jueves, 21 de agosto de 2025

La inversión popular hoy

 

Vivimos en una época extraña  en cuanto a las inversiones. Desde el momento que, a finales de los 90, el mercado del oro se disparó y se empezó a elevar el precio de este metal alejándose de su valor real, llegando, incluso, a superar el valor del platino, los mercados de inversiones se han visto trastocados hasta el punto de que las técnicas inversoras del pasado se han convertido más en una molestia que en algo útil. Y, lo que es peor, las reglas cambian cada vez más deprisa.

Otro elemento que ha transformado las prácticas inversoras son las criptomonedas.

Pero hay que advertir una cosa, no todos los cambios que se han producido son para siempre. Así que vamos a analizar en qué punto están las nuevas y las viejas inversiones.

 


 

ORO

 

El oro siempre ha sido la inversión por excelencia en tiempos de crisis, sin embargo, en los últimos años (cerca de tres décadas), el precio del oro ha seguido subiendo por encima de la lógica o, en los peores momentos, no bajado hasta donde debería. El oro está sobrevalorado, eso es obvio, sin embargo, todas las predicciones sobre que su valor pudiera desplomarse, han resultado erróneas. Han existido caídas importantes de su valor, con consecuencias para sus inversores, pero en ningún momento el oro ha abandonado su estatus de sobrevaloración. Así debemos coincidir en que hay algo o alguien que mantiene ese alto valor y, obviamente no pueden ser los pequeños inversores ni la multitud de empresas buitres que viven del cambio. Hay que mirar hacia los grandes actores de ese mercado: los estados. Y el principal de ellos es China, que empezó acumulando metales para su gran industria y acabo acumulando oro para asentar su gran dominio económico. Con enormes cantidades de este metal fuera de los mercados es natural que las transacciones en el mercado sean altas. Sin embargo, todo inversor en este metal debe ser consciente de que está totalmente a merced de las voluntades y necesidades del gigante asiático. Dentro de la actual tendencia es algo que parece totalmente estable, sin embargo, en función de las necesidades de aquel estado, eso podría cambiar de un día para otro y sin previo aviso.

 


 

BITCOINS

 

Yo distinguiría muy bien entre el bitcoin y el resto de criptomonedas, porque, aunque es posible que se pueda hablar de la seriedad de alguna otra crypto, solo sobre el bitcoin tenemos extendido el conocimiento de su funcionamiento real. Y es que la mayoría de las cryptos han nacido por la necesidad de ganar dinero de sus creadores y, a menudo, les rodean otros elementos que complican mucho sus mecanismos. Así que habrá gente que ganará mucho dinero con ellas, pero también las habrá que lo perderán. En ellas queda más patente que en ningún otro sitio el principio económico: “la riqueza ni se crea ni se destruye, solo cambia de forma y de manos”.

El bitcoin nació con la voluntad de dar seguridad y mantenerse al margen de los mercados. Desgraciadamente, como inversión, ha perdido esa virtud y, de hecho, su volatilidad le ha convertido en una forma de medición de la volatilidad política internacional. Si ya en sus inicios fue la divisa oficial del mundo del crimen, en la actualidad vemos como los políticos neoliberales menos fiables del planeta, como Bukele o Trump, le dan el visto bueno.

Mi consejo es no usar el bitcoin como inversión y, en caso de hacerlo, tener la cabeza de actuar como si se tratara de un valor bursátil más. Nunca poner todos los huevos en la cesta de los bitcoins, comprar bajo  y vender, poco a poco, antes de alcanzar el máximo.

 

 


COLECCIONISMO

 

