lunes, 25 de mayo de 2009

Optimismo contra la crisis.


Imagen tomada de www.que.es

 

La crisis tiene un sentido más allá del tejido económico. No es que no afecte a las personas en paro o a aquellas otras que, de una forma u otra, han visto alteradas negativamente sus posibilidades económicas. No es eso. Lo que sucede es que la crisis también tiene una dimensión anímica en las personas que no se han visto afectadas. Personalmente sólo conozco dos personas que han quedado en paro en los últimos seis meses, sin embargo, en ese tiempo, conozco ocho casos de personas que les han diagnosticado un cáncer, dos depresiones, una fibromialgia y catorce enfermedades de larga duración. El universo de mis muestras (mi familia, amistades y conocidos) es grande y la crisis económica se ha mostrado de más formas que no sólo el desempleo, pero por encima de todo está ese pesimismo patológico capaz de desencadenar todos los males del mundo.


Estoy… estamos cansados de escuchar a políticos corruptos y ociosos dispuestos a sacar partido de la situación, a economistas agoreros, a empresarios listillos, a liberales descerebrados y a plañideras obtusas que sólo se dejan llevar como marionetas. Estamos cansados, sin saberlo, de que nos impongan un aura negativa a todo cuanto nos rodea, porque sabemos que es una excusa para arrebatarnos lo que nos pertenece.


Alguien, en algún momento y en algún lugar, obró mal con el único fin de enriquecerse. Seguramente ese alguien convenció a otros “álguienes” que siguieron enriqueciéndose impunemente durante bastante tiempo, sin embargo, en un momento dado, un fenómeno no controlado (siempre los hay) cambió el entorno económico y dejo al descubierto los errores de su pretendido gran negocio. Cuando la gran pelota de malas actuaciones quedó al descubierto desencadeno un conato de crisis, una llama que se extendió aprovechando otras bolas de acciones económicas erróneas a lo largo del globo. Y el incendio creció y creció porque los que habían ganado mucho dinero con aquellos fraudes legales, y que ahora podían usarlo para achicar el desastre, decidieron apartarse del mercado y llevarse su… nuestro dinero. Así fue esta crisis como así son todas las crisis y, como siempre, esos mismos que nos han robado, quieren echar mano a nuestros bolsillos para arreglar lo que ellos rompieron.


Hasta ahora, en todas las crisis, eso ha colado y pensamos que otra vez pasará. De ahí nuestro desánimo, nuestros nubarrones en la cabeza, nuestra fuente de desgracias. Y cuando vemos todo negro también todo parece salir mal. Es como una espiral que cae a un agujero sin fondo, un pez que se muerde la cola, un… ¡Basta!


Tenemos que cambiar la inercia de las cosas, contrarrestar a quienes disfrutan de nuestro desánimo y a quienes vuelven a sacar provecho de él. Tenemos que plantar cara a todos esos aprovechados que nos vienen con las mismas apreturas de siempre que, al final, sólo sirven para que ellos se lucren.


Si nos dicen que la solución es la moderación salarial debemos insistir en que la solución es la subida salarial, que sólo ella permitirá cubrir pagar nuestras deudas y poner suficiente dinero en circulación para reactivar la economía.


Si nos dicen que la solución es abaratar los despidos debemos contestar que la solución es encarecerlos porque los malos empresarios siempre acuden a la solución más fácil y después se dan cuenta, demasiado tarde, de que se han deshecho de quienes podían haber salvado su empresa.


Si nos dicen que se ha de inyectar dinero a las entidades financieras para que tengan líquido, se les contesta que el dinero se le ha de dar a los ciudadanos para que paguen sus deudas que, a final de cuentas, es lo que tiene sin dinero a los bancos. Y si un banco así no puede salirse es mejor que quiebre porque seguramente ha realizado operaciones inadmisibles y si se le inyectara dinero sería como tirarlo a la basura porque con el tiempo el problema volvería a emerger y volvería a desencadenar una oleada de problemas.


