Imagen tomada de la web popmatters.com
Quería tener
un poco más elaborado mi trabajo sobre el comportamiento de las personas en las
redes antes de publicar mi primer artículo, pero, por desgracia, la necesidad
apremia. Así que, tal vez, convendría que este artículo no se tomara como parte
de ese trabajo más profundo, a pesar de que entra dentro de la misma temática.
El tema de
hoy entra en el campo del desprestigio de los medios de comunicación
tradicionales y, en especial, de la prensa escrita.
Si no tienes
un sospechoso interés partidista o eres tonto de remate, coincidirás conmigo en
que la prensa escrita de nuestro país no es muy fiable, pero que, además, hay
medios como “La Gaceta”, “ABC” o “La Razón”, en que, hasta los anuncios, deben
ponerse en cuarentena.
A esta
prensa escrita conectada con las cloacas del Estado podemos añadir, en
Internet, la mayoría de las páginas de noticias que utilizan los apellidos “Digital”
y “Liberal” (“Libertad Digital”, “Mediterráneo Digital”, “Periodismo liberal”, “Periodista
digital”, etcétera).
Creo que la
gran mayoría de internautas tenemos muy claro que ninguna de estas “fuentes”
tiene la capacidad de ofrecernos información fiable. Pero, entonces… ¿Por qué
narices nos creemos sus estrafalarios argumentos cuando alguien cuelga uno de
sus artículos en una Red Social? Facebook va lleno de comentarios que dan
credibilidad a las noticias de estos medios ¿Es qué no somos capaces de
reconocer su origen?
La triste
realidad es que, sin darnos cuenta, asumimos la responsabilidad de todo cuanto
colgamos. Es más, si no somos capaces de poner un texto previo que centre la
idea, el artículo enlazado cobra todo el protagonismo y nosotros, sin querer,
asumimos tácitamente su contenido, como que estamos de acuerdo. Es decir, el
artículo ya no pertenece a un medio sospechoso porque la persona que ha colgado
ese enlace se convierte en su valedor.
Pero algo me
dice que eso no es realmente así porque cuando alguien lee el artículo y
descubre las acostumbradas manipulaciones, puede llegar a comentar de forma
directa, como si lo hiciera “contra” la persona que ha colgado el artículo… Y
aparecen las primeras disputas que pueden llevar a una auténtica bronca.
Cabe decir
que esto no es exclusivo de los artículos, a veces puede ser una foto, un Copy
& Past de twitter o un chiste gráfico, que alguien puede tomar como
ofensivo y responder al mismo con un tono equivalente. Os garantizo que en el
50% de las veces el que colgó semejante cosa en una red como Facebook, se toma
a mal el comentario sin asumir la agresividad de lo que él o ella colgó en su
muro.
¿Entonces
qué lección debemos asumir de todo esto?
Pues es muy
simple. Aunque creamos que las Redes Sociales no son el mundo real, sus
consecuencias, y por tanto nuestras responsabilidades, sí lo son. Si piensas
que puedes colgar un chiste grosero, que de ninguna manera contarías en una
reunión en un bar con amigos, es que estás muy equivocado. El pseudoanonimato (cuando
pones tu nombre y te presentas ante personas conocidas, estás en el mismo bar
donde tomáis las copas) de la red no te da licencia para expresarte de un modo
diferente a como lo harías en persona. Sin embargo, la mayoría de nosotros nos
mostramos algo más alocados en las redes. Lo curioso es que nuestra capacidad
de ofendernos es la misma por Internet que en persona. Parece, pues, que nos
falta una gran capacidad para madurar por Internet. Sin duda, la ausencia de
imágenes paternales que nos obliguen a pensar dos veces lo que vamos a colgar o
a decir en las Redes Sociales, nos impide tener un pensamiento autocrítico de
madurez.
Sí, creo que
algunos ya os habéis percatado de que en los últimos tiempos he tomado posturas
muy paternalistas en la red para ver si la cosa funciona o no. Sin embargo, la
cosa solo ha funcionado en parte. Puedo decir que he perdido media docena de
amigos (peor para ellos), pero también he descubierto que algunas personas a
las que suponía una cierta madurez (por lo menos puedo garantizar que en
persona la aparentan), han resultado ser unos auténticos niñatos virtuales.
Pero de
todo, lo que más me ha perturbado, es la gran cantidad de individuos que está
ejerciendo una labor desinformativa, totalmente interesada, en las Redes
Sociales. La maldad de personajes ligados al fanatismo tradicionalista, la
religión, el Partido Popular, las fobias, el nazismo, los antisistema del caos,
los pro-algo, los anti-algo, los paranoicos, los ocultadores… Gente, la gran
mayoría, que desconocen su propia toxicidad, que están convencido de ser los
grandes virtuosos del mundo y que así se venden, pero que carecen de la mínima
capacidad para la autocrítica.
Si tenéis
alguna duda sobre si podéis ser una de estas personas tóxicas, solo debéis echar
un vistazo a las últimas semanas de vuestro historial en Internet. Y si no tenéis
ninguna duda os puedo garantizar que es seguro que sois una de esas personas
nocivas de las que os estoy hablando.
Puede que en
el mundo real seáis unas bellísimas personas de mente abierta y con una
autocrítica responsable, sin embargo, al introduciros en la vorágine de
Internet y contactar con medio planeta, os convertís en unos intolerantes
pagados de vosotros mismos y totalmente inflexibles respecto de esas “verdades”
que, a final de cuentas no son más que vuestras insignificantes opiniones. Pero
lo peor de todo, es que a pesar de vuestro lamentable comportamiento, no sois
capaces de verlo porque existen centenares de adláteres que os apoyan
simplemente porque, en ese momento, padecen una obsesión similar a la vuestra.
Todos somos
más altos y más guapos en el espejo de la red, y sin embargo, somos los mayores
Trolls sin saberlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario