miércoles, 29 de julio de 2009

TDAH: falacias, alarmismos, mitos, negocio y un poquito de mala leche.


Hasta los años ochenta la hiperactividad, por lo menos en nuestro país, era un raro diagnóstico que no significaba nada para casi nadie. Sin embargo, como hemos podido averiguar a posteriori, el déficit de atención, con o sin hiperactividad, siempre han estado presentes en nuestra sociedad. Para entonces, sobre todo en las escuelas, se limitaban a hablar de niños alelados o de niños cabrones (aún hay “profesionales” de la enseñanza que se permiten estas libertades nada inocuas). Hoy se sabe que importantes personalidades, de ser niños hoy, podían haber sido diagnosticado de esta afección. Por lo menos eso afirmó en su momento el eminente psiquiatra Luís Rojas Marcos haciendo una clara referencia a sí mismo. Por desgracia, también, recientes estudios realizados en instituciones penitenciarias, han demostrado que el porcentaje de internos con TDAH es más elevado que el de cualquier muestra de ciudadanos tomada fuera del centro. Y es especialmente alarmante que, entre esos internos con TDAH, la gran mayoría son consumidores de estupefacientes.

Así, de la ignorancia social hemos pasado, dentro del boom informativo, al más absoluto alarmismo y al hablar por hablar poniendo como centro de conversaciones para “analfabestias” el tema del TDAH o, lo que, para esos doctos inventores de la red es lo mismo a pie juntillas, la hiperactividad.

Un ejemplo que seguro han oído ya en alguna de sus miles de versiones: “los bebés hiperactivos”. Incluso, una “prestigiosa” web sobre pediatría afirmaba que algunos recién nacidos eran hiperactivos y se podía ver porque se movían continuamente... Siguiendo el hilo, en varios foros sobre el tema, muchas mamás afirmaban que sus cachorrillos con apenas año y medio tenían “la enfermedad de la hiperactividad”. Y la bola crecía con las aportaciones de “enteraos” de turno que afirmaban que se debía a determinadas dietas alimentarias, hábitos poco sanos e incluso prácticas sexuales durante el embarazo.

Acabemos con estas falacias de un plumazo. Un niño hiperactivo, aunque se le pueden ver algunas cosillas que nos hagan sospechar la posible existencia de TDAH, no puede ser diagnosticado con seguridad antes de los 6 o 7 años. Algunas de las características del TDAH está en toda la red, pero debe ser un profesional quien haga ese diagnóstico porque la sintomatología debe valorarse correctamente y, además, hay otras afecciones que comparten algunos de esos síntomas que además pueden darse, no darse o darse en un grado menor al esperado.

También hay que dejar muy claro que el origen de la hiperactividad no está claro y, aunque la genética puede tener mucho que decir, por ahora aún calla prudentemente. Así pues ese mito que pone a los dulces y las chuches como productores de la hiperactividad es sólo eso: un mito. Las llamadas guarrerías y chuches son culpables de una mala alimentación, incluso de caries, pero está científicamente demostrado que tiene una incidencia cero sobre el TDAH. En cuanto a las colas, como portadoras de la sustancia estimulante cafeína, pueden sorprender por su nula incidencia sobre estos niños, no así con niños nerviosos, con los que a menudo se les confunde. Sin embargo, ni a estos ni a otros niños es conveniente suministrarles sustancias psicoactivas ya que pueden alterarles la percepción y generarles procesos adictivos. Hablen con sus médicos antes de hacer nada que les genere dudas. Los niños no traen manual de instrucciones de origen, pero por ello no se agarren a la primera información sin acreditar que se les sirva. Incluso si la información parece acreditada, pero no les resulta del todo clara, cotéjenla donde y como sea preciso hasta que ya no existan dudas. La información es buena, pero hay que ser crítico y racional.

De niños hiperactivos, como de los que no lo son, hay muchos y muy variados porque cada uno tiene su personalidad, su grado de déficit de atención y de hiperactividad y, sobre todo su método para equilibrarse y salir adelante. Sin embargo, por lo general, la ayuda terapéutica y tratamiento conductual suelen ser una notable ayuda. En cualquier caso mantener alta su autoestima (y la nuestra) es una gran medida.

