Vivimos en una época extraña en cuanto a las inversiones. Desde el momento
que, a finales de los 90, el mercado del oro se disparó y se empezó a elevar el precio de este metal alejándose de su valor real, llegando, incluso, a superar el valor
del platino, los mercados de inversiones se han visto trastocados hasta el
punto de que las técnicas inversoras del pasado se han convertido más en una
molestia que en algo útil. Y, lo que es peor, las reglas cambian cada vez más
deprisa.
Otro elemento que ha transformado las prácticas
inversoras son las criptomonedas.
Pero hay que advertir una cosa, no todos los cambios
que se han producido son para siempre. Así que vamos a analizar en qué punto
están las nuevas y las viejas inversiones.
ORO
El oro siempre ha sido la inversión por excelencia
en tiempos de crisis, sin embargo, en los últimos años (cerca de tres décadas),
el precio del oro ha seguido subiendo por encima de la lógica o, en los peores
momentos, no bajado hasta donde debería. El oro está sobrevalorado, eso es
obvio, sin embargo, todas las predicciones sobre que su valor pudiera
desplomarse, han resultado erróneas. Han existido caídas importantes de su
valor, con consecuencias para sus inversores, pero en ningún momento el oro ha abandonado
su estatus de sobrevaloración. Así debemos coincidir en que hay algo o alguien
que mantiene ese alto valor y, obviamente no pueden ser los pequeños inversores
ni la multitud de empresas buitres que viven del cambio. Hay que mirar hacia
los grandes actores de ese mercado: los estados. Y el principal de ellos es
China, que empezó acumulando metales para su gran industria y acabo acumulando
oro para asentar su gran dominio económico. Con enormes cantidades de este
metal fuera de los mercados es natural que las transacciones en el mercado sean
altas. Sin embargo, todo inversor en este metal debe ser consciente de que está
totalmente a merced de las voluntades y necesidades del gigante asiático.
Dentro de la actual tendencia es algo que parece totalmente estable, sin
embargo, en función de las necesidades de aquel estado, eso podría cambiar de
un día para otro y sin previo aviso.
BITCOINS
Yo distinguiría muy bien entre el bitcoin y el resto
de criptomonedas, porque, aunque es posible que se pueda hablar de la seriedad
de alguna otra crypto, solo sobre el bitcoin tenemos extendido el conocimiento
de su funcionamiento real. Y es que la mayoría de las cryptos han nacido por la
necesidad de ganar dinero de sus creadores y, a menudo, les rodean otros
elementos que complican mucho sus mecanismos. Así que habrá gente que ganará
mucho dinero con ellas, pero también las habrá que lo perderán. En ellas queda
más patente que en ningún otro sitio el principio económico: “la riqueza ni se
crea ni se destruye, solo cambia de forma y de manos”.
El bitcoin nació con la voluntad de dar seguridad y
mantenerse al margen de los mercados. Desgraciadamente, como inversión, ha
perdido esa virtud y, de hecho, su volatilidad le ha convertido en una forma de
medición de la volatilidad política internacional. Si ya en sus inicios fue la
divisa oficial del mundo del crimen, en la actualidad vemos como los políticos
neoliberales menos fiables del planeta, como Bukele o Trump, le dan el visto
bueno.
Mi consejo es no usar el bitcoin como inversión y,
en caso de hacerlo, tener la cabeza de actuar como si se tratara de un valor
bursátil más. Nunca poner todos los huevos en la cesta de los bitcoins, comprar
bajo y vender, poco a poco, antes de
alcanzar el máximo.
COLECCIONISMO
Nunca he visto el coleccionismo como un negocio. De
pequeño coleccionaba anillas de puro que rescataba de los cigarros de mi padre y mis tíos o que recogía en la
calle, y monedas que compraba con mis ahorrillos en la Plaça Reial los domingos
a la mañana. Nunca era algo serio ya que jugaba con aquellas colecciones y, en
alguna ocasión, se me había rasgado alguna de aquellas anillas. A pesar de
todo, siempre he considerado que eso del
coleccionismo puede ser algo muy educativo para los niños, pero hasta hace poco
me costaba entender sus posibilidades financieras. Todo fue a raíz de una
oferta que recibí hace unos quince años por una colección muy secundaria que
tenía casi abandonada. Ni que decir tiene que, dado el bajo valor emocional que
tenía para mí, acepté la oferta. Sin embargo eso me llevó a intentar entender
un poco más el mundo del coleccionismo. Así fue como descubrí algo tan loco
como las inversiones en arte contemporáneo. Un mercado plagado de obras por las
que yo no daría ni un euro, pero que miles de inversores acumulan siguiendo los
consejos de supuestos expertos. Aunque también hay expertos que son
coleccionistas a su vez y “protegen” su patrimonio acumulando esas obras. Según
pude leer en la prensa, algunos de estos fueron Manolo Escobar o el futbolista Sergio
Ramos.