Nunca he visto el coleccionismo como un negocio. De pequeño coleccionaba anillas de puro que rescataba de los cigarros  de mi padre y mis tíos o que recogía en la calle, y monedas que compraba con mis ahorrillos en la Plaça Reial los domingos a la mañana. Nunca era algo serio ya que jugaba con aquellas colecciones y, en alguna ocasión, se me había rasgado alguna de aquellas anillas. A pesar de todo, siempre he considerado que  eso del coleccionismo puede ser algo muy educativo para los niños, pero hasta hace poco me costaba entender sus posibilidades financieras. Todo fue a raíz de una oferta que recibí hace unos quince años por una colección muy secundaria que tenía casi abandonada. Ni que decir tiene que, dado el bajo valor emocional que tenía para mí, acepté la oferta. Sin embargo eso me llevó a intentar entender un poco más el mundo del coleccionismo. Así fue como descubrí algo tan loco como las inversiones en arte contemporáneo. Un mercado plagado de obras por las que yo no daría ni un euro, pero que miles de inversores acumulan siguiendo los consejos de supuestos expertos. Aunque también hay expertos que son coleccionistas a su vez y “protegen” su patrimonio acumulando esas obras. Según pude leer en la prensa, algunos de estos fueron Manolo Escobar o el futbolista Sergio Ramos.

Dicen los expertos que el arte es una buena inversión porque su valor solo puede subir. Yo tengo mis reservas, pero tengo que reconocer que racionalmente esa afirmación, por ahora, no tiene fisuras. Eso sí, hay que conocer muy bien el arte para que no te tomen el pelo y el arte es muy complicado.

Desde hace unas cuatro décadas las cartas Magic son objeto de deseo de jóvenes de varias generaciones y no es de extrañar que exista un mercado muy activo y podemos ver en Internet valoraciones de algunas cartas con precios muy exagerados. Lo mismo se puede decir de colecciones de figuritas de los Lego Star Wars. Pero ninguno de esos objetos de colección nació con esa voluntad. Sin embargo, ya en los 80 había un gran mercado de juguetes de colección donde los más valorados eran aquellos que nunca sacaron los precintos a sus cajas. Es decir, ya entonces había personas que pensaban en la posible revalorización del producto. Así que pensar en la satisfacción de este tipo de coleccionista era el siguiente paso. Así empezaron a nacer artículos coleccionables en grandes cantidades y que, en general no llegaban a ninguna parte. El coleccionismo siempre ha dependido de los individuos… Y del espacio con el que contaban para ubicar sus colecciones. El verdadero coleccionismo con intencionalidad financiera no se puede dar como realizado hasta la aparición de los Funkos.

El Funko nace alimentado por los coleccionismos en merchandising y usando la idea de revalorización como gancho para la venta. No obstante, en un principio los Funkos se venden más como objeto de regalo que como colección. Son graciosos y representan a personajes reales y ficticios conocidos. La empresa tiene que pagar muchos royaltis por los derechos de imagen de los personajes que representa y aún así sacar beneficios. Como la venta de cada personaje es diferente y no tan previsible como se pudiera pensar, la empresa acumula muchos muñecos sin vender, así que debe estar corrigiendo continuamente su producción y buscando nuevos personajes. El pago de royaltys es la razón de que cada muñeco tenga un precio diferente, pero a la vez es la base para hacer creer que los hay de más valiosos y menos valiosos. Al final son los mercados de segunda mano y de coleccionistas los que hacen creer que los Funkos son una buena inversión a nivel financiero, sin embargo, yo no lo creo así, dado que si alguien intenta introducir en el mercado de segunda mano una gran cantidad de estos muñecos, aparte de que no logrará venderlos de inmediato, el precio local se desplomará.

Así, podemos hablar de un coleccionismo artificial donde un grupo de fans pueden pagar cantidades importantes por un producto en concreto e incluso por unos pocos, generalmente amparados por la rareza o la antigüedad, pero que el mercado es tan limitado que no podrá pasar de ahí y, por tanto, como inversión financiera no sirve. Amén de que hace falta un gran conocimiento del producto, exactamente igual que en cualquier otro tipo de coleccionismo.

Frente a este coleccionismo artificial tenemos el coleccionismo tradicional como la numismática, la filatelia, etcétera. Mercados que han sido tanteados muchas veces por los fondos de inversión financiera, también con poca fortuna. Y es que, aunque aquí hay más gente y empresas dedicadas a la compra, venta y colección del producto, una buena venta tampoco se puede hacer a la ligera y rápidamente porque se pierde mucho dinero en el cambio. Así, aunque el valor de estas colecciones sea más estable, no es conveniente darles una gran importancia y el dinero invertido debe considerase difícil de recuperar aunque su valor potencial vaya siempre en aumento.

