España, por sus peculiaridades geográficas, siempre ha
tenido problemas que no podían solucionarse con las fórmulas habituales. Sin
embargo, el importante retraso tecnológico y cultural del país obligó a tomar
medidas siempre tarde y mal. La supervivencia y las ansias de enriquecimiento,
que por lo general no acostumbran a respetar la legalidad y menos aún cualquier
tipo de ética o moral, han llevado a soluciones locales muy poco adecuadas,
pero que se han perpetuado a lo largo de los tiempos. La llegada de las
diferentes propuestas democráticas a este país siempre ha chocado con estas
inercias locales. Bajo este panorama no es extraño que en algunas zonas se
mantengan extraños “protectorados” muy difíciles de entender en circunstancias
normales. Está claro que en nuestros tiempos personas como Carlos Fabra
(Castellón) son un perfecto anacronismo, pero también lo son las mafias y, sin
embargo, cada vez tienen más influencia dentro de la sociedad moderna. La razón
es el miedo que las sociedades locales tienen al cambio que les obliga a mutar
sus modos de vida. En este punto, elementos que se opongan al avance de los
necesarios cambios para la supervivencia, ya sea inventando aeropuertos o
expulsando a quienes no respeten la “tradición”, encuentran su ubicación
perfecta. Dentro de esas sociedades locales la gente piensa que la mafia, el
capo o el cacique de turno, están defendiéndolos a ellos, pero la cruel
realidad es que es justamente al revés.
Pero los caciques y las mafias no son nuestro tema de hoy,
sino una de esos problemas que la orografía nacional ha agravado en los últimos
doscientos años: el agua. Fue la Segunda República, cuando se planteó la
necesaria y nunca llevada a cabo Reforma Agraria, la que se percató de que los
recursos hídricos hacían inviables algunos proyectos ideados de esa reforma.
Por eso, para poder emprender todos esos cambios de forma rápida y con
garantías, antes hacía falta solucionar el problema del agua, fruto de esta
necesidad nació el primer Plan Hidrológico Nacional (PHN). Aunque los estudios
de este primer plan fueron muy elementales, contenían una cantidad enorme de
cambios que, hasta cierto punto, eran necesarios aunque no se realizara la
reforma que los impulso. Esta es la razón de que, veinte años después, Franco
empezara un corolario de inauguraciones de pantanos que le dieron fama. Algunos de
ellos empezadas sus obras durante la Republica y abandonadas con la guerra,
otros solo expresados en los papeles de la que fue la primera democracia
verdadera de nuestro país. Entonces se dijo que todo era parte de un proyecto
del último cuarto del siglo XIX, pero lo cierto es que por aquel entonces y
durante de la creación de la confederación hidrográfica en 1926, se preocuparon
más de la regulación legal de los usos del agua que las soluciones a las
carencias de este recurso. De cualquier forma ninguno de esos proyectos
necesitó de la aprobación popular y cualquier resistencia a cualquiera de esos
proyectos fue meramente local y por parte de los afectados directamente.
Los primeros problemas graves llegaron cuando, en plena democracia,
se retornó a la conciencia política de recobrar un nuevo PHN, pero adaptado a
los nuevos tiempos y nuevas necesidades, pero impulsado por una sequía severa
que había asolado nuestro país en los últimos años antes de 1992. Aquel nuevo Primer Plan Hidrológico Nacional (así resulta
para algunos) estaba orientado exclusivamente a llevar agua de las cuencas
norte hacia las cuencas sur, agotadas en la práctica la mayoría de alternativas
útiles de pantanos. Con todo, desde aquel momento la cuenca más problemática
fue la del Segura que, contranatura, era capaz de agotar ingentes cantidades de
recursos hídricos. La filosofía del trasvase generó grandes problemas
ecológicos en todas las cuencas donantes, así que bien pronto los grupos
ecologistas se pusieron a analizar el problema a fondo. Por otro lado, grupos
con intereses económicos en el problema, hicieron sus estudios paralelos que, a
menudo, tenían muy poco de científicos.
