Imagen extraída de www.rafapal.com
La Civilización moderna ha
pasado por muchas crisis, a lo largo de los últimos 150 años, pero ninguna como
la actual.
Tras el Crack del 29 llegó
una profunda crisis que, ante la incapacidad de los principales gobiernos,
degeneró en la gran depresión. En Estados Unidos, gracias al New Deal se pudo
corregir su rumbo, pero no pudo evitar enormes cambios políticos en Europa, que
ya estaban sustentados en actitudes anteriores y que, por desgracia,
terminarían derivando en la Segunda Guerra Mundial. Aun así, podemos observar
esas dos crisis como hechos separados.
Con anterioridad, y
producto de los años de presiones entre la Francia de Napoleón III y la
Alemania de Bisckmark, se vivió en Europa más de una década de tensiones y que
llevó a las primeras grandes manifestaciones pacifistas. Desgraciadamente,
todos aquellos movimientos que intuían un desenlace catastrófico, no pudieron
evitar que en 1914 se desencadenara una oleada de declaraciones de guerra que
constituirían el origen de la Primera Guerra Mundial.
La otra crisis fue mucho
más larga, pero solo a largo plazo produjo un número de víctimas apreciable.
Fue llamada la Guerra Fría, y en ella los dos grandes bloques surgidos de la
Segunda Guerra Mundial, se enfrentaron indirectamente a través de pequeñas
guerras por todo el planeta, destacando algunos episodios complejos como la
guerra de Corea, la crisis de los misiles cubanos, la guerra de Vietnam, la
creación del Estado de Israel y la primera guerra de Afganistán.
Tras la caída del Muro de
Berlín a finales de la década de los 80, algunos dieron por acabada la
polarización del Mundo. Posiblemente hubiese sido el momento para acabar con
los derechos de veto en la Asamblea de las Naciones Unidas y prepararnos para
un Mundo mejor, pero en lugar de eso, el nuevo mundo, libre de una de sus
fuerzas, derivó rápida y drásticamente hacia el capitalismo salvaje del
neoliberalismo, y empezaron a sucederse pequeñas crisis económicas: 1992, los
tigres asiáticos, los impagos rusos, la deflación alemana y japonesa, el
corralito argentino, las punto com… Todas las crisis iban precedidas de un
periodo de expansión desmesurado, como globos que se inflaban más de lo debido
y luego explotaban. Por eso, cuando a comienzos de milenio, las burbujas
inmobiliarias americana y española, empezaron a captar inversores de todo el
Mundo, mientras ambos países se metían en las nuevas guerras de Afganistán e
Irak, cualquier mente un poco avispada podía prever una crisis de proporciones rayanas
a la de 1929.
Durante las crisis, como
esta despertada en 2007, el mundo descubre a muchos animales “políticos”
intentando acaparar los restos de poder que se deshilachan por aquí y por allí.
Así tenemos infinidad de activismos y terrorismos que socaban los distintos
poderes aquí y allí, políticos corruptos que aprovechan la coyuntura para
enriquecerse a costa de todos, las empresas multinacionales que controlan a los
Estados y a sus ejércitos, procurando políticas que les beneficien a costa de
las diferentes poblaciones, así como otorgarse una situación geopolítica
propicia y la aparición de figuras personalistas que pretenden liderazgos
carroñeros. Posiblemente el planeta no haya vuelto a polarizarse, pero si
alguien creía que los Estados Unidos y sus aliados podían controlarlo, han
visto cómo sus intereses han empezado a diferir y han aparecido una situación
de multipolos que han convertido la política internacional en un caos donde
solo se benefician los buitres. Las revoluciones de Túnez, Egipto y Libia, la
guerra de Siria, la insufrible presión y los ataques de Israel sobre Gaza y
Cisjordania, el caos de la supuestamente pacificada Afganistán, la aparición de
ISIS en Siria e Irak, las guerras africanas… y, para rematar, un extrañamente
oportuno brote de Ébola que no remite como habían hecho otros históricamente,
mientras aparece una vacuna que funciona y no funciona. Y todo eso mientras
aparece un remedio fiable contra la hepatitis C, que podría llegar a
erradicarla, pero que los diferentes gobiernos se niegan a facilitar a sus
enfermos.
¿Se ha vuelto loco el
Mundo? No, simplemente la globalización lo ha convertido en un barreño que los
poderosos agitan para pescar mejor en sus aguas embravecidas.
Señores, esta no es una
crisis, solo es la forma en que menos de un centenar de individuos, sin una
gota de empatía, han encontrado para podernos exprimir mucho mejor. Dar con
esos individuos y marcarlos de forma personal, puede ser nuestro único modo de
salvarnos de este infierno. Sin embargo, no va a ser fácil, porque cuanto más
cerca estemos de pararles los pies, más fuerte agitarán el barreño en el que
naufragamos.
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