Imagen extraída de http://astroboy-en-multiverso.blogspot.com.es/2014/11/la-rosa-marchita.html
El PP
siempre fue un partido podrido. Era la herencia de AP y antes del mismísimo
franquismo. Por si no era suficiente, en el PP, además de las estructuras de la
quebrada económicamente AP, se juntó la flor y nata del reaccionarismo de la agonizante
UCD. Por eso no se puede decir que al PP lo corrompiera el poder, ya era
corrupto desde su nacimiento y no ocultaba su lenguaje introxenófobo (contra
vascos y catalanes) para conquistar el voto cazurro. A pesar de todo ello,
muchos españoles olvidadizos le dieron el gobierno en 1996, con la inestimable
ayuda de la Convergencia de Jordi Pujol y el PNV vasco.
Los primeros
4 años de Aznar fueron de neoliberalismo de perfil bajo y caramelos populistas
como el final del Servicio Militar Obligatorio (la mili). Esto convenció a
muchos de una falsa bonhomía del PP que llevó a su mayoría absoluta en el 2000.
Fue entonces cuando los de Aznar se quitaron la máscara y dieron el primer
empujón a este país hacia las cataratas por las que ahora nos desmoronamos. La
parte positiva es que durante esos cuatro años se pudo descubrir en el PP a
personas honradas, coherentes o inteligentes. Se les pudo reconocer porque les
vimos abandonar el partido en plena euforia aznarista. Los Piqué, Pimentel,
Herrero de Miñón y muchos otros, abandonaron lo que reconocían como un basurero
de corrupción que crecía estructuralmente como sustento del partido.
Nuestro
presente, sin embargo, no es totalmente culpa de aquello, porque muchos otros
tuvieron tiempo de desactivar la bomba económica que se había implantado en el
corazón de nuestra economía, pero no supieron o no quisieron.
De todas
formas no es la bomba lo que nos interesa remarcar, sino esa pérdida de capital
humano que sufrió el PP antes de las elecciones de 2004. Ninguno de aquellos
prohombres ha vuelto a ocupar un lugar relevante en la política de otro partido
y, sin embargo, posiblemente fuesen el único capital humano que daba valor a
ese partido. Lo que ahora queda en el PP solo puede ser considerado como
mediocre y tolerante (en el mejor de los casos) con la corrupción.
Nos fijamos
en esto porque en los últimos años hemos visto un fenómeno similar en el PSC
catalán. Lo hemos visto en el PSC porque en el PSOE hace muchos años que los barones
controlaron esa faceta y es muy difícil ver ascender a alguien que estos no
quieran.
Si hoy Iceta
y Parlón parecen mantener un duelo con el PSOE de los barones, es solo porque
los últimos votantes que le quedan al partido en Catalunya no aceptarían otra
cosa, pero, en realidad, solo buscan un punto de confort que les permita
mantener viva la credibilidad de sus últimos votantes, pero sin enemistarse
realmente con el núcleo duro del PSOE.
Los
verdaderos valores del PSC, los que mantenían el ideario de sus inicios en los
años 70, saltaron de la formación y se unieron a la corriente procesista (más
cercana al socialismo obrero), aunque sin presentar un partido propio en las
diferentes elecciones o metidos en coaliciones en JxSí o con ERC.
Si la flor y
nata del PSC se marchó del partido… ¿Qué les queda?
¿Y con estas
premisas qué podemos esperar del Golpe de Mano en el PSOE? ¿Habrá salida en
masa de la Flor y Nata del PSOE?
Me temo que
en el PSOE han hecho tarde. A los no corruptos, a los no mediocres y a los
coherentes, ya solo les queda “vencer o morir”. Pero como a los Golpistas de
Susana Díaz y a los barones de Felipe González no les apetece que se saquen los
muertos de sus armarios y controlan las reglas del partido, la guerra es
desigual. Defenestraron a Pedro Sánchez reinterpretando torticeramente las
normas del partido, impusieron una gestora que no estaba descrita en las
mismas, y ahora esta ignora una recogida de firmas que debería ser definitiva
en las mismas normas.
Y, entre
tanto, en el PSOE y nadie se rebela contra la rebelión. Nos recuerda tanto al 18
de Julio de 1936, pero dentro de un tubo de ensayo. Como si de un experimento de
laboratorio llevado a cabo en una clase de historia de la ESO.
¿Veremos
saltar la coherencia, la no mediocridad y la coherencia, o tendremos que
esperar a la caída de Alicante, cuando ya nada tenga remedio?
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