ha dirigido ls diferentes entidades bancarias, verán de dónde vienen nuestros problemas. Y podemos decir que con excepción de “La Caixa”, ligada a CiU y la Casa Real, todas las cajas de ahorro deberían haber sucumbido.
Caja Madrid, la CAM, Caja San Fernando, Caja Galicia, Caja España… han estado ligadas a los dispendios del PP. Por otro lado Caixa Catalunya, UNIM, Caja Rural, Unicaja… están ligados, mayoritariamente, a dispendios del PSOE.
¿Pero qué dispendios pueden causar semejante daño?
Está claro que los préstamos a los partidos (especialmente PP y PSOE) pueden ser grandes, incluso mayores a lo declarado (no entraremos en ese tema porque oficialmente no existe ni hay pruebas de ello, ni siquiera en la caja B del PP), pero esos préstamos están controlados y algunas entidades ya los consideran a fondo perdido como pago para obtener otro tipo de prebendas a cambio de ese dinero (sí, eso sería corrupción, pero otra vez demostrarlo sin lugar a dudas es realmente difícil). No, el verdadero problema nace de los grandes ingresos que, gracias a la burbuja inmobiliaria, recibían como impuestos muchos ayuntamientos y entidades públicas en general. La cuestión es que en base a esos ingresos, que debieron considerarse extras, muchos ayuntamientos y CC.AA. pidieron préstamos para crear auténticas obras faraónicas: la ciudad de las artes y las ciencias, la ciudad del circo, la biblioteca de Galicia… sin contar el gran número de polideportivos, auditorios, teatros, que hoy por hoy están vacíos o abandonados porque su mantenimiento excede el presupuesto global de la entidad que los proyectó.
Fueron esos proyectos los que realmente suponen un agujero en las entidades bancarias que hoy es imposible de cubrir. Si unimos a eso el hecho de que cuando el Estado vende deuda son estas entidades bancarias las que compran la mayoría de la misma, ya sabemos porque no hay un solo euro en sus cajas y se han hecho necesarios esos rescates.
Posiblemente es verdad que las hipotecas dejaran sin líquido a los bancos y cajas, pero no son un problema porque existe una garantía de pago y mayor beneficio gracias a una ley que manipulan a su antojo, pero son esas inversiones, sin posibilidad de retorno, que empresarios y partidos políticos han forzado, las que ponen a los bancos españoles al borde de la quiebra. Así pues, podemos decir que, con nuestro dinero, se ha pagado el rescate a los bancos que ha financiado a PP y a PSOE, para terminar todo nuestro dinero en los bolsillos de los bancos alemanes. Entre tanto, las empresas españolas que pretenden salir de la crisis, sucumben por falta de crédito. Un crédito que tenía que salir de todos esos rescates, pero que tapando los agujeros generados por los partidos, ha acabado en los bolsillos de la banca extranjera.
Y así se cierra el círculo.




Imagen tomada de www.voxpopuli.com

sábado, 21 de diciembre de 2013

Gallardonazo


Ley de Protección de la vida del concebido y de derechos de la embarazada.

