viernes, 25 de noviembre de 2011

Detalles trascendentes de la historia: La primera guerra fría no acabó bien.

La Primera Guerra Mundial, también conocida como la Gran Guerra, no empezó sin previo aviso. De hecho se empezó a intuir el fatal desenlace mucho tiempo antes. La tensión nació de la rivalidad entre Napoleón III y Bismarck. A mediados del siglo XIX Prusia se había impuesto la tarea de unificar Alemania bajo la peculiar visión de este estado militarista. De todas formas, si no hubiese existido la figura de Otto von Bismarck, esas ambiciones se hubiesen estrellado contra la resistencia de la miríada de pequeños estados que constituían la Europa germánica. Más aún estando bajo la atenta mirada de la poderosa Francia del errático Napoleón III, sobrino del gran Napoleón Bonaparte. Al decir errático me refiero a que primero defendió el idealismo que llevaría a la unificación de Italia, pero que después, cuando comprendió el potencial de la Alemania en ciernes, quiso frenarla pero sin la decisión necesaria cuando aún pudo y sin capacidad cuando esta ya obtuvo demasiado poder.

Las tensiones que generó la rivalidad de estos líderes, al tiempo que un montón de pequeñas, y no tan pequeñas, guerras (guerra Franco Prusiana, guerra de Crimea, conquista de Dinamarca, toma de Colonia…), también sacudió a las diferentes sociedades. De hecho aquella protoalemania gozaba de una gran salud cultural. Pero Francia e Inglaterra también se movían bajo los movimientos culturales de la época.

Bismarck supo cuando debía tensar y destensar las relaciones controlando los tiempos. Cuando en 1890 el nuevo Káiser Guillermo II lo destituyó, el Imperio alemán ya era una realidad. Sin embargo, sin la figura de este gran líder y con el belicismo insensato de Guillermo, las tensiones ya no encontraron ningún tipo de compensación. Hasta las pequeñas guerras que habían servido a Bismarck para liberar parte de la tensión, con Guillermo parecían inflar más el globo de la las iras. En otro afán militarista Guillermo llevó a Alemania a una carrera que intentaba recuperar el tiempo perdido en el colonialismo. Fruto de esta tendencia se metió en 1905 en el sembrado de Marruecos buscando que esta se independizara de Francia, pero por primera vez desde hacía mucho tiempo, Francia apoyada en el Entente Cordiale y España, desarboló la revuelta, no sin alguna escaramuza. Guillermo, escocido, volvió a la carga en 1911. No sin grandes manifestaciones pacifistas protestando por toda Europa. Pero esta vez ya existía una intención provocadora pues Guillermo metió un cañonero en pleno puerto de Agadir (acción que Franco imitaría en un par de ocasiones cuarenta años después). En esta ocasión impedir la guerra le costó a Francia parte del Congo.

Pero después de aquel reto, lejos de bajar la tensión, aún aumentó más. Sobre todo cuando Rusia, cerrando la pinza sobre Alemania, se unió al Entente Cordiale. Por su parte Alemania firmó tratados mucho más concretos con sus aliados húngaros y austríacos, sin pensar que estos contaban con más enemigos que amigos y, además, unos ejércitos muy anticuados.

Por otra parte, Rusia, que si bien suponía una amenaza directa contra Alemania, también contaba con un enemigo al otro extremo que ya le había derrotado recientemente y con el que seguía manteniendo fricciones: Japón.

La guerra estaba cantada, después de más de sesenta años avivando el fuego, ya solo faltaba un desencadenante y el absurdo atentado de los Balcanes fue el comienzo, pero pudo haber sido otro y menos obvio. Especialmente Alemania estaba tan preparada para ese instante que se adelanto varios meses a sus aliados en el inicio de las hostilidades. En especial resulta chocante ver que Austria, la que había sido agredida, tardó mucho en movilizar sus anticuadas tropas.

