Pido disculpas por la tardanza en la presentación de este artículo o proyecto, prometido hace semanas. Tiempo que he necesitado para familiarizarme con las matemáticas relativistas y algunos conceptos de las nuevas teorías de la física. Campos que creía conocer de algún modo y que, tras esta inmersión, he comprobado hasta qué punto soy un ignorante en ellos. Es por eso que he intentado despojar a mi proyecto, en la medida de lo posible, de la relación directa con las teorías que la nueva física maneja en nuestros días. Unas teorías que, de aceptar trabajar con esta propuesta, pueden ver modificados, para bien o para mal, sus conclusiones, pero que sinceramente espero que sea para bien.
Mi proyecto es el de intentar identificar y visualizar las
dimensiones superiores y las inferiores si las hubiera. Para ello empecemos por
dar una imagen real de las dimensiones que creemos conocer.
El conocimiento básico actual tiene la geometría euclidiana y las
coordenadas cartesianas completamente asumidas. Usamos esta base para
relacionarnos con nuestro entorno sin tan siquiera darnos cuenta de ello.
Supongo que no siempre fue así, aunque, dado que muchas de las definiciones
euclidianas son anteriores al científico griego, en general debe formar parte
de nuestra natural forma de relacionarnos con nuestro entorno. Podemos decir,
pues, que la geometría euclidiana es una evolución de la geometría natural en
la que se ha normalizado cuanto observamos empíricamente.
Cuando estudiamos geometría son importantes elementos como el punto, la
recta y el plano que hemos terminado por aceptar como las dimensiones 0, 1 y 2.
Definiendo a continuación nuestro mundo como tridimensional (tres dimensiones).
Aquí es cuando debemos hacernos la siguiente pregunta: ¿Cuántos elementos
reales conocemos que pertenezcan a las dimensiones 0, 1 o 2?
¡Reales, eh!
Aquí es cuando me hablas de puntos, varillas y hojas de papel… Pero lo
cierto es que ningún objeto que puedas conocer deja de estar en tres
dimensiones.
Piensa en un punto dibujado en una hoja de papel. Para que realmente puedas
verlo su imagen se tiene que extender por el plano mucho más de lo que mide un
virus, y más que una bacteria, y más… Y no hace falta decir que tanto virus
como bacterias y todo lo que les supere en tamaño, existen en tres dimensiones.
En cuanto al grosor de la tinta o el grafito usado para dibujarlo en el papel,
también le da una existencia tridimensional.
Respecto a las dos dimensiones, es imposible lograr una hoja de papel
suficientemente fina. Un pan de oro puede ser mucho más fino, una diezmilésima
de milímetro, pero sigue teniendo un grosor tangible. Lo más fino que se ha
obtenido es el grafeno con un grosor ligeramente superior al de un átomo de carbono,
se le da un valor de 0,34 nm, pero tiene un grosor que es todavía mesurable.
Es más, si queremos buscar entre lo más pequeño de lo pequeño, entre las
partículas elementales, por ahora se las considera tridimensionales,
especialmente porque todas ellas se mueven en un mundo tridimensional,
interaccionan con él, se les busca un volumen y, además añaden una naturaleza
de ondas electromagnéticas que definitivamente se manifiesta en todas las
dimensiones conocidas (y puede que en alguna desconocida).
En resumen, podemos aventurarnos a afirmar que las dimensiones 0, 1 y 2 no
son más que una abstracción matemática. El mundo real es en tres dimensiones,
salvo que existan más dimensiones.
Desde finales del siglo XIX físicos y matemáticos han trabajado con la idea
de dimensiones adicionales sin tener muy clara la idea de estas dimensiones. Al
no poder visualizar de forma tangible estas dimensiones, trataron de definirlas
matemáticamente y mediante proyecciones geométricas en tres y dos dimensiones.
La creación de caminos matemáticos hacia las mal llamadas “dimensiones
superiores” fue “muy útil” años más tarde.