Poco importan los detalles jurídicos de la ley, su diseño ha sido orientado a la eliminación de la gran mayoría de supuestos para poder abortar y a los restantes ponerles tal cantidad de trabas que lo hacen totalmente imposible, incluso en caso de peligro inminente para la vida de la mujer.
No voy a entrar en profundidad la letra del proyecto de ley porque la prensa ya lo está contando con todo lujo de detalles y no hay que esforzarse para darse cuenta de que es una ley de prohibición radical del aborto encubierta.
Así pues, y solo para aquellas mujeres que puedan permitírselo (generalmente una gran mayoría familiares de los mismos que han fomentado esta absurda ley) deberán emprender de inmediato la partida hacia clínicas de planificación familiar de diversos países europeos. Es decir, que Gallardón vuelve a poner de moda aquel tristemente famoso turismo londinense de épocas cuya oscuridad intenta emular el actual gobierno del PP.
El sello de la mafia clerical está en el hipócrita nombre que se le hadado al proyecto de ley. Hablan de protección de la vida del concebido, cuando la ciencia aún no se ha puesto de acuerdo sobre esta y menos aún sobre su humanidad. Y todo eso, mientras aprueban leyes que fomentan la tortura y ejecución de nobles animales como los toros, o mientras crean un entorno legal en que si el niño llega a nacer con graves problemas (principal causa, hasta ahora, de los abortos legales) deja a su familia a un sinvivir mientras él no tiene más posibilidad que la de venir a sufrir en este mundo.
Mucha protección no parece que vaya a tener una vez nazca ese niño, más bien es una condena al infierno, que esta panda de criminales clericales, han preparado para incinerar en su infierno particular a toda una sociedad que sueña con cosas mejores.
Y respecto a los derechos de la embarazada… ¿dónde están? Si le arrebatan el derecho a decidir, el derecho a pensar, el derecho a ser persona, el derecho a ser mujer… ¿qué queda?
Dicho esto, lo que ahora me preocupa más, es el gran número de vidas humanas viables que se van a perder o que se van destruir en vida, solo para proteger unos fetos de cuestionable humanidad que, la mayoría de las veces, son inviables con la racionalidad e incluso con la propia vida.
Empezaremos con las cerca de 2500 mujeres que cada año morirán o sufrirán lesiones crónicas, producto de los abortos ilegales. Porque ese es el número de víctimas que había cada año cuando el aborto no era legal en nuestro país.
Pero a pesar de lo grande que pueda parecer este número, el libro “Freackonomics”, del prestigioso economista Stewen Lewitt, nos alerta de un peligro mucho más letal a largo plazo. De los 120.000 abortos anuales (datos de 2011 que dada la crisis pueden haber aumentado sensiblemente), aproximadamente un 70% proceden de entornos u hogares susceptibles de ruptura (que podría acelerar la llegada de un nuevo hijo) o ya decididamente rotos. Con la nueva ley, la casi totalidad de ellos serían bebes que nacerían y crecerían en un entorno tan hostil que, muchos más de la mitad se convertirían en pequeños raterillos, pero que al llegar a la pubertad explotarían como violentos delincuentes. Basándonos en los hechos inversos vistos en EE.UU. en la década de los 90, cada año van a nacer 40.000 criminales en nuestro país. Contando que la ley llegue a estar en vigor 2 años y medio (hasta su derogación por un gobierno posterior que supuestamente se dé prisa en enmendar este desaguisado), van a nacer 100.000 criminales. La vida media de estos delincuentes sería de unos 27 años, pero empezarían su escalada delictiva sobre los 14 años. Teniendo en cuenta sus diferencias, podemos suponer una media de 0,5 homicidios por delincuente al año. Lo que nos da, en una carrera delictiva media de 13 años, 6 homicidios y medio, que para un total de 100.000 asesinos, suponen 600.000 víctimas inocentes de la ley Gallardón.
Así pues, el gobierno del PP está apunto de condenar a más de medio millón de víctimas inocentes, pero, claro, eso no empezará a ocurrir hasta dentro de 14 años. Sin embargo, por ahora, sí tendremos que contar las más de 7.000 mujeres que morirán producto de abortos clandestinos, o el aumento de víctimas por  la violencia de género ya que muchas mujeres que hubieran podido escapar quedarán atrapadas con el nacimiento de sus nuevos hijos (muchos de ellos fruto de violaciones no denunciadas). Si unimos a todo esto el suicidio de personas que no podrán soportar situaciones generadas por esta ley, o por la eterna pérdida ante la obligación de dar en adopción a un hijo, podemos concluir que esta ley de Gallardón y del PP, es un arma de extinción masiva que se va a lanzar contra la sociedad civil de su propio país y, en especial, contra las mujeres.
¿Dónde va una ley de protección que no protege a nadie?
A ningún sitio, pues una ley maquinada para contentar a determinadas sectas del catolicismo más retrogrado, pero que ni a estas contenta porque ellos no aceptan los subterfugios. Para ellos solo vale la prohibición total del aborto, el robo de niños y la ejecución pública de aquellas sucias mujeres que se hubieran atrevido a marchar a otros lugares para abortar.
De este modo se ha concebido una ley injusta, inhumana, que atenta contra muchas libertades y derechos, ignorando deliberadamente las alarmas sobre futuras catástrofes por consecuencia de ella.
Y, sin embargo, después de todo lo dicho, por terrible que parezca, aún aporta, esta ley, un concepto peor. Y es un claro mensaje de que las mujeres no son iguales que los hombres. Gallardón, y el gobierno del PP por extensión, han lanzado, con esta ley, una justificación para todas las discriminaciones contra el género femenino y, en especial, han abierto una puerta brutal para la violencia de género.
Personalmente, yo acuso a esta ley, por sí misma, como violencia de género.


