martes, 9 de febrero de 2021

ANÁLISIS DEL 14F: Parte 3: El bloque independentista

 

ANÁLISIS DEL 14F.

Parte 3: El bloque independentista

 

Solo cuatro partidos tienen suficiente trascendencia para ser nombrados en este bloque, aún así su análisis resulta mucho más complicado. La causa principal de esta complicación es que dentro del independentismo aún no se han sabido asumir las diferencias. Mientras las relaciones entre los partidos del bloque unionista son prácticamente las mismas desde hace muchos años y el reto independentista solo ha significado una pequeña perturbación en esas relaciones, para el bloque independentista hablamos de la esencia como bloque frente a la esencia política real. Los independentistas son incapaces de asumir que la verdadera esencia de JxCat y PDeCat es ser de derechas liberales, ERC de centro-izquierda socialista y la CUP una amalgama irreconciliable de izquierdas. Todos los partidos del bloque independentista pretende resumir su realidad en el independentismo y presentarse con esa mentira escrita en su frente, cuando un elector inteligente lo resumiría todo en dos palabras: partidos políticos.

Mientras el independentismo no quiera entender que la parte social del independentismo no se puede, ni se debe buscar en las relaciones entre partidos políticos, este movimiento vagará perdido a expensas de lo que suceda en un Parlament bloqueado desde Madrid, tanto si se quiere como si no. Y nunca importará quien gane estas o las siguientes elecciones. Aunque, seamos sinceros, en este caso, con la mayoría de la ciudadanía catalana favorable a la independencia, sería lo mismo, también, si ganaran los unionistas, especialmente fruto de una abstención forzada por procedimientos tan poco democráticos como los ya habituales de la JEC que siempre logra imponer sus voluntades partidistas saltándose los más elementales principios democráticos.

Hablamos de cuatro partidos independentistas, porque son los únicos que van a tener opciones a representación, pero lo cierto es que entre las papeletas a escoger puede que existan muchos más. Y eso que muchos de ellos ya han procurado ir junto a la CUP, ERC y, sobre todo los últimos y más polémicos, con JxCat. De todas formas, la definitiva escisión del JxCat del PDeCat también ha fragmentado la ex convergencia en un montón de pequeños fragmentos, la mayoría de los cuales no han logrado las firmas necesarias para presentarse. El más significativo de los corpúsculos escindidos tal vez sea el Partido Nacionalista de Catalunya de Marta Pascal, pero, más allá de los nombres de los candidatos no he sido capaz de diferenciarlos de las propuestas del PDeCat, por lo menos en cuestiones que puedan tratarse de algo más que simples sutilezas. Voy a obviar si se trata de personalismos o de una táctica global planificada, pero lo cierto es que para lo que debería importar al electorado, que es aquello que realmente podrán hacer en los próximos cuatro años, ninguno de los partidos surgidos de esta ruptura significan una diferencia que a la larga pueda ser tangible para la ciudadanía: son la derecha liberal catalana. Y cuando digo liberal emplazo a mis lectores a recordar mis viejos análisis del liberalismo político y económico como la utopía que nos llevó a la crisis de la pasada década y de la que aún no habíamos salido a la llegada del COVID-19.

Lo malo de tanto corpúsculo flotante es que se pueden perder muchos votos en ellos y reducir mucho la fuerza del independentismo.

Como hicimos con el bloque unionista, aquí también intentaremos ver los diferentes partidos en un orden de menor a mayor relevancia en estos comicios.

