Hoy hemos sido testigos de un acto que puede cambiar la historia de nuestro país a peor... a mucho peor. No tiene que ver con la crisis, no tiene que ver con el sabotaje a la democracia dirigido por jueces, curas y otros sectores reaccionarios de rancio abolengo y que aún acaparan más facetas del poder de las que en teoría les pertenecen.
Nada de eso importa hoy… o, tal vez... todo.
A estas alturas, a pesar de la tibieza con que la prensa ha procurado tratar el tema, todo el mundo ha escuchado hablar del Plan Bolonia. Tampoco, casi nadie, sabe en qué consiste el citado plan. No hay interés en definirlo y sólo algunas pinceladas han llegado hasta nosotros. Sin embargo, la mayoría de esas pinceladas suponen un cambio estructural para la vida estudiantil y la concepción de toda nuestra sociedad, con unas implicaciones tan tremendas, que convendría analizarlas con lupa ya que las consecuencias que implican para nuestro futuro deberían decidirse en un referéndum.
Los hechos que hoy importan empiezan ahí, en el Plan Bolonia. Hoy una cincuentena de sufridos estudiantes, en contra de este segregacionista plan, y que se encerraron hace unos meses en la rectoría de la Universidad de Barcelona han sido desalojados por los mossos d’escuadra a petición del rector. Los estudiantes han defendido su cota con las armas que tenían a mano, sillas y mesas, pero las bien entrenadas tropas oficiales, a pesar de las fortificaciones, haciendo uso de la brutalidad “necesaria”, han logrado tomar la sala y expulsar a los insurrectos. La prensa se ha llenado con informaciones sobre los 16 mossos heridos, de ellos uno grave, y con los 6 detenidos y 16 denunciados. No habla de bajas entre los jóvenes, sin embargo una de las imágenes mostraba un trapo ensangrentado en la cabeza de uno de ellos ¿Habría más? Sabemos de la extrema violencia en ambos bandos y la televisión nos regaló una escena en que se enfrentan frontalmente, los mossos con porras y escudos, los estudiantes con sus manos (ya no tenían mesas ni sillas).
Los estudiantes han seguido con unas protestas que llevan meses sin lograr prácticamente nada. Ellos saben lo que viene y nadie les escucha, no les quieren escuchar… no les interesa escuchar. Según los anti-Bolonia se pretende privatizar y mercantilizar las universidades y no sé si es cierto, pero, de entre lo poco que conozco, hay algo que me intranquiliza mucho: “los estudiantes no podrán compaginar trabajo y estudios”. Yo trabajaba mientras estudiaba en la universidad y la mayoría de los exuniversitarios que conozco también. Era complicada esa compaginación y limitaba los resultados, pero era la única alternativa para obtener una buena educación. Hoy pretenden substituirlo por “becas”, cuando en Alemania, que ya impuso esa norma hace años, paga un sueldo a los estudiantes por serlo. Las becas, para otorgarse, obligan a cumplir una serie de criterios, que por reducidos que sean, terminan por excluir a muchos de los que los necesitan. Las becas se pagan tarde y mal. Y las becas no producen experiencia… salvo la de los sentimientos de frustración.
Si se cierra la universidad a las clases populares, como parece indicar este punto, la diferencia entre los que dominan el cotarro y los que sobreviven a su sombra crecerá… ¿Qué futuro les espera a los hijos de los pobres? Sobre todo ahora que hemos llenado nuestro país de mano de obra no cualificada. La deducción obvia es que este simple punto del Plan ya será un generador de miseria, xenofobia y salarios miserrísimos.
Los estudiantes, una vez más, han salido a la calle por lo que de verdad importa y, una vez más, nadie quiere escucharlos. Es más fácil escuchar al clero cuando satura la calle pidiendo la abolición del condón, a los jueces haciendo huelga para que les dejen seguir engordando sus gordos culos o a la mafia de los “Esperancita Boys” reivindicando su inocencia mientras ponen trabas a toda investigación imparcial.
La crisis, la crisis, la crisis… todo es culpa de la crisis. Y con estas saltamos a las páginas de deportes o hacemos zapping hacia el programa amarillo que más bilis trivial destile. Pero nuestro futuro se dirime en las luchas de las aulas. Y, si al principio muchos decanos y catedráticos se resistieron al modelo que ese Plan nos trae de Europa, hoy son mayoría los que se han hecho adeptos. Esto me hace creer que los anti-Bolonia tienen razón, pues hemos visto que la privatización de empresas ha enriquecido a sus directivos, a costa de sus productos y trabajadores, de igual modo, Bolonia parece que puede enriquecer a decanos y catedráticos a costa de alumnos y profesores.
El hijo del rico ya no tendrá que codearse con el hijo del pobre por una posición de poder. Si hasta ahora el primero contaba con una enorme ventaja que no dependía de sus conocimientos y capacidades, ahora también contara con ese estado diferencial. Bolonia terminará por hacer más ricos los ricos y más pobres a los pobres. Si hasta ahora acceder a la universidad obligaba a unos pagos nada razonables, a partir de ahora también nos retirarán la posibilidad de obtener el dinero que los cubra.
¿Por qué tenemos que dejar solos a los estudiantes? Es cierto que están luchando por ellos, pero también lo están haciendo por nosotros. Por los nietos de sus abuelos, por los hijos de sus padres, por aquellos otros que puedan nacer un día y por esos emigrantes que han quedado embarrancados en nuestro país con la crisis. Por todos, todos contra Bolonia.
NOTA FINAL: Por la noche los estudiantes han vuelto a salir a la calle. Durante el día se les ha perseguido en todas las sedes universitarias, mientras el rector de la UAB se justificaba en la transgresión de una virtual línea roja como excusa para el desalojo. Se referirá a la línea que desde hace semanas, meses, vine a produciendose en la forma de un acoso y derribo continuados a esos estudiantes (especialmente en la Pompeu Fabra, más próxima a las prácticas de privatización y el proselitismo). Creo que no, pues el hablaba de una presunta agresión en la facultad de geografía e historia (junto al campo del Barça), bastante lejos de la plaza Universidad.
Esta noche los estudiantes han formado una belicosa y enorme multitud, pero si esta era grande, la agresividad de los antidisturbios ha sido mayor y han zurrado sin descanso a estudiantes, transeúntes y periodistas. Ahora si hablan de 20 heridos en el lado estudiantil: la prensa ha sido atacada. Tal ha sido el desatino oficial que, al final, el jefe de los mossos ha tenido que salir pidiendo disculpas por los desmanes de sus chicos.
Pero, que más da, insisten los políticos y los beneficiarios para desalentar a los estudiantes: “Alea jacta est”.
Nada de eso importa hoy… o, tal vez... todo.
A estas alturas, a pesar de la tibieza con que la prensa ha procurado tratar el tema, todo el mundo ha escuchado hablar del Plan Bolonia. Tampoco, casi nadie, sabe en qué consiste el citado plan. No hay interés en definirlo y sólo algunas pinceladas han llegado hasta nosotros. Sin embargo, la mayoría de esas pinceladas suponen un cambio estructural para la vida estudiantil y la concepción de toda nuestra sociedad, con unas implicaciones tan tremendas, que convendría analizarlas con lupa ya que las consecuencias que implican para nuestro futuro deberían decidirse en un referéndum.
Los hechos que hoy importan empiezan ahí, en el Plan Bolonia. Hoy una cincuentena de sufridos estudiantes, en contra de este segregacionista plan, y que se encerraron hace unos meses en la rectoría de la Universidad de Barcelona han sido desalojados por los mossos d’escuadra a petición del rector. Los estudiantes han defendido su cota con las armas que tenían a mano, sillas y mesas, pero las bien entrenadas tropas oficiales, a pesar de las fortificaciones, haciendo uso de la brutalidad “necesaria”, han logrado tomar la sala y expulsar a los insurrectos. La prensa se ha llenado con informaciones sobre los 16 mossos heridos, de ellos uno grave, y con los 6 detenidos y 16 denunciados. No habla de bajas entre los jóvenes, sin embargo una de las imágenes mostraba un trapo ensangrentado en la cabeza de uno de ellos ¿Habría más? Sabemos de la extrema violencia en ambos bandos y la televisión nos regaló una escena en que se enfrentan frontalmente, los mossos con porras y escudos, los estudiantes con sus manos (ya no tenían mesas ni sillas).