Si nos dicen que debe implantarse la austeridad fiscal, debemos contestar que hay que cubrir a los perjudicados por la actual crisis y que lo que hay que hacer es aumentar los impuestos a las personas que ganan cantidades abusivas de dinero (grandes ejecutivos y especuladores) porque ellos son los causantes de esta desgracia y poner un fuerte impuesto al suelo ya que su liberación es la causante de nuestra desgracia.


Si nos dicen que es una desgracia que se hunda el mercado inmobiliario debemos contestar que la desgracia fue no haberlo reventado antes de que nos escupiera toda su basura especulativa encima y que ahora, ya demasiado tarde para salvarlo, debe bajar más de un 60% si quiere seguir vivo.


Si nos dicen que debemos ser emprendedores tenemos que estar de acuerdo pero que primero se debe sacar una ley que prohíba los altos salarios que cobran los ejecutivos de las grandes empresas sin hacerse responsables de ni una sola de sus acciones.


Si nos dicen que todo está muy mal… cerremos la mano y apuntemos al cielo con nuestro dedo corazón. Hay que ser optimistas e intentar luchar, con todas nuestras fuerzas contra los que pretenden abrir un enorme agujero bajo nuestros pies.

 

Pensemos que sólo el optimismo puede sacarnos de esta, como de otras, crisis, pero el optimismo no quiere decir que no perdamos nuestra precaución. No dejemos que los especuladores de siempre nos enreden con sus duros a cuatro pesetas... otra vez.

 

jueves, 7 de mayo de 2009

Gol de Iniesta, gol del Barça.


Esta mañana mientras iba al trabajo me cruzaba con niños (y niñas) vestidos con la camiseta blaugrana. La mayoría de nosotros cuando fuimos niños tuvimos en algún equipo de fútbol a nuestro o nuestros ídolos y ocasionalmente vestíamos la camiseta que la abuelita nos compró en el mercadillo con los colores de ese club. Bueno yo llevaba la de la selección española, pero es que siempre hay excepciones. Con todo, rara vez las llevábamos a la escuela, primero porque esta solía ser muy estricta con las formas de vestir y segundo porque no se daba la oportunidad. Quizá por todo eso me ha sorprendido ante la marea de niños que con la camiseta del Barça accedía a los colegios.

Ayer, propios y extraños sufrimos hasta casi el infarto con el partido Chelsea-Barça, con una diferencia al sufrimiento de otros momentos parecidos y otras situaciones idénticas: confiábamos en ese equipo. Me recuerdo anoche frente a la radio, con el locutor diciendo que era el tiempo de descuento y repitiendo una y otra vez: “Bakero, bakero, bakero…”. Pero a pesar del sufrimiento ante una derrota que ya parecía cercana, algo me decía que a aquel equipo que había maravillado al mundo entero no le podía pasar. Y así fue… “¡Iniesta… gooool!” Por segunda vez en cinco días la euforia salió a las calles y estaba más que justificada.

Sin embargo, este Barça, que ha vuelto a hacer confiar en el regreso del fútbol como espectáculo, aún no ha ganado nada y, aún así, nos tiene a todos enamorados. Como decía Antoni Bassas, podría no ganar nada este Barça, que tiene encarada la liga y está clasificado para las finales de la Champions y la Copa, y aún así le daríamos las gracias por lo mucho que nos ha hecho disfrutar.

Vivimos en medio de una crisis económica que muerde con fuerza a miles de familias aquí y también más allá, pero, durante poco más de una hora, nuestras angustias descansan en una esfera que se mueve en una ola de elegancia sobre una alfombra verde.

Vivimos asustados por una pandemia o epidemia (o vete a saber que) que dicen salió de algún cerdo allende los mares y, durante poco más de una hora tuvimos todos los antivirales que necesitábamos.

