Estamos en
crisis, o por lo menos eso es lo que nos cuentan cada día los noticiarios. Lo
cierto es que gran parte de los ciudadanos están en paro, y a los que no les
han bajado el sueldo y han perdido gran parte de su nivel adquisitivo. Los
precios no han bajado. Los impuestos no paran de subir. Y los transportes y la
energía... bueno, a esos seguramente nadie les debe haber contado eso de la
crisis que a nosotros nos dicen en cada telediario.
Hay
crisis. Una crisis de la que oímos hablar, por primera vez en 2007. Aunque
algunos economistas listillos (como el tal Santiago Niño), no se sabe si para
ponerse medallas, dicen que es de 2008. Lo cierto es que esta pudo intuirse
como lo demuestra el libro de 2001, de Susan George “El Informe Lugano”. Y no
es el único ejemplo. De hecho, algunos economistas hablaban, tras la caída del
muro de Berlín, hace ya 25 años, que los procesos iniciados entonces, acabarían
en una crisis financiera de grandes dimensiones y que arrastraría a la sociedad
hacia una Gran Depresión. Por supuesto, estos avezados catastrofistas no daban
una fecha, siquiera aproximada, para ese desastre que hoy podemos asociar con
nuestra actual situación.
También
hubo voces que hablaron de la crisis cuando los atentados de la Torres Gemelas
en 2001, durante la posterior invasión de Afganistán y, sobre todo, cuando
empezó a alargarse la guerra de Irak. Nada de eso y todo a un tiempo, tuvo que
ver. Porque el gran problema estaba oculto en el concepto de sociedad que había
llevado a todas esas crisis políticas. Un nocivo concepto de sociedad que
descubriríamos con la quiebra de Lehtman Brothers en 2007 y el escándalo de las
hipotecas subprime.
En nuestro
país los agoreros lo tenían más fácil, porque las bases de nuestra peculiar
crisis las sentó José María Aznar y una ley del suelo que disparó la corrupción
por todo el país, infló una burbuja inmobiliaria, animó a los bancos a prestar
un dinero que no tenían, sabiéndose amparados por una injusta ley hipotecaria
que podían manipular a su antojo, y a obtener más dinero con fórmulas tan poco
éticas como la que nos ha llevado al escándalo de las Preferentes. Cualquiera
con un poco de vista, ya en 2002, podía percibir que aquello no podía acabar
bien. Especialmente cuando ya nadie podía adquirir una vivienda sin hipotecarse
para el resto de su vida.
Ese
desastre no se lo podemos perdonar jamás a Aznar, pero a los gobiernos que le
siguieron no podremos perdonarles que ayudaran, con nuestro dinero, a unos
bancos que se aprovecharon más que nadie y que trajeron tanta desgracia a
nuestro país.
Unos
bancos que, a pesar de las brutales inyecciones de dinero líquido que ha
recibido, siguen sin generar los préstamos a la industria y al consumo, que
deben sacarnos de la crisis.
El ejemplo
de nuestro país, más que ningún otro, demuestra que la idea del capitalismo
financiero está agotada y que el concepto de los bancos debe cambiar si no
queremos que esta crisis se eternice.
No puedo
explicar en pocas palabras cómo debe ser la economía del mañana, pero sí puedo
adelantar que, si queremos evitar otras situaciones como la actual, la banca
debe introducir grandes modificaciones que le impidan entrar en la economía de
especulación. Hay que dar prioridad a una idea de banca como servicio público y
acabar con las teorías de los bancos financieros de los últimos tiempos. O eso,
o dar por acabada la historia del capitalismo. Y os puedo asegurar que esa
decisión también se puede tomar en las urnas por mucho que los medios de
comunicación tradicionales digan lo contrario.
Con la
crisis ha sido mucho más fácil meternos toda clase de miedos en el cuerpo, pero
tenemos que quitarnos esos miedos y saber que si nos han metido todo ese miedo
es porque saben que aún podemos hacer algo para cambiar lo que está mal, pero
que a ellos les va tan bien.
La crisis
empezó en 2007, pero no fue reconocida como tal hasta 2009. Han pasado 7 años y
la cosa no parece mejorar con las medidas que están tomando. Sin duda podemos
concluir que se han equivocado ¿No es hora de rectificar y tomar las medidas
que la lógica nos aconseja?
¿De verdad
es usted de los que cree que medidas que abaratan el despido producen empleo?
Pues perdone que le diga que ya ha tenido suficiente tiempo para caerse del
burro y reconocer que no es así, porque facilitar el despido, en el mejor de
los casos, solo sirve para bajar los sueldos y, en estos momentos, ya son
demasiados los trabajadores que no pueden cubrir sus gastos más elementales.
Esta es la
crisis y así se la hemos contado. Sobre lo que toca hacer ahora es usted el que
debe decidir. Y por decidir me refiero a que ya no puede esconderse más. Ya
basta de minorías silenciosas a las que, los cuatro desgraciados que nos
mantienen con el pie en la cabeza, usan como excusa.
1 comentario:
Es curioso, porque los primeros artículos sobre la crisis se escribieron en 2007 y ya hubo quien advirtió en 2001, pero no tuvo ningún tipo de oficialidad hasta 2009. Aún así, 5 años de crisi y sin visos de mejora, es suficiente bagage como para empezar a pensar que no se está tratando el problema como es debido. En un sistema normal se substituirían a todos los individuos que supuestamente están tratando el problema y se colocarían en su lugar a otros con una filososfía radicalmente diferente. Creo que ya va siendo hora de crear un New New Deal.
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