El primer partido a analizar sería el PDeCAT. Este contiene la esencia de la antigua CDC, con Artur Mas como reserva ideológica significativa. Su candidata, Àngels Chacón, es prácticamente una desconocida en el panorama político. Sinceramente, estoy convencido de que este partido se presenta más para blanquear la imagen de JxCat de “convergentismo”, que  para suponer alguna alternativa en el parlamento. Claro que, el hecho que un nombre tan reconocible como el de Marta Pascal, se presente por otro partido corpuscular y manteniendo un programa tan similar, hace pensar que no todos estaban conformes con esta idea. La cuestión es que las ex convergencias se presentan dentro de una cortina de humo y el PDeCAT cuenta porque, según la JEC, ha conservado los espacios de publicidad que le pertenecen a la “coalición” por sus resultados en las anteriores elecciones. Si nos fijamos bien en como durante la primera parte de la campaña el PDeCat ha centrado sus ataques contra ERC y en la segunda contra el PSC, nos dará una idea del lugar en que el núcleo del sistema de la vieja convergencia ha centrado sus objetivos.

La horquilla en que se mueve el PDeCat es una  de las que contiene más incertidumbre porque por un lado sus ideas ya están totalmente caducadas desde hace ocho años, pero por otro se ha encontrado con unas enormes posibilidades de mostrarse en todos los medios, lo que siempre supone muchas posibilidades. Podemos decir que el PDeCAT más optimista accedería a 12 escaños, pero el más pesimista habla de su total anulación: 0. Con todo, creemos que entrarán y estarán muy cerca de su anclaje en 3 diputados.

El segundo partido es la CUP, que, como ya sabemos, es un conglomerado de fuerzas políticas muy dispares, pero de tendencias antifascistas y anticapitalistas. En nuestro país, de desgraciadas influencias franquistas, llevar con orgullo la partícula “anti” es símbolo de extremismos, al menos según los medios que controlan nuestro imperfecto sistema. Sin embargo, este mismo sistema ha convertido al independentismo en una fuerza antiespañola, algo que, aunque es totalmente falso, si que está siendo aceptado por muchos independentistas hartos de los abusos e incomprensión que a diario reciben de esa misma España mediatizada.

Y cualquiera pensaría que esos independentistas hartos votarían al partido supuestamente más extremista, es decir la CUP… Pero no es así. Y es que una cosa es el extremismo ideológico y de principios, como el de la CUP, y otro el populista que vive el momento y se aprovecha de las emociones. Unas emociones que apantallan la realidad que hay detrás de algunos candidatos llenos de simbolismos, de banderas humanas…

La CUP, es, sin duda, el partido más serio que se presenta a estas elecciones, el único que no pretende engañar a nadie, el que ha ido rebajando sus pretensiones respecto al independentismo en función de lo que la realidad le dice… Y la verdad, para la gran mayoría, es algo que no quiere oír, aun que sea una verdad relativa, como lo son todas las verdades a las que podemos acceder. Pero como alguien dijo, “la honestidad es lo único que jamás se perdona en política”. Con todo, la CUP representa a una gran cantidad de ciudadanos que son auténticos convencidos del anticapitalismo y que ya no dejarán de lado nunca a la CUP, así que su suelo cada día está un poco más alto. Por otro lado, siempre cabe la posibilidad de que, antes del 14F, muchos independentistas pasionales analicen la realidad de sus candidatos y vuelvan la mirada a quien realmente le representa, pero me temo que la voz de la CUP no posee la fuerza que merece. Así que la horquilla de la CUP podría ir de 3 a 20 diputados, pero siendo sinceros, su punto de anclaje estaría más cerca de 5.

El tercer partido es ERC… Sí, el tercero. Antes de empezar la campaña incluso se habló de que ERC podía optar a la mayoría absoluta, incluso a pesar de que las post-convergencias mantenían su eterna guerra sucia contra quien les superara. Pero tranquilos que entonces no era personal… Ahora, después de que desde ERC contestaran a esa misma guerra sucia, sí. Lo cierto es que, desde hace unos años para esta parte, el partido que originó el independentismo en Catalunya, se ha ido asentando más en el lugar que se merece, pero, igualmente, los esprintes finales a cada votación siguen siendo igualmente decepcionantes respecto a un rival que cuenta con un impulso económico muy superior.