De cómo terminó este conflicto ya hablamos en otro artículo. Lo que ahora me gustaría hacer notar es el paralelismo que posee esta guerra fría entre Franceses y Prusianos, con la que años después vivieron EE.UU. y la URSS. Destacando que, afortunadamente, la segunda tuvo un final algo más feliz.

Imagen de Otto von Bismarck tomada de www.escuelapedia.com


domingo, 20 de noviembre de 2011

¿Por qué ningún programa electoral tiene en cuenta una eventual invasión zombie?

Una abuela corre, tirando del bracito de su nieta, que acaba de recoger en la guardería, para coger el autobús. La niña, algo soñolienta tras una siesta deficiente, se resiste a los empellones de la mujer y el conductor del autobús, impasible ante la escena, es impelido por su propio afán de llegar a destino en el tiempo establecido. A dos metros de la parada la mujer despide con la mirada su oportunidad. Se gira hacia la nieta ignorante de lo que pasa y le da una simbólica palmada en el trasero mientras le explica, en tono desagradable, “hemos perdido el autobús”.

Qué fácil nos es juzgar. Aquí vemos a una abuela que pega a la nieta y se deja llevar por esa histeria hueca que hemos asociado en los últimos años a los viejos de nuestro país. Pero cuál de esos viejos es capaz de pegar a su nieta pequeñita. Aquí hay algo más.

Esta mujer ha dejado en casa sola a su propia madre con Alzheimer. Hace tiempo que “serveis socials”, en cumplimiento de la ley de dependencia, tenía que haberle puesto algún tipo ayuda. Su hijo y nuera trabajan más horas de las que tiene el día. No era así antes de la crisis cuando una jornada normal y otra reducida les permitían un salario con asistenta, hijos, e incluso echarle una mano a ella. Hoy no se pueden permitir ni una señora que pase a buscar a su hija a la guardería. De hecho, para poder pagar la piedra en el cuello en que se ha convertido la hipoteca, tienen que obviar alguna de las comidas. También tendrá que dársela con su jubilación, la pobre abuela estresada que suerte tendrá si al llegar a casa su propia madre, en un despiste natural de su enfermedad, no la ha volado por los aires.

Más trabajo o ninguno, pero los que se enriquecieron en los supuestos tiempos de bonanza aún se esconden en un rincón a contar los billetes… de quinientos, claro.

No se aprovechó en 2002, el cambio de moneda, para buscar a los estafadores y sacarlos de la circulación. No se desactivo la burbuja inmobiliaria cuando sus fabricantes abandonaron el gobierno en 2004. Y ahora, cuando una crisis mundial nos pasa por encima, nos empujan como un lastre hacia el fondo, pero los ladrones flotan. Solo somos capaces de ver a una mujer dando un palo en el culo a su nieta pequeña.

Pero eso sí, la tonta ciudadanía sigue votando a los de siempre y sigue dando las mismas pobres excusas de siempre: el voto útil, sus propuestas son infantiles, para que vamos a dejar a otros que aún tienen que llenarse… Es lo que los especialistas llaman el voto zombie. Es decir que nuestra democracia está sostenida por el voto zombie que se come, como buen muerto viviente, nuestros cerebros ¿Y sigue sin extrañar a nadie que ningún programa electoral tenga un plan preventivo contra una invasión zombie?

Imagen extraída de www.thinkinfreak.com

sábado, 19 de noviembre de 2011

Detalles trascendentes de la historia: final de la Primera Guerra Mundial.


Cuando la gran guerra acabó, muchos soldados alemanes del frente occidental se sintieron tremendamente frustrados. Habían vivido los últimos días de la guerra escondidos en zanjas donde el avance de uno u otro bando solo podía realizarse asumiendo un número de bajas realmente injustificable. El impase, pues, era la norma bajo la cual transcurrían los días en las trincheras. Desde su punto de vista la guerra podía haber durado eternamente. Sin embargo el estado mayor sabía que la entrada de EE.UU. en la guerra aportaba al bando enemigo una aportación de soldados casi ilimitado. Además, EE.UU. pronto llenaría Europa de esas máquinas voladoras que podían superar las trincheras. El dominio de los Fockers tocaba a su fin. Por si fuese poco los espías hablaban de un nuevo recurso creado por los ingleses: el carro de combate. En aquellos primeros instantes fueron denominados tanques ya que fueron dispuestos secretamente en vagones de tren con el aspecto de grandes bidones de agua. Las trincheras más occidentales ya habían podido comprobar la eficacia de aquellos monstruos de acero que, aunque por aquel entonces aún tenían muchas limitaciones, suponían un cambio real en el avance de la contienda. Sin duda la rendición evitó una enorme cantidad de bajas innecesarias y, posiblemente, podría evitar unas sanciones mucho más duras contra el país germano. Pero todo terminó siendo un monumental error.

De una parte muchos soldados del frente no comprendieron la razón de aquella rendición. Sobre todo cuando habían visto morir a miles de compatriotas en aquellos campos embarrados y llenos de minas. Después de años viviendo un infierno les devolvían a casa en la tristeza de una derrota en la que ellos no habían sido vencidos. Este pensamiento se grabaría a fuego en la mente de muchos de aquellos veteranos, y en especial en la de un joven cabo llamado Adolf Hitler.

Meses después Alemania fue humillada, contra el criterio de Keynes y Woodrow Wilson. Además de obligar a los germanos y sus aliados a aceptar todas las responsabilidades del conflicto, se le impusieron enormes sanciones económicas y territoriales. Lo que sobrevino después es muy interesante, pero demasiado extenso. Sólo hay que decir una cosa, y es que hasta el 3 de octubre de 2010, Alemanía no terminó de pagar los intereses de la deuda generada por aquel tratado. Otra historia es el caso de la Segunda Guerra Mundial, muchos de sus pagos aún siguen pendientes, como la deuda de Alemanía para con Grecia que seguramente solucionaría los actuales problemas económicos de estos últimos si llegara a pagarse.

Imagen extraída de la Wikipedia

domingo, 13 de noviembre de 2011

El voto al PP como una mezcla de Paulov y Milgram y añadiéndole el odio a la ecuación (I)

El voto al PP como una mezcla de Paulov y Milgram y añadiéndole el odio a la ecuación (I)

Hace más de 20 años, cuando el PP se llamaba AP, sentí una enorme curiosidad por conocer la clase de personas que eran capaces de votar a un partido político que pretendía dar continuidad a las estructuras franquistas. Mi extrañeza fue mayor cuando, a finales de los 90, este partido aumentó mucho su influencia. Estaba claro que su cambio de nombre no se debía a un cambio en su ideología, era más una cuestión económica (así se desprendía de muchas deudas que dejaba sin pagar), pero también estaba claro que para sus supuestos votantes aquel cambio si había significado algo. Sobre todo cuando llegaba con la definitiva pérdida de representatividad del CDS, heredero de la victoriosa UCD. También hay que hacer constar que muchos de los componentes de aquella UCD pasaron a las filas de AP con su disolución. Con todo, salvo contadas figuras como Herrero de Miñón y Rodolfo Martín Villa, pocos mantuvieron su nivel de influencia en el momento de la irrupción de la franquicia PP. Ni siquiera elementos tan marcadamente franquistas como el exministro de cultura Ricardo De la Cierva. De hecho algunos han hablado de que Aznar cambió las tendencias. Pero eso tampoco es verdad.

AP subió de algo más de un millón de votos a los 5 millones, cuando Suarez fue defenestrado de la UCD y sólo logró pasar de esos 5 a más de 8 en las elecciones del 93, cuando Suarez abandonó definitivamente la política. Hay que señalar que el partido que heredaba las consignas del franquismo solo era mayor fuerza política en tres provincias gallegas y en la mayoría de las de Castilla-León. En las siguientes elecciones el PP se movió en un pequeño margen por encima y por debajo de los 10 millones de votos, aunque en las próximas elecciones (20N) se habla de 11 millones (incluso los 12 millones los más pesimistas). Personalmente creo que batirá su record de votos, pero se mantendrá aún lejos de los 11 millones. Volverán a la mayoría absoluta del año 2000 pero solo gracias a la abstención y la ventaja que le otorgará la Ley d’Hondt ante la dispersión de voto. ¿Cómo es posible que un partido que se quitó la máscara entre 2000 y 2004 mantenga un número de votos próximo una cuarta parte de la población de nuestro país? ¿Acaso un porcentaje tan elevado como el 25% de la población sostenía la dictadura franquista? Obviamente no.

En las primeras elecciones UCD, en la persona de Adolfo Suarez, se llevó el voto del agradecimiento, pero su partido estaba lleno de figuras que todavía pensaban en clave franquista. Auténticos trepadores arribistas que tardarían muchos años en captar los nuevos mecanismos de la naciente democracia (si llegaron a hacerlo alguna vez), pero que la larga sombra de su líder les permitía mimetizarse en las cambiantes estructuras del poder. La ruptura entre UCD y Suarez fue la debacle de este partido ya que el voto se dividió entre el partido y la persona, pero sobre todo marchó hacia una AP (1982) que algo tenía que ofrecer… ¿Pero qué?

Si analizamos las provincias donde este partido venció podremos tener una idea. La provincias que se decantaron claramente por la AP de Fraga Iribarne, fueron Lugo Orense y Pontevedra, en Galicia, y Ávila, Burgos, Soria, Guadalajara y Segovia en Castilla-León. Por otra parte Ávila, en el 1986, aún confía en el CDS de Suarez, pero la CD (nombre de la coalición que lideraría AP en esos comicios) le seguía a continuación (ambos con un solo escaño, igual que el PSOE). A partir de ese momento Ávila sumaría los votos del CDS a los del PP en las siguientes elecciones, así hoy se mueve sobre los 70.000 votos y arrancando 2 de los 3 escaños de la provincia y amenazando el tercero si baja lo suficiente el segundo partido. Al final la traducción de votos a escaños en estas provincias resulta muy rentable. Menos de 30.000 votos suponen un escaño.

Pero cómo es posible que, unas personas que pudieron sufrir bajo el franquismo y a los que las políticas de derechas y neoliberales pueden llegar a perjudicarles, puedan ser capaces de votar a los populares. ¿Alguien les engaña? Claro que no, a no ser que sean ellos mismos. ¿Es el caciquismo el responsable? No, ya que la mayoría de las veces el votante llega a la urna convencido de su voto. También podría ser que los decididos pasos hacia la democracia de un político nacido en el Movimiento franquista, como fue Adolfo Suarez, hubiese podido convencer al pueblo de que sin el dictador todos podemos ser demócratas. Personalmente veo esto algo simplista, pero estamos hablando de un país dominado por las mentes simples y poco asesadas que tragan catolicismo a manta y beben Telecinco amarillo.

Así pues, la primera cuestión que hay que tener en cuenta es la poca educación democrática que tiene en general la sociedad española, y en especial la que procede de zonas campesinas. En estas áreas prevalece aquella idea tan nuestra del “¿qué hay de lo mío?”. Una persona próxima y capaz de saltarse las normas para favorecernos en algo, aunque sea a costa de llenarse los bolsillos, es preferible a un idealista que pretenda arreglarlo todo dentro de la legalidad, pero sin permitir los pequeños excesos de la ciudadanía. En las zonas poco habitadas, el voto se compra con corruptelas que, por estar compartidas por la mayoría de la población, jamás llegarían ante ningún tribunal. Los que menos sufrieron bajo el franquismo son capaces de perdonar más fácilmente por un par de favores. Y no duden de que el avezado político no duda en vender como un favor hasta el humo de un cigarrillo. Por supuesto que la falta de educación (especialmente democrática) forma parte de este proceso de “PPtización”, que además muchas veces se completa dentro de las iglesias con unos sacerdotes que hacen más campaña política que misa. Parece que muchas iglesias de nuestro país han sido invadidas por mercaderes políticos que llevan sotana y reparten sacramentos con muy poca vergüenza. Jesucristo no fue capaz de expulsar a los mercaderes por demasiado tiempo de la casa de su Padre. A esos votantes del PP solo hace falta recordarles levemente las ayudas obtenidas para afianzar su tendencia. Igual que hacía la campanita con los perros del experimento de Paulov. Y el señor de la sotana siempre mueve la campanita mientras el monaguillo pasa el cepillo.

Una vez establecido un voto original, vamos a hablar de otra fuente de voto también muy arraigada en nuestro país: el “hooliganismo político”. “Hooligan” es una palabra inglesa que normalmente habla de fanáticos violentos de un equipo deportivo. En nuestro país cambiaremos la violencia por agresividad verbal y el club de fútbol por unos colores políticos: comunistas, socialistas y ahora el PP. Si unimos a esto un sentimiento de culpabilidad encubierto, veremos que los fans del PP tienen que ser realmente fieles. Cuando los hooligans se relacionan entre sí, fortalecen aún más su decisión. Ellos son conscientes de que su voto y su apoyo hace daño a la sociedad, sin embargo siguen ejerciendolo reforzados por esos mensajes del entorno, igual que sucedía en el experimento Milgram. A diferencia de los votantes tipo Paulov, los hooligans no tienen que haberse visto favorecidos por el PP. De hecho son una capa superior que se ve fortalecida por los mensajes convencidos de la anterior así que también son decididos votantes y defensores de la tendencia. Muchos de ellos son gente mayor a los que se les ha privado la capacidad de escuchar otras posibilidades y que sienten terror ante la palabra comunismo (este terror fue hábilmente inculcado durante los 40 años de dictadura y ya forma parte de las áreas límbicas de sus cerebros). Para estas personas se ha inventado todo un mundo ficticio, como los libros de psudohistoria de Pío Moa, o emisoras de televisión como Intereconomía y que, seguramente, tienen su máximo exponente ideológico en las palabras de Federico Jiménez Losantos.

Entornos cerrados crean nuevas generaciones marcadas por la misma mancha y el hooliganismo se extiende más y más, social y geográficamente. Y a partir del año 1993 este llegó a las grandes ciudades. La más vulnerable, por su desorganizado crecimiento, es Madrid. A partir de ese momento el PP extenderá todo su potencial en todas las elecciones que vendrán. Los 9 millones de votos serán, por mal que lo haga y por indecente y demostradamente corrupto que sea su comportamiento, un número de votos del que ya no bajarán. Y aunque el fenómeno del hooliganismo existe alrededor de casi todos los partidos políticos, en ninguno es tan poderoso como en el del PP. Especialmente porque es mantenido y avivado por el capital a través de una enorme maquinaria de prensa afín, que no duda en manipular emocionalmente todas las informaciones para beneficiar a esta tendencia. De este modo, 9 millones de españoles, de los que solo unos 600.000 son realmente franquistas, apoyan a un partido que no duda en utilizar el odio entre regiones cuando le conviene.

La pregunta ahora es: ¿se darán cuenta esos 9 millones de españoles ciegos del fracaso que se nos viene encima? ¿Y cuando ya haya llegado? La respuesta es fácil: no y no. De eso se encargan y se encargarán Antena 3, Onda Cero, Tele 5, La Gaceta, El Mundo, ABC, COPE, VEO7, 10, Canal 9, La Razón… y en general la mayoría de medios de radio, televisión y prensa, porque para ello las pagan los que se van a beneficiar verdaderamente de las políticas de este partido. Solo hay un medio que el PP no domina: Internet. Aunque lo intenta, pero si hoy el voto se diera solo entre los internautas, el PP saldría brutalmente derrotado. Claro que también sería barrido el PSOE. En Internet dominan los que apoyaron al 15M y a otras tendencias muy alejadas de los grandes partidos, que no se dejan comprar por una piruleta chupada, pero es que, además, solo en la red existen las ideas adecuadas para acabar con esta crisis que esta soliviantando nuestra tradicional balsa de aceite política nacional (esto último del aceite, para quien no lo haya entendido, es ironía).

Imagen extraída de la wikipedia.

viernes, 11 de noviembre de 2011

Alemania debería abandonar el euro

Sarkozy y Merkel se reúnen periódicamente como amos soberanos de Europa. Puede que algunos países como Finlandia puedan compartir parte de sus idearios económicos, pero la realidad es que esta confabulación de los dos más fuertes no es sana. Especialmente cuando Francia y Alemania imponen a los demás países unas medidas que lejos de ayudarles a combatir la crisis aún la agrava más. Pocos recuerdan que precisamente los teutones no alcanzaron los mínimos necesarios para entrar en el pacto del euro. Entonces se hizo una excepción que recuerda aquello del café para todos (torrefacto en este caso).

A nadie le parece curioso que esta confabulación franco-germánica pretenda ahora expulsar del euro a gran parte de los recién llegados y poner en un segundo nivel a Grecia, Portugal, Irlanda, Italia y España. Entre tanto, después de tres años necesitando que el BCE baje el precio del dinero y devalué la moneda para crear más líquido que sirva para compensar la diferencia entre el precio de la deuda soberana teutona y la de los hermanos pobres, seguimos viendo que el euro sigue adaptado solo a las necesidades de Alemania ¿Entonces, si es Alemania la que exige y la que no permite responder al BCE como se necesita, no sería lógico que, para el bien de todos y la supervivencia de la UE, fuese Alemania la que abandonara el euro?

Hay más razones, pero vemos que el gran problema de Italia y España es el paro y el elevado valor de la deuda soberana. Ninguno de estos dos países debe seguir reduciendo su déficit porque eso solo sirve para reducir más su ya escuálida masa empleada. Los dos grandes países latinos de Europa necesitan una inyección de líquido y una mayor competitividad del euro. Las medidas necesarias son potestad del BCE, pero mientras este esté al servicio de la economía insolidaria de Alemania, no se puede lograr.

Entre tanto el BCE se dedica a sacar bancos centroeuropeos de la banca rota. El último de ellos financió una excesiva ce ilógica compra de armas griega a empresas, precisamente, de Alemania y Francia. Las empresas armamentísticas de esos países parece que no han notado la crisis, gracias a las bancas de esos países que aceptaron la “hipotecación” de Grecia. Y si no paga… no se preocupen, para eso sí está el BCE.

Palabra de Merkel, palabra de Sarkozy… ¡Te alabamos dios del capital!

Imagen tomada de observadorjuvenil.wordpress.com



domingo, 6 de noviembre de 2011

Llamada a la cordura a través del tiempo


Ya sabéis que no me gusta utilizar textos de otras personas aquí, pero resulta que he encontrado en la red una especie de carta dirigida a todos los españoles y escrita por Andreu Buenafuente. Data de 2005 y el tema en cuestión debería estar totalmente superado, pero no es así. Nos acercamos a unas elecciones que antes de realizarse ya parecen totalmente decididas. Sin embargo los políticos cacarean como siempre y vuelven a usar y abusar de las diferencias entre unos y otros. Duran i Lleida (CiU), Peces-Barba (PSOE) y Arenas (PP), ya han dejado escapar sus lindezas con el fin de enemistarnos como ciudadanos del mismo país, para hacernos olvidar que ellos y sus partidos son los verdaderos responsables de nuestras desgracias.

Sin más preámbulos les dejo con la llamada a la cordura de Andreu Buenafuente.

Soy Catalán ( Pásalo )
Martes, 1 de noviembre de 2005 - 17:59h.