Los estudiantes han seguido con unas protestas que llevan meses sin lograr prácticamente nada. Ellos saben lo que viene y nadie les escucha, no les quieren escuchar… no les interesa escuchar. Según los anti-Bolonia se pretende privatizar y mercantilizar las universidades y no sé si es cierto, pero, de entre lo poco que conozco, hay algo que me intranquiliza mucho: “los estudiantes no podrán compaginar trabajo y estudios”. Yo trabajaba mientras estudiaba en la universidad y la mayoría de los exuniversitarios que conozco también. Era complicada esa compaginación y limitaba los resultados, pero era la única alternativa para obtener una buena educación. Hoy pretenden substituirlo por “becas”, cuando en Alemania, que ya impuso esa norma hace años, paga un sueldo a los estudiantes por serlo. Las becas, para otorgarse, obligan a cumplir una serie de criterios, que por reducidos que sean, terminan por excluir a muchos de los que los necesitan. Las becas se pagan tarde y mal. Y las becas no producen experiencia… salvo la de los sentimientos de frustración.
Si se cierra la universidad a las clases populares, como parece indicar este punto, la diferencia entre los que dominan el cotarro y los que sobreviven a su sombra crecerá… ¿Qué futuro les espera a los hijos de los pobres? Sobre todo ahora que hemos llenado nuestro país de mano de obra no cualificada. La deducción obvia es que este simple punto del Plan ya será un generador de miseria, xenofobia y salarios miserrísimos.
Los estudiantes, una vez más, han salido a la calle por lo que de verdad importa y, una vez más, nadie quiere escucharlos. Es más fácil escuchar al clero cuando satura la calle pidiendo la abolición del condón, a los jueces haciendo huelga para que les dejen seguir engordando sus gordos culos o a la mafia de los “Esperancita Boys” reivindicando su inocencia mientras ponen trabas a toda investigación imparcial.
La crisis, la crisis, la crisis… todo es culpa de la crisis. Y con estas saltamos a las páginas de deportes o hacemos zapping hacia el programa amarillo que más bilis trivial destile. Pero nuestro futuro se dirime en las luchas de las aulas. Y, si al principio muchos decanos y catedráticos se resistieron al modelo que ese Plan nos trae de Europa, hoy son mayoría los que se han hecho adeptos. Esto me hace creer que los anti-Bolonia tienen razón, pues hemos visto que la privatización de empresas ha enriquecido a sus directivos, a costa de sus productos y trabajadores, de igual modo, Bolonia parece que puede enriquecer a decanos y catedráticos a costa de alumnos y profesores.
El hijo del rico ya no tendrá que codearse con el hijo del pobre por una posición de poder. Si hasta ahora el primero contaba con una enorme ventaja que no dependía de sus conocimientos y capacidades, ahora también contara con ese estado diferencial. Bolonia terminará por hacer más ricos los ricos y más pobres a los pobres. Si hasta ahora acceder a la universidad obligaba a unos pagos nada razonables, a partir de ahora también nos retirarán la posibilidad de obtener el dinero que los cubra.
¿Por qué tenemos que dejar solos a los estudiantes? Es cierto que están luchando por ellos, pero también lo están haciendo por nosotros. Por los nietos de sus abuelos, por los hijos de sus padres, por aquellos otros que puedan nacer un día y por esos emigrantes que han quedado embarrancados en nuestro país con la crisis. Por todos, todos contra Bolonia.
NOTA FINAL: Por la noche los estudiantes han vuelto a salir a la calle. Durante el día se les ha perseguido en todas las sedes universitarias, mientras el rector de la UAB se justificaba en la transgresión de una virtual línea roja como excusa para el desalojo. Se referirá a la línea que desde hace semanas, meses, vine a produciendose en la forma de un acoso y derribo continuados a esos estudiantes (especialmente en la Pompeu Fabra, más próxima a las prácticas de privatización y el proselitismo). Creo que no, pues el hablaba de una presunta agresión en la facultad de geografía e historia (junto al campo del Barça), bastante lejos de la plaza Universidad.
Esta noche los estudiantes han formado una belicosa y enorme multitud, pero si esta era grande, la agresividad de los antidisturbios ha sido mayor y han zurrado sin descanso a estudiantes, transeúntes y periodistas. Ahora si hablan de 20 heridos en el lado estudiantil: la prensa ha sido atacada. Tal ha sido el desatino oficial que, al final, el jefe de los mossos ha tenido que salir pidiendo disculpas por los desmanes de sus chicos.
Pero, que más da, insisten los políticos y los beneficiarios para desalentar a los estudiantes: “Alea jacta est”.
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