Resumiendo, los mercados del coleccionismo son para expertos y hay que aceptar que el dinero invertido va a quedar inmovilizado mucho tiempo.

 

 

 

JOYAS

 

Las joyas se venden rápido, pero rara vez recuperas lo invertido en ellas. Por otro lado su posesión obliga a pagar pluses a las aseguradoras. Si tienes grandes cantidades de dinero puede ser una forma de dejar fuertes cantidades apalancadas y de las que recuperar importantes cifras en caso de necesidad, pero la esperanza de todo inversor en este producto es la de no necesitar desprenderse de ellas nunca. De hecho acostumbran a quedar en herencia durante generaciones. Y es que, al final, cuando no queda más remedio que desprenderse de ellas, cualquier valor artístico que pudieran tener es totalmente obviado y es su contenido en metales y piedras preciosas lo que las define.

 

 

 


BOLSA

 

Tanto la Bolsa como los mercados secundarios son los que al final definen el valor de los principales mercados financieros. Cuando la Bolsa y los mercados secundarios (de activos financieros) van bien afectan a la baja (o debería) al resto de mercados porque los inversores prefieren este mercado más conocido y que, a final de cuentas es uno de los motores de la economía real. Pero cuando la bolsa va mal los inversores buscan colocar su dinero en otros sitios: oro, metales preciosos y no preciosos, excedentes agrícolas, bienes inmobiliarios, reservas de materias primas, criptomonedas… La idea es seguir ganando dinero o, como poco, no perderlo.

Pero en la Bolsa no solo están aquellos que invierten directamente, sino que también hay inversiones indirectas a través productos financieros tales como planes de pensiones, productos a plazo, etcétera.

Como pasa con todos los productos financieros es un campo de trabajo para expertos, aunque esta experturía no siempre es suficiente para lidiar con los posibles reveses inesperados, lo que es seguro es que la ignorancia jamás te protegerá de ellos ni te brindará la oportunidad de obtener pingües  beneficios más allá de la que te dé la suerte.

Hay muchos tipos de inversores en Bolsa, desde los grandes que realmente pueden influir en el valor de las acciones con el tamaño de sus compras y ventas, a los más pequeños que tratan de surfear, con mayor o menor fortuna, entre las olas de valorizaciones y desvalorizaciones. Pero también existe un tipo de inversor más modesto que solo adquiere valores de empresas que a final de año acostumbra a hacer repartición de dividendos. Es decir, inversores que esperan un pago en metálico cada fin de año. Estos inversores rara vez piensan en vender ya que realmente su idea no es la de “jugar en Bolsa”, sino tener unos ingresos anuales más o menos programados. Ese también es el principio de muchos de los productos financieros que invierten en Bolsa.

La Bolsa es uno de los pocos productos financieros que se ha mantenido constante desde el pasado al presente, sus normas han cambiado poco y sigue siendo la base para la mayoría de otros mercados.

 

 

 

INMOBILIARIO

 

El mercado inmobiliario siempre ha dependido en exceso del entorno reglamentario, por eso es un mercado peligroso. Otro de los grandes problemas de este mercado es que, a menudo, por tocar el tema de la vivienda, es fácil caer en situaciones éticamente problemáticas.

Nuestro país, a finales de los 90 y comienzos de los 2000 intentó recuperarse de un déficit de vivienda y para ello el gobierno abrió la puerta a una permisividad excesiva para los constructores que transformó a todo el país orientándolo hacia una macro industria de la vivienda e hinchando un globo, conocido como burbuja del ladrillo, cuyo estallido entre 2007 y 2008, arrasó toda la economía del país. Curiosamente en las mismas fechas en EE.UU. también se dio algo parecido, con la diferencia de que en el caso americano su problema fue exportado al resto del mundo a través de productos financieros que incluían la deuda inmobiliaria.

Mientras los americanos cargaban su crisis en los inversores internacionales, los españoles, con su arcaica ley hipotecaria, cargó el peso de esa crisis en la ciudadanía. Incluso el gobierno de Rajoy salvó a la banca, gran responsable de aquella burbuja, con el dinero de la reserva para las pensiones, mientras los ciudadanos lo perdían todo: casas, coches, vidas… Incluso hubo familiares afectados por haber avalado a quienes lo habían perdido todo. Familias enteras destrozadas y sin ningún tipo de ayuda para salir del agujero.