Yo soy catalán sí y sólo espero que las cosas vayan bien en todos los aspectos de la vida. Sólo espero (sigo haciéndolo cada día) que el ser humano o lo que queda de él, trabaje por un mundo mejor. Más justo, menos competitivo y excluyente con los que no tuvieron la suerte de nacer en un punto, llamémosle rico del planeta. Para desear lo que acabo de decir, uno puede ser catalán, gallego, croata, venezolano o de ninguna parte. Hay gente que no se siente de ninguna parte. Hoy, he empezado denominándome catalán a causa del enorme e incompresible chaparrón político que se ha desatado sobre nuestras cabezas, como si no hubiera temas importantes. Con motivo de la ya famosa propuesta del Estatut (que nadie ha leído), se ha recrudecido y hasta envenenado el eterno debate sobre nuestros DNI, los supuestos sentimientos de patriotismo y ese tipo de cosas que no nos importan a la gente de la calle. Dado que ésta es una sociedad mediática apabullante, los presuntos periodistas y sus grupos ejercen de jueces en lugar de informadores. Predisponen en lugar de servir las noticias.

Así es como se oscurece el clima y se cambian la palabra "debate", por "crisis" o "debacle nacional". La derecha se apunta al carro de la crispación y demuestra que no sabe vivir en la oposición. No tiene ideología. Sólo pretende recuperar el control del "chiringito". Y, para eso, cuanto más grande e incuestionable sea el "chiringuito" nacional pues mejor. A la derecha, le trae al fresco la modernidad y la evolución del estado. Si pudiera, ni se hablaría de eso. Como si callar, eliminara el problema. Los políticos, en general, enfocan los temas con torpeza, se les escapan de las manos y generan la inquietante sensación de que "tenemos un problema". Bueno, pues yo no tengo ni quiero tener problemas de este tipo. Yo exijo que el estado aplique todos sus mecanismos legales y reguladores para eliminar el conflicto de nuestra vida cotidiana. Somos libres. Nos gestionamos así y el miedo, el oscurantismo y los apocalípticos deberían estar prohibidos. Porque no es sano, ni moderno, ni democrático. Todos aquellos, los que sean, que aviven el fuego de la controversia, deberían verse en un espejo y contemplar sus aspectos de hechiceros de la tribu.

Si Catalunya quiere un nuevo estatuto, ¿qué vamos a hacer? Pues lo que dice la ley. Esperar a que el Parlamento español se pronuncie y considerar todas las declaraciones vertidas durante el proceso como un elemento más del juego democrático. De nada sirve juzgarlas por separado. De nada sirve ensalzar a los radicales, ni demonizar a los que discrepan, ni ridiculizar al gobierno. Bueno, sí. Sirve para cargarse al estado. Aquí, donde yo vivo, nadie quiere ofender a nadie. Nadie quiere enfrentamientos porque las heridas del pasado son demasiado dolorosas como para desear reabrirlas.
¿Unidad Nacional? Estaremos unidos si respetamos nuestras diferencias e identidades, conservadas con esfuerzo y alguna tragedia a través de los siglos. Si nos sentamos en una mesa a construir la España del siglo XXI, conseguiremos erradicar esa sensación de pantano agrietado que amenaza con llevarse por delante tantos años de poso común.

Los tiempos cambian y los pueblos que conforman el Estado español son más listos, avanzados y orgullosos. ¿Que hay de malo en eso? El orgullo sumado nos hará más fuertes. Nos plantará ante Europa como un pulpo de tentáculos rápidos y musculosos y no como un cangrejo con boina que camina hacia atrás y no ve el progreso aunque lo tenga delante de sus narices.

Soy catalán. Mis padres emigraron desde Andalucía tras una guerra fratricida. Mi jefe es italiano y vive en Madrid. Uno de mis mejores amigos es de Chamberí. Su hija nació en China. Mis parientes se reparten por Valencia, Murcia y Galicia. Mi compañera de trabajo nació en New York. Toda esa gente, ahora y aquí, pedimos políticos a la altura de las circunstancias que negocien nuestro futuro con sentido común y profesionalidad.

ANDREU BUENAFUENTE.

Imagen tomada de www.rankingfamosos.com