Dicen los expertos que el arte es una buena
inversión porque su valor solo puede subir. Yo tengo mis reservas, pero tengo
que reconocer que racionalmente esa afirmación, por ahora, no tiene fisuras.
Eso sí, hay que conocer muy bien el arte para que no te tomen el pelo y el arte
es muy complicado.
Desde hace unas cuatro décadas las cartas Magic son
objeto de deseo de jóvenes de varias generaciones y no es de extrañar que
exista un mercado muy activo y podemos ver en Internet valoraciones de algunas
cartas con precios muy exagerados. Lo mismo se puede decir de colecciones de
figuritas de los Lego Star Wars. Pero ninguno de esos objetos de colección
nació con esa voluntad. Sin embargo, ya en los 80 había un gran mercado de
juguetes de colección donde los más valorados eran aquellos que nunca sacaron
los precintos a sus cajas. Es decir, ya entonces había personas que pensaban en
la posible revalorización del producto. Así que pensar en la satisfacción de
este tipo de coleccionista era el siguiente paso. Así empezaron a nacer
artículos coleccionables en grandes cantidades y que, en general no llegaban a
ninguna parte. El coleccionismo siempre ha dependido de los individuos… Y del
espacio con el que contaban para ubicar sus colecciones. El verdadero coleccionismo
con intencionalidad financiera no se puede dar como realizado hasta la
aparición de los Funkos.
El Funko nace alimentado por los coleccionismos en merchandising y usando la idea de revalorización
como gancho para la venta. No obstante, en un principio los Funkos
se venden más como objeto de regalo que como colección. Son graciosos y
representan a personajes reales y ficticios conocidos. La empresa tiene que
pagar muchos royaltis por los derechos de imagen de los personajes que
representa y aún así sacar beneficios. Como la venta de cada personaje es
diferente y no tan previsible como se pudiera pensar, la empresa acumula muchos
muñecos sin vender, así que debe estar corrigiendo continuamente su producción
y buscando nuevos personajes. El pago de royaltys es la razón de que cada muñeco
tenga un precio diferente, pero a la vez es la base para hacer creer que los
hay de más valiosos y menos valiosos. Al final son los mercados de segunda mano
y de coleccionistas los que hacen creer que los Funkos son una buena inversión
a nivel financiero, sin embargo, yo no lo creo así, dado que si alguien intenta
introducir en el mercado de segunda mano una gran cantidad de estos muñecos,
aparte de que no logrará venderlos de inmediato, el precio local se desplomará.
Así, podemos hablar de un coleccionismo artificial donde un grupo de
fans pueden pagar cantidades importantes por un producto en concreto e incluso
por unos pocos, generalmente amparados por la rareza o la antigüedad, pero que
el mercado es tan limitado que no podrá pasar de ahí y, por tanto, como
inversión financiera no sirve. Amén de que hace falta un gran conocimiento del
producto, exactamente igual que en cualquier otro tipo de coleccionismo.
Frente a este coleccionismo artificial tenemos el coleccionismo tradicional
como la numismática, la filatelia, etcétera. Mercados que han sido tanteados
muchas veces por los fondos de inversión financiera, también con poca fortuna.
Y es que, aunque aquí hay más gente y empresas dedicadas a la compra, venta y
colección del producto, una buena venta tampoco se puede hacer a la ligera y
rápidamente porque se pierde mucho dinero en el cambio. Así, aunque el valor de
estas colecciones sea más estable, no es conveniente darles una gran
importancia y el dinero invertido debe considerase difícil de recuperar aunque
su valor potencial vaya siempre en aumento.
