Hoy tenemos otra entrevista en primicia desde el otro
lado de la vida.
Hemos viajado hasta 1968 para captar el eco de Adolf
Hitler y no hemos dudado en entrevistarle. El tema, cómo no, su Tercer Reich.
--¿Qué
pensaba usted que obtendría con aquello?
--Han pasado más de veinte años. Les puedo decir que es lo que
pienso ahora, pero entonces fue entonces y el tiempo lo cambia todo.
--¿Y
qué piensa ahora?
--Pienso que quería salvar al mundo. Era joven y es lo que todo
joven piensa, luego madura y se limita a querer conquistar el mundo.
--¿Y
conquistó el mundo?
--Conquisté el corazón de mucha gente y eso es como conquistar el
mundo.
--Pero
no dudó en acabar con todos los que se interponían en su camino, para rodearse
de perros fieles.
--En 1923 fracasé por no haberlo hecho. Uno puede llegar a la cima,
pero si mantiene a su alrededor a los mismos inútiles que ha apartado para
encumbrarse, estos no dudarán en morderle para intentar recuperar lo que aún
creen suyo. Mis pistoleros no estaban listos como debían y acabé con mis huesos
en la cárcel. Pero de todo se aprende. Luego todo es cuestión de paciencia y
atacar en el momento propicio.
--Así
que la oportunidad fue la crisis del 29.
--Primero nos dejamos embaucar por Wilson para que Francia nos
terminara por imponer las condiciones más duras. Luego el país se moría de
hambre y nuestros líderes no eran capaces de dar de comer al pueblo. Las cuotas
impuestas por Versalles se llevaban
todas las migajas. Era mi deber tomar las riendas de la nación.
--Para
ello no dudo en arrastrar a Alemania al borde de la guerra civil.
--No había nada que perder. De día llené las calles con
manifestantes a los que di el espíritu que les faltaba. Y por las noches mis
brigadas asaltaban los reductos de dinero inmóvil para obligarlo a correr y
salvar a Alemania.
--Y
cuando Hindenburg se vio obligado a pactar con usted, dio el golpe de estado
aboliendo la república de Weimar.
--Un presidente débil de una república débil, ¿puede existir un
delito mayor?
--No
sé… ¿un golpista en el poder?
--No se engañe. Aquel era el Tercer Reich porque antes habían
existido otros dos, y los tres hicieron grande a Alemania.
--A
usted se le llena la boca de Alemania, pero le importaban un rábano los
alemanes. Le importaba un rábano su propia gente, los de su partido, los que
asesinó durante la “Noche de los Cuchillos Largos”.
--No me haga reír… los míos… aquellos no eran más que garrapatas
pegadas a la piel del partido Nazi a la espera de verme flaquear para adueñarse
de lo que tan duramente yo había conseguido.
--Así
que lo hizo por usted.
--Lo hice por mí y lo hice por Alemania, porque yo era Alemania.
--En
1935 promulga las leyes de Núrenberg
¿Tanto odiaba a los judíos?
--En absoluto.
--¿Entonces?
--Francia y Gran Bretaña eran los verdaderos enemigos de Alemania,
los que habían impuesto unas condiciones tan calamitosas a nuestro pueblo como
para impedirnos levantar la cabeza, pero por aquel entonces no estaban a
nuestro alcance. En cambio, los judíos estaban por toda Alemania, se les
relacionaba con el dinero porque eran muchos los que ostentaban negocios,
muchos de ellos formaban grupos cerrados de relaciones personales y los
alemanes, desde siempre, habían guardado un cierto recelo de ellos.
--Así
que los judíos fueron el sustitutivo de franceses y británicos.
--Para mantener unido a un pueblo que pasa penurias y ha sido
privado de la libertad, se le ha de dar algo a lo que odiar más que a sus
gobernantes.
--¿Y
la “Noche de los Cristales Rotos”?
--La guerra en España tocaba a su fin, nuestras tropas de élite
estaban dispuestas para lanzarse a la conquista del mundo, pero necesitaba el
apoyo decidido del pueblo alemán. Goebbels se encargaba de esa parte y él me
dijo que si no se conseguían manchar de sangre las manos de todos los
ciudadanos, difícilmente conseguiríamos el necesario apoyo en nuestra guerra.
--¿Por
qué seguir con los campos de exterminio?
--Los judíos ya eran nuestro enemigo, no podían quedarse en la
retaguardia y hacernos daño, debían ser exterminados, pero gastando el mínimo
de recursos en ello. Sus posesiones debían pasar al lado del estado, no crean
que fue tanto, sólo un poco más de lo que nos costó su exterminio.
--¿Por
qué no se limitó a sus primeros éxitos y luego paró la guerra? Podía haber
conseguido condiciones buenísimas.
--Con ese fin mande a Goering a Gran Bretaña, pero mientras el
trataba de pactar con Churchill, aquí se descubrió uno de los muchos complots
para derrocarme y la misión de Goering quedó comprometida. Por otro lado, era
sabido que la campaña contra la Unión Soviética se tendría que llevar a cabo
tarde o temprano. Rusia nos guardaba una desde la primera guerra mundial y sólo
esperaba el momento para tomar su revancha.
--¿Y
la mejor defensa es un ataque?
--La mejor defensa es una victoria.
--Pero
al final usted perdió. Se desmoronó su castillo de naipes, su cuento de la
lechera…
--De eso nada.
--Alemania
ha perdido la guerra y usted acaba de suicidarse.
--Todos tenemos que morirnos algún día, pero morimos un poco menos
si dejamos nuestro espíritu cabalgando sobre la Tierra y, como verá, nunca le
faltarán dictadores a este planeta. Además, no dude que aquellos que fueron
mordidos por la daga del sacrificio y el exterminio lo practicarán a su vez con
sus enemigos.
--Arderás
en el fuego eterno.
--¿Y qué más da? ¿No es un fuego eterno, que nos consume hasta
nuestro fin, la propia vida?
--¿No
le importa que Alemania vaya a sufrir años de miseria por esta derrota?
--No lo creo, pero si eso es así, no dude que nacerá otro Hitler
para vencer o morir.
--Espere
antes de partir al averno que vienen sus perros fieles Himmler y Goebbels, pero
al parecer Goering, arrepentido, no ha querido venir.
--Siempre habrá perros que no lo serán de sus amos.
--Hoy
ha acabado la lección que usted le podía dar al mundo, ahora es cosa de este
demostrar que es lo que ha aprendido.
--Sea lo que sea… nada de bueno, se lo aseguro.
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