Albert Einstein fue el padre de la Teoría de la Relatividad. En 1905
publicó la teoría de la relatividad especial o restringida. Sí, esa de la que
todos hemos oído hablar, la mayoría conocemos muy superficialmente
relacionándola con la fórmula E= mc2 y solo unos pocos
dominan. Pero su trabajo no terminó aquí, de hecho siguió con la Teoría de la
Relatividad General que aún hoy sigue sin estar acabada. Hay que tener en
cuenta que fue (y es) el primer intento serio de lograr una explicación del
Todo y la base de todas las que le siguieron. Pero lo que de verdad nos
interesa es que en un momento dado, siguiendo, en parte, la línea de la teoría
restringida, incorpora el tiempo como coordenada. Así, para Einstein, él
universo se observa en cuatro dimensiones.
Esta teoría de Einstein abrió la puerta a infinidad de nuevas teorías
entrelazadas: teoría de cuerdas, supergravedad, supersimetrías, supercuerdas,
hiperespacio, teoría M, teoría de Kaluza-Klein… Y todas tienen en común el uso
de esas dimensiones superiores para simplificar los conceptos que ligan física
cuántica, el espacio-tiempo, campos gravitatorios, electromagnetismo, física
estadística y la física de partículas.
Por desgracia, la gran mayoría de físicos teóricos hablan de estas
dimensiones ya sea como algo esotérico, meros conceptos matemáticos o, lo que
es peor, como algo más allá de nuestra existencia.
Aunque entre todas estas teorías se han hecho planteamientos de infinitas
dimensiones, actualmente los planteamientos más útiles usan cinco dimensiones incluyendo
el tiempo o diez más una temporal. De todas formas no existe un solo físico o
matemático que tenga un conocimiento real de ninguna de esas dimensiones, salvo
el tiempo si es que al final se puede aceptar como tal.
Lo que si podemos tener claro es que el esoterismo de esas dimensiones
superiores ha trascendido a la cultura popular hasta el punto de que en uno de
los libros que he consultado se muestra un cuadro de Dalí en que se ve a
Jesucristo crucificado en la proyección tridimensional de un téserac (cubo
cuadridimensional).
Lo que sí ha puesto de acuerdo a todos los físicos teóricos es que solo con
la adicción de dimensiones se pueden simplificar las explicaciones y cálculos
de todos los fenómenos conocidos e intentar una verdadera teoría unificadora o
teoría del Todo.
Volviendo a nuestras tres dimensiones conocidas, deberíamos concluir que un
universo con menos dimensiones es meramente un artificio matemático. Que si
bien puede ayudar a la solución de problemas reales, lo cierto es que la
omisión de una tercera dimensión, o incluso una segunda, solo es eso, una
simplificación para ayudar con los cálculos. Algo parecido a lo que hacen
algunas modernas teorías, como la de cuerdas, ampliando las dimensiones para
explicar de forma sencilla problemas muy complicados (o irresolubles) en tres
dimensiones.
Diferente es el caso del espacio-tiempo de Minkowsky que utiliza Einstein
en su teoría de la relatividad. Además de abandonar la geometría euclidiana y
tratar formas de la geometría de Riemann, ellos contemplan el tiempo como una
cuarta dimensión. Imagino que esa fue la puerta que se abrió a la física
moderna para trabajar con “dimensiones superiores”.
Personalmente yo veo esas dimensiones superiores, en base a lo que
conocemos, de una forma muy diferente. Para ello volvamos a nuestras tres
dimensiones.
El verdadero problema que tenemos cuando pensamos en esas tres dimensiones
es que todos asumimos una anchura, altura y profundidad o una repartición
similar e incluso acostumbramos a asociarlas con los ejes cartesianos x, y, z.
Pero ya hemos dicho que Einstein nos sacó de la geometría euclidiana e
introdujo el tiempo como una dimensión más. Su universo ya no era recto, su
universo era curvo y, para fastidio mayor, se demostró que sus correcciones
eran matemáticamente válidas.