Resumiendo, los mercados del coleccionismo son para
expertos y hay que aceptar que el dinero invertido va a quedar inmovilizado
mucho tiempo.
JOYAS
Las joyas se venden rápido, pero rara vez recuperas
lo invertido en ellas. Por otro lado su posesión obliga a pagar pluses a las
aseguradoras. Si tienes grandes cantidades de dinero puede ser una forma de
dejar fuertes cantidades apalancadas y de las que recuperar importantes cifras
en caso de necesidad, pero la esperanza de todo inversor en este producto es la
de no necesitar desprenderse de ellas nunca. De hecho acostumbran a quedar en
herencia durante generaciones. Y es que, al final, cuando no queda más remedio
que desprenderse de ellas, cualquier valor artístico que pudieran tener es
totalmente obviado y es su contenido en metales y piedras preciosas lo que las
define.
BOLSA
Tanto la Bolsa como los mercados secundarios son los
que al final definen el valor de los principales mercados financieros. Cuando
la Bolsa y los mercados secundarios (de activos financieros) van bien afectan a
la baja (o debería) al resto de mercados porque los inversores prefieren este
mercado más conocido y que, a final de cuentas es uno de los motores de la
economía real. Pero cuando la bolsa va mal los inversores buscan colocar su
dinero en otros sitios: oro, metales preciosos y no preciosos, excedentes
agrícolas, bienes inmobiliarios, reservas de materias primas, criptomonedas… La
idea es seguir ganando dinero o, como poco, no perderlo.
Pero en la Bolsa no solo están aquellos que
invierten directamente, sino que también hay inversiones indirectas a través
productos financieros tales como planes de pensiones, productos a plazo,
etcétera.
Como pasa con todos los productos financieros es un
campo de trabajo para expertos, aunque esta experturía no siempre es suficiente
para lidiar con los posibles reveses inesperados, lo que es seguro es que la
ignorancia jamás te protegerá de ellos ni te brindará la oportunidad de obtener
pingües beneficios más allá de la que te
dé la suerte.
Hay muchos tipos de inversores en Bolsa, desde los
grandes que realmente pueden influir en el valor de las acciones con el tamaño
de sus compras y ventas, a los más pequeños que tratan de surfear, con mayor o
menor fortuna, entre las olas de valorizaciones y desvalorizaciones. Pero
también existe un tipo de inversor más modesto que solo adquiere valores de
empresas que a final de año acostumbra a hacer repartición de dividendos. Es
decir, inversores que esperan un pago en metálico cada fin de año. Estos
inversores rara vez piensan en vender ya que realmente su idea no es la de “jugar
en Bolsa”, sino tener unos ingresos anuales más o menos programados. Ese
también es el principio de muchos de los productos financieros que invierten en
Bolsa.
La Bolsa es uno de los pocos productos financieros
que se ha mantenido constante desde el pasado al presente, sus normas han
cambiado poco y sigue siendo la base para la mayoría de otros mercados.
INMOBILIARIO
El mercado inmobiliario siempre ha dependido en
exceso del entorno reglamentario, por eso es un mercado peligroso. Otro de los
grandes problemas de este mercado es que, a menudo, por tocar el tema de la
vivienda, es fácil caer en situaciones éticamente problemáticas.
Nuestro país, a finales de los 90 y comienzos de los
2000 intentó recuperarse de un déficit de vivienda y para ello el gobierno
abrió la puerta a una permisividad excesiva para los constructores que
transformó a todo el país orientándolo hacia una macro industria de la vivienda
e hinchando un globo, conocido como burbuja del ladrillo, cuyo estallido entre
2007 y 2008, arrasó toda la economía del país. Curiosamente en las mismas
fechas en EE.UU. también se dio algo parecido, con la diferencia de que en el
caso americano su problema fue exportado al resto del mundo a través de
productos financieros que incluían la deuda inmobiliaria.
Mientras los americanos cargaban su crisis en los
inversores internacionales, los españoles, con su arcaica ley hipotecaria,
cargó el peso de esa crisis en la ciudadanía. Incluso el gobierno de Rajoy
salvó a la banca, gran responsable de aquella burbuja, con el dinero de la
reserva para las pensiones, mientras los ciudadanos lo perdían todo: casas,
coches, vidas… Incluso hubo familiares afectados por haber avalado a quienes lo
habían perdido todo. Familias enteras destrozadas y sin ningún tipo de ayuda
para salir del agujero.