Y no, no fue un gran partido. Tampoco importaba mucho esta vez, después de todo el arte del balón pierde mucho en un aparato de radio, pero veremos la final y allí esperamos ver a ese Barça que ha salvado a las empresas fabricantes de baberos. Porque a los que nos gusta el fútbol de verdad (y poco importa en ese caso cual sea nuestro equipo) no podemos evitar babear como el mismísimo Homer Simson, cada vez que un partido de este equipo se nos ofrece en todo su esplendor.

Señores directivos encargados del merchandaising culé, no se olviden de poner a la venta baberos gigantes con los colores del club y de tenerlos disponibles en las entradas del Nou Camp y busquen un buen fabricante nacional. Contra la crisis imaginación… y fútbol.

¡Felicidades Barça! ¡Felicidades culés! ¡Felicidades amantes del fútbol! Porque, a pesar del pobre espectáculo exibido en Stanford Bridge, ayer gano el concepto del fútbol de verdad frete a la racanería, la destrucción y los malos modos. El papel de malo lo representó el Chelsea, pero lo hizo en nombre de muchos (demasiados) otros que cada día se preocupan mucho más del marcador que de ofrecer el espectáculo que se merece a las miles de personas que les apoyan desde las gradas o desde el otro lado del televisor.

ochrsnmis en www.YouTube.com nos ofrece el gol de Iniesta

domingo, 3 de mayo de 2009

A vueltas con las crisis y las diferentes formas de enfrentarlas.


Imagen tomada de www.elpais.com

Con motivo de unas conferencias sobre el liberalismo económico, uno de los ponentes hizo una demostración del valor del dinero circulante frente al dinero parado. El ponente extrajo un euro de su portamonedas y pidió al público que ofertara productos para cambiar por él, para vendérselo por ese euro. Bolígrafos, mecheros, pañuelos, hasta un abrecartas que aún no se sabe muy bien como pudo traspasar la seguridad de la entrada al palacio de congresos. El ponente eligió un masaje cervical rápido que le ofreció una teórica quiropráctica. A continuación el ponente obligó a esta a cambiar su euro por el producto o servicio de otra persona del público. Las ofertas se repitieron y ella aceptó una… y así sucesivamente hasta que el euro volvió al bolsillo del ponente a cambio de un ejemplar de su último libro. A continuación nos preguntó que habíamos ganado con todo aquello. La mayoría pensó que nada, algunos creyeron haber perdido, pero tanto la quiropráctica como el que recibió el libro al final no dudaron en decir lo que habían ganado. Bueno, la verdad es que no fueron los únicos en creer que habían ganado. Aquel defensor del liberalismo quiso, a continuación, decirnos que en un mercado libre el dinero circula hacia las mejores ofertas encontrando su mejor camino que, posiblemente, algunos miembros del público no habían quedado contentos con sus compras y ventas porque el mercado que habían tenido delante no estaba totalmente liberalizado. Seguramente se habían visto obligados a aceptar una de las ofertas, aunque ninguna les convenciera, sin embargo, en un mercado suficientemente grande y libre siempre se encontraban las ofertas y demandas idóneas y el dinero podía circular sin problemas. La cuestión es que, con un solo euro, se podía mover una enorme parte de la economía, pero la economía no se movía con el dinero, sino cono la circulación de este. “Imaginen ahora cientos de millones de euros cambiando continuamente de mano: carreteras, palacios de deportes, viviendas, colegios, fábricas, trabajos, familias, niños…” El ponente los convenció a todos… a todos menos a mí.

Empíricamente me acababan de demostrar el valor del dinero circulante y no podía poner ni un pero a la demostración así establecida, pero de eso a aceptar las bondades del libre mercado había un abismo insalvable. El ponente (llamémosle señor John Smith… o mejor Adam Smith segundo, creo que a él le gustaría) ya había creado un mercado muy poco liberado y había forzado a circular el euro. De no ser por su presión el euro se hubiese detenido varias veces en determinados bolsillos. Ahora imaginemos ese gran mercado y totalmente liberado del que hablaba Adam Smith segundo. Para abreviar llamaremos a ese mercado “Liberalia”. Liberalia existe como mercado liberal dentro del mercado global mundial. En Liberalia se han especializado en obtener beneficios de una materia natural que tienen en abundancia: madera de sus enormes bosques. Leñadores, serrerías, fábricas de muebles, artesanía de madera, papel, imprentas, material de construcción de madera… A su vez, aunque hay fábricas e industrias de muchas más cosas, pero que meramente sobreviven con problemas frente a la competencia exterior, Liberalia es deficitaria en metales y sus derivados.