Si los líderes de hace treinta años vieran la trascendencia actual de ERC sin duda se sorprenderían, pero, sinceramente, muy pocos de los hoy votantes de ERC verían con agrado el cejijuntismo de muchos de aquellos líderes. En lo que sí estaría yo mismo de acuerdo con aquellas figuras del pasado, es que Aragonés no es el mejor representante de este partido. Para sumar con honestidad ERC ha tenido que renunciar a cuestiones que le impiden acceder a la corriente populista que mueve las urnas. Corrientes que n o aportan valor ni al país, ni al propio independentismo, pero que son la bese para ganar estas elecciones. Los meses en que Aragonés ha presidido en funciones la Generalitat, han supuesto, además, un desgaste innecesario, porque sin tener poderes para hacer lo necesario, han culpabilizado a toda la ERC de los errores propios, los ajenos y los imponderables. Y cuando digo ajenos, digo a errores que debieron ir al listado de JxCat, pero que extrañamente se han vendido como errores de ERC.

Con todo, lo peor que ha hecho ERC es su programa electoral. Y es que con tantos aires de populismo en el aire no se puede hacer un libro de 200 páginas con el programa y sin resumirlo en un decálogo impactante. Nadie les puede acusar de no tener programa y tampoco de que este sea malo porque, en realidad, nadie se para a leerlo.

Con todo, el partido ha sabido demostrar ser independentista, demócrata y moderado, lo que ha logrado que muchos votantes que siendo independentistas, pero asustados por la vorágine de la bipolaridad, vuelvan al redil. No existe dentro del unionismo ningún partido tan libre odio al adversario, a pesar de ello, responder a tanto ataque ha llevado a la consagración de algunos hooligans que no tienen nada que envidiar a los de otros partidos.

Si todo esto no hubiese sido suficiente, ERC se ha convertido en el objetivo de todos los dardos, tanto del unionismo, como también del independentismo. Solo hasta justo después del debate de TVE, en que Laura Borràs se presentó como la nueva Arrimadas, ahora desde el independentismo, no ha bajado la presión sobre ERC. Desgraciadamente se ha pasado del efecto Illa, al efecto Arrimadas ahora centrado en JxCat.

Con estas cañas, volver a hablar de los cerca de 50 escaños que llegaron a darse a ERC hace unos meses, parece absurdo. Es verdad que aún podría ganar las elecciones, pero si alcanzara los 36 escaños podría darse con un canto en los dientes. Por otro lado ERC es un partido ya muy asentado y sería muy pesimista hablar de su suelo en los 18 escaños. Así que el anclaje para este partido podemos considerarlo sobre los 29 escaños.

Finalmente la cuarta opción es JxCat que nuevamente ondea la bandera de Puigdemont por encima de las cabezas de los electores. Poco importa que el “MHP forever” solo sea un símbolo ahora muy partidista y mucho partidista. Y es que, como dijo erróneamente alguien del su partido, JxCat es una máquina de fabricar figuras, aunque sean tan poco acertadas o controvertidas como Laura Borràs o Joan Canadell. Pero no importa, nadie como JxCat y Ciudadanos, para entender el valor de los mitos. Si toca vender la unidad de España o una DUI para las cuatro y cuarto (un quart de cinc) importa muy poco, lo que importa es fidelizar todo el voto disponible sin exponer un programa real decepcionante. JxCat es un globo de aire caliente, pero como diría cierta persona, es nuestro globo de aire caliente. Un aire que tiene mucha gasolina para calentarse.

De la guerra sucia ya nos centraremos en hablar otro día porque creo que puede ser más interesante después de las elecciones y porque creo que podría dar para un libro entero.

JxCat luchará, si no triunfa el seny de los catalanes, con el PSC por la victoria electoral. Por muy mal que le vaya a JxCat no bajará de los 20 escaños, pero si exprime todas sus posibilidades, su límite está en 42, con todo su anclaje es similar al de ERC: unos 30 escaños.

Como ya dijimos en los dos primeros capítulos, la abstención y el voto por correo puede deformar mucho los resultados de estas elecciones.

 

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