Imagen tomada de www.lasmalaslenguas.es


domingo, 1 de diciembre de 2013

Incomprensión autonómica



Como estado plurinacional, la España de las autonomías se construyó en base a su propia “autoincomprensión”. Pretender que Extremadura, La Rioja, Madrid o las dos Castillas, entiendan o se equivalgan a los territorios Gallego, Vasco o Catalán, resulta a un tiempo absurdo y perverso, ya que vacía de contenidos los verdaderos significados constitucionales de nacionalidad y cultura de esos territorios.
Es obvio que no se pueden pedir peras al olmo y dejar en manos de una nación el futuro de otras. Sin embargo, la España de las autonomías ha creado un falso estado federal donde la nación castellana se ha hecho dueña de los destinos de todas las demás naciones de España, apropiándose de ese nombre para sí.
Cuando leo en la Carta para los Derechos Humanos de la ONU que “todo hombre tiene derecho a una nacionalidad”, miro con tristeza mi pasaporte español. No porque tenga algo contra España, sino por la decepción que esta me ha producido. Quisiera ser español, pero solo lo soy de nacionalidad oficial, porque ser español hoy quiere decir ser castellano y yo, a pesar de que esa es mi lengua más que ninguna otra (cosas de la educación “españolizadora” del franquismo), no soy castellano. Si tengo derecho a una nacionalidad, ¿por qué no puede ser la catalana?
Sé que a alguien de Madrid, Cáceres o incluso Zaragoza, esto le pueda parecer absurdo porque identifican español y castellano sin problemas y creen que lo catalán, vasco o gallego no merece valor alguno; pero sé que tampoco ninguno de ellos es capaz de imaginarse la situación al revés. Y la prueba es que nunca se ha permitido a ningún político catalán, vasco o gallego (de verdad, Rajoy no vale) dirigir el gobierno democrático (lo más cercano fue la vicepresidencia de Serra que era un catalán moderado bajo la presidencia de un líder carismático castellano-andaluz), en cambio hemos vivido bajo el dominio de dos talibanes de la castellanidad como Aznar y Rajoy (el último posiblemente no sea ese talibán, pero sí su equipo de gobierno que, ante su falta de liderazgo, aún ha resultado más nocivo para la España plurinacional, que intentaba dibujarse en la Constitución original del 78, que el propio Aznar).
El factor cultural, y la falta de respeto que la España castellana ha mostrado siempre a él, son la primera gran barrera. Mientras el Estado Central malgasta sin compasión millones de euros en una cultura llena de Fiestas Nacionales e Institutos Cervantes para apoyar una cultura que nunca peligró, mientras, más que cicatear a las CC.AA. que procesan culturas diferentes, trata de asfixiarlas en lo que constituiría un clarísimo Genocidio Cultural. Y es que precisamente ese Estado Central que en su día se comprometió a divulgar la cultura de todos para reducir esas diferencias, ha terminado convirtiéndose en un elemento de castellanización poco objetivo, que lejos de buscar la comprensión y la tolerancia entre los pueblos de España, ha abusado de espolear a los unos contra los otros. Así que no es raro que un extremeño, con todo el desconocimiento que la miseria de sus líderes le han inculcado, sea capaz de hablar de los catalanes con la mayor ponzoña posible sin haberse preocupado de confirmar toda esa información que le llega de un solo tipo de fuentes. Igualmente, en el otro lado, no faltará el catalán que verá en ese mismo pueblo extremeño a un insaciable vampiro, que en lugar de agradecer sus sacrificios aún anhela chuparle las últimas gotas de sangre que le quedan en sus venas. Pero por una extraña razón, esos temas económicos siempre se manifiestan con una repudia de sus respectivas culturas que se tachan de simple ignorancia.