Imaginemos Liberalia como una economía floreciente que vende los subproductos de la madera al exterior y ese dinero, tras circular dentro de la economía local, sirve para comprar todas aquellas mercancías en que Liberalia es deficitaria. Todo es liberalmente perfecto, pero imaginemos que sucedería si aparecieran diferentes perturbaciones a ese equilibrio.

 

PROBLEMA 1

Una economía externa conoce el precio de la madera en origen dentro de Liberalia y decide comprarla directamente para fabricar en su país muebles y otros subproductos ya que ellos pueden hacerlo mejor y más barato. Como Liberalia es un mercado liberal acepta a cambio de subir un poco el precio de esa madera. Al alcanzarse el nuevo equilibrio habrán ocurrido varias cosas: primero se habrá encarecido la materia prima, con lo que los productos finales también se verán afectados; en segundo lugar la madera disponible para las industrias locales habrá disminuido, lo que implicará una bajada de salarios y menos puestos (despidos) en la industria del mueble; y en tercer lugar aumentará el talado de bosques porque el mejor precio lo hace más rentable, se contratarán más trabajadores en este sector (que no cubrirán los despidos de los otros), pero se aproximará el momento de un exceso de madera en el mercado y empezarán las preocupaciones por la deforestación. A estos efectos primarios se añadirán otros secundarios. Como se venderá menos materia manufacturada al exterior, el pago por la madera no cubrirá, con sus nuevas divisas, las que se dejan de ganar y Liberalia tendrá menos capacidad para comprar en el exterior y esto ralentizará a los demás sectores de la economía de Liberalia, con lo que aparecerá una pequeña crisis, pero que en un mercado liberal no tiene solución. Sin embargo los habitantes de Liberalia no se rendirán y sus empresas tampoco.

Solución liberal: Esperar al equilibrio de los mercados y a quien le toque fastidiarse que se fastidie.

Solución no liberal: Fuera del liberalismo económico, en el mercado real, existen varias opciones que no necesitan del proteccionismo.  La primera medida la pueden tomar las propias empresas de muebles comprando las serrerías y las empresas de talado y formando un trust, lo que les permitiría obtener la madera a mejor precio que sus competidoras “extranjeras”, pero que les obligaría a un gran esfuerzo económico. La segunda medida sería política y estaría destinada a proteger la materia prima mediante leyes ecológicas. Se limitaría el talado de los árboles y se obligaría a repoblar para evitar la total deforestación del país. Eso aseguraría la economía en el futuro, pero también encarecería el precio de la madera. El encarecimiento no favorecería a las empresas, pero, sin embargo aumentaría la cantidad de divisas que llegarían por esa madera, haciendo que fuese el inversor extranjero el que pagara la reforestación. Sin embargo, el atractivo de talar en masa disminuiría y no se contratarían tantos trabajadores en el sector, además sus salarios tampoco aumentarían, pero tampoco habríamos perdido los del sector del mueble. Al final la entrada de divisa se sostiene. Las autoridades económicas de Liberalia también tendrían que tomar toda una serie de medidas destinadas a estos objetivos como facilitar los préstamos baratos a la industria del mueble para que creen sus truses y pagar subsidios de desempleo para aquellos que pierdan su trabajo en el proceso de equilibrado. También deberá crear un cuerpo público o privado que vele por el cumplimiento de la ley que ha de asegurar la perpetuación de los bosques que son la base de su economía. En este proceso también existe la crisis, pero al reequilibrar el sistema en el sentido que nos interesa esta no se perpetúa. Sin embargo hay que tener en cuenta, para este y otros casos, que todo desequilibrio debe analizarse correctamente para reequilibrarse, pero, a un tiempo, debe actuarse lo antes posible para evitar la mayoría de los daños a pesar de que las equivocaciones pueden pagarse caras. Afortunadamente es mejor que las soluciones liberal de no hacer nada y neoliberal de abaratar el despido y reducir sueldos que reduce la cantidad de dinero circulante.

