martes, 9 de julio de 2013

Conversación en el patio de luces


Conversación escuchada por los patios de luces (el patio es de luces, los que conversaban no tanto):
Mujer: Según un análisis aún no saben si el catalán es un idioma.
Hombre: ¿Qué me dices?
Mujer: Si los estudiosos aún están estudiando de dónde sale ese idioma tan raro.
Hombre: ¡Anda ya! Pero si el catalán se habla desde hace millones de años…
Lo dramático de esta conversación es que el citado patio de luces está en plena ciudad de Barcelona.
Para que unos y otros lo tengan claro, el catalán sí es un idioma y nada modesto pues, aunque solo sea en teoría, es hablado por cerca de 10.000.000 de personas, que frente a los 850.000.000 del mandarín o los 400.000.000 del castellano, puede parecer una cifra pequeña, sin embargo, frente a lenguas que parecerían muy importantes el catalán resulta serlo más:
-Danés: 5.500.000.
-Finés: 5.500.000.
-Gaélico (en sus diferentes formas): 700.000.
-Griego (moderno): 12.000.000.
-Húngaro (magiar): 12.000.000.
-Noruego: 5.000.000.
-Romanche: 35.000.
-Sueco: 9.000.000.
Hay que señalar que en Europa son menos de una decena las lenguas que tienen más hablantes que el catalán y que en Internet es la lengua número 14 del mundo respecto a su uso. También hay que tener claro que en esos 10.000.000 no se están contando los hablantes valencianos que supuestamente se han “independizado” de su lengua madre.
Con esto queda claro, para los menos informados, que el catalán no solo ningún estudioso que se precie lo pone en duda como lengua, sino que además ocupa un lugar importante.
Es cierto que a raíz de las dictaduras centralizantes (primero la de Primo de Rivera y después la de Franco), se intentó acabar con la lengua y culturas catalanas, dentro de un programa de uniformización nacional que los más analfabetos del país pudieron asumir perfectamente. Así pudimos leer lindezas tales como la que aparecía en el diccionario de la RAE en 1972: “… el catalán es un dialecto del español…”
El diccionario de la RAE siempre fue una supuesta autoridad sobre la lengua castellana. Se supone que su lema es “limpia y da esplendor”, en su afán de limpieza aquí se limpió de un plumazo toda la historia de España, primero al llamar español al castellano, una asunción que tiene varios orígenes, pero que atenta frontalmente contra la pluriculturalidad de España. Y en segundo lugar acaba con mil años de historia al llamar al catalán dialecto del “español”.
Es curioso que aquella misma religión cultural del franquismo nos hablara hasta la saciedad de la unidad de España bajo los Reyes Católicos, y olvidara que Fernando tuvo que hablar catalán para dirigirse al Consell de Cent. Sin embargo la gloriosa Reconquista (que nadie tiene todo lo claro que debería en que consistió) es la que da lugar a ambas lenguas (castellano y catalán). Así el catalán aparece como una diferenciación del Provenzal, bajo las  influencias del sustrato ibérico y del árabe circundante, en la llamada Marca Hispánica que pone el reino franco como barrera a la invasión árabe, ahora hace unos 1000 años. Sin embargo, si hoy escucháramos algo de aquel protocatalán, tal vez no entenderíamos gran cosa. Por otro lado, los pocos textos escritos de la época seguían siendo en Provenzal o en Latín y realizados por los pocos individuos que eran capaces y que generalmente eran monjes. De hecho los primeros textos en catalán son “les homilies d’Organyà”, datadas a finales del siglo XII, tienen algo más de 800 años. Tres siglos después de la formación de la marca hispánica surge el primer texto que puede considerarse catalán, pero aún tardará mucho tiempo en convertirse en una lengua culta, y es que para ello primero las fronteras de los reinos árabes tendrán que alejarse de las residencias de la gente y permitir en esas zonas periodos de paz cada vez más largos entre invasiones y saqueos. Solo así la lengua substituirá al provenzal también en las relaciones oficiales y sus textos.
