En 1999
Internet era algo muy nuevo en nuestro país, pero no tanto en otros. Por
cuestiones que no revelaré, durante unos días obtuve unas conexiones ultra-rápidas
(para la época) y varios PC’s conectados. Una cosa muy lejos de alcance de
cualquiera.
Por
aquel entonces Federico Jiménez Losantos se asoció con una serie de individuos
clave, que se autodenominaban liberales, y crearon una red de web’s con esa
supuesta ideología y entre las que destacaba “Libertad Digital”.
Todas
esas web’s eran distinguibles por utilizar las palabras “Liberal” o “Digital”
en sus nombres, pero también porque en sus portales había enlaces de unas a
otras.
Si
había algo que distinguía a las web’s de la época y que lograba atraer el
máximo de tráfico era los foros. De hecho el conocidísimo “Forocoches” también
es de esa época, aunque no se parece en nada a lo que era. Por aquel entonces
los tontos del país eran solo eso tontos que hacían gracia y que muy poco
tenían que ver con los catetos neonazis y totalmente desinhibidos que hoy dominan,
con total impunidad, ese espacio.
A
diferencia de Forocoches, Libertad Digital ya apuntaba maneras por aquel
entonces, supongo que producto de la personalidad del propio Federico. De entre
todos los foros , el más sorprendente era el de Historia, por el que, de tanto,
recurría a supuestos expertos para que la editorial pudiera imponer su visión
particular y, a menudo, manipulada de la historia.
Pues
bien, un día de 1999, encontrándome en tan ventajosa situación, accedí a ese
foro y me encontré con una de sus trampas más alucinantes. El tema era la
revolución de Asturias y la víctima un chaval que tenía muchísima información
de primara mano y al que la jauría neofascista adicta a la web estaba
desprestigiando con mentiras indemostrables.
A base
de consultar información sobre la marcha a través de varios PC’s, empecé a
lanzar enlaces y documentación que, no solo validaban la información que aquel
chaval, nieto de uno de los mineros que participaron en aquella revolución,
sino que además destrozaban el prestigio de cada uno de los miembros de aquella
jauría que, uno a uno fueron desapareciendo de la web.
En un
momento en que el tema parecía a punto de quedar zanjado, apareció un siniestro
personaje que, como pude comprobar a través de los medios a mi alcance, salía a
la palestra muy de tarde en tarde para reencauzar los foros históricos perdidos.
Debo reconocer que necesité algo de ayuda, porque no soy precisamente un
erudito en temas históricos, pero si algo sé es acudir a quien sí sabe y
también localizar la documentación adecuada. Si afirmo que en aquellos inicios
de Internet en España yo era de los pocos que tenía un dominio de excelencia en
la búsqueda de información, tampoco engañaría a nadie.
El
nuevo elemento contaba, supuestamente, con mucha información, pero debo decir
que su fondo documental era muy limitado y su procedencia, sin duda, eran la
Real Academia de la Historia, el fondo documental manipulado del Instituto
Histórico Nacional de la época franquista (posiblemente a través de la
Fundación Francisco Franco, aunque esto lo averigüé años más tarde a través de
un libro de Paul Preston) y el fondo bibliográfico de Pío Moa. Pronto se hicieron
patentes sus contradicciones pretendiendo criminalizar a los obreros
asturianos, pero negando las pretensiones genocidas del ejército español. De
hecho, en un momento dado, cuando ya se le hizo insostenible el reconocimiento
del mal comportamiento de los militares, trató de pasar la responsabilidad a un
gobierno de la República que, como todos sabemos, tardaron dos días en conocer
la mayor parte de los hechos.
En
aquellos momentos este personaje, que alguien me dijo podría ser el propio Pío
Moa, tardaba más de 30 minutos en contestar a cada una de mis intervenciones
por una media de 5 minutos de cada una de las mías… Y entonces sucedió: la web
me bloqueó el acceso.
Nunca
más volví a entrar en aquellos foros, pero me permití dar publicidad de aquella
actitud en la red y creo que soy en parte responsable de que bien pronto todos
supieran quienes eran estos “Liberales” y, en especial la propia “Libertad
Digital”.
Por lo
que me contaron poco tiempo después los foros de Libertad Digital fueron
restringidos y murieron en su propia endogamia. Imagino que pudieron lavar los cerebros de sus seguidores con mayor
eficacia, pero sus posibilidades de captar a nuevas víctimas se desplomaron.
Con
esto lo que pretendo dejar claro es que no hay que confiarse en esa extendida
idea de que los fascistas son más tontos, porque también cuentan con más dinero
y tiempo para dedicar en exclusividad, ya que siempre existe gentuza para la
que, sin tener una verdadera ideología, les beneficia económicamente apoyar a
estos descerebrados y, por eso, siempre que aparezca un nuevo medio, por
complicado que sea, se llenará de estos mercenarios a los que habrá que ir
marcando y expulsando poco a poco para acabar con las manipulaciones.
Si
alguien tiene dudas sobre el poderío económico de estas posturas y la capacidad
para contaminarlo todo, solo hay que darse una vuelta por la prensa española y
su nulo valor informativo.
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