Imagen extraída de las redes sociales.
El otro día
me enzarcé con un votante tradicional del PP que enarbolaba la acostumbrada
mentira cavernaria de que Catalunya no quería negociar.
-Muy bien,
José María, desde 1978 intentando que los diferentes gobiernos nos escucharan y
solo obteníamos la migajas. Las bases para cualquier negociación estaban ahí.
Cuando en 2004 un presidente de gobierno pretendió escuchar nuestras más que
razonables peticiones, nos salió con la idea de que le presentáramos un nuevo
Estatut y que, si los catalanes lo aprobaban, el daría validez a cualquier
Estatut presentado por el Parlament catalán y refrendado por su pueblo
¿Recordamos cómo acabó aquello?
-Con un
nuevo Estatut constitucional.
-No, con una
burla del PSOE y un uso abusivo del poder judicial, por falta de neutralidad
del Tribunal Constitucional, que correspondía a la falta de principios del PP,
amputando el designio democrático. Para ello el TC no dudó en usar las leyes
orgánicas, en lugar de la propia Constitución, como argumento para cercenar un
marco legal que debería tener el grado de ampliación de la Carta Magna y sin
percatarse, siquiera, del agravio comparativo que se hacía respecto a otros
Estatutos autonómicos, en puntos similares.
En aquellos
momentos, José María, que es un buen amigo mío, ya estaba pensando que me salía
de nueva mi vena radical, pero se equivocaba. El ataque al PP de sus amores (es
broma, él aún cree que vota al menos malo) ya es una costumbre cuando nos
descuidamos y nuestra conversación deriva por temas políticos, Chema tampoco se
queda corto, pero el otro día estaba más comedido que de costumbre.
-Vice, esta
conversación ya la hemos tenido muchas veces y ni tú me convences, ni yo a ti.
-Bueno, lo
segundo lo entiendo, pero lo primero estoy seguro que solo puede deberse a que
no soy lo bastante bueno argumentando, porque el tema se defiende solo.
Al comienzo
he dicho que me enzarcé con un votante tradicional del PP, pero como estaréis viendo,
José María y yo somos lo bastante amigos como para poder hacer unas risas de
esto. Sin embargo, el tema es lo bastante serio para ambos como para no ceder.
-Mira, Vice,
lo que es seguro es que el Gobierno ha extendido la mano para dialogar a la
Generalitat y Puigdemont no quiere.
-Me temo que
quien quiere diálogo no puede decir “te ofrezco diálogo, pero de este tema, que
es de tu interés, no hablaremos, sólo de los temas que a mí me importan”.
-¡Hombre!...
Rajoy no puede hablar de un Referéndum que no aprueba la Constitución.
-Claro, ni
del Referendum, ni de la financiación, ni de las infraestructuras, ni del
corredor del Mediterráneo, ni de las transferencias, ni de la Operación
Cataluña, ni del bloqueo jurídico, ni del bloqueo financiero, ni del bloqueo
sanitario, ni del impago de las asistencias sociales, ni educación, ni cultura,
ni de las autopistas… ¿Sigó?
-¿Cuándo ha
dicho Rajoy que no se puede hablar de esos temas?
-¿Te
recuerdo cómo hemos llegado a la idea de que el Procés es la única salida?
-¿Vas a volver
a sacar lo de la Gürtel? –Chema dijo esto con un poquito de sorna.
-No sé. –Dije
con algo de irritación-. Es que aún no sé si me vas a salir con Jordi Pujol u
hoy toca relacionarme con Paracuellos.
No
reproduciré lo que siguió en esta ocasión porque Chema y yo, como ya he dicho,
somos amigos, pero seguro que vosotros ya habéis reconocido la trama
irracional. Y es que en nuestro país aún hay muchos votantes que, como hemos
dicho, votan al PP para evitar que venga algo peor. Nunca reconocerán que los
Populares son los herederos de un régimen terrorista como lo fue el de Franco.
De hecho es precisamente el hecho de haber estado siempre lamiendo el poder, lo
que ha evitado hacer la lógica declaración oficial de anular los procesos
franquistas y declarar terrorismo de Estado a esa triste etapa de nuestra
reciente historia. Desde fuera de nuestro país extraña que el franquismo no
tenga esa catalogación que si tienen en sus países. Y aquí hemos olvidado que,
desde la muerte de Adolf Hitler, Franco nunca se atrevió de salir más allá de
las fronteras de España.
Lo que sí
puedo decir es que en esta ocasión, mi amigo Chema eligió a Jordi Pujol. El
tema Paracuellos es para llenarse de razones cuando hablamos de España. Si
estamos en España solo son buenos aquellos que murieron en Paracuellos, ni los
crímenes de Badajoz, ni los de Málaga, ni los niños de Lleida o los bombardeos
de Barcelona. He llegado a oír que el propio Pablo Iglesias había disparado
contra varios prisioneros, aunque hubiese nacido 40 años después de la guerra. Ninguno
de los miles de muertos asesinatos impulsados por el parsimonioso avance del
bando nacional, para asegurarse, como decía Franco, de que se limpiaba la
sangre, eran buenas personas. Si Franco los mataba, aunque no estuviese
presente, es que eran los asesinos de Paracuellos… incluso antes de Paracuellos.
En fin, esta
vez hablábamos de Catalunya y tocaba, según el modus operandi del PP
tradicional, decir que todos los soberanistas son Jordi Pujol. Aunque Pujol en
30 años de President no hubiese dado ni una sola concesión al independentismo,
hay que encontrar la fórmula de sentirse mejor de los que aún no han mostrado
una sola evidencia de corrupción. Aunque es cierto que CiU tiene mucho que
contarnos sobre ese tema (igual que el PP o el PSC-PSOE, no alucinemos tampoco),
los verdaderos independentistas, desde 2012, que es cuando entraron en el
juego, les han obligado a un duro compromiso contra la corrupción.
Desgraciadamente, el peso del pasado y una Operación Catalunya destinada a
poner una lupa sobre lo que pasa aquí con los sospechosos de independentismo, o
susceptibles de tratárseles como tales, y al tiempo suprimir recursos que
investiguen la descomunal oleada de casos hispánicos.
Estas son
las conversaciones que acostumbramos a tener con los votantes del PP. En el
caso de José María lo que me sorprende
mucho es que, en otros temas, hasta parece inteligente. Y no, no es mala
persona. De hecho Chemita es uno de esos amigos en los que sabes que puedes
confiar porque nunca te va a dar una mala respuesta… salvo en política. Lo
quiero mucho, pero me da mucha rabia que tenga amputada una parte tan
importante de su ser como para no ser capaz de entender que, a menudo, hay que
probar cosas nuevas y aprenderlas a conocer, porque el malo conocido es
demasiado malo para dejarnos vivir.
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