A esto, al señor extremeño solo puedo decirle una cosa. Si tan terrible es la cultura catalana y tan nocivos económicamente son los catalanes para su Extremadura natal, ¿qué interés ofrece forzar a Catalunya a seguir perteneciendo a España… su España?
Está claro que es una pregunta retórica porque solo expresa una contradicción creada por una pandilla de generadores de odio con el fin de cambiarlo por votos y que les ha funcionado muy bien. Es una pregunta que solo puede ser retórica ya que todas la respuestas posibles solo aportan nuevas contradicciones.
Sin alejarnos demasiado de la idea cultural, está el factor histórico. Sé que creerán que ahora les hablaré de 1714 y Els Segadors, pero se equivocan. No hace falta ir tan lejos, porque las desproporcionadas medidas catalanofóbicas de las dictaduras de Primo de Rivera y Franco, son suficiente bagaje histórico y razón más que suficiente, por sus aspectos de represión nunca compensada por la España “Democrática”, como para pedir la Independencia. España, en la historia reciente, ha sido una mala madre para los catalanes, no es de extrañar que ese hijo quiera volar lejos de la casa paterna. La cuestión ahora es ver si Catalunya es mayor de edad para decidir o deberá recurrirse a unos asuntos sociales internacionales para separar al vástago de unos padres que solo le han reportado malos tratos.
Mientras todo esto sucede cuesta entender que esos padres, lejos de frenar esos insultos y malos tratos contra su hijo, siguen en la misma línea dañina y sin reconocer lo mucho que ese hijo le ha dado a pesar de la poca correspondencia paternal.
La crisis del País Valencia, el LAPAO, la ley Wert, las declaraciones de Arenas, Bono, la carta de algunos intelectuales castellanos que pretendían hablar en nombres de los catalanes (algunos supuestamente progresistas), los continuos ataques de la prensa (en especial ABC, El Mundo, La Razón y La Gaceta), la inversión del CNI para desprestigiar a líderes catalanes (ya nunca sabremos si la trama de los Pujol tiene algo de realidad o es  solo el fruto de las acciones corruptas del Estado Central), los ataques gratuitos hacia los representantes del pueblo catalán… y podríamos seguir mostrando agravios, posiblemente cada vez más anecdóticos, pero que siempre dañan el corazón de los catalanes alejándolos de España.
Porque señores, no es que Catalunya se independice, sino que los catalanes sienten que España no los quiere. Y no los quiere porque si los quisiera los querría tal y como son, sin “españolizar”, sobre todo cuando la palabra españolizar realmente quiere decir castellanizar, porque fuera de los Països Catalans no se entiende de otra forma. Y sí, este es otro agravio, el que el PP castellanizante de Valencia, ha hecho prohibiendo la denominación de País Valenciano o Païs Valencià. Y lo que es peor, contra la mayoría de los habitantes de su comunidad.
La España castellana ha confundido igualdad con homogeneidad… y eso sí que no. Catalunya ha dicho: NÚNCA MÁS.
Con lo fácil que hubiese sido una reconciliación, pero me temo que a final de cuentas a los políticos de uno y otro lado les ha podido la ceguera e incluso la avaricia. Sin embargo, la tan cacareada denominación de “peseteros” que han puesto de sambenito a los catalanes, resulta que es una característica mayor de la España castellana (y castellanizante).



Imagen obtenida de http://productesdelaterra.cat

martes, 15 de octubre de 2013

Opacidad presupuestaria

                                            OPACIDAD PRESUPUESTARIA



La falta de transparencia de las administraciones es un lastre que nos impide salir de la crisis. No porque sea la causa de nuestro problema (que indirectamente sí lo es), sino porque nos impide evaluar la profundidad del mismo y anticipar que efectos tendrían la aplicación de según qué medidas.
Europa lleva muchos años demandándonos esa necesaria trasparencia y nuestros sucesivos gobiernos les prometen que sí mientras hacen juegos malabares para lograr que todo siga igual. Y entre tanto, la ciudadanía pagamos las consecuencias de tan meditada desidia.
El bipartidismo funcional del Estado, tal y como ocurrió en tiempos de los Liberales de Sagasta y los Conservadores de Del Castillo, es una fuente de corruptelas que maniatan a las administraciones. Bajo estas premisas es fácil pensar que el aligeramiento administrativo de las estructuras del Estado, a base de suprimir funcionarios, puede ser la solución, pero en realidad es una puerta abierta a una corrupción mayor.
La supresión de puestos funcionariales supone la ocupación de los puestos por asesores y cargos a dedo de los propios partidos políticos que se alternan en el poder. De este modo se genera una politización partidista de las administraciones que entonces, no solo anquilosa el sistema, sino que termina desviando fondos casi sin pretenderlo, de las rutas necesarias a las más funcionales para los partidos que en cada momento ostentan el poder.
No es raro, pues, ver que en Europa, por lo general, son los países acusados de mayor corrupción, los que tienen los porcentajes de funcionarios, respecto a la población, más bajos.
Austria podría ser la excepción al tener un funcionario por cada 17,1 habitantes, pero a continuación están Italia cada 16,57, Portugal 16,41, Chipre 15,50 y España 15,02. Nuevamente Alemania, con 13,66, sería una excepción relacionable con la tradición de austeridad germánica.
Por otro lado, son los países más comprometidos contra las prácticas corruptas y, en general, con un mayor nivel de vida, los que poseen más funcionarios. Así tenemos a Dinamarca con un funcionario cada 5,82 ciudadanos, Suecia 7,22 y Finlandia 7,98. Sin embargo, mantendremos en observación los países que siguen a continuación (las tres repúblicas bálticas), hasta que poseamos más datos.
Es de suponer que el número de funcionarios, no es algo decisivo, sin embargo es algo a tener muy en cuenta. Y en el caso de España tendremos que relacionarlo con el exceso de cargos políticos no electos, asesores y, en general, empleados de las administraciones que no son funcionarios y son puestos a dedo.
Otro de los detalles que enervan hasta la saciedad en está inercia de opacidad política, es la opacidad en la elaboración de presupuestos. Por lo general se elaboran unos inmensos libros de datos, pero de los que es imposible extraer los flujos económicos, quedando sin definir los orígenes y, al final, incumpliendo los destinos porque las cifras terminan por no coincidir.
Lo primero que habría que preguntarse es por qué se terminan aprobando siempre estos presupuestos en sedes parlamentarias, y la respuesta es sencilla... demasiado sencilla: los presupuestos son aprobados por una mayoría parlamentaria que negocia en base a unos puntos determinados de esos presupuestos, pero sin entrar en el cuerpo económico de los mismos que es idéntico desde hace décadas por mucho que el país haya cambiado. Así, pues, siempre nos quedará la duda de a dónde va realmente todo ese dinero que constituye el grueso presupuestario.
Sin embargo, después, esos mismos presupuestos, terminan pormenorizando hasta los céntimos de los nuevos terrenos a los que realmente tienen que dar respuesta, y es así como se construye la exagerada profusión de apartados que convierte a estos presupuestos en una obra enciclopédica.
¿Nunca nadie ha pensado en hacer una división presupuestaria convirtiendo cada departamento, cada ayuntamiento, cada autonomía, en un conjunto de entradas y salidas imbricadas las unas en las otras, de forma que pudieran verse las cifras no coincidentes? Claro que no. Eso supondría tener que cambiar un manual de estilo que hoy hace que los presupuestos se escriban solos sin tener que justificar realmente el cuerpo central de los mismos.
Nosotros en nuestros hogares conocemos hasta el último céntimo que entra y que sale, y crean que hacer lo mismo en las administraciones no sería muy difícil, solo costaría trabajo. El trabajo de unos funcionarios de carrera a cargo de los cuales ningún partido en el poder quiere dejarlos. Sumen ustedes mismos dos y dos... y que conste que no hablamos de dinero.
El último eslabón de esta cadena oxidada es el Tribunal de Cuentas del Estado que, según creo, está analizando en estos momentos las cuentas de hace siete años. Realmente un tribunal inútil, dado que cualquier delito importante relacionado con las cuentas del Estado, prescribe a los cuatro años. De todas formas dará igual porque ellos mismos son incapaces de deshacer el nudo gordiano que hay en el interior de esos presupuestos y, por tanto, también en los resultados contables posteriores. Para más INRI, este inservible tribunal de cuentas tiene una enorme asignación de recursos financieros dentro de esos mismos presupuestos... ¿Creen de verdad que entre bomberos van a pisarse la manguera?
Así pues, de los valores contables ofrecidos por el Estado no podremos fiarnos nunca. De ellos solo podremos saber unas pocas cosas. Sabremos el dinero que los quitan y que nunca es el que ellos dicen, si no el que a nosotros realmente nos duele al salir de nuestros bolsillos. También podremos conocer el que vamos a recibir y que siempre es inferior al presupuestado. Y finalmente, podremos tener la seguridad de que en ese enorme agujero negro que es la administración central, se ha perdido gran parte de lo que tantos esfuerzos nos costó, pero que realmente no será de provecho para nada útil.
Y este es el drama de la falta de trasparencia. Pero el drama de esta realidad es que, aunque sea a menor escala, esta misma tradición se está trasladando hacia el resto de administraciones y empezando por un ente no menos absurdo y anacrónico como el de las diputaciones provinciales.
No sé si algún día saldremos de esta crisis, pero la trasparencia sería un paso muy importante para lograrlo.
Entre tanto, para cualquier tema, toda afirmación en un sentido u otro es indemostrable si entra en juego el tema económico. Incluido el de la Independencia de Catalunya. Con las actuales informaciones económicas es imposible que nadie establezca planes de viabilidad o de inviabilidad... pero lo peor es que, en caso de que Catalunya optara por no independizarse existe exactamente la misma información para confirmar si eso es viable o inviable. Y el que pretenda hacer afirmaciones rotundas, en un sentido u otro, miente. Así que, en último lugar, a los catalanes (como al resto de españoles) solo les queda hacer lo que les dicte su corazón.
               