Así del déficit de vivienda asequible y vivienda
pública, pasamos a un excedente de viviendas en manos de la banca. Una banca a
la que, además, nunca se le han podido cobrar los gastos generados por esas
propiedades. Un excedente que el gobierno del PP intentó solucionar dando
ventajas a los extranjeros que lo quisieran adquirir.
Al final el país seguía con déficit de vivienda
pública y gran parte del excedente de vivienda bancaria (las mejores propiedades)
en manos extranjeras y de empresas que, mayoritariamente se iban a usar como
negocio y, en especial, pisos turísticos.
Desde entonces se han intentado, con bastante poco
éxito, cambiar las circunstancias, pero estamos en una situación en que se
construye muy poco y viviendas muy inferiores en calidad a las de hace 30 años,
pero con precios que las hacen inaccesibles. Ahora se intenta construir más
vivienda social, pero estamos a años luz de las necesidades A pesar de ello
todavía hay quien compra con la idea de hacer negocio. Algo muy poco ético. No
obstante la tendencia actual es que una vivienda normal no es un buen negocio
ya que se tienden a limitar el precio de los alquileres y la venta de vivienda
de segunda mano parece estar controlada por lobby’s que compran barato y venden
caro. Ya ni cambiar de piso es una buena opción.
A pesar de todo esto, si uno tiene suficiente
dinero, hay un mercado floreciente en el sector del lujo. Adquirir mansiones, reformarlas
y volverlas a vender, aún puede dar grandes beneficios. Claro que hay que
evaluar correctamente la propiedad y estar dispuestos a tener la vivienda
retenida un cierto tiempo.
Pero así está en nuestro país, porque en otros
países las reglas son diferentes. Por ejemplo Andorra en estos momentos vive un
boom inmobiliario producto de los muchos “influencers” que están estableciendo
su domicilio allí. Un país con pocos impuestos y unas fibras ópticas de gran
calidad.
Algunos genios de esos que escriben libros de
autoayuda aconsejando este tipo de inversiones para tener rápidos enriquecimientos,
utilizan la denominación de “bienes raíces”. En este ámbito, por su grave falta
de ética, desaconsejaría el desacertado libro “Padre rico, padre pobre” de
Robert Kiyosaki. Pocos libros me han enfurecido tanto como ese ya que el
paradigma del pensamiento neoliberal. Ese mismo pensamiento que nos terminará
por arruinar a todos.
NFT
Cuando hablamos del bitcoin y por extensión de las
criptomonedas también teníamos que hablar de sus derivados, en este caso de las
NFT. Unos productos que usan las tecnologías de seguridad de las criptomonedas
pero que en realidad están pensadas como “obras de arte”. Las NFT no tienen un
valor fijado al cambio y solo las puedes vender por aquello que alguien te
quiera ofrecer. En definitiva vuelve a ser un dinero que tienes inmovilizado y
por el que solo obtendrás algo a cambio sin encuentras quien te lo quiera
comprar. Lo que vulgarmente se denominaría el negocio de las cabras. Lo que
ocurre es que en estos momentos aún siguen suscitando un cierto interés y hay “artistas”
que todavía se ganan la vida con esto. Así que para algunos todavía es un
negocio, pero, aunque puedo equivocarme, yo no le veo futuro.
INVERSIÓN
DIRECTA EN EMPRESAS
De invertir en
Bolsa a menudo se dice que te convierte en socio capitalista de esa empresa,
pero la sensación es que tienes es de que no pintas nada en realidad.
Obviamente si te haces accionista de una Sociedad Limitada, de una pequeña o
mediana empresa, parece que pintas algo más, pero también acostumbra a venir
relacionado con una cierta responsabilidad, una participación en los beneficios
y, a menudo, una total imposibilidad de deshacerte de las participaciones
cuando sea tu voluntad. Es decir, que tienes que saber dónde inviertes porque,
a partir del momento en que lo hagas, es posible que el único dinero que veas
sea el de la participación en los beneficios. Por eso es conveniente que en
este caso tu participación no se limite en el aspecto económico, sino que
colabores en la parte directiva, organizativa y, a ser posible, en la productiva.
