martes, 7 de enero de 2025

Asociaciones de consumidores y usuarios

 

Según la web del ministerio de Sanidad y Consumo, las organizaciones de consumidores se originaron en pleno S.XIX. Sin embargo, en nuestro país no empezamos a oír hablar de ellas hasta la transición, cuando en 1984 varias de estas asociaciones de ámbito local y regional se unificaron en la UCE (Unión de Consumidores de España). En un país donde las malas prácticas comerciales seguían como una herencia más del franquismo, fueron utilísimas para modificar unos hábitos opacos y forzaron al estado para que legislara en pro de la transparencia.

A la par que la UCE adquieren relevancia otras organizaciones ya existentes como UNAE (1968), OCU (1975) y FACUA (1983). Sin embargo, en aquellos momentos, es la UCE la que adquiere más relevancia y fortaleza.

A finales de la década de los 80 estas asociaciones se dan cuenta de que sus socios demandan guías orientativas, fruto de las cuales nacen las revistas “Ciudadano” de UCE (ya tenía un precedente en Catalunya desde 1975), pero hoy ya no he podido localizar ningún ejemplar, creo que dejó de publicarse y “Compra Maestra” de OCU. En ellas se enseñaba a reclamar y se comparaban productos descubriendo productos fake que se denunciaban a Consumo. En la actualidad FACUA también publica “Consumerista”.

Cabe decir que, paralelamente al funcionamiento de estas organizaciones privadas sin ánimo de lucro, los ayuntamientos también ponen al servicio de usuarios y consumidores las OMIC, reguladas a partir de 2013. Cada ayuntamiento lleva este servicio como considera adecuado, pero hay que tener en cuenta que es mucho más próximo a los elementos sancionadores de los que pudiera tener una entidad privada.

Si en un inicio la UCE copó el interés, conforme se fue conociendo el caso de la neumonía atípica y se ligó a la venta del aceite de colza desnaturalizado vendido como aceite de oliva para consumo humano, OCU tomó el relevo en los titulares organizando varios frentes legales, especialmente cuando la presidencia de esta organización recayó en uno de los afectados. A pesar del gran gasto económico, de tiempo y de esfuerzos, en este tema, a comienzos de los 90 OCU tiene un boom de asociados. En este boom tuvo mucho que ver la publicidad obtenida con el caso, pero también el boca-oreja dando a conocer un buen funcionamiento en su apoyo a los asociados y el inmovilismo de las otras organizaciones, especialmente la UCE, que pierde muchos socios.

Si la UCE reinó en los 80, OCU en los 90, FACUA encontrará su veta en el gran salto a atrás del aznarismo, a partir del 96, pero especialmente desde el 2000, cuando nuevamente el ánimo de lucro es capaz de neutralizar los derechos de los consumidores.

El ascenso de FACUA no es tan repentino. De hecho comparte su liderato con OCU hasta 2008, pero a partir de ahí el uso de las redes sociales le da una notable ventaja. Dirigentes más jóvenes y más dispuestos a usar redes como Twitter para su autopublicidad, les dan una gran ventaja en cuanto a imagen, pero no tanto en número de socios. Resulta que ambas asociaciones, en realidad, ofrecen alternativas muy diferentes. Mientras FACUA se centra en los grandes casos que reúnen a mucha gente (similar a lo que fue el caso del aceite tóxico para OCU), su rival va a lo más elemental, aconsejando sobre los caminos a seguir para llevar a cabo las reclamaciones y buscando productos que no cumplen con los mínimos.

Hay que hacer notar que, por su dominio en redes sociales, FACUA ha llevado a cabo varias acciones con el fin de desprestigiar a la que considera su rival. Algo que desde el punto de vista de quienes se han servido de OCU y de su equipo legal, son ataques gratuitos y totalmente faltos de pruebas, de lo contrario, en lugar de textos sin pruebas publicados en redes sociales y amparados por la libertad de expresión (aunque muy al límite de esta), hubieran presentado la pertinente denuncia en el juzgado de turno.

Al margen de esta disputa hay que advertir que existen muchas más organizaciones de consumidores y todas funcionan más o menos bien, aunque cada una tiene sus puntos fuertes y sus puntos débiles. Personalmente en los últimos 45 años ha sido socio de varias de ellas (incluso varias al mismo tiempo) y he tenido que recurrir muchas veces a sus servicios con mejor o peor suerte. En la actualidad llevo muchos años en OCU y, por ahora, no veo una buena razón para cambiar. Pero sí me atrevo a aconsejar que, en la medida de lo posible, todo el mundo se asocie a una organización de consumidores, sin importar cual, porque asociarse es darles fuerza para que los ataques a los consumidores se puedan repeler mejor. Y si no puedes permitirte ser socio de una de estas organizaciones, recuerda que los grandes ayuntamientos cuentan con las OMIC y algunas CC.AA. también tienen servicios concretos a los que reclamar.