Otra de las cosas que se anda largando por las web’s de medicina ficción, es que todo niño con un mal rendimiento académico pueden ser hiperactivo. Pero la realidad es que ni son todos los que están, ni están todos los que son. Entre el 3 y el 7% de los individuos (y por tanto también de los niños) pueden tener TDAH, sin embargo el índice de malos estudiantes está entre el 10 y el 33% y siempre en función de los grupos sociales y los orígenes de los individuos. Las cifras no son, siquiera relacionables. Si a eso unimos la gran cantidad de personalidades con TDAH y que por tanto triunfaron en sus estudios, tenemos de nuevo una afirmación que no se ajusta a la realidad. Y es que, con un poco de organización y ayuda, el niño con TDAH puede desarrollar todas sus aptitudes que, además, en la mayoría de casos suelen ser muchas.

Quiero insistir y repetirlo hasta la saciedad si es necesario: no demos crédito a todo lo que internet nos cuenta del TDAH, y en general sobre nada. Debemos cotejar nuestras informaciones en libros y con profesionales en el tema. También podemos acercarnos a organizaciones que trabajan el mismo tema y que hay muchas. Y, sobre todo, desconfiemos de aquellos que quieran vendernos algo o saquen provecho de una información orientada en cualquier sentido.

Estas son algunas web cuya información me ha merecido mayor respeto, sin embargo, insisto, si el tema resulta de importancia para alguien cercano a usted no hable sin un verdadero conocimiento de causa y asegúrese de lo que dice, de lo contrario puede hacer mucho daño sin pretenderlo:

http://www.f-adana.org

http://www.feaadah.org/

Por otra parte, algunos estudios aún no confirmados y que se publican prematuramente deben mirarse con lupa, veamos un ejemplo:

http://www.uab.es/servlet/Satellite?cid=1096481466568&pagename=UABDivulga/Page/TemplatePageDetallArticleInvestigar&param1=1203318471311&setletertype=_aaa

La imagen ha sido extraída de http://mi-estrella-de-mar.blogspot.com y que ha servido para una conferencia en EE.UU. de esas donde se habla de aditivos alimentarios y azúcares como causantes o impulsores del TDAH. Algunas organizaciones están tan interesadas en esta relación que realizan carísimos congresos para defender en exclusiva lo que innumerables estudios científicos serios ya han descartado de forma categórica. Es curioso que lo que en su día no se hizo con la adición de flúor a las aguas de consumo humano, y que sigue sin demostrarse científicamente sea beneficioso y no sea perjudicial, se hace ahora con este tema donde no ha lugar.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

buenas tardes!
estoy haciendo una investigacion sobre el tdah, es un tema muy extenso y me gustaria saber si el tratamiento con terapia de juego cognitivo conductual se ha estado empleando o algun tema de interes para desarrollar esta investigacion... si me puedes ayudar te lo agradecere..

vhonkhamy dijo...

La terapia conductual es siempre necesaria, más para tratar los problemas que se ligan al TDAH, pero también es apropiada para tratar a los que tratan al niño para prepararlos en la labor educativa sin dejarse influir emocionalmente.
El juego, aunque usado, no es un modo tan habitual, para el tratamiento específico, pues el TDAH no es realmente identificado como tal hasta el séptimo año del niño. Antes se puede intuir la posibilidad y no es descartable esa terapia dentro d un panorama más amplio, pero dar por seguro ese diagnóstico antes resulta, como poco sospechoso. Son muchos los expertos que reciben niños que han sido tratados como TDAH durante años sin serlo. Algunos profesionales no especializados confunden otros problemas con el TDAH o a este con otros, retrasando la ayuda que ese niño realmente necesita durante años.
Así que si bien la terapia cognitivo conductual puede usarse, esta no es la única que debe recibir el niño.
Respecto a la medicación hay que recordar que es una ayuda, necesaria más veces de las admitidas, pero que no cura. Es el afectado por el TDAH (y no me refiero sólo a niños) el que debe encontrar sus propias herramientas para compensar su problema. Una vez compensado hay una persona que, en demasiadas ocasiones, puede ser enormemente inteligente.
El sacrificio de sufrir la dura educación de un niño con TDAH puede tener la compensación de un adulto sensible y mucho mejor adaptado al medio que los normales.
Lo importante son el cariño, la paciencia, pero esto último es muy fácil decirlo...