jueves, 10 de octubre de 2013

¿Fachas? ¡No , gracias!


En Barcelona el 12 de Octubre es uno de esos festivos de libre disposición por parte de los comerciantes en que estos pueden abrir, pero de año en año son cada vez menos los que abren. La cuestión es que los comerciantes pueden tener mucha disposición, pero no así los ciudadanos que evitan, en la medida de lo posible, salir a la calle ese día para evitar encontrarse con las hordas llegadas allende de toda España con el único fin de gamberrear y cometer tropelías en la Ciudad Condal, enfundados en una sabana con símbolos “preconstitucionales” (fachas para quien no le vayan las ambigüedades literarias).
De este modo, lo que tenía que ser un día de negocio igualitario, a pasado a serlo solo para las grandes superficies que se pueden permitir un sistema de seguridad propio que ahuyente a los fachas violentos de sus comercios.
En los últimos años la presencia de los Mossos d’Esquadra ha evitado grandes desmanes, sin embargo esta vez, con una exagerada y poco adecuada presencia de Policía Nacional, no dudamos que los grupos antifascistas, en especial los de origen anarquista (sustrato natural de esta ciudad), saldrán a hacer frente a posibles grupos de fachas provocadores. Espero equivocarme, pero si sale la Policía Nacional a las calles (con su parcialidad desmesurada), el caos puede estar garantizado. Creemos que el Gobierno Central, con esta actitud tan poco ecuánime y tan irracional, solo pretende desestabilizar la paz ciudadana que reina provocadoramente en una Catalunya altamente reivindicativa.
Así que, si el sábado pasa algo, pregunten a Fernández.

