Hemos dejado pasar la
primera andanada informativa tras la muerte del fundador del PP (antes AP) para
empezar a evaluar las implicaciones y las obligaciones que vienen
añadidas a este evento. Una vez muerto el que dirigió los destinos de la
derecha española, marcó el camino de lo que tenía que ser y no ser el
conservadurismo y dinamitó de la forma que pudo todos los proyectos de progreso
democrático en nuestro país, el PP tiene ahora una serie de compromisos y
obligaciones hacia el Estado y la sociedad española que deben ser ineludibles.
En primer lugar ha llegado
el momento de acabar con el franquismo residual que ha impedido durante más de
treinta años cerrar el proceso transicional. Para ello el PP debe definir cuál
es su concepto conservador para medirse con los partidos de ese ámbito que hay
en toda Europa. En su día Don Manuel aglutinó bajo sus siglas todas las
tendencias de la derecha; desde las más livianas a las más ultras, siendo
tolerantes con las posturas franquistas y sustentando las teorías que, en
oposición a la realidad, daban validez a esa dictadura y negaban su naturaleza
terrorista. Es hora también de que los muertos descansen en las tumbas, igual
que ya lo hace Don Manuel, y recuperemos esa memoria histórica que se amontona
en las cunetas de nuestro vergonzante pasado.
Sé que el tema del perdón
implícito a nuestra tutelada democracia, es un dogma de fe para las estructuras
del PP, pero eso, en contra de lo que creía su fundador, no es un impedimento
para firmar una paz para todos.
Cierto es que fueron muchos
los que colaboraron con aquella caza de brujas continuada que fue el franquismo
y que por responsabilidad no deberían volver al ejercicio del poder, por eso la
responsabilidad del PP aún es mayor para con todos los españoles. Después de
todo son muchos los miembros de su partido que, durante años, ajenos al dolor
que producían, se han permitido hacer apología de ese régimen dictatorial de un
modo que, en otros países más civilizados, les hubiese supuesto
responsabilidades penales graves.
De Rajoy es ahora la palabra
y no debe escudarse ni en el poder ni en la crisis para responder a la gran
pregunta: ¿Van a poder descansar los fantasmas del pasado o tendremos que
seguir viviendo con ellos?
Pero debe pensarlo rápido y
bien porque los nuevos tiempos ya están aquí, España se lo va a exigir y 11
millones de hooligans y la mayoría absoluta de unas elecciones cuestionables, no
son suficientes para controlar a un país que ha perdido la fe en los políticos
que exigen sacrificios al pueblo y son incapaces de predicar con el ejemplo. La
representatividad de quien gobierna debe estar fuera de toda duda, pero el don de
Mariano aún se escribe con minúscula.
Imagen
extraída de www.vigoalminuto.com
3 comentarios:
Menuda mierda de política tenemos en este país, el señor Mariano debería reflexionar sobre qué tipo decatástrofes tienen que haber ocurrido para que él llegue a gobernar
Este seños estuvo en un "gobierno" (por llamarlo algo) que firmó penas de muerte. Sólo lo recuerdo, que nadie olvide.
No es de Fraga de quien pretendo hablar en este artículo. Él debe ser el pasado. Solo pretendo hacer inciso en que ahora el PP debe despegarse de sus raíces franquistas que eran representadas por ese señor que ya es historia. España necesita enterrar a sus muertos, pero el partido PP, con su actitud tiene la fea costumbre de pasear sus esqueletos y sus fantasmas por todas partes. Mientras no se cierren las heridas y sigan viviendo de hacerlas supurar, este país no tendrá democracia... ni futuro.
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