Debes hacer lo posible para que la empresa bien. Eres un verdadero socio
capitalista.
Pero también existen otras formas de inversión, como
los “pagarés”. Es una hoy ya rara fórmula que usan grandes empresas que no
cotizan en bolsa, para aumentar temporalmente su capital para realizar una
inversión por la que se esperan importantes beneficios, Mediante el pagaré la
empresa se compromete en un cierto periodo de tiempo a reponerte lo invertido
más una suma que dependerá mucho de quién realiza el pagaré, la esperanza de
beneficios y cómo está el mercado del dinero en ese momento. Hay que decir que,
a comienzos de los años 2000, Nueva Rumasa lanzó una edición de pagarés que al
final resultó un fiasco. Supongo que a pesar de estar detrás la familia Ruíz-Mateos
aún habría a quien le pillara por sorpresa. De todas formas no siempre es así.
Finalmente, si quieres montar tu propia empresa,
puedes hacer un plan de negocio, pero no pienses de antemano que todo va a
salir bien por tu cara bonita. Montar una empresa es una gran responsabilidad y
no solo por lo que ya hemos contado, sino porque todo empresario tiene también
una responsabilidad para con la sociedad. Si no entiendes esto último no serás
un buen empresario y si financieramente funcionas te convertirás en un pirata
financiero… Uno más a derribar.
DEUDA DEL
TESORO
Antes de empezar este apartado tienes que tener muy
claro que un estado no es una empresa ni nunca se le debe compara con ellas. La
economía que es de necesario cumplimiento para una empresa puede ser totalmente
contraproducente para el funcionamiento de un estado. Y, aunque parezca
mentira, la aparición de políticos neoliberales que están aplicando los
principios empresariales a las políticas económicas de los estados,
inconscientemente están cargándose las bases del capitalismo, haciendo este más
dañino contra la ciudadanía y llevándolo, poco a poco, a la quiebra.
El primer principio para un estado es controlar la
corrupción, pero el segundo es que han de ser los impuestos de mañana los que
cubran los gastos del hoy. Obviamente eso genera un déficit temporal que,
normalmente, es cubierto mediante la emisión de deuda pública. Bonos, Letras,
Pagares, Obligaciones… Existen diferentes nombres para los diferentes productos
que el estado saca para cubrir ese déficit. Un déficit que será cubierto a
través de nuevas emisiones de deuda pública y de los diferentes impuestos que
cobra el estado.
La primera pregunta que debe hacerse es si esto no
hace que la deuda no aumente constantemente. Y en cierto modo así es, lo que
ocurre es que el crecimiento constante de la economía hace que, de año en año,
la deuda se reduzca, hasta el momento en que aparece una emergencia o una
crisis que obliga a aumentar el gasto y reducir los ingresos por impuestos.
Entonces aumenta la deuda. También, ocasionalmente, un país puede tener un gran
aumento en sus ingresos que, de ser continuado, puede llevar al superávit y la
no necesidad de emitir deuda pública. Esto ocurre en países con una balanza de
pagos importación-exportación muy favorable y, sobre todo, en algunos de los
llamados paraísos fiscales que reciben dinero de todo el mundo. En el resto de
países esto puede llegar a ser temporalmente. Sin embargo, cuando un gobernante
que está fuera de estos ejemplos pretende un balance sin deuda, lo único que consigue
es destruir todos aquellos servicios que todo estado que se precie está
obligado a dar.
Hablando de la Deuda del Estado en nuestro país, decir
que es limitada y se subasta en ediciones que publica el Tesoro del Estado. Se
puede adquirir a modo particular, pero mayoritariamente va a parar a fondos de
pensiones y a paquetes financieros de
bajo riesgo.
En general los intereses que da la deuda pública son
bajos, por lo menos mientras las agencias de calificación le dan una nota alta
a la fiabilidad para pagar a ese estado. Pero puede ocurrir que, en momentos de
crisis, esas agencias de calificación valoren peor a un estado determinado que
deberá aumentar los intereses que ofrece en su deuda para poderla vender.