Antes de seguir quiero recordar que el mundo de las matemáticas
aparentemente siempre encaja, pero que a lo largo de la historia se han tenido
que ir poniendo parches que poco o nada tienen que ver con la realidad física
para que todo encaje. Y es que, puede que hoy día el “cero” como representante
de la nada, nos resulte muy intuitivo, pero en su día fue un parche inventado
para poder operar con otros números. Y que me dicen de “i” (raíz de menos uno) ¿Es intuitivo? ¿Pero
cuántos cálculos nos ha facilitado y los problemas que ha solucionado?
Sí, las matemáticas están llenas de artilugios funcionales que permiten
cálculos que de otro modo serían imposibles. Las matemáticas son perfectas,
pero el universo no. Así que despojemos a nuestras tres dimensiones conocidas
de su representación matemática y visualicémoslas por lo que son: nuestro
entorno natural. Igualmente ignoremos las dimensiones 2, 1 y 0 que nunca hemos
constatado como reales y que solo conocemos como herramientas geométricas y
matemáticas, pero no reales.
“Siempre nos quedará el tiempo”, parafraseando a Rick, el personaje que
interpretaba Hemfri Bogart en Casablanca ¿Deberíamos introducir el tiempo como
una dimensión más tal y como parece decir Einstein? No exactamente.
Sin el tiempo, todo lo que aparece en nuestro universo permanecería
inmóvil. De hecho, para cualquier movimiento tiene que transcurrir un tiempo,
no importa en qué dirección se produzca este. Pero podríamos suprimir la idea
del tiempo como dimensión y considerar la unión de este con el espacio como
tres nuevas dimensiones adicionales. Así que, además de las tres dimensiones
estáticas, tendríamos tres dimensiones en movimiento. Haciendo trampa y
retomando las coordenadas cartesianas por un momento (solo para intentar
hacerlo más inteligible), tendríamos x, y, z, xt, yt, zt.
Y dando una vuelta más de tuerca a esta idea, pasaría algo parecido con la
aceleración: x, y, z, xt, yt, zt, xt2, yt2, zt2.
Está claro que bajo estos conceptos nuestro mundo no solo no es
tridimensional, sino que si seguimos poniendo potencias temporales como
aceleración acelerada (t3), etcétera, podría considerarse de
infinitas dimensiones, pero creo que, salvo alguna excepcionalidad, hacer
tratamientos más allá de la aceleración, sería totalmente innecesario.
Sé que para los problemas que se han tratado de solucionar a través del uso
matemático de dimensiones adicionales, ahora parecería que no tendrían cabida
en el mundo real, pero es que esta idea aún lo he terminado de expresar. Y para
ello empezaremos con el concepto más revolucionario: “c” deja de ser un límite
físico y pasa a ser un límite dimensional.
La velocidad de la luz es la velocidad más alta que podemos llegar a
observar en nuestra dimensión “t”. Cualquier cosa que se desplazara a una
velocidad superior a la velocidad de la luz desaparecería de nuestras
dimensiones. Y esto choca con la teoría de la relatividad porque esta
especifica que es un límite físico y esa velocidad no se puede superar.
En los problemas relativistas, cuando dos cuerpos se acercan el uno al otro
a velocidades próximas a c, se observa que, como mucho, ambos se aproximan a esa
velocidad y no más.
¿Cuántas veces hemos experimentado con dos objetos masivos que se aproximan
a velocidades relativistas? Como mucho hemos experimentado con un haz de luz a
la velocidad de la luz y un objeto aproximándose a velocidades no relativistas.
Según mi idea dos objetos con masa que se aproximen con velocidades cuya
suma superara holgadamente la de la luz, deben desaparecer el uno para el otro.
Sin embargo, un observador estático los vería aproximarse de acuerdo a lo que
establece la mecánica relativista. Recordemos que la mecánica relativista habla
de la modificación del tiempo y de la masa cuando se aproximan a c.
Pensando en términos relativistas, cuando un objeto se acerca a la
velocidad de la luz su masa aumenta muchísimo y, por tanto, curva el espacio.