Así del déficit de vivienda asequible y vivienda pública, pasamos a un excedente de viviendas en manos de la banca. Una banca a la que, además, nunca se le han podido cobrar los gastos generados por esas propiedades. Un excedente que el gobierno del PP intentó solucionar dando ventajas a los extranjeros que lo quisieran adquirir.

Al final el país seguía con déficit de vivienda pública y gran parte del excedente de vivienda bancaria (las mejores propiedades) en manos extranjeras y de empresas que, mayoritariamente se iban a usar como negocio y, en especial, pisos turísticos.

Desde entonces se han intentado, con bastante poco éxito, cambiar las circunstancias, pero estamos en una situación en que se construye muy poco y viviendas muy inferiores en calidad a las de hace 30 años, pero con precios que las hacen inaccesibles. Ahora se intenta construir más vivienda social, pero estamos a años luz de las necesidades A pesar de ello todavía hay quien compra con la idea de hacer negocio. Algo muy poco ético. No obstante la tendencia actual es que una vivienda normal no es un buen negocio ya que se tienden a limitar el precio de los alquileres y la venta de vivienda de segunda mano parece estar controlada por lobby’s que compran barato y venden caro. Ya ni cambiar de piso es una buena opción.

A pesar de todo esto, si uno tiene suficiente dinero, hay un mercado floreciente en el sector del lujo. Adquirir mansiones, reformarlas y volverlas a vender, aún puede dar grandes beneficios. Claro que hay que evaluar correctamente la propiedad y estar dispuestos a tener la vivienda retenida un cierto tiempo.

Pero así está en nuestro país, porque en otros países las reglas son diferentes. Por ejemplo Andorra en estos momentos vive un boom inmobiliario producto de los muchos “influencers” que están estableciendo su domicilio allí. Un país con pocos impuestos y unas fibras ópticas de gran calidad.

Algunos genios de esos que escriben libros de autoayuda aconsejando este tipo de inversiones para tener rápidos enriquecimientos, utilizan la denominación de “bienes raíces”. En este ámbito, por su grave falta de ética, desaconsejaría el desacertado libro “Padre rico, padre pobre” de Robert Kiyosaki. Pocos libros me han enfurecido tanto como ese ya que el paradigma del pensamiento neoliberal. Ese mismo pensamiento que nos terminará por arruinar a todos.

 

 

 

NFT

 

Cuando hablamos del bitcoin y por extensión de las criptomonedas también teníamos que hablar de sus derivados, en este caso de las NFT. Unos productos que usan las tecnologías de seguridad de las criptomonedas pero que en realidad están pensadas como “obras de arte”. Las NFT no tienen un valor fijado al cambio y solo las puedes vender por aquello que alguien te quiera ofrecer. En definitiva vuelve a ser un dinero que tienes inmovilizado y por el que solo obtendrás algo a cambio sin encuentras quien te lo quiera comprar. Lo que vulgarmente se denominaría el negocio de las cabras. Lo que ocurre es que en estos momentos aún siguen suscitando un cierto interés y hay “artistas” que todavía se ganan la vida con esto. Así que para algunos todavía es un negocio, pero, aunque puedo equivocarme, yo no le veo futuro.

 

 

 

INVERSIÓN DIRECTA EN EMPRESAS

 

De  invertir en Bolsa a menudo se dice que te convierte en socio capitalista de esa empresa, pero la sensación es que tienes es de que no pintas nada en realidad. Obviamente si te haces accionista de una Sociedad Limitada, de una pequeña o mediana empresa, parece que pintas algo más, pero también acostumbra a venir relacionado con una cierta responsabilidad, una participación en los beneficios y, a menudo, una total imposibilidad de deshacerte de las participaciones cuando sea tu voluntad. Es decir, que tienes que saber dónde inviertes porque, a partir del momento en que lo hagas, es posible que el único dinero que veas sea el de la participación en los beneficios. Por eso es conveniente que en este caso tu participación no se limite en el aspecto económico, sino que colabores en la parte directiva, organizativa y, a ser posible, en la productiva. Debes hacer lo posible para que la empresa bien. Eres un verdadero socio capitalista.

