viernes, 19 de noviembre de 2010

La muralla del capitalismo


A menudo tomamos a EE.UU. como ejemplo del triunfo de las economías de mercado. De hecho, para los neoliberales, los fundamentos económicos de ese país son el gran ideal, la meta a conseguir. Sin embargo, si viajan a Nueva York, a la zona más glamorosa de Manhattan… digamos en la quinta avenida unas manzanas antes de llegar a Central Park por el sur, verán unos edificios que les harán abrir boca y ojos por igual, lujosas tiendas llenas de los productos más selectos de todo el planeta. En fin, habrán llegado al corazón mismo del capitalismo. Ahora procuren poner los pies en tierra y mírenlos bien y miren el suelo que les rodea. No son las baldosas modernistas del Paseo de Gracia de Barcelona, de hecho ni siquiera se acercan a la vistosidad de las aceras de cualquier pueblo de provincias. Ante ustedes hay unas enormes placas de cemento liso, muy funcionales, pero con el único atractivo que el de los ennegrecidos chicles allí olvidados. Y si miran al asfalto de la transitada calle, es posible que detecten más de un profundo socavón en él. En mi última visita vi como uno de los valerosos ciclistas de la Gran Manzana introducía su rueda delantera en uno de ellos, lesionándose ambas muñecas.

El centro del universo capitalista es deslumbrante por arriba y decepcionante por abajo. De hecho nos deslumbra la inversión privada y nos decepciona la financiación pública. No es extraño en un país donde se vanaglorian de tener controlados sus impuestos. Dicen que su gran poder está ahí, pero… ¿es eso cierto?

Desde Central Park hasta el Sur de Manhattan, donde rutila el distrito financiero, se encuentra la capital oficiosa del capitalismo (la oficial sigue morando en la pérfida Albión). El lujo, la miseria, los trajes italianos, el sudor, la victoria y la peor de las derrotas se pasean por aquellas cuadriculadas calles, que no son más que un gigantesco puntito dentro de la enormidad olvidada de Nueva York. Sólo una porción dentro del más pequeño de los cinco sectores de la ciudad: Brooklin, Queen’s, Bronx, Staten Island y Manhattan. ¿Pero, qué es del resto de la Gran Manzana? Tan sólo el escenario de unos pocos fotogramas de cine y, sin embargo, allí, como en el resto de ese gran país, se esconde la verdad sobre el capitalismo. Barrios de emigrantes sin un sitio en la sociedad, barrios de clase media, barrios de clase baja, barrios de triunfadores, barrios de fracasados… todos los estratos de una sociedad que está terminando de digerir que ya no es el país de las oportunidades, porque los dueños del dinero han establecido un muro virtual muy difícil de escalar. Entre tanto, muchos ciudadanos que creyeron en el sueño americano han tenido que lanzar la toalla después de dejarse la piel en la construcción de ese gran Estado siempre inacabado. Tal vez un cáncer de estomago les alcanzó y, sin seguro sanitario y después de hipotecar sus sueños, termino por morir al no tener con que pagar sus últimas dosis de quimioterapia. Eso sí, algún oscuro ejecutivo se ahorró millones en impuestos a la hora de colocar el último ladrillo de la muralla invisible.

EE.UU. paga menos impuestos que cualquier país europeo, pero sus servicio a los ciudadanos son igualmente inferiores. Sin ir más lejos, ya hemos visto que el mantenimiento de una ciudad como NuevaYork haría ruborizar de vergüenza a cualquier alcalde europeo y de indignación a sus conciudadanos. Ese es el significado último del “estado del bienestar”. En Europa nuestras ciudades gastan fortunas en servicios e infraestructuras que se han de financiar con impuestos. En EE.UU. es la iniciativa privada la que construye y las administraciones sólo mantienen lo que se puede con sus presupuestos, así que todo está pensado para que ese mantenimiento sea lo más barato posible, pero aún así, frente a la puerta de Tíffanis pueden verse algunos lindos socavones, y bajo el subsuelo, el subway mantiene la misma cara llena de cremas desde hace un siglo y sin hacerle ni una pequeña operación de verdadera cirugía estética.

Nueva York, a pesar de todo, sigue fascinando a sus visitantes y, en cuanto a sus habitantes, están tan orgullosos de su ciudad que no la cambiarían por ninguna otra. Pero es la ciudad de la inversión privada, en el país de la inversión privada. Allí el juego es otro donde los ganadores ganan más y los perdedores lo pierden todo. Así que cuando en mi ciudad veo excrementos en las aceras (una rareza en Nueva York), mendigos haciendo cola en un comedor público, turistas de mochila o políticos de derechas intentando expulsar a los emigrantes, me pregunto: ¿Dónde estarán construyendo la muralla?

