Ley de Protección
de la vida del concebido y de derechos de la embarazada.
Poco importan los
detalles jurídicos de la ley, su diseño ha sido orientado a la eliminación de
la gran mayoría de supuestos para poder abortar y a los restantes ponerles tal
cantidad de trabas que lo hacen totalmente imposible, incluso en caso de
peligro inminente para la vida de la mujer.
No voy a entrar en
profundidad la letra del proyecto de ley porque la prensa ya lo está contando con todo lujo de detalles y
no hay que esforzarse para darse cuenta de que es una ley de prohibición
radical del aborto encubierta.
Así pues, y solo
para aquellas mujeres que puedan permitírselo (generalmente una gran mayoría familiares
de los mismos que han fomentado esta absurda ley) deberán emprender de inmediato
la partida hacia clínicas de planificación familiar de diversos países europeos.
Es decir, que Gallardón vuelve a poner de moda aquel tristemente famoso turismo
londinense de épocas cuya oscuridad intenta emular el actual gobierno del PP.
El sello de la
mafia clerical está en el hipócrita nombre que se le hadado al proyecto de ley.
Hablan de protección de la vida del concebido, cuando la ciencia aún no se ha
puesto de acuerdo sobre esta y menos aún sobre su humanidad. Y todo eso,
mientras aprueban leyes que fomentan la tortura y ejecución de nobles animales
como los toros, o mientras crean un entorno legal en que si el niño llega a
nacer con graves problemas (principal causa, hasta ahora, de los abortos
legales) deja a su familia a un sinvivir mientras él no tiene más posibilidad
que la de venir a sufrir en este mundo.
Mucha protección no
parece que vaya a tener una vez nazca ese niño, más bien es una condena al
infierno, que esta panda de criminales clericales, han preparado para incinerar
en su infierno particular a toda una sociedad que sueña con cosas mejores.
Y respecto a los
derechos de la embarazada… ¿dónde están? Si le arrebatan el derecho a decidir,
el derecho a pensar, el derecho a ser persona, el derecho a ser mujer… ¿qué
queda?
Dicho esto, lo que
ahora me preocupa más, es el gran número de vidas humanas viables que se van a
perder o que se van destruir en vida, solo para proteger unos fetos de
cuestionable humanidad que, la mayoría de las veces, son inviables con la
racionalidad e incluso con la propia vida.
Empezaremos con las
cerca de 2500 mujeres que cada año morirán o sufrirán lesiones crónicas,
producto de los abortos ilegales. Porque ese es el número de víctimas que había
cada año cuando el aborto no era legal en nuestro país.
Pero a pesar de lo
grande que pueda parecer este número, el libro “Freackonomics”, del prestigioso
economista Stewen Lewitt, nos alerta de un peligro mucho más letal a largo
plazo. De los 120.000 abortos anuales (datos de 2011 que dada la crisis pueden
haber aumentado sensiblemente), aproximadamente un 70% proceden de entornos u
hogares susceptibles de ruptura (que podría acelerar la llegada de un nuevo
hijo) o ya decididamente rotos. Con la nueva ley, la casi totalidad de ellos
serían bebes que nacerían y crecerían en un entorno tan hostil que, muchos más
de la mitad se convertirían en pequeños raterillos, pero que al llegar a la
pubertad explotarían como violentos delincuentes. Basándonos en los hechos
inversos vistos en EE.UU. en la década de los 90, cada año van a nacer 40.000
criminales en nuestro país. Contando que la ley llegue a estar en vigor 2 años
y medio (hasta su derogación por un gobierno posterior que supuestamente se dé
prisa en enmendar este desaguisado), van a nacer 100.000 criminales. La vida
media de estos delincuentes sería de unos 27 años, pero empezarían su escalada
delictiva sobre los 14 años. Teniendo en cuenta sus diferencias, podemos
suponer una media de 0,5 homicidios por delincuente al año. Lo que nos da, en
una carrera delictiva media de 13 años, 6 homicidios y medio, que para un total
de 100.000 asesinos, suponen 600.000 víctimas inocentes de la ley Gallardón.
Así pues, el
gobierno del PP está apunto de condenar a más de medio millón de víctimas
inocentes, pero, claro, eso no empezará a ocurrir hasta dentro de 14 años. Sin
embargo, por ahora, sí tendremos que contar las más de 7.000 mujeres que
morirán producto de abortos clandestinos, o el aumento de víctimas por la violencia de género ya que muchas mujeres
que hubieran podido escapar quedarán atrapadas con el nacimiento de sus nuevos
hijos (muchos de ellos fruto de violaciones no denunciadas). Si unimos a todo
esto el suicidio de personas que no podrán soportar situaciones generadas por
esta ley, o por la eterna pérdida ante la obligación de dar en adopción a un
hijo, podemos concluir que esta ley de Gallardón y del PP, es un arma de
extinción masiva que se va a lanzar contra la sociedad civil de su propio país
y, en especial, contra las mujeres.
¿Dónde va una ley
de protección que no protege a nadie?
A ningún sitio,
pues una ley maquinada para contentar a determinadas sectas del catolicismo más
retrogrado, pero que ni a estas contenta porque ellos no aceptan los
subterfugios. Para ellos solo vale la prohibición total del aborto, el robo de
niños y la ejecución pública de aquellas sucias mujeres que se hubieran
atrevido a marchar a otros lugares para abortar.
De este modo se ha concebido
una ley injusta, inhumana, que atenta contra muchas libertades y derechos,
ignorando deliberadamente las alarmas sobre futuras catástrofes por
consecuencia de ella.
Y, sin embargo,
después de todo lo dicho, por terrible que parezca, aún aporta, esta ley, un
concepto peor. Y es un claro mensaje de que las mujeres no son iguales que los
hombres. Gallardón, y el gobierno del PP por extensión, han lanzado, con esta
ley, una justificación para todas las discriminaciones contra el género
femenino y, en especial, han abierto una puerta brutal para la violencia de
género.
Personalmente, yo
acuso a esta ley, por sí misma, como violencia de género.
Imagen tomada de www.lasmalaslenguas.es
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