Pero también existen otras formas de inversión, como los “pagarés”. Es una hoy ya rara fórmula que usan grandes empresas que no cotizan en bolsa, para aumentar temporalmente su capital para realizar una inversión por la que se esperan importantes beneficios, Mediante el pagaré la empresa se compromete en un cierto periodo de tiempo a reponerte lo invertido más una suma que dependerá mucho de quién realiza el pagaré, la esperanza de beneficios y cómo está el mercado del dinero en ese momento. Hay que decir que, a comienzos de los años 2000, Nueva Rumasa lanzó una edición de pagarés que al final resultó un fiasco. Supongo que a pesar de estar detrás la familia Ruíz-Mateos aún habría a quien le pillara por sorpresa. De todas formas no siempre es así.

Finalmente, si quieres montar tu propia empresa, puedes hacer un plan de negocio, pero no pienses de antemano que todo va a salir bien por tu cara bonita. Montar una empresa es una gran responsabilidad y no solo por lo que ya hemos contado, sino porque todo empresario tiene también una responsabilidad para con la sociedad. Si no entiendes esto último no serás un buen empresario y si financieramente funcionas te convertirás en un pirata financiero… Uno más a derribar.

 

 

 

DEUDA DEL TESORO

 

Antes de empezar este apartado tienes que tener muy claro que un estado no es una empresa ni nunca se le debe compara con ellas. La economía que es de necesario cumplimiento para una empresa puede ser totalmente contraproducente para el funcionamiento de un estado. Y, aunque parezca mentira, la aparición de políticos neoliberales que están aplicando los principios empresariales a las políticas económicas de los estados, inconscientemente están cargándose las bases del capitalismo, haciendo este más dañino contra la ciudadanía y llevándolo, poco a poco, a la quiebra.

El primer principio para un estado es controlar la corrupción, pero el segundo es que han de ser los impuestos de mañana los que cubran los gastos del hoy. Obviamente eso genera un déficit temporal que, normalmente, es cubierto mediante la emisión de deuda pública. Bonos, Letras, Pagares, Obligaciones… Existen diferentes nombres para los diferentes productos que el estado saca para cubrir ese déficit. Un déficit que será cubierto a través de nuevas emisiones de deuda pública y de los diferentes impuestos que cobra el estado.

La primera pregunta que debe hacerse es si esto no hace que la deuda no aumente constantemente. Y en cierto modo así es, lo que ocurre es que el crecimiento constante de la economía hace que, de año en año, la deuda se reduzca, hasta el momento en que aparece una emergencia o una crisis que obliga a aumentar el gasto y reducir los ingresos por impuestos. Entonces aumenta la deuda. También, ocasionalmente, un país puede tener un gran aumento en sus ingresos que, de ser continuado, puede llevar al superávit y la no necesidad de emitir deuda pública. Esto ocurre en países con una balanza de pagos importación-exportación muy favorable y, sobre todo, en algunos de los llamados paraísos fiscales que reciben dinero de todo el mundo. En el resto de países esto puede llegar a ser temporalmente. Sin embargo, cuando un gobernante que está fuera de estos ejemplos pretende un balance sin deuda, lo único que consigue es destruir todos aquellos servicios que todo estado que se precie está obligado a dar.

Hablando de la Deuda del Estado en nuestro país, decir que es limitada y se subasta en ediciones que publica el Tesoro del Estado. Se puede adquirir a modo particular, pero mayoritariamente va a parar a fondos de pensiones  y a paquetes financieros de bajo riesgo.

En general los intereses que da la deuda pública son bajos, por lo menos mientras las agencias de calificación le dan una nota alta a la fiabilidad para pagar a ese estado. Pero puede ocurrir que, en momentos de crisis, esas agencias de calificación valoren peor a un estado determinado que deberá aumentar los intereses que ofrece en su deuda para poderla vender.

