Estas
elecciones han dado unos resultados muy previsibles con una excepción: el grado
de la debacle del PP. Sinceramente, lo esperado era que quedara en torno a los
80 diputados. Y no solo desde fuera, también los rivales de Casado dentro del
partido esperaban que el partido pudiera salvarse económicamente. Y es que
ahora su subsistencia dependerá de que la Banca acepte que los populares se
arrastren un poco más por el lodo y les laman la punta de los zapatos y lo
crean rentable. El PP, parafraseando a Soraya Saenz de Santamaría, está en “liquidació”.
Si la vicealbóndigaba esperaba el hundimiento del irracional Casado para
recuperar el control del PP, ahora se encuentra con una situación
económicamente irrecuperable y que, para salvarse, exigirá del compromiso de
que el PP venda un poco más España a los cuatro poderosos que llevan desde el
franquismo robándonos a todos.
La situación
del PP es crítica más allá del Parlamento, porque, además, han perdido un
senado que tenían controlado, a favor de los socialistas, pero que, además, ven
como ERC se ha convertido en la tercera fuerza política de esta cámara. Y si el
resultado es malo, el PP va a tener que aguantar hasta después de las
elecciones municipales, europeas y autonómicas (para la mayoría de
comunidades), porque no hay tiempo suficiente para convocar un congreso
extraordinario y relevar la actual cúpula fracasada. Parece que el hundimiento
del PP aún puede crecer en las próximas fechas. Que Casado hablara como el
propio Abascal ha tenido un precio, pero violar el necesario cinturón sanitario
con el fascismo que le permitió aceptar el apoyo de VOX en Andalucía, puede
haber sido definitivo. Y es que los fascistas siempre preferirán un fascista
profesional, como los de VOX, antes que un aficionado como Casado. Además, la
derecha moderada que siempre supuso la gran mayoría del voto del PP, se ha ido
perdiendo poco a poco mientras se obsesionaba en su cruzada contra los
catalanes. No en vano es precisamente en esa comunidad donde los populares han
recibido su derrota más dura.
Y sí,
el PSOE ha ganado las elecciones, pero con solo 123 escaños. Y es la primera
vez que el PSOE gana unas Generales sin ganar en Catalunya, donde,
definitivamente, el independentismo, a pesar de no haber movilizado todo su
voto, ya se ha instituido como la única alternativa posible. Negar que
Catalunya ya vive en un estado propio, aunque el centralismo español no le
permita hacerlo funcional, es engañarse miserablemente y engañar a toda España.
Pero eso es lo que tienen los partidos españolistas y una prensa nacional que
se ha dedicado a esconder las ruinas franquistas que aún impiden instituir una
democracia de verdad.
El PSOE
no tendrá bastante con pactar con Podemos, por lo que, lógicamente, no podrá
formar gobierno hasta después de las elecciones municipales. Después deberá
pensar si se pone de rodillas ante los fascistas de Ciudadanos. Porque un
partido como C’s que ha nacido para extender el odio no aceptará ninguna otra
forma de apoyo a Sánchez. Otra alternativa es pactar con Podemos y los
independentistas, pero de eso Sánchez no piensa ni hablar, lo mínimo, hasta
mediados de junio. Aunque hay otra alternativa que nadie ha tenido en cuenta, y
es que los socios presupuestarios se unan de nuevo: PSOE + Podemos + Compromís
+ CC + PNV y, posiblemente un NA+ alejado de las tesis del PP de Casado, creo
que así también se pueden sumar los votos necesarios para investir a Sánchez.
Claro
que como Casado es ya un cadáver político, el PP para su supervivencia obligará
a dimitir a todo el equipo de Casado y Aznar y eso nos llevaría a un nuevo PP a
las órdenes del IBEX 35, así que tampoco extrañe que tras el Congreso
Extraordinario, ese nuevo PP se abstenga en una sesión de investidura, para así
arrebatar a Ciudadanos la iniciativa política. Esa sería la jugada más
inteligente, porque Ciudadanos habría tocado techo en España y ya se encuentra
a la baja en Catalunya. Si el PP quiere recuperar su esencia, debe protegerse
de Ciudadanos y abandonar a VOX en la extrema derecha para que se desinfle de
forma natural. Ahora es el momento de renunciar al franquismo y convertirse en
el partido demócrata que nunca supo ser. Pero, personalmente, no creo en esta
posibilidad, porque el PP siempre ha vivido de las ruinas del franquismo y la
cabra tira al monte.
De lo
que podemos estar seguros es que la imbecilidad del 155 no solo ha pasado
factura a Catalunya, en España va a estar haciendo daño durante años, cosas de la
tercera Ley de Newton.
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