La imagen que aparece en este artículo, como no, está extraída de “El Jueves”.

martes, 1 de octubre de 2013

Pescar la Independencia








Cuando era un chaval mi tío me enseñó a pescar. Me enseñó a montar la caña, el sedal, los plomos y el anzuelo. También me explico cuando era necesario poner la boya y cuando no. Como todo chaval, solo me sentí interesado por la pesca con las cañas más grandes. Porque en ellas se armaban los anzuelos mayores que era sinónimo de peces más grandes. Pero solo una vez viví el ejemplo de pescar un hermoso pez de más de dos kilos. Aquel día me enseñó la verdadera técnica de la pesca cuando el pez, que está en su medio natural, posee una gran fuerza.
Lo más importante para el pescador es que el pez no se suelte del anzuelo, pero en contrapartida esté se moverá agresivamente para desprenderse de él. Por ello, el pescador deberá dejarle sedal y permitir que este se mueva sin pegar tirones. Cada vez que el pez se siente liberado sin estarlo, el pescador debe recoger hilo hasta tomar contacto con el pez. Sin duda, la molestia de este tirón, en que el pescador puede ganarle algún metro de hilo, hará que el pez vuelva a moverse violentamente y, de nuevo, el pescador deberá ceder hilo a fin de que este no tironee.
Este proceso es una prueba de paciencia para el pescador que durante un buen rato cederá mucho más hilo del que recuperará. Pero poco a poco el agotamiento irá venciendo al pez y este estará más cerca de ser pescado.
No fue el caso de mi tío cuyas cañas de playa solo estaban pensadas para doradas y lubinas, pero la pesca en alta mar, donde pueden atraparse, con los aparejos adecuados, peces mucho mayores que el propio pescador, no difiere demasiado en cuanto a la técnica. El problema aquí es que los aparejos han de ser más fuertes y la paciencia y habilidad del pescador mayores.
Personalmente, jamás he podido poner en práctica lo que me enseñó mi tío, seguramente erré en alguna de las primeras lecciones que me enseñó, porque nunca he logrado que pique un solo pez, así que difícilmente podía poner en práctica la técnica descrita.
Después de años de frustraciones marinas, creo que he encontrado el tiempo y el lugar donde aplicar las técnicas con que me adiestró mi tío.
El gobierno español es un gran pez, un gran tiburón blanco o posiblemente una cría de Magalodón enfurecida. Nuestra pesca ha de consistir en lograr independizarnos de su tiranía. La caña y el anzuelo hace tiempo que alguien las puso en juego y el gigante, hasta ahora, se ha movido sin problemas con el anzuelo metido casi en sus entrañas alimentado con trozos de nosotros mismos sirviendo a un tiempo de cebo y alimento. De como dirimamos el proceso de pescar nuestra independencia, dependerá que la logremos o que el monstruo nos coma para siempre. Puede que nadie se haya percatado de ello, pero esta vez la lucha es a muerte y, en este ámbito de cosas, hoy por hoy, se juega más el pescador que la presa. Porque de tiburones aún quedan, pero este pescador es irrepetible.
Y el monstruo se agita salvajemente, se alimenta del brazo de nuestra cultura, de los impuestos, las pensiones, la educación, los derechos elementales, la sanidad... y encima se atreve a insultarnos, a enviarnos sus sicarios para apalear a nuestros hijos, nos obliga a marcar nuestro territorio con sus símbolos y nos acusa de incumplir la ley del mar, donde el pez grande se come al chico. Pero nosotros debemos darle sedal y marcar un límite en el carrete... ¡Hasta aquí! Y después dejar un poco más para que el bicho se calme y... entonces tirar... tirar tan rápido como podamos, tan fuerte como se nos permita, hasta obligar al monstruo a moverse sin sentido y ... entonces darle de nuevo sedal y que cometa sus nuevos errores, pero ya no debemos alimentar más al monstruo. Dejemos que diga lo mal que estaremos lejos de sus fauces y fuera de la seguridad del mar; dejemos que muerdan a Gibraltar y a Gran Bretaña, que se pongan en ridículo, que muestren su saña a los pocos que aún creen aquí en el bicho... que se muerdan la cola... Y en el próximo tirón tal vez lo saquemos hasta la orilla.