Generalmente esta red ha sido conocida como la red
de “hátering”, queriendo decir que la gente se acercaba a ella para descargar
toda su bilis. Pero, en realidad, es algo que siempre ha resultado muy
adictivo.
Personalmente llevo muchos años en esa red social,
en un principio con mi nombre personal, pero desde hace unos cuatro o cinco
años, con mi pseudónimo más reconocido. Y es que en esta red no se puede tener
opiniones propias sin recibir ataques personales de gente que siente un placer,
más propio de una adicción, metiéndose groseramente donde no les llaman.
Al principio esta red me atrajo por el ingenio de
algunos tuiteros, capaces de reflejar la realidad con humor, ironía e ingenio.
Los primeros tiempos fueron muy tranquilos, solo algún pequeño malentendido, el
choque con algún famosillo intentando defender lo indefendible y unos cuantos
personajillos incapaces de aceptar que la realidad puede tener muchos puntos de
vista; pero, sinceramente, nada que justificase la mala fama de esta red.
Fue hace unos 7 o 8 años que entraron, al menos en
nuestro país, un montón de nuevas cuentas que, lejos de tener la intención de
seguir con el status quo, llegaron para hacer campañas ideológicas i todo se
torció. Poco a poco el ingenio se cambió por comentarios agrios y sin gracia,
el humor por inquina y la ironía por la palabrota, el insulto y la amenaza.
Puede que algunos os digan que eso siempre fue así,
pero no es verdad, porque lo cierto es que en los hilos más salvajes siempre
había implicados decenas de estos nuevos llegados. Además esto tuvo muchas
consecuencias: la desaparición de muchas cuentas comerciales, el abuso de
tuiteros con varias cuentas y, sobre todo, el escándalo de los bots.
Desde entonces todo ha ido a peor…
Fútbol, religión y política, eran los temas que
debían evitarse en las relaciones sociales personales y, precisamente, esos
mismos temas se adueñaron de Twitter ¿Qué podía salir mal? Nada si no se
cruzaban las tendencias. Y, a pesar de lo que estoy contando, durante años esos
cruces siempre se produjeron porque los tuiteros así lo buscaron. Y así fue
hasta la llegada de Elon Musk.
El problema llega ahora en que el algoritmo impuesto
por el millonario nos hace ver tuits de personas a las que no seguimos y llevan
un mensaje incendiario de una ideología totalmente opuesta. Lo lógico sería
bloquear al creador de cada uno de esos mensajes (generalmente con muchos retuits
y seguidores), ¿pero quién puede evitar darle la justa respuesta a uno de vez
en cuando, lo que, sin duda lleva a un agrio diálogo adornado con los más
floridos insultos en todos los idiomas?
¿Pero este tipo de interacciones no llevaría a que
la mayoría de los mejores tuiteros abandonaran esta red? Pues sí y no. Porque
lo que es seguro es que todos hemos buscado alternativas. La mayoría de
empresas han encontrado un lugar mejor para que sus CM trabajen la imagen de
marca, ese lugar es Instagram; pero las noticias y la divulgación política aún
tienen en Twitter su mejor herramienta. Ni facebook, ni Madtodon y mucho menos
Tik Tok o Telegram, Twitter sigue siendo el referente, pero hay que asumir los
riegos.
En el momento en que alguien pueda lanzar al mercado
una red con características optimas para substituir a Twitter, este defecto del
“hátering” matará la red de Musk. Entonces qué gana Twitter con un algoritmo
que estimula la bronca.
Google lleva dos años diciendo que prepara una
competencia para Twitter, pero lo cierto es que en todo ese tiempo no hemos
visto nada y, lo cierto es que, con esa esperanza, muchos de los tuiteros han
aplazado su salida de esta red.
Por otro lado, este aumento de crispación ha logrado
dos cosas excelentes para el ideario capitalista de Musk: por un lado un aumento
de tráfico y, por otro el propio aumento de crispación que vuelve a la gente
más temperamental y menos racional, que es lo que, a final de cuentas intentan
hacer todos los medios de comunicación con el fin de orientar nuestras
crispaciones hacia las ideologías que pretenden vendernos.
Por si esto no fuese suficiente, una sociedad
crispada también es una compradora compulsiva.
¿Se entienden mejor los fines de este algoritmo?
Musk ha hecho que, en lugar de un socio o usuario de
su red, nos hayamos convertido en consumidores de su producto, ratas de
laboratorio y víctimas de sus políticas e ideología.
El algoritmo busca bronca porque la bronca da
dinero.
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