Los estudios serios, dada la problemática que suponía quitar el agua de un
sitio para trasladarla a otro, pusieron su interés en el uso del agua en los
lugares de destino, lo que, por comparación también lo hizo en los puntos de
origen. Esto chocaba con las normas establecidas en 1926 con la creación de la
confederación hidrográfica, porque demostraba que, mientras la vigilancia en
cuencas como la del Ebro era realmente severa con sus posibles usuarios, la
cuenca del Segura, y en general todas las pequeñas cuencas levantinas, eran un
autentico desmadre. Al parecer todas ellas habían quedado bajo el control final
de esas extrañas figuras de las que hablamos al principio, permitiendo
auténticas barbaridades con el uso del agua. Por supuesto Murcia se convirtió
en el centro del huracán. Finalmente el PNH, después de la polémica generada
por el funcionamiento del trasvase Tajo-Segura (proyecto de 1933, iniciado en
1966 y finalizado en 1979) que con la sequía dejaba un enorme rastro de peces
muertos en todas aquellas cuencas que cedían su preciado líquido, se centró en
problemas más genéricos aparcando sus obras más polémicas una y otra vez.
Fue la llegada del PP al poder, en 1996, quien abrió la caja
de Pandora intentando resucitar el demagógico trasvase del Ebro. Las razones que
hasta entonces habían apartado a este transvase de la lista de posibles fue el
inevitable daño ecológico que supondría para el Parque Natural del Delta del
Ebro (muchas veces propuesto para Parque Nacional con todas las leyes de protección
que eso hubiese supuesto). Claro que, si
nos fijamos en las razones reales para este trasvase ya podremos suponer que
les importaba muy poco los daños ecológicos que pudieran causar. Después de
todo hoy vivimos la máxima severidad de la crisis por culpa de aquellos
principios. De todas formas tampoco eran meramente ecológicas las razones que
inviabilizaban ese transvase, había otras dos: la primera era de justicia, pero
la segunda era de Seguridad Nacional.
Cuando, el ahora de nuevo ministro de agricultura, pesca y
medio ambiente, ya decidió pasarse por el arco de triunfo, los razonamientos
ecológicos también quiso quitarle el poder
a las autoridades de la cuenca hidrográfica que, durante décadas habían
impedido a los agricultores de la zona la realización de sobreesfuerzos
hídricos de forma severa y contundente. Incluso se había bloqueado un proyecto
para hacer del desierto de los Monegros un área cultivable. Así, de un plumazo,
el controvertido ministro se saltaba las cuestiones legales y se saltaba los
derechos de doce millones de españoles.
La segunda razón simplemente se negó. Que dos centrales
nucleares dependieran del flujo incesante de agua en esta cuenca para
refrigerarse, no suponía una realidad para el decidido proyecto del ministro.
Pero qué impulsa hoy con tanta fuerza esa locura. Entonces
fue la idea de vender otras locuras como Marina D’or en Castellón, o las
imposibles urbanizaciones ligadas a campos de Golf en Murcia. Fracasado el
proyecto de Castellón y derribada por la crisis la demanda de propiedades en
Murcia, todo el mundo ve claro que la idea de montar potabilizadoras de agua de
mar parece una solución más que suficiente para las necesidades lógicas del
Levante español. Pero para el PP y Arias
Cañete no es suficiente, ¿por qué?
Las razones son nuevamente dos. En primer lugar está la
asignación de unas grandes obras, que tardarían muchos años, a posibles empresas
amigas siguiendo la tradición nacional de la que hablamos al principio. A segunda
está en un extraño desarrollo agrícola que se ha dado en la provincia de Murcia
en los últimos 40 años. Mientras, en 1970, la famosa “Huerta de Murcia” cubría
un área muy limitada en torno a la capital provincial, y ya exprimía casi totalmente
el caudal del río Segura, dejando muy poco agua a su desembocadura en la
provincia de Alicante, hoy ocupa un área más de diez veces mayor, cubriendo la
casi totalidad del Campo de Cartagena y los valles de Mazarrón y Totana. De
hecho se habla de regadíos en la misma Lorca. Con todo, lo más hiriente es el
uso del agua en el noreste del Campo de Cartagena donde se practica el llamado
riego a manta o por saturación del suelo, que supone un consumo
desproporcionado de este recurso. Este punto siempre se ha negado, pero los
tipos de cultivos hortícolas y las imágenes por satélite no ofrecen ninguna
duda. Es fácil contar más de 10 balsas mucho mayores que una piscina olímpica
en un área de unos 3 kilómetros cuadrados.