Si pensamos en una curvatura muy extrema este espacio ocultaría a ambos objetos
el uno del otro. No obstante, en objetos sin masa, como los fotones, la cosa
sería mucho más complicada.
Con la situación de los objetos sin masa por explicar, saltamos de las
dimensiones superiores a las dimensiones inferiores y que no serían 2,1 y 0.
Sino las dimensiones vibratorias.
En las dimensiones superiores hemos visto que existe un límite que es la
velocidad de la luz y que nos abre la puerta a espacios ocultos. No sabemos si
para la aceleración y el resto de dimensiones tn existirán
límites parecidos, pero en las dimensiones inferiores sí que conocemos un
límite: el cero absoluto, cuando todas las partículas quedan paralizadas.
Bueno, en realidad, según la mecánica cuántica, aún quedaría una vibración
residual en las partículas subatómicas conocida como vibración cuántica. Creo
que este límite no responde a un límite dimensional, tal vez será mejor que
borremos de nuestras mentes esa posibilidad.
En realidad tenemos que pensar que aunque estemos inmovilizados, las
partículas subatómicas tienen movimiento. Cuesta imaginar a un electrón de un
átomo de H quieto en una posición, sin velocidad alguna. A la porra el
principio de incertidumbre… Y donde hay movimiento el tiempo también
transcurre. De hecho, determinadas partículas nunca pueden dejar de moverse,
incluso de mantener aceleraciones angulares continuadas. Es decir, las
partículas como los electrones, llevan el tiempo incorporado en su esencia. No
sé cómo aplicaría aquí las dimensiones internas, pero no dudo sobre su
existencia ya que se dan todas las características. Y también tengo claro que
no es lógico aplicar las dimensiones superiores. Es más, para corresponderse
con las necesidades de las teorías de la nueva física, tienen que existir
dimensiones vibratorias con límites que permitan ocultar a la vista parte de lo
que ocurre, pero que podría ser desvelado por las matemáticas. Dado el nexo
histórico me gustaría llamarlas las dimensiones del Éter.
Y aquí volveríamos al problema de los dos haces de luz que se aproximan uno
a otro a la velocidad de la luz. La luz no tiene una masa que se pueda
amplificar plegando el espacio alrededor, pero sí tiene oculta parte de su
esencia en las dimensiones Éter, así que el resultado de esa cuestión dependerá
de lo que se oculta en esas dimensiones.
Y por último nos queda definir cómo interactúa la gravedad con ambos tipos
de dimensiones. Bueno, con las superiores ya hemos visto como la masa deforma
el espacio. Si asociamos masa y gravedad solo nos falta el factor tiempo para
hacernos una idea de lo que pasará en cada momento. Pero para la física moderna
creo que son las dimensiones Éter las que más preocuparían conceptualmente.
Lo que tiene que quedar muy claro es que no somos seres tridimensionales,
como tampoco lo es el universo en que vivimos. Hay muchas más dimensiones y
estamos en la gran mayoría de ellas. Son las matemáticas las que nos han hecho
simplificar nuestro entorno para lograr cálculos “exactos”. Ahora ha llegado el
momento de desenrollar parte de nuestra realidad y obligar a las matemáticas a
circular por ella en lugar de seguir haciéndolo al revés y haciendo la bola
cada vez más grande.
Igual que en su día el simplista sistema de Copérnico substituyó a las
perfectas esferas Ptoloméicas, puede que haya llegado el momento de una nueva
visión de las dimensiones cotidianas que acaben con la perfección matemática
cada vez más complicada. Seguro que habrá un nuevo Kepler capaz de construir
una nueva estructura más sencilla.
Hay que tener en cuenta que con esta propuesta no pongo en duda el trabajo
de Einstein, que nos aportó un nivel de conocimiento del Universo único y
trascendental y por el que han transitado, con mayor o menor éxito, los
trabajos de un enorme número de eminentes científicos.
Seguramente mi propuesta puede estar muy equivocada, pero, por otra parte,
creo que podría explicar mejor un Universo real, no matemático y que debería ser
tenido en cuenta.
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