La mayoría de los estados acuden a la deuda pública, pero estos también actúan financieramente comprando a su vez deuda de otros estados con la finalidad de usar estas adquisiciones como carta de negociación económica. Sin ir más lejos, entre el 2009 y el 2012, China adquirió una enorme cantidad de deuda pública norteamericana con ese fin.

Hay que decir que la deuda pública suele ser a corto plazo, entre 3 meses y 4 años, según el país y el producto, sus intereses son los más bajos posibles y su fiabilidad acostumbra a ser la más alta. En ocasiones el estado español ha sacado un tipo de deuda casi sin intereses pero que se podía desgravar en la declaración de Hacienda.

 

 

 

CUENTAS BANCARIAS

 

Hasta los años 80 los intereses bancarios eran elevados, tanto para los préstamos como para las cuentas de ahorro. No era el caso de las cuentas corrientes que, si bien el dinero estaba disponible siempre, acostumbraban a no dar intereses o dar muy pocos en caso de darlos. Por eso en las cuentas corrientes se acostumbraba a dejar lo justo para los gastos. Pero había que tener en cuenta que la gran mayoría de cuentas de ahorro eran a “plazo fijo” y si se tenía que sacar dinero de ellas, se perdían los intereses correspondientes al periodo en curso, aunque faltara muy poco para concluir.

En general eso no ha cambiado, salvo el hecho que, desde que España entró en la UE, los intereses se han ido reduciendo a valores mínimos y, en general, para obtener unos intereses algo mayores se tiene que acudir a productos financieros que sirven los bancos, pero siempre contando que siempre tienen un cierto riesgo que está calificado con un número que va del 1 al 6. Siendo 1 para las inversiones de menor riesgo y 6 para las más arriesgadas.

Entre los muchos productos financieros están los planes privados de pensiones que, en la actualidad, están bastante limitados por ley. Dentro de esos productos hay un amasijo de cosas tales como acciones bancarias, deuda del tesoro, pagarés, etcétera.

Hay que decir que, obviamente, jamás nadie se hará rico a través de estos productos y, menos aún con las cuentas de ahorro. Y es que por bien que vaya la cosa, los intereses rara vez superan el desgaste de lo invertido a través de la inflación.

Otra cuestión a tener en cuenta de los productos bancarios es que hacienda es informada regularmente de su existencia, cosa que puede ser buena o mala según se mire.

 

 


INVERSIONES INTERNACIONALES

 

Este tipo de inversiones pueden realizarse a través de una entidad bancaria mediante algunos de sus productos financieros, con lo que se aplica gran parte de lo dicho en el apartado anterior: pero también se puede hacer directamente. En el último caso la recomendación es la de asesorarse mediante expertos, especialmente si no se quiere caer en situaciones legalmente punibles.

 

 

 

 

METALES VARIOS, RESERVAS DE NO PERECEDEROS Y SIMILARES

 

Para todos los productos existen mercados cuyos precios varían con los excedentes, las carencias y la relación entre oferta y demanda. El problema de todos estos productos es que además de tener en cuenta el precio de compra y el de venta hay que pensar en el precio del almacenaje. Con el agravante de que algunos de estos productos precisan de tipos específicos de almacenaje.

 

 

 

APUESTAS

 

No tendría que hacer falta decirlo, pero las apuestas jamás se pueden considerar una inversión, ni tan siquiera en el caso de que se parta de una situación de ventaja. Y es que en el juego la banca siempre gana. Así que, si de verdad quieres ganar dinero con las apuestas, sé la banca. Pero si eres la banca esto ya no es una inversión, es una empresa, en el caso de ser legal y un delito en el caso de no serlo.

 

 

 

EN RESUMEN

 

Si quieres invertir tienes que tener muy claro qué tipo de inversión quieres hacer. Si pretendes ganar dinero o no perderlo a través de la inflación, tendrás que correr riesgos, estar muy encima y, seguramente, intervenir físicamente en el proceso. Pero si lo que quieres es tener apalancado el dinero que te va llegando a través de otros lugares, buscarás objetos de valor que puedan ocultarse a hacienda de cara a las declaraciones patrimoniales.

Pero hagas lo que hagas, por la razón que sea, con ética o sin ética, nunca olvides que la riqueza ni se crea ni se destruye, solo cambia de manos y de forma.

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