Pero… ¿de dónde sale esta agua ahora que aún no está hecho
el trasvase? La principal fuente es el subsuelo. De hecho esta provincia, como
su vecina Almería, era muy rica en aguas subterráneas, pero a demasiada
profundidad como para aprovecharse en el pasado. Sin embargo en cuanto se
pudieron extraer se hizo ilegalmente y sin ningún control y hoy los acuíferos
muestran una elevada salinización ya que por su sobrexplotación están siendo
invadidos por agua de mar, así que su utilización está en el límite temporal
antes de que sean totalmente inservibles. Agotado este recurso que ha
enriquecido solo a unos pocos y ha hecho dependientes al resto, hay que buscar
con urgencia nuevos recursos hídricos, de ahí que, por subsistencia, para
lograrlos no se respeten los derechos ni las necesidades de los demás… menos
aún sus sentimientos.
Se puede entender a los murcianos, máximos impulsores del proyecto
de trasvase del Ebro, aunque es obvio que no es de justicia, pero qué interés
mueve al ministro Miguel Arias Cañete.
Para más información sobre este tema:
-Información ofrecida por la Universidad de Valencia: http://www.uv.es/choliz/indicetrasvase.htm
-Información de la Universidad de Barcelona: http://www.ub.edu/geocrit/arac-69.htm
Las imágenes
de este artículo han sido confeccionadas a partir de Google Maps salvo el mapa
del Trasvase Tajo-Segura y la foto del ministro Cañete que han sido tomados de la Wikipedia.
5 comentarios:
Para algunos es un tema muy polémico en mi comunidad –la valenciana- pues el PP valenciano ha levantado su ideología –y por inercia electoral, la de todos los valencianos- en el tema del agua.
Siendo de Alicante, donde especialmente el sur e interior de la provincia existe una unidad demográfica e histórica con el norte Murcia y el este de la provincia de Albacete, es fácil ver la vegetación común. Abundan los montes pelados donde crece el esparto –recordemos aquella Cartago Spartaria- y puedes encontrar aún acequias que llevaban la preciada y escasa agua a campos de vides en el Valle del Vinalopó, campos secos de almendreros y oliveras.
Sin embargo, vas por la autovía de Madrid, atravesando la provincia, y sólo encuentras naves industriales (que han florecido por todas partes) alternados con campos cultivados –demasiados bajo plástico- en los que se riega hasta los almendros ¡“Secano”, señores, “secano”! Incluso hay algunos campos con naranjos, a escasos 10 km de Alicante y alejados de todo río caudaloso.
Es también una cuestión de intereses comerciales. Si cultivas a 100km del puerto y el puerto es la salida de la mercancía, nunca será tan rentable como cultivar en la propia costa. El problema es cuando ante tal idea –descabellada- se hace bandera política. La industria que se ha montado alrededor de la agricultura en Murcia y Alicante es absolutamente artificial e insostenible, especialmente cuando se le permite crecer por encima de las propias posibilidades naturales.
Ahora bien, es una polémica también falsa la que vende el PP de que “no hay agua” para los valencianos –otra cosa no sé, pero victimismo (a la vez que corrupción) son señas absolutas del PP valenciano- pues agua hay. De hecho, el propio Consell se niega a poner en marcha las desaladoras que ZP ha regalado a los valencianos, eso sí, ni lo ha regalado ZP, ni tenemos agua pues nos la quitan los socialistas... al menos eso es lo que dicen aquí. Cuando a uno se le acaba el chollo electoral, tiene que echar mano de la mentira. Aunque ya ves, aquí ganará eternamente el PP valenciano y algunos nos moriremos de vergüenza –y después, de pena. Y paro, que me he venido arriba...
Alicante necesita tener en marcha las dos desaladoras lo antes posible. Especialmente porque lo que necesita es agua de calidad mesa para la industria del turismo. Por otra parte el cultivo de regadío es un error dado que la única área con agua en abundancia en el pasado fue la salida al mar del Segura y este ya no tenía suficiente cantidad de su preciado líquido desde mediados del S.XIX, cuando la primera ampliación de la huerta murciana. Por otra parte las aguas subterráneas siempre han sido menos abundantes en Alicante que en Murcia, la diferencia la constituye el subsuelo. En el tema agua, antes de tomar ninguna iniciativa, siempre es importante mirar al pasado y ver como se solucionaban los problemas hídricos antes de nuestra peculiar revolución industrial. Nuestros antepasados sabían mucho. Entre tanto los políticos, de uno u otro color, siempre nos cuentan milongas pensando nada más que en su propia cartera. De todas formas, y al margen de lo que pueda decir yo que veo los toros desde la barrera, hay unos interesantes informes de la Universidad de Valencia sobre el tema. La Universidad de Murcia creo que también intentó presentar un trabajo bastante elaborado sobre este tema, pero fue vetado por el gobierno de su comunidad.
