domingo, 18 de junio de 2023

¿El algoritmo de Twitter busca bronca?

 

Generalmente esta red ha sido conocida como la red de “hátering”, queriendo decir que la gente se acercaba a ella para descargar toda su bilis. Pero, en realidad, es algo que siempre ha resultado muy adictivo.

Personalmente llevo muchos años en esa red social, en un principio con mi nombre personal, pero desde hace unos cuatro o cinco años, con mi pseudónimo más reconocido. Y es que en esta red no se puede tener opiniones propias sin recibir ataques personales de gente que siente un placer, más propio de una adicción, metiéndose groseramente donde no les llaman.

Al principio esta red me atrajo por el ingenio de algunos tuiteros, capaces de reflejar la realidad con humor, ironía e ingenio. Los primeros tiempos fueron muy tranquilos, solo algún pequeño malentendido, el choque con algún famosillo intentando defender lo indefendible y unos cuantos personajillos incapaces de aceptar que la realidad puede tener muchos puntos de vista; pero, sinceramente, nada que justificase la mala fama de esta red.

Fue hace unos 7 o 8 años que entraron, al menos en nuestro país, un montón de nuevas cuentas que, lejos de tener la intención de seguir con el status quo, llegaron para hacer campañas ideológicas i todo se torció. Poco a poco el ingenio se cambió por comentarios agrios y sin gracia, el humor por inquina y la ironía por la palabrota, el insulto y la amenaza.

Puede que algunos os digan que eso siempre fue así, pero no es verdad, porque lo cierto es que en los hilos más salvajes siempre había implicados decenas de estos nuevos llegados. Además esto tuvo muchas consecuencias: la desaparición de muchas cuentas comerciales, el abuso de tuiteros con varias cuentas y, sobre todo, el escándalo de los bots.

Desde entonces todo ha ido a peor…

Fútbol, religión y política, eran los temas que debían evitarse en las relaciones sociales personales y, precisamente, esos mismos temas se adueñaron de Twitter ¿Qué podía salir mal? Nada si no se cruzaban las tendencias. Y, a pesar de lo que estoy contando, durante años esos cruces siempre se produjeron porque los tuiteros así lo buscaron. Y así fue hasta la llegada de Elon Musk.

El problema llega ahora en que el algoritmo impuesto por el millonario nos hace ver tuits de personas a las que no seguimos y llevan un mensaje incendiario de una ideología totalmente opuesta. Lo lógico sería bloquear al creador de cada uno de esos mensajes (generalmente con muchos retuits y seguidores), ¿pero quién puede evitar darle la justa respuesta a uno de vez en cuando, lo que, sin duda lleva a un agrio diálogo adornado con los más floridos insultos en todos los idiomas?

¿Pero este tipo de interacciones no llevaría a que la mayoría de los mejores tuiteros abandonaran esta red? Pues sí y no. Porque lo que es seguro es que todos hemos buscado alternativas. La mayoría de empresas han encontrado un lugar mejor para que sus CM trabajen la imagen de marca, ese lugar es Instagram; pero las noticias y la divulgación política aún tienen en Twitter su mejor herramienta. Ni facebook, ni Madtodon y mucho menos Tik Tok o Telegram, Twitter sigue siendo el referente, pero hay que asumir los riegos.

En el momento en que alguien pueda lanzar al mercado una red con características optimas para substituir a Twitter, este defecto del “hátering” matará la red de Musk. Entonces qué gana Twitter con un algoritmo que estimula la bronca.

Google lleva dos años diciendo que prepara una competencia para Twitter, pero lo cierto es que en todo ese tiempo no hemos visto nada y, lo cierto es que, con esa esperanza, muchos de los tuiteros han aplazado su salida de esta red.

Por otro lado, este aumento de crispación ha logrado dos cosas excelentes para el ideario capitalista de Musk: por un lado un aumento de tráfico y, por otro el propio aumento de crispación que vuelve a la gente más temperamental y menos racional, que es lo que, a final de cuentas intentan hacer todos los medios de comunicación con el fin de orientar nuestras crispaciones hacia las ideologías que pretenden vendernos.

Por si esto no fuese suficiente, una sociedad crispada también es una compradora compulsiva.

¿Se entienden mejor los fines de este algoritmo?

Musk ha hecho que, en lugar de un socio o usuario de su red, nos hayamos convertido en consumidores de su producto, ratas de laboratorio y víctimas de sus políticas e ideología.

El algoritmo busca bronca porque la bronca da dinero.

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