 

 

PROBLEMA 2

Después de años basando su economía en la tala de árboles la deforestación empieza a modificar el paisaje y encarecer el precio de la madera, toda la industria subsidiaria se ve afectada y tiene que encarecer los subproductos. Liberalia se hace menos competitiva y aparece una crisis pues el exterior baja estrepitosamente las compras.

Solución liberal: No se hace nada esperando que la propia economía se oriente a otros sectores.

Solución neoliberal: Se reducen los salarios de todos los trabajadores y se abarata el despido.

Solución combinada: Se imponen medidas ecológicas de tasas de madera y reforestación como en el problema anterior, se pactan moderaciones salariales controladas en los sectores afectados y se promueven préstamos de bajo costo para la creación de empresas en sectores alternativos.

¿Cuál será la solución más efectiva?

 

CONCLUSIONES

En general, toda crisis implica un cambio en los mercados que se ven asfixiados por efecto de un abuso en alguna dirección. Los efectos más importantes de toda crisis son la falta de dinero circulante que genera o es causa de otros factores: paro, impago y hundimiento de uno o varios sectores de la economía que eran importantes hasta ese momento.  Y hasta ahora los paquetes de medidas siempre han incidido en romper las economías más débiles (las de los trabajadores) para arrancarles sus últimos recursos a favor de los mismos que provocaron la crisis. Esto había funcionado, en cierta medida, porque los mercados nacionales eran extremadamente cerrados y las rupturas productivas se solucionaban dentro de la misma economía, pero con la globalización la pérdida de poder productivo en un lugar puede regenerarse muy lejos del punto en que se perdió y desequilibrar economías que deben garantizar el equilibrio de todo el sistema.

Para un neoliberal sin visión de la realidad, el abaratamiento de los despidos y la reducción salarial es la única solución, pero si se facilitan los despidos se pierden empleos que ya no se vuelven a generar en la zona sino en países donde se permite la explotación laboral y que, debido a la crisis, aún se verán más explotados. Por otro lado el trabajador que no cobra es un trabajador que no compra y, por tanto, esa economía se paraliza por falta de líquido. Sin embargo si se respondiera a la crisis entregando dinero a las bases y desposeyendo a los ejecutivos de sus propiedades (que a final de cuentas generaron la crisis y no hacen circular convenientemente todo el excesivo dinero que cobran de sus empresas) el dinero se movería y reactivaría la economía por sí solo. No harían falta más medidas. Pero no sería inmediato y esos personajillos que pretenden matar a los trabajadores, para aprovecharse de la situación, usarían ese tiempo para intentar hundir más la economía y acusar a esas soluciones que no les satisfacen. Ante este panorama no es de extrañar que a los entes pensantes del mundo se nos revuelvan las tripas cada vez que uno de esos traidores a la especie humana desata sus diarreas verbales en pos de sus objetivos egoístas. Palabras como las de Joan Rosell o el aún más inmoderado y fuera de lugar, José María Aznar, son perniciosas y malintencionadas. Nunca he creído que ellos mismos las creyeran porque si así fuera sólo demostrarían su inmadurez económica y su ineptitud… aunque, pensándolo bien, tal vez el señor Aznar, que es uno de los máximos responsables de la gravedad de nuestra actual crisis, si sea capaz de creérselo… “¡me gustaría averiguarlo!” Aunque estoy seguro que ya hay quien lo sabe.