domingo, 24 de octubre de 2021

El patio de los abusones

 

Un buen día en la tribuna de oradores del Congreso un reputado diputado del PAR, reconocido por su fina educación, estalló con un “¡váyanse a la mierda!”. A todos nos sorprendió el improperio, especialmente saliendo de la persona que lo había proferido. Se trataba de José Antonio  Labordeta. Meses después, cuando abandonó su escaño y supimos que tenía un cáncer terminal, nos contó de donde venía aquel grado de hartura que le llevó a soltar aquel improperio contra la bancada de unos diputados del PP que no se callaban durante su turno en el estrado.

Don José Antonio, cuando bajaba desde su elevado escaño hacia la tribuna de oradores, tenía que hacerlo por el pasillo que pasaba por aquellas bancadas de energúmenos y que le proferían insultos que no salían en ningún medio. Y el menos molesto era el de “rojo”. Estos individuos, que a menudo habían aprobado sus estudios (cuando los tenían), con la ayuda del enchufe (ahora conocemos mejor a los nuevos Casado, Ayuso, etcétera) y lucían currículos inflados desmedidamente, seguían comportándose como los abusones de un patio de colegio, pero que, en lugar de maltratar la educación, a la que ya mataron, ahora se cepillaban la democracia ensuciando con sus groserías el mismísimo Parlamento.

Esos abusones fascistas siempre han estado en todas partes, en todos los niveles de la administración, de hecho la mayoría de jueces de este país, están entre sus filas. Personajes que apenas hubieran tenido que ser mediocres abogados, ahora juzgaban en función de su peculiar ideología, adaptando la ley según les parecía el acusado. Pero esto jamás hubiera tenido importancia si los señores Pujol y Ardanza no hubieran abierto la puerta a Aznar para que colara a toda esta purria en los niveles más elevados de todas las administraciones. Cuando el PP dejó la Moncloa en 2004, el mal ya estaba hecho y los abusones de los que hablamos (no solo los del parlamento) ya se habían adueñado del país entero. Todo lo que después ha ocurrido nació de aquel lamentable error del PNV y CiU. Si los franquistas nunca habían tragado ni a vascos, ni a catalanes, ¿por qué habían tenido que abrirles las puertas del gobierno?

Eso poco importa ya, la cuestión es que están en todas partes y al PSOE no parece importarles. De hecho le molesta mucho más que los catalanes se hayan hartado definitivamente y quieran librar del presidio en que se ha convertido España.

Decía en una entrevista Joan Tardà, que a él también le había pasado en alguna ocasión lo que a Labordeta, pero que no todos en el PP eran así. Se pudo entender, aunque él no lo dijera, que muchos diputados del PP no son verdaderos políticos, solo son individuos que están ahí para calentar un escaño, votar lo que les dice su partido y llevarse una morterada de dinero a casa. Muchos de esos individuos son incapaces ni de saber comportarse. Desgraciadamente hoy, con la llegada, primero de Ciudadanos, y luego de VOX, estos individuos que solo están para abrir la boca para comer e insultar, han ido en aumento con la intención de asesinar el poco parlamentarismo que queda. Otra cosa que comentaba Tardà era que los insultos también los había tenido que escuchar en las calles de Madrid, pero que estos se habían visto compensados por los saludos de ciudadanos que, incluso, le habían pedido hacerse selfis con él, contándole cosas como que su abuelo había luchado por la república o alabando su trabajo en el parlamento. Según Tardà había valido la pena.

En cualquier caso, las palabras de Tardà confirmaban la existencia de estos abusones de patio de colegio en el parlamento. Unos abusones que se vieron amedrentados por la llegada de un diputado de Podemos, con dos metros de altura, rastas y la imagen de uno de los malotes de Tarantino. Y es que para las primitivas mentes de esos abusones, Alberto Rodríguez les intimidaba tanto como ellos pretendían intimidar a los demás. No es por ello tan extraño que hayan recurrido a sus matones de fuera del parlamento, en la policía y la judicatura, para acabar con él. Y es que los matones son tan simples que también se les huele el miedo.

Lástima que en el PSOE aún estén haciendo el canelo y la señora Batet haya cedido a la primera de cambio a las presiones en el patio de los abusones.

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