Bueno, antes de seguir, me gustaría hacer un inciso para que algunos lingüistas, acostumbrados a hablarnos del origen latino de casi todas las lenguas peninsulares y aquello de los substratos, superestratos e influencias, no empiecen a tirarse de los pelos. Conocer qué se hablaba realmente en aquellos tiempos es algo que tiene un mucho de imaginativo pues, si bien hoy en día son raras las personas analfabetas que no saben escribir, en aquellos tiempos el simple uso mecánico de las herramientas de escritura ya era un arte vetado a la gran mayoría y, por ello, solo los más cultos eran capaces de dejar documentos que alcancen a llegarnos a nuestros días y, por supuesto, el latín, lengua protegida por la iglesia, el primer idioma usado. A continuación otras lenguas en continua transformación fueron apareciendo en los textos escritos hasta llegar a nuestros días. Pero creo que costaría explicar más de lo que algunos pretenden porque la lengua provenzal llenó la península de poesía y textos profanos en los primeros años de la Reconquista. Así pues, esta explicación no pretende substituir la explicación “oficial”, sino abreviarla e incluso simplificarla.
Paralelamente a la aparición de una Marca Hispanica avanzando hacia el sur por el este de la península, en el eje central de la misma, desde el siglo VIII, hay un importante avance desde Asturias hacia el sur. Su aislamiento de potencias diferentes a las árabes a las que supuestamente combaten, permiten desarrollar una lengua muy diferenciada: el astur. Lengua que con el tiempo llamaremos asturleonés, leonés o bable. Y hay que aclarar que, aunque es la raíz principal de lo que después será el castellano, aún está muy lejos de serlo. De hecho Castilla nacerá para proteger al reino de León del reto de “poderosos” reinos de la época, igual que la Marca Hispánica protegía a los reinos francos, desde algunos siglos antes, de las incursiones de partidas árabes, Castilla nace entre el siglo IX y X para proteger al reino de León de lo mismo, pero también de vascos, aragoneses y los primeros catalanes. Tanto Castilla como Catalunya nacieron como territorios fronterizos que fueron ocupados por intrépidos colonos y una aristocracia guerrera, muy belicosa, que difícilmente hubiera obtenido una mejor situación en los reinos más civilizados que les habían dado origen.
Digamos que el hecho de no existir grandes barreras orográficas que separaran el Reino de León del Reino de Castilla, hizo que la comunicación entre ambas fuese más fluida que la existente entre lo que quedaba de la naciente Francia y la ya plenamente escindida Catalunya. Por ello el nacimiento de la lengua castellana es más ambiguo que el de la catalana y así los primeros textos con una cierta diferenciación del leonés han sido aceptados como los primeros textos castellanos. Así que los códices burgaleses del siglo IX que se han dado en aceptar como los primeros en lengua castellana, son realmente una aceptación arbitraria.
Mientras las “Homilies” del siglo XI que se toman como origen del catalán porque aparecen como una lengua bien diferenciada de las conocidas hasta entonces, los textos de Burgos pueden ser tomado como una adaptación del leonés, aunque ya tenga muchas de las características que definirán al castellano del que ya no tendremos dudas en el S.XIII. Aunque hay que repetir que esa lengua podría ser muy anterior, incluso a los textos burgaleses o no, ya que hoy solo podemos hablar de los documentos que la historia ha permitido llegar a nuestro tiempo.
De cualquier modo, y a modo de respuesta a aquellos dos personajes que hablaban por el patio de luces, tanto el catalán como el castellano son lenguas, más o menos, milenarias y ya bien diferenciables, una de la otra, por aquel entonces. Posiblemente ambas fuesen descendientes del latín, pero sin duda el catalán se vio más influenciada por el provenzal y el castellano por un sustrato céltico. Ahora bien, la única certeza que tenemos son los primeros textos escritos y, estos nos muestran unas lenguas que hoy costaría relacionar con las modernas.
Ahora, después de esta parrafada, me cuesta entender como dos personas que hubieran podido abrir un libro o consultar en Internet la realidad (o más bien no) de sus afirmaciones, se permitieron hacer esos comentarios, voz en grito, para las orejas de todos. Si he de ser malpensado pensaré que la excusa cultural del soberanismo está detrás de sus palabras. Pues también voy a decepcionarles si les digo que la cultura tampoco es eso, puede que el tema lingüístico sea muy importante, pero la cultura también implica cuestiones mucho más sencillas como puedan ser una forma de pensar, de sentir o de vivir… ¿O esto aún es más complicado?


Imagen extraída de blog.globaliza.com 

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