Ayer fue el clásico y lo disfruté. No negaré que soy del Barça, eso es algo que, por mucho que lo intentes ocultar, termina notándose. Pero por mis años, en temas futbolísticos, ya las he visto de todos los colores. No conocí en el campo a Di Stefano ni a Kubala. Mi punto de vista nació en unos tiempos deprimentes donde las preferencias oficiales por los blancos en la etapa franquista eran patentes en todos los resultados. Nos dimos cuenta de que el franquismo se acababa el día que el Barça ganó 0 a 5 en el Bernabeu, y es que por aquel entonces, con el asesinato de Sunyol en la memoria popular, el Barça era más que un club. Después pasamos por la manipuladora venganza del presidente de los colegios arbitrales, el señor (es un decir) Plaza, a comienzos de la democracia. La exhibición de Cunningham en el Camp Nou, el dominio de la Quinta de Buitre, el sueño de Venables, el florecimiento de la Masía, el Dream Team, la Pasión y Muerte con Van Gaal, la resurrección de Rijkaard, el aburguesamiento de los brasileños… Sin embargo, desde la llegada de Guardiola, el proceso que se inició con Cruiff ha llegado a su punto culminante, a su excelencia, y ahora cuando uno se prepara para ver a este equipo en la tele no debe olvidarse el babero, porque tarde o temprano sale ese fútbol que enamora. Ayer tardó mucho porque el Madrid ha crecido, pero al final se evidenció algo que ya tendría que preocupar, y mucho, a los merengues: ese equipo sólo se sustenta en el talonario ¿Qué pasará el día en que los blancos no se puedan endeudar más?
Al Castilla llegan decenas de magníficos jugadores, sin un sello de estilo, pero magníficos también porque la casa blanca los ha sabido seleccionar, para eso aún hay dinero. Pero al llegar al Castilla, de repente, Mourinho ha truncado el puente que les preparaba para ser jugadores de primera. Solo, de tanto en tanto, una de esas figuras en ciernes cruza una endeble pasarela para jugar unos minutos en un partido menor. Incluso entonces el joven solo ve a sus ídolos desde lejos. Las más de las veces no volverá a compartir vestuario con ellos y recalará en otro equipo donde demostrará su categoría y, tal vez, el Madrid lo repesque para arruinarle un par de años más de su carrera deportiva.
El problema del Barça es otro. Tiene un sello y un estilo, haciendo que el centro del campo sea de la casa. Sin embargo llegan que deben dejar marchar a jugadores del nivel de Jeffren, Xavi Torres, Botía o Bojan, antes, con menos razones, se dejó marchar a Damià, Sergio García o incluso el propio Guardiola a pesar de tener conciencia de su gran nivel. Salvo Xavi y Puyol, en el primer equipo se acumulan jugadores de la cantera demasiado jóvenes para ser sustituidos, a no ser que el nuevo sea tan y tan bueno que amenace a los que ya están arriba, tal es el caso de Thiago. Claro que la diferencia entre Guardiola y Mourinho es que el primero les dará la oportunidad durante uno o varios años y si lo merecen les ayudará a crecer. Tal vez eso suponga dejar algún punto vital en el camino, pero no hay que preocuparse porque, al final, siempre se puede dar un golpe de timón en el Bernabeu. Pero con cuidado, hay que dejar que el Madrid siga siendo un rival y que permita seguir creciendo al Barça. Si ayer el Barça hubiese terminado por hacer la manita que algunos ya intuíamos, tal vez Mourinho no se hubiese comido los turrones, pero eso no lo quiere Guardiola.
Imaginen por un momento que los blancos despiden al luso. La primera evidencia es que tienen por equipo una banda quemada, algo así como la jaula de grillos más cara del mundo. Un equipo sin futuro, sin cantera y con un montón de grandes figuras deseando seguir su camino hacia donde existan más posibilidades. Pocos entrenadores se atreverían a coger las riendas con garantías (con sinceridad, ninguno). Pero siempre hay la posibilidad de que llegue alguien de la casa y pretenda hacer algo con la imagen del Barça. Alguien con la capacidad que un día mostro Del Bosque, que además conoce muy bien a ese Barça gracias a su puesto de seleccionador. El cambio no sería inmediato, las estructuras blancas están muy destrozadas por el mourinhismo, pero en dos o tres años el Real Madrid podría a ser una verdadera amenaza para los culés (no como ahora). Y si además crearan una estructura similar a la Masía (medios tienen los blancos), aparecería un proyecto de futuro, solo faltaría un sello propio de estilo de juego que el Madrid nunca ha tenido. Tal vez, sin embargo, podrían basarse en ese fútbol fuerza de corte centroeuropeo que tanto les gusta, y aderezado con defensas a lo catenaccio italiano que algunos, como Tomás Roncero, han alabado, a pesar de hacerles un equipo pequeño, pero que se tolera siempre que lo haga el Madrid.
La historia del partido de ayer fue la de un gol a los veintipocos segundos producto de un fallo de Valdés y mucha potra de los blancos. Después todo fueron movimientos para superar la presión de los blancos hasta que llegaron los dos primeros goles. Porque tras el gol el Madrid pudo ser superior, pero siguió mostrando carencias que el Barça explotó a la perfección. Al final, como ya viene siendo costumbre, tras el gol de Xavi que ya hacía un rato que se veía venir, el Madrid volvió a ser un juguete roto en manos de los de Guardiola. Pero queda la sensación de que otra vez quisieron perdonarle la vida a un Mourinho que se permite hablar de suerte.
Queda mucha liga y el Barça aún se va a dejar muchos puntos en esta campaña, después de todo Guardiola aún le debe dar muchas oportunidades a su cantera. Solo por eso evitaremos decir aquello de… “punto, set y partido”.
Imagen extraída de la web del diario AS.
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