viernes, 30 de abril de 2010

Muere Jordi Estadella


Hace sólo un rato que radios y televisiones se han hecho eco de la muerte de uno de mis grandes ídolos. Él era un monstruo de la radio, aunque alguno lo conoceréis por su asociación con Chicho Ibáñez Serrador en TV, concretamente en la última versión estándar del “Un, Dos, Tres” y por el programa que dio nacimiento al humor friki, “El Semáforo”, tembién presentó otro programa televisivo de humor emblemático: "No te rías que es peor". Me refiero a Jordi Estadella. Aunque para mí siempre será Tito B. Diagonal.

Recuerdo la voz “pijoteril” de aquel personaje que representaba, en plenos años ochenta, cuando se empezaba a demandar el carril bici por la urbe catalana, y el diciendo…

--¿Carril bici? En esta ciudad lo que hace falta es un carril Rolls…

Era una época en que los monstruos radiofónicos alimentaban a otros personajes que eran un secreto a voces (como el Sr. Casamajor de Javier Sardà). Pero es que la radio de los ochenta, que aprendía a competir con la televisión y a recuperar oyentes, era altamente creativa y Jordi Estadella fue uno de sus grandes exponentes.

Dicen que nos lo ha arrebatado una larga enfermedad y que ha muerto, en torno a las 4 de esta madrugada en el hospital Clínico de Barcelona.

¡Te añoraremos!

Ojalá que en el cielo exista carril Rolls.

Imagen tomada de www.emezeta.com

miércoles, 28 de abril de 2010

Televisión a la carta... de ajuste.

Ayer encendí la TV y me llevé una dramática sorpresa. Resulta que debían haber anunciado el fin del mundo y los cerebros pensantes de las cadenas se habían vuelto tan locos que habían dado un giro hacia la inteligencia de sus parrillas de programas.

La programación infantil de la mañana no sufrió demasiadas variaciones. De hecho los dibujos animados para niños de 2 años suele ser, habitualmente, lo más inteligente que nos ponen. La diferencia en el día de ayer es que todas las cadenas ofrecían, a primera hora de la mañana, ese tipo de programación. Incluso los canales de noticias, en lugar de alegrarnos el desayuno, como cada día, sacando imágenes de gente despanzurrada y en porciones, como los quesitos, habían creado unos monísimos dibujos con los que narraban las noticias de una manera tan amable que daba asco… Casi vomito.

Más tarde, el programa “Vivir de Puta Madre” nos mostraba las bondades curativas de las buenas viandas y el calimocho de media noche. Y el programa de Ana Capullito de Alhelí, sacaba a un grupo de científicos que terminaban tirándose de los pelos por la manía de uno de ellos de dejar la tapa de la centrifugadora abierta. Gracias a la brillante periodista conocimos las peores conductas de que eran capaces las ratas de laboratorio. También nos presentó a sus dos nuevos colaboradores: Howkins y Muñoz Molina. Al parecer quiso hacerse con los servicios de Punset, pero la fiebre intelectual lo tenía solicitadísimo.

Hacia el mediodía se centraban los programas literarios y, tal era la competencia, que incluso yo recibí una invitación como contertulio. Decliné por el bien de la cultura y por… bueno aún no sé porque rehusé ir.

Pensé que no habría Gran Hermano, pero me equivoqué. Sin embargo, tras la reclamación de los herederos de Orwell, se había reorientado el programa. Cuando se abrió la pantalla a los nuevos concursantes y vimos que los habían encerrado en una biblioteca y se les forzaba a leer un mínimo de trescientas páginas por día y presentar un comentario de texto cada viernes como prueba para seguir o ser expulsados.

El mundo… la televisión no se había tornado inteligente, se había vuelto loca.

