El THC
(tetrahidrocannabinol) es el psicotrópico básico por el que la marihuana es
consumida. Sin embargo, en general, un “porrito de maría” puede introducir en el organismo de su
consumidor, más de 500 sustancias no inocuas. De hecho, salvo la nicotina,
puede ser tanto o más nocivo que un cigarrillo de tabaco, con el agravante de
que los cigarritos de la risa ni siquiera llevan filtro. Las similitudes entre
ambas sustancias aún son mayores si en lugar de consumir las hojas de la
planta, se consume pasta hecha con sus semillas o las flores secas (“chocolate”,
grifa, “piedra de fus”…).
Pero el
THC no es el único psicotrópico que contienen los diferentes cáñamos y, en
especial el Cannabis Sativa, que
normalmente conocemos como marihuana. Están bastante estudiados, también,
el CBD (cannabidiol), el CBN
(cannabinol) y el THCV (tetrahidrocannabivarina). En realidad, se han contabilizado hasta 113
sustancias que establecen algún tipo de interacción con el sistema nervioso
humano. Por todo esto es muy importante no infravalorar las posibles
consecuencias de su consumo. No obstante, este artículo no pretende ser ni un
estudio químico, ni farmacéutico sobre la marihuana y sus derivados.
Hablando
de farmacéuticas, la marihuana ha encontrado una sorprendente salida en este
negocio, fruto de todas esas sustancias que hemos comentado. Cabe destacar la
aplicación, que sus derivados industriales o los simples porros artesanos, en
el tratamiento de dolores crónicos y mitigando los efectos secundarios de la
quimioterapia en tratamientos agresivos contra el cáncer. Son innegables sus
beneficios en puntuales tratamientos médicos que, además, han permitido la
reducción del consumo de calmantes opiáceos, con mayores efectos secundarios y también
de adicción. No obstante, alrededor del cannabis también han aparecido cremas,
jabones y hasta alimentos, de dudosa efectividad y cuestionable moralidad.
Para la
marihuana, el cannabis, la maría, la marijuana o como le queráis decir, la
realidad es que toda su fama está dirigida por uso lúdico que tiene sobre el
sistema nervioso, y que todo lo demás se usa como cortina de humo para superar
las barreras morales que supone su consumo. En ese aspecto, no obstante, tienen
razón aquellos que lo comparan con el alcohol, ya que sus implicaciones no son
tan diferentes. El gran problema de la marihuana, no obstante, es el mismo que
el del tabaco. Porque mientras el alcohol se puede consumir individualmente,
sin necesidad de que parte de sus toxinas químicas vayan al organismo de
terceras personas, el modo común de consumo, tanto de tabaco como de marihuana,
implica el padecimiento del entorno que queda expuesto a las mismas toxinas que
el consumidor.
La
marihuana, además cuenta con un problema adicional al del tabaco, y es que
muchas de las sustancias que acompañan a los cigarritos de la risa, son capaces
de estresar los sistemas inmunitarios de
los fumadores pasivos, provocando innumerables alergias. Bueno, algún caso se
ha dado también con el tabaco, poro son más frecuentes las alergias cutáneas en
contacto con la ceniza.
Por
otra parte, mientras la marihuana no sea totalmente legalizada y perfectamente
controlados sus cultivos, siempre está el riesgo del uso de pesticidas y otras
sustancias que introduzcan toxinas letales en las plantas y que se liberan en
los “porritos”.
Me
preocupa, pues, mucho, la enorme publicidad que se está dando a la marihuana
para hacer casi una virtud de su consumo, cuando, en general, en un grave
riesgo para la salud pública. No obstante, sigo estando a favor de su
legalización total, porque es lo único que permitiría tener un control efectivo
de este producto y, en especial de sus formas de consumo.
También
me preocupa que se compare la marihuana con cualquier otra sustancia, porque
difícilmente va a tener los mismos problemas que esta y, a menudo, obviamos las
verdaderas desventajas de la que queremos apoyar. Sin ir más lejos, en el
dibujo que he encontrado en Pinterest, se hace una comparación con el alcohol,
pero se omiten importantes puntos básicos que no son nada favorables a la
marihuna, por ejemplo, que los efectos de la marihuna se dan desde la primera
calada, pero que se puede llegar a consumir alcohol sin llegar a alcanzar la
sintomatología expuesta…Cuestión, también de efectividad y cantidad.
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