Un buen día en la tribuna de oradores del Congreso
un reputado diputado del PAR, reconocido por su fina educación, estalló con un “¡váyanse
a la mierda!”. A todos nos sorprendió el improperio, especialmente saliendo de
la persona que lo había proferido. Se trataba de José Antonio Labordeta. Meses después, cuando abandonó su
escaño y supimos que tenía un cáncer terminal, nos contó de donde venía aquel
grado de hartura que le llevó a soltar aquel improperio contra la bancada de
unos diputados del PP que no se callaban durante su turno en el estrado.
Don José Antonio, cuando bajaba desde su elevado escaño
hacia la tribuna de oradores, tenía que hacerlo por el pasillo que pasaba por
aquellas bancadas de energúmenos y que le proferían insultos que no salían en
ningún medio. Y el menos molesto era el de “rojo”. Estos individuos, que a
menudo habían aprobado sus estudios (cuando los tenían), con la ayuda del
enchufe (ahora conocemos mejor a los nuevos Casado, Ayuso, etcétera) y lucían currículos
inflados desmedidamente, seguían comportándose como los abusones de un patio de
colegio, pero que, en lugar de maltratar la educación, a la que ya mataron,
ahora se cepillaban la democracia ensuciando con sus groserías el mismísimo
Parlamento.
Esos abusones fascistas siempre han estado en todas
partes, en todos los niveles de la administración, de hecho la mayoría de
jueces de este país, están entre sus filas. Personajes que apenas hubieran
tenido que ser mediocres abogados, ahora juzgaban en función de su peculiar
ideología, adaptando la ley según les parecía el acusado. Pero esto jamás
hubiera tenido importancia si los señores Pujol y Ardanza no hubieran abierto
la puerta a Aznar para que colara a toda esta purria en los niveles más
elevados de todas las administraciones. Cuando el PP dejó la Moncloa en 2004,
el mal ya estaba hecho y los abusones de los que hablamos (no solo los del
parlamento) ya se habían adueñado del país entero. Todo lo que después ha
ocurrido nació de aquel lamentable error del PNV y CiU. Si los franquistas
nunca habían tragado ni a vascos, ni a catalanes, ¿por qué habían tenido que
abrirles las puertas del gobierno?
Eso poco importa ya, la cuestión es que están en
todas partes y al PSOE no parece importarles. De hecho le molesta mucho más que
los catalanes se hayan hartado definitivamente y quieran librar del presidio en
que se ha convertido España.
Decía en una entrevista Joan Tardà, que a él también
le había pasado en alguna ocasión lo que a Labordeta, pero que no todos en el
PP eran así. Se pudo entender, aunque él no lo dijera, que muchos diputados del
PP no son verdaderos políticos, solo son individuos que están ahí para calentar
un escaño, votar lo que les dice su partido y llevarse una morterada de dinero
a casa. Muchos de esos individuos son incapaces ni de saber comportarse. Desgraciadamente
hoy, con la llegada, primero de Ciudadanos, y luego de VOX, estos individuos
que solo están para abrir la boca para comer e insultar, han ido en aumento con
la intención de asesinar el poco parlamentarismo que queda. Otra cosa que
comentaba Tardà era que los insultos también los había tenido que escuchar en
las calles de Madrid, pero que estos se habían visto compensados por los
saludos de ciudadanos que, incluso, le habían pedido hacerse selfis con él, contándole
cosas como que su abuelo había luchado por la república o alabando su trabajo
en el parlamento. Según Tardà había valido la pena.
En cualquier caso, las palabras de Tardà confirmaban
la existencia de estos abusones de patio de colegio en el parlamento. Unos
abusones que se vieron amedrentados por la llegada de un diputado de Podemos,
con dos metros de altura, rastas y la imagen de uno de los malotes de
Tarantino. Y es que para las primitivas mentes de esos abusones, Alberto
Rodríguez les intimidaba tanto como ellos pretendían intimidar a los demás. No
es por ello tan extraño que hayan recurrido a sus matones de fuera del
parlamento, en la policía y la judicatura, para acabar con él. Y es que los
matones son tan simples que también se les huele el miedo.
Lástima que en el PSOE aún estén haciendo el canelo
y la señora Batet haya cedido a la primera de cambio a las presiones en el
patio de los abusones.
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