viernes, 16 de mayo de 2025

Incidentes en el RCDE Estadium, otra vez

 

Después de más de cinco décadas de incidentes provocados por sus aficionados ultras, el RCDE aún no se ha puesto las pilas para intentar poner freno a semejante amenaza. Incluso después de ver como el que fuese su vecino de barrio, el FC Barcelona, ya emprendió en su momento varias acciones contundentes para erradicar los desmanes que periódicamente sus grupos ultras hubieran podido realizar. Lejos quedaron las batallas campales que aficionados radicales de ambos clubs protagonizaron en los 80, pero parece que grupos similares a los autores de aquellos raids, por parte del club perico, siguen existiendo hoy con modernizados métodos, pero similar falta de ética. El caso es que por el Espanyol han pasado muchas directivas y ninguna ha hecho nada más allá de lamentar las sanciones que de tanto en tanto le caen al club.

Entiendo que hay elementos que, desde el club, tienen miedo a que si sancionan a los grupos ultras, que son los que “más animan” en el campo, se pierda algo del carácter intimidador de la grada; pero deberían entender que esa grada estúpida también está coartando a los aficionados que desean ir con sus hijos y temen el mal ejemplo que ahora hay en el campo y en sus alrededores.

El atropello en masa de ayer tuvo demasiado que ver con esa grada más que gamberra, muchas veces sobrepasando la raya de lo delictivo, y que aterrorizó a una conductora que se vio rodeada de aficionados ultras descontrolados. No voy a defender tampoco la decisión, peligrosamente errónea, que tomó esta para salir del embrollo, pero, por lo visto en las imágenes, tampoco hay que quitarles la parte de culpa que se merecen a esos salvajes que golpearon el vehículo y, muy probablemente, hicieron temer por su vida a la conductora.

Siguiendo con el atropello, otro tirón de orejas le corresponde al ayuntamiento responsable de ese acceso que, conociendo la afluencia exagerada de público pasado de vueltas que se da en un derbi, no cerró dicho acceso al tránsito de vehículos, a las horas de entrar y salir el publico del estadio.

Y después nos alucina que el equipo rival no pueda celebrar tranquilamente el título recién obtenido. Que no busquen más nombres para el campo de los pericos, porque mientras no se remanguen y limpien el campo de cavernícolas, no les cabe otro nombre que el de “La Caverna”.

martes, 7 de enero de 2025

Asociaciones de consumidores y usuarios

 

Según la web del ministerio de Sanidad y Consumo, las organizaciones de consumidores se originaron en pleno S.XIX. Sin embargo, en nuestro país no empezamos a oír hablar de ellas hasta la transición, cuando en 1984 varias de estas asociaciones de ámbito local y regional se unificaron en la UCE (Unión de Consumidores de España). En un país donde las malas prácticas comerciales seguían como una herencia más del franquismo, fueron utilísimas para modificar unos hábitos opacos y forzaron al estado para que legislara en pro de la transparencia.

A la par que la UCE adquieren relevancia otras organizaciones ya existentes como UNAE (1968), OCU (1975) y FACUA (1983). Sin embargo, en aquellos momentos, es la UCE la que adquiere más relevancia y fortaleza.

A finales de la década de los 80 estas asociaciones se dan cuenta de que sus socios demandan guías orientativas, fruto de las cuales nacen las revistas “Ciudadano” de UCE (ya tenía un precedente en Catalunya desde 1975), pero hoy ya no he podido localizar ningún ejemplar, creo que dejó de publicarse y “Compra Maestra” de OCU. En ellas se enseñaba a reclamar y se comparaban productos descubriendo productos fake que se denunciaban a Consumo. En la actualidad FACUA también publica “Consumerista”.

Cabe decir que, paralelamente al funcionamiento de estas organizaciones privadas sin ánimo de lucro, los ayuntamientos también ponen al servicio de usuarios y consumidores las OMIC, reguladas a partir de 2013. Cada ayuntamiento lleva este servicio como considera adecuado, pero hay que tener en cuenta que es mucho más próximo a los elementos sancionadores de los que pudiera tener una entidad privada.

Si en un inicio la UCE copó el interés, conforme se fue conociendo el caso de la neumonía atípica y se ligó a la venta del aceite de colza desnaturalizado vendido como aceite de oliva para consumo humano, OCU tomó el relevo en los titulares organizando varios frentes legales, especialmente cuando la presidencia de esta organización recayó en uno de los afectados. A pesar del gran gasto económico, de tiempo y de esfuerzos, en este tema, a comienzos de los 90 OCU tiene un boom de asociados. En este boom tuvo mucho que ver la publicidad obtenida con el caso, pero también el boca-oreja dando a conocer un buen funcionamiento en su apoyo a los asociados y el inmovilismo de las otras organizaciones, especialmente la UCE, que pierde muchos socios.

Si la UCE reinó en los 80, OCU en los 90, FACUA encontrará su veta en el gran salto a atrás del aznarismo, a partir del 96, pero especialmente desde el 2000, cuando nuevamente el ánimo de lucro es capaz de neutralizar los derechos de los consumidores.

El ascenso de FACUA no es tan repentino. De hecho comparte su liderato con OCU hasta 2008, pero a partir de ahí el uso de las redes sociales le da una notable ventaja. Dirigentes más jóvenes y más dispuestos a usar redes como Twitter para su autopublicidad, les dan una gran ventaja en cuanto a imagen, pero no tanto en número de socios. Resulta que ambas asociaciones, en realidad, ofrecen alternativas muy diferentes. Mientras FACUA se centra en los grandes casos que reúnen a mucha gente (similar a lo que fue el caso del aceite tóxico para OCU), su rival va a lo más elemental, aconsejando sobre los caminos a seguir para llevar a cabo las reclamaciones y buscando productos que no cumplen con los mínimos.

Hay que hacer notar que, por su dominio en redes sociales, FACUA ha llevado a cabo varias acciones con el fin de desprestigiar a la que considera su rival. Algo que desde el punto de vista de quienes se han servido de OCU y de su equipo legal, son ataques gratuitos y totalmente faltos de pruebas, de lo contrario, en lugar de textos sin pruebas publicados en redes sociales y amparados por la libertad de expresión (aunque muy al límite de esta), hubieran presentado la pertinente denuncia en el juzgado de turno.

Al margen de esta disputa hay que advertir que existen muchas más organizaciones de consumidores y todas funcionan más o menos bien, aunque cada una tiene sus puntos fuertes y sus puntos débiles. Personalmente en los últimos 45 años ha sido socio de varias de ellas (incluso varias al mismo tiempo) y he tenido que recurrir muchas veces a sus servicios con mejor o peor suerte. En la actualidad llevo muchos años en OCU y, por ahora, no veo una buena razón para cambiar. Pero sí me atrevo a aconsejar que, en la medida de lo posible, todo el mundo se asocie a una organización de consumidores, sin importar cual, porque asociarse es darles fuerza para que los ataques a los consumidores se puedan repeler mejor. Y si no puedes permitirte ser socio de una de estas organizaciones, recuerda que los grandes ayuntamientos cuentan con las OMIC y algunas CC.AA. también tienen servicios concretos a los que reclamar.