Me gustaría comentar un argumento que parece que ha quedado en el tintero en este tema del recurso hídrico. Todo el mundo habla de que un trasvase produciría muchísimos efectos medioambientales, pero parecen olvidar los de las desaladoras. Me veo obligado a decir que yo soy de Almería, la que parece el último peón en todo este juego. En Almería se utiliza un sistema de enarenados que nos posibilitan la agricultura. Es el conocido mar de plástico, los invernaderos. En estos invernaderos se sigue un sistema de riego por goteo, de forma que somos la provincia que más eficientemente aprovecha sus recursos hídricos. Con nosotros no existe excusa. Pero a falta de ayuda, por parte de Madrid, Sevilla, y mucho menos de los que controlan el Ebro, se han acabado sobreexplotando los recursos del subsuelo. Almería lleva exigiendo muchos años una solución a este problema creciente, pero parece que nadie la escucha. Aquí solamente parece tener voz quien tiene el dinero y la independencia política: Murcia.
Y en este punto vuelvo al principio: no entro a juzgar sobre cuál de las dos soluciones es mejor, pero me parece que si queremos analizar correctamente este hecho, debemos tener en cuenta que las desaladoras sobresalinizan extremadamente zonas marítimas cercanas a la costa donde se vierten los residuos de la planta hasta llegar al punto de que no exista vida sobre la zona. Por tanto, no es una solución tan idílica ni exenta de problemas.
Lo que dices, Jose, es totalmente cierto, sin embargo, omites algunas cosas que también hay que puntualizar. En primer lugar hay que tener en cuenta que, aunque no hay una sola provincia española que no tenga problemas con el agua, estos difieren en sus características, y mucho, de una a otra. Es cierto tu comentario sobre Almería, sin embargo omites que, salvo la zona de la huerta, las características de Murcia y Almería son muy similares. En ambas provincias los principales recursos hídricos proceden de aguas freáticas a gran profundidad (de hecho Murcia descubrió las suyas a raíz del descubrimiento Almeriense allá por los años 70). Aquel descubrimiento relanzó la agricultura de regadío en la provincia andaluza, lo que generó gran desasosiego en los murcianos que vieron peligrar su hegemonía del regadio. También fue Almería la primera en descubrir que la sobreexplotación de ese recurso hacía que esos pozos se salinizaran porque entraba agua marina. Mientras Almería empezó a usar el riego por goteo para minimizar ese efecto sin perder la nueva riqueza natural, Murcia la compensaba con nuevos aportes de agua dulce (transvase Tajo-Segura). Pero el boom inmobiliario de comienzos de siglo, asociado a más campos de golf de los asimilables rompió todos los equilibrios posibles. Si ademas vemos como las fotos por satélite demuestran que aún se usa el riego a manta. Convierten a Murcia en el mayor desperdicio hídrico planetario después de los campos de golf de Qatar.
Respecto a la sobresalinización de las aguas costeras por el efecto de las desaladoras y sus residuos de salmuera es perfectamente evitable con el aprovechamiento de estos últimos en salinas y el uso industrial de ese residuo para diversos procesos químicos. Supongo que, aún así, sería inevitable devolver al mar parte de ese residuo, pero debidamente distribuido puede ser perfectamente asimilable (más aún si ese residuo es enviado a zonas más profundas del mar donde menores temperaturas harían bajar la solubilidad del agua y harían precipitar este.
Desde luego los trasvases deben evitarse en la medida de lo posible pues terminan siendo una solución ineficaz (sobre todo si aumenta la distancia) pero que supone un problema ecológico no solo para el origen, sino también para el destino (no olvidemos al mejillón cebra, entre otros).
Esta vez el Cañete ha decido hacerlo solapadamente. Primero se carga a las autoridades hidrográficas, después impone cuotas de agua que de ningún modo van a proteger el parque natural del Delta del Ebro y para rematar enviará las aguas contaminadas de mejillón cebra de cuenca en cuenca. Cuando el molusco ascienda los pasos y llegue a los siguientes trasvases, ya no quedará un solo río en nuestro país a salvo y en menos cinco años toda la fauna autóctona de los ríos y sus riveras de la península ibérica se habrán ido al garete.
¡Felicidades, señor Cañete! Está a punto de perpetrar el peor crimen ecológico de la historia de nuestro país!
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