La mayoría de los estados acuden a la deuda pública,
pero estos también actúan financieramente comprando a su vez deuda de otros
estados con la finalidad de usar estas adquisiciones como carta de negociación
económica. Sin ir más lejos, entre el 2009 y el 2012, China adquirió una enorme
cantidad de deuda pública norteamericana con ese fin.
Hay que decir que la deuda pública suele ser a corto
plazo, entre 3 meses y 4 años, según el país y el producto, sus intereses son
los más bajos posibles y su fiabilidad acostumbra a ser la más alta. En
ocasiones el estado español ha sacado un tipo de deuda casi sin intereses pero
que se podía desgravar en la declaración de Hacienda.
CUENTAS
BANCARIAS
Hasta los años 80 los intereses bancarios eran
elevados, tanto para los préstamos como para las cuentas de ahorro. No era el
caso de las cuentas corrientes que, si bien el dinero estaba disponible
siempre, acostumbraban a no dar intereses o dar muy pocos en caso de darlos.
Por eso en las cuentas corrientes se acostumbraba a dejar lo justo para los
gastos. Pero había que tener en cuenta que la gran mayoría de cuentas de ahorro
eran a “plazo fijo” y si se tenía que sacar dinero de ellas, se perdían los
intereses correspondientes al periodo en curso, aunque faltara muy poco para
concluir.
En general eso no ha cambiado, salvo el hecho que,
desde que España entró en la UE, los intereses se han ido reduciendo a valores
mínimos y, en general, para obtener unos intereses algo mayores se tiene que
acudir a productos financieros que sirven los bancos, pero siempre contando que
siempre tienen un cierto riesgo que está calificado con un número que va del 1
al 6. Siendo 1 para las inversiones de menor riesgo y 6 para las más
arriesgadas.
Entre los muchos productos financieros están los
planes privados de pensiones que, en la actualidad, están bastante limitados
por ley. Dentro de esos productos hay un amasijo de cosas tales como acciones
bancarias, deuda del tesoro, pagarés, etcétera.
Hay que decir que, obviamente, jamás nadie se hará
rico a través de estos productos y, menos aún con las cuentas de ahorro. Y es
que por bien que vaya la cosa, los intereses rara vez superan el desgaste de lo
invertido a través de la inflación.
Otra cuestión a tener en cuenta de los productos
bancarios es que hacienda es informada regularmente de su existencia, cosa que
puede ser buena o mala según se mire.
INVERSIONES
INTERNACIONALES
Este tipo de inversiones pueden realizarse a través
de una entidad bancaria mediante algunos de sus productos financieros, con lo
que se aplica gran parte de lo dicho en el apartado anterior: pero también se
puede hacer directamente. En el último caso la recomendación es la de
asesorarse mediante expertos, especialmente si no se quiere caer en situaciones
legalmente punibles.
METALES
VARIOS, RESERVAS DE NO PERECEDEROS Y SIMILARES
Para todos los productos existen mercados cuyos
precios varían con los excedentes, las carencias y la relación entre oferta y
demanda. El problema de todos estos productos es que además de tener en cuenta
el precio de compra y el de venta hay que pensar en el precio del almacenaje.
Con el agravante de que algunos de estos productos precisan de tipos
específicos de almacenaje.
APUESTAS
No tendría que hacer falta decirlo, pero las
apuestas jamás se pueden considerar una inversión, ni tan siquiera en el caso
de que se parta de una situación de ventaja. Y es que en el juego la banca
siempre gana. Así que, si de verdad quieres ganar dinero con las apuestas, sé
la banca. Pero si eres la banca esto ya no es una inversión, es una empresa, en
el caso de ser legal y un delito en el caso de no serlo.
EN RESUMEN
Si quieres invertir tienes que tener muy claro qué
tipo de inversión quieres hacer. Si pretendes ganar dinero o no perderlo a
través de la inflación, tendrás que correr riesgos, estar muy encima y,
seguramente, intervenir físicamente en el proceso. Pero si lo que quieres es
tener apalancado el dinero que te va llegando a través de otros lugares,
buscarás objetos de valor que puedan ocultarse a hacienda de cara a las declaraciones
patrimoniales.
Pero hagas lo que hagas, por la razón que sea, con
ética o sin ética, nunca olvides que la riqueza ni se crea ni se destruye, solo
cambia de manos y de forma.
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