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Postales electorales (I)


Las nuevas elecciones traen muchos partidos nuevos y algunos viejos, muy viejos. Sin ir más lejos hay alguno que ha sacado de su chistera las mismas frases e ideas con que Falange y la CEDA empezaron a construir la guerra civil. También en una reunión de su asamblea de ancianos sacaron un juego en el que de forma virtual su jefe de filas ejercía el pistolerismo subido a una gallina voladora que debía estar hecha caldo, porque era blanca. Finalmente han pedido disculpas y lo han retirado para hacerle las pertinentes modificaciones, no vaya a acusarles de violentos. Ahora, en lugar de disparar el personaje será la propia gallina la que lanzará vómitos exterminadores que acabarán con los emigrantes, los independentistas, los impuestos de Madrid y Andalucía, la lengua catalana, el agua del Ebro y el Parc del Delta y hasta con su puta madre.

No hay nada como una campaña democrática, católica y decente para proteger a España.

¡Viva la gallinaTuruleta!

lunes, 1 de noviembre de 2010

Voces por la tolerancia.


A preguntas al vicepresidente de la Generalitat de Catalunya, señor Josep Lluís Carot-Rovira, sobre cuál sería la situación del castellano en caso de llegar la independencia a Catalunya, ha sorprendido a todos. Según el exlíder de ERC, Catalunya es una realidad plurinacional y, aunque el catalán es su lengua propia, las otras realidades también están presentes. Finalmente, como lingüista, habla del respeto a otras lenguas. No llega a decirlo claramente, pero parece claro que su idea es la de mantener la cooficialidad, aunque con la lógica preeminencia del catalán. Todo un ejemplo de tolerancia por parte de un llamado radical hacia una cultura que, sin embargo, no ha sido tan tolerante con la autóctona.

Esta semana el noticiario digital con aspiraciones a ser referente para el catalanismo, nacionalismo catalán e independentismo, “crónica.cat”, ha publicado un artículo cuyo titular ha podido llevar a engaño a muchos lectores: “Boris Izaguirre: No és prudent viure a Catalunya perquè s’hi parla català”. Después, en el interior se desvelaba que esa era la interpretación que había realizado la tergiversadora red de noticias “Libertad Digital” a una respuesta en la entrevista que Albert Om hizo al venezolano en TV3. Boris respondió realmente que consideraba ofensivo para la cultura catalana no hablar esa lengua. Sin embargo, en las primeras horas, el titular se extendió como la pólvora en lo que constituía un ataque contra el showman. Fue un error de titular, pero sirvió para que, a partir de un momento dado, un clamor popular gritara contra los que habían propagado el error. La idea general era que conociendo a Boris aquellas palabras no eran creíbles, pero los que vieron la citada entrevista salieron en su defensa airada. Por el momento “crònica.cat” aún no ha pedido disculpas, respecto a “Libertad Digital” ni siquiera se espera.

La práctica totalidad de librerías catalanas han devuelto a los distribuidores el libro de Albert Boadella y Sanchez Dragó donde en unos comentarios, teóricamente autobiográficos, se asume un acto de pederastia. Entre tanto Esperanza Aguirre ha salido en defensa de sus pupilos afirmando que “sólo es literatura” (sorprende que siendo sobrina de un eminente literato al que la historia a separado de sus otras facetas… digamos menos escrupulosas para ser finos, aún confunda pederastia con literatura), lo que ha generado una oleada de críticas, incluso de los sectores ligados a la prensa amarilla. Y es que hay cuestiones en que ser “tolerante” es muy poco edificante.

España es un país laico por definición, sin embargo la iglesia católica goza de unos beneficios difíciles de explicar más allá de la tradición. En los últimos años se ha intentado financiar a otros “credos” para compensar este agravio comparativo, lo que aún ha resultado más gravoso para las arcas del estado y para la ciudadanía que en su gran mayoría se manifiesta agnóstica, no creyente e incluso, muchos, ateos. No contento con estas duras premisas, el Papa Benedicto XVI, en vísperas de su visita, ha lanzado, en varios de sus discursos, feas acusaciones contra el laicismo. En fin, “cornudos y apaleaos”.

El último ejemplo de tolerancia lo ha dado el eminente escritor y miembro de la RAE, Arturo Pérez-Reverte, que no ha dicho nada tras la partida por desahucio de su vecina del cuarto. Cuando la vio en la calle implorándole al juez entre lágrimas y rodeada por sus cuatro hijos pequeños, tuvo el buen sentido de correr a ocultarse en su domicilio. Tampoco, esta vez, hizo ninguna alusión en su twiter. Todo y que minutos después de su paso, la magnífica Belén Esteban hizo acto de presencia para defender a la pobre mujer. Seguramente ha sido debido a acciones como esta lo que ha avalado el rumor de que Zapatero podría estar pensando en reabrir el Ministerio de Igualdad con esta famosa como titular del mismo.

El último apartado es mera ironía y absolutamente falso… por si alguien no lo había captado.