Ayer se jugaba la final de la Copa Leña de fútbol, pero tenía el mal presentimiento de que la suprimirían… Me equivoqué. Eso sí, los comentarios resultaban algo chocantes:

Muy buenas noches desde la bella ciudad de Jumenta, donde el aire huele a primavera y la luna brilla sin que ninguna aburrida nube se atreva a mitigar su fulgor. Concretamente nos encontramos en el Estadio de la Galleta María, obra del arquitecto Julián Gorostiza de finales de los ochenta. El estilo usado es el clásico inglés, pero con mucho más hormigón y menos vigas férricas al aire…

Dejamos nuestros comentarios de presentación porque ya salen los dos equipos finalistas: el Atlético Menisco y la Universidad del Patadón…

Y después de recitar las alineaciones, el locutor hace lo propio con un poema de Gongora y apago el televisor. Apago porque seguro que si miro otro canal me encuentro con la versión fílmica del Ulyses de Joyce que transcurre, casi en su totalidad, dentro de una única habitación.

¡Madre del amor hermoso!

Con esta televisión sólo descansas en los anuncios… ¿Dónde está mi querida Belén Esteban? Seguramente se la han llevado a Stanford para impartirle un máster en literatura inglesa. En cuanto al resto de GH’s que antes, junto a las brigadas de pseudoperiodistas de Carmeles, Patiños y compañía, regurgitaban bilis sobre el “buen” nombre del resto de famosillos, ahora se han metido a monjes de clausura. Eso sí, a la espera de un documental sobre sus vidas.

Una televisión sin insultos, sin descalificaciones, sin programas vacios de contenidos, sin palabrotas, sin el lenguaje chabacano… Una televisión culta, inteligente, educativa…

¡No! No señores. Esto no hay quien lo aguante. ¿a quién iríamos a culpabilizar de nuestros errores si esto fuese así?

Bueno… Tal vez entonces nos acordaríamos de los políticos. En especial de todos esos que se pasan la vida metiendo la mano en la saca y cuando los pillan se las apañan para echar la culpa a otros. Aún podríamos salvar la televisión si programas como “La Noria”, en lugar de llevar a personajes famosamente intrascendentes, invitara a Tamayo, Camps, El Bigotes, la señora Cospedal, Hereu… y toda una serie de personajillos con los que disfrutaríamos viéndoles sacar los higadillos a la par que se hacía una operación sanitaria en el país.

Así es, la televisión no puede ser seria, ni culta, ni educativa, porque tiene dos fines opuestos a todo eso: ser el circo (pan y circo) y actuar como fábrica de opinión de sus dirigentes. Cuanto más distracción, más público. Cuanta menos educación y más chabacanería, público más inculto y susceptible de aceptar como propia la opinión que se les vende. Esa y no otra es la razón de nuestra televisión. La televisión, es pues, el arma más peligrosa contra el pueblo, de ahí que se pretenda regular Internet que es su competencia natural y aún no está plenamente controlada por los grandes medios de comunicación de masas… Es decir, aún no está mediatizada.

sábado, 17 de abril de 2010

Un guión en la basura

Aprovechando que no he podido viajar hasta la noticia, debido a la nube de ceniza volcánica que cubre Europa, he decidido repescar algo interesante de la basura. Así que ojeando en los contenedores que hay frente a los juzgados he dado con la transcripción a modo de guión de un extraño programa radiofónico. Ignoro si esto formaba parte de algún sumario de algún oscuro caso desestimado o era el envoltorio del bocadillo de algún bedel. Sea cual sea su origen, limpio un poco las manchas de mahonesa rancia y paso a reproducirlo:


CADENA GOLPE (Transcripciones de programas)
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Colección de entrevistas CAFRES:
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MENSAJE PREGRABADO

--VOZ: Hoy Abdil Aziz Zeaze es entrevistado por Federico Saca Casillas con la ayuda, como traductor, de Augusto Pidal, autor del mejor libro de la semana cada semana y conductor del programa radiofónico “El Candil”.
Augusto Pidal es licenciado en historia por la facultad de historia verdadera y sagrada del obispado, de ahí su conocimiento de la lengua árabe.

ENTREVISTA

--LOC1: Buenos días, estimados e inteligentes oyentes. Hoy tenemos aquí al “amigo” Abdil Aziz Zeaze que ha presentado, en la feria del libro culto de Somormujo de Abajo, su último trabajo: “Un viaje a través de las gentes de Al-Andalus”. Con esta novela de ficción que pretende pasar por un libro serio de viajes, el autor intenta demostrar que España es árabe y que tendríamos de ahuecar el ala todos los españoles para dejar sitio a los que él considera sus auténticos herederos, es decir los hijos… los del islam.

(Sube nivel del colchón musical HASTA SEÑAL)

--LOC1 (Federico): Sin más preámbulos, vamos a pasar a interrogar… a entrevistar a nuestro prisionero… a nuestro invitado.

(Sube colchón HASTA SEÑAL)

--LOC1 (con voz superaguda): ¿Quién os mandó “metersus” en Palestina que era la tierra donde nació Cristo?

--INVITADO (Abdil Aziz Zeaze): No entiendo. Yo no sé nada de Palestina. Soy egipcio.

--LOC2 (Augusto Pidal): Espere antes de contestar a que yo le traduzca si quiere enterarse.

--INVITADO: Pero si he vivido doce años en España antes de escribir este libro para que las gentes de mi país puedan comprender a los españoles.

--LOC1: Espere a que le pregunten para responder y no se salga del tema. Además, qué me dice de la guerra de Irak…

--INVITADO: No entiendo ¿No hemos venido a hablar de mi libro?

--LOC1 (gritando): ¡Pedazo...! ¿Te vas a hacer el gracioso imitando al grandioso Paco Umbral? ¿Te quieres comparar con alguien que ha sido otorgado, por instancias divinas, con la visión de la verdad?

--INVITADO: ¡No entiendo!

--LOC1 (totalmente salido de sus casillas, como siempre): ¿Que no entiendes? ¡Pedazo de...! Tú entiendes, lo que no te sale de... admitir que eres un terrorista, un etarra, un catalán de Terra Lliure disfrazado de inocente miembro de Al Qaeda. Seguro que eres familia de Carod Rovira.

--INVITADO: ¡No entiendo!

--LOC2 (intentando explicarle algo al invitado): Admej avej como lo vej...

--INVITADO: No, si el castellano lo entiendo y lo hablo perfectamente, lo que no entiendo es lo que dice este señor bajito del flequillo y al que le va a explotar la vena del cuello.

--LOC1: Estimados e inteligentes oyentes, disculpen esta entrevista fallida por culpa de Zapatero y su irracional pacto de civilizaciones y venta del país al terrorismo.

(Se escuchan unos golpes de fondo y unas voces difíciles de distinguir y que habrá de tratar independientemente durante la investigación).

--LOC2: Bueno... yo me voy que tengo que preparar mi programa de esta noche y aún no he ido a buscar lo que han escrito mis negros... quiero decir mis guionistas...

--LOC1: Y yo despido este malogrado apartado de mi programa matinal para dar paso a la información veraz de verdad y libre que no encontrará en ninguna otra emisora.

(Sube colchón musical hasta RESOLUCIÓN)


Espero que le haya parecido interesante y recuerden que los personajes son inventados y todo parecido con la realidad es pura coincidencia.

jueves, 15 de abril de 2010

Filtraciones del sumario en "Gürtel".

Cuando uno quiere informarse de lo que está ocurriendo puede leer la prensa o ir a beber directamente de las fuentes, pero ambas soluciones tienen sus problemas. Si uno no quiere esforzarse mucho, leer la prensa diaria, ver la tele, oír la radio o conectarse a las páginas de noticias de Internet, es la solución. El problema obvio es que cada medio de prensa filtra las noticias bajo su tamiz ideológico, de modo que, si uno quiere aproximarse a la verdad sobre los temas más trascendentes, se verá obligado a consultar varios medios de tendencias diferentes y extraer lo que crea. Lógicamente, con esta base, reconstruir la realidad es bastante complicado y siempre se quedan cosas en el tintero.

La segunda opción es buscar la información sobre la noticia en su origen. Esta es una opción que no siempre se nos presenta, pero que, gracias a Internet, cada vez tiene más posibilidades. De todas formas siempre tendremos que conocer la noticia, previamente, por haberla visto en un medio de noticias.

En estos momentos las dos noticias más trascendentes que hay son el caso Gürtel y los cargos presentados contra unos de sus jueces instructores (Garzón) por prevaricación. En el primero y en el trasfondo del segundo, directa o indirectamente, aparece el PP y grupos de abogados que de alguna manera están relacionados con este partido político.

Pues bien, en los últimos días, los cazadores de información que pescamos en redes P2P, nos hemos encontrado con una sabrosa pieza (o eso creíamos): “el sumario del caso Gürtel”. Sin embargo, en un examen preliminar, sólo aparecen unos 17.000 de los 50.000 folios de que consta. La perdida de esta sustancial cantidad de información, en sí mismo, ya es una noticia que nos ha llevado a especular con la que ha podido ser la fuente de la filtración y, como es lógico, las pretensiones de esa filtración… tan parcial. Para ello nos hemos puesto a remover en el papeleo que resulta en su mayoría intrascendente, pero donde hallamos un anexo muy aclaratorio, de sólo unos 100 folios, con documentación para recusación del juez Garzón , donde priman artículos periodísticos más orientados a la galería que a un cuerpo judicial que debe analizar cada punto del caso con una cierta seriedad y no hacer caso de informaciones pasados por ningún tipo de tamiz. En los restantes tomos también se echan en falta informaciones sobre los implicados estrella, tales como Camps, Rita Barbera… incluso “El Bigotes”. Creo que una filtración de documentación tan insulsa y trillada, y que omite lo más jugoso dando preeminencia a una información sobre la recusación de un juez que ya debería estar sacada del sumario por pertenecer a otro caso…

Creo que no voy a dar más datos, lo mejor es que los interesados se conecten a su red P2P favorita y busquen el archivo Sumario Gurtel.rar , lo miren, lo analicen y decidan por sí mismos.

En la imagen la página inicial del famoso sumario.

sábado, 10 de abril de 2010

23F judicial

El 23 de febrero de 1981, tricornio en la cabeza y pistola en la mano, el coronel Tejero tomó el Congreso de los diputados. Aquel y otros sucesos acaecidos ese día, fueron fácilmente identificados por todos como una intentona golpista. Era muy fácil seguía todos los parámetros estipulados que permiten reconocer una asonada típica. En el trasfondo de aquello existía una casta militar que aún no había pasado por un mínimo tamiz “transicionista” y aún guardaba las formas del franquismo más rancio. En aquellos momentos Gutiérrez Mellado ya había iniciado los trabajos de cambio. Labor que terminó, con relativo, éxito Narcís Serra. Después de aquello, salvo puntuales sorpresas, siempre hemos hablado de un ejército moderno y democrático. Pero quién modernizó otros sectores.

Muchas veces he hablado de la constitución de 1978 como una carta provisional con una vida útil de unos 10 años. Pasada esa fecha de caducidad (1988) se debía haber realizado otra Carta Magna acorde con el Estado moderno y democrático que pretendemos ser y fiel reflejo de la realidad ciudadana. Se debía, pero en lugar de eso dimos por finiquitada la Transición con el “fracaso” del 23F. Craso error, quedaban muchos cabos sin atar al carro de la democracia y nudos sin deshacer en las redes de la dictadura. Permitimos unas inconcebibles prebendas a la iglesia católica, aceptamos una ley de punto final (bajo la excusa de perdón a los crímenes de la guerra) y toleramos que un grupo de facinerosos antidemocráticos se enquistara en puestos trascendentes dentro del poder judicial.

Un día logramos que en los yogures se pusiera la fecha de caducidad para evitarnos gastroenteritis letales. Pero olvidamos sacar de la nevera y tirar a la basura nuestra descompuesta Constitución y ahora… “nos vamos a cagar”.

Debimos darnos cuenta de que algo olía mal cuando tantos medios de prensa y las televisiones privadas, a mediados de los noventa, empezaban a hacer campaña, cada vez de forma más agresiva, por un Partido Popular que aún arrastraba las raíces franquistas de siempre. Debimos ser conscientes cuando Aznar venció en las elecciones de 1996 y empezó a gobernar de forma tan peculiar. Tuvimos que sentirlos en nuestras carnes cuando se aprobó la ley de partidos con el único fin de acabar con Herri Batasuna y se olvidaron de declarar como terrorista el régimen de Franco, capaz de exterminar con excusas mucho más veleidosas aún que las de ETA, a decenas de miles de ciudadanos entre 1939 y 1975 (es decir, con la guerra ya acabada), y castigar a los partidos que aún hacían apología de ese terrorismo. Nadie pudo ser ajeno cuando a partir del 2000, ya con la mayoría absoluta en el bolsillo, Aznar empezó a gobernar despóticamente y a golpe de decreto ley hasta terminar por meternos en una guerra ilegal sin la aprobación del Congreso como es obligatorio.

Debimos ser conscientes del hedor y sin embargo aún colean interesadas mentiras oficiales de aquel triste 11 de marzo de 2004. Nadie esperaba que unos sicarios extranjeros vinieran a mostrarnos la falsedad de nuestro camino y, sin embargo, hemos tolerado que se desvirtúe lo que aquellos días vimos. Por un momento todas las Españas respondieron y parecía que se iba a hacer limpieza en el frigorífico, pero faltaron escobas y hoy hemos llegado, poco a poco, a otro intento golpista. Y esta vez no es la Guardia Civil ni el Ejército… esta vez es el Tribunal Supremo.

Donde no se limpia bien siempre quedan rincones, y estos crecen y crecen hasta ensuciar lo que ya hay limpio. Muy grandes fueron los rincones de nuestra justicia, donde durante años hemos permitido que algunos jueces exoneraran a violadores por llevar minifalda la víctima, permitir que jueces amigos trataran los casos de Fabra o Camps, que se obviaran los crímenes de guerra de Aznar y sus malversaciones para obtener la medalla del Congreso Norteamericano, que se saboteara en el constitucional el Estatut Català… Pero ahora empieza el asalto final.

Cuando el caso Gürtel parece amenazar como “espada de Damocles” al sospechoso Partido Popular y los casos de tolerancia con la pederastia tapan con su propia mierda a la cúpula de la iglesia católica, la extrema derecha y los implicados en casos de corrupción denuncian al juez instructor que, contracorriente, intentó devolver los restos mortales perdidos de las víctimas del franquismo al recuerdo. Y el Tribunal Supremo, amparándose en una sospechosa ley de perdón, aceptan los cargos y amenazan con inhabilitar de por vida al juez Garzón. Como si el perdón tuviera que implicar el olvido.

Esta es la última batalla y, aunque Garzón nunca fue santo de mi devoción, aquí se acaban los caminos de esta democracia. Hace unos días no se permitió ilegalizar la sentencia que permitió el asesinato de Companys, ahora, con una sentencia a Garzón se cierra la última puerta a la memoria histórica. Y el pueblo que no tiene memoria, el pueblo que olvida su historia, está sentenciado a repetirla. Y la historia de España es una historia donde la razón, la justicia, la tolerancia y la humanidad siempre salieron derrotadas a favor de los caciques, los monarcas y la iglesia.

Veo a los herederos del régimen pasear las joyas que requisaron tras la guerra mientras bailan sobre las tumbas del olvido. Y los muertos de miles de cunetas se dicen unos a otros: ¡Mira quién nos baila!

No sigue los cánones, pero alguien duda de que esto no es un Golpe de Estado judicial. ¿La democracia a muerto? Permítanme que les sugiera que, pase lo pase en los tribunales, vayan a votar en las próximas elecciones, y en las siguientes, y voten contra el PP. Porque es posible que en nuestro país no sepamos a quién votar, pero siempre hemos sabido contra quien, pero a fuerza de no ir a favor de nadie, hemos terminado por no hacerlo y la abstinencia le da la victoria a aquellos que no creen en la democracia. Porque eso sí, los que no creen en la democracia saben manejar mejor que nadie sus herramientas y sacarles el mejor partido… Y si no miren como venció Hitler.

Absténganse de fumar, absténganse de beber, absténganse del colesterol, absténganse de morir, porque si ustedes creen en la libertad, en la justicia, en la igualdad, en la tolerancia, en los derechos humanos… Si cree en todo eso le necesitamos y necesitamos su voto para que nadie se orine sobre las tumbas de nuestros abuelos. Votemos contra el último Golpe de Estado, votemos por una nueva Constitución, votemos para salvar esta democracia de las manos de los de siempre. Poco importa a quién vote mientras no sea a los corruptos, a los que manejan por su cuenta los ejércitos, los que abren las puertas a la iglesia, los que se abusan, los que elogian a Franco, los que no respetan los deseos de un pueblo y confunden sufragio con democracia… los de siempre.

Imagen del juez Garzón tomada de www.publico.es

jueves, 8 de abril de 2010

El Estado como intermediario entre empresariado y trabajadores.

Para un liberal en su máxima expresión (no es la opinión de todos), la intervención del Estado en el establecimiento de las normativas laborales y los salarios, es un ultraje. Ellos creen que empresarios y representantes de los trabajadores pueden llegar a acuerdos en función de las exigencias del mercado. Por desgracia el trato entre estos dos grupos siempre viene definido por la ley del más fuerte. Nuestro país ha sido ejemplar en estas situaciones. Cuando a finales de los setenta se liberó el derecho de huelga, los sindicatos pusieron en jaque al mundo empresarial, pero con su presión lograron mejorar el nivel adquisitivo real de los trabajadores y, de rebote (no fue su intención), demostrar que muchos sectores económicos estaban totalmente obsoletos. El Estado se encontró con un INI lleno de empresas inviables, como Altos Hornos de Sagunto, otras a las que urgía una renovación, como Iberia y RENFE y otras que se sostenían por su estado de monopolio: Telefónica, CAMPSA, Tabacalera… Para responder a la tarea que a los gobiernos de la época se les planteaba, tuvieron que plantar cara al sector obrero, lo que les descalificaba ante estos. Por si esto no fuera suficiente, la Unión Europea exigía unos esfuerzos adicionales que afectaban más a este sector que al empresarial (la UE, antes Mercado Común, nunca fue muy sensible a las necesidades de los trabajadores). Este conjunto de cosas y la fuerza de los sindicatos en aquellos momentos, aunque estos no fuesen capaces de reconocerlo, desautorizó al gobierno como mediador en las relaciones empresa-obrero. Afortunadamente fueron tiempos económicamente buenos y en nuestro país más. Tiempos en que se pudo poner el listón cada vez más alto hasta llegar a 1992. Los juegos olímpicos, la Expo de Sevilla y el año cultural de Madrid. El momento propició el primer exceso inmobiliario con una sobrecontratación de obreros de la construcción que necesariamente no se podría mantener después del año olímpico. Para la oleada de trabajos llegaron obreros de todas partes pues no existían tantos albañiles y obreros especializados en nuestro país. Polonia e Irlanda fueron dos de los países que más trabajadores aportaron a nuestras obras, pero cuando estas terminaron regresaron, sin problemas, a sus países de origen. Las grandes obras terminaron en 1991 y con ellas los grandes pedidos a otras industrias que estas necesitaban, así que del boom se pasó a la crisis, pero esta aún se pudo contener unos meses mientras el efecto del turismo, suscitado por aquellos eventos, compensaba parte de aquella pérdida. Así fue como la mayoría de españoles se percato de la recesión en 1993.

Durante las vacas gordas habían mejorado las remuneraciones de los sectores relacionados con la construcción (de ahí que muchos obreros del norte de Europa vinieran a ganarse un plus en nuestro país), pero cuando la cosa retornó a cifras normales las infraestructuras de todo el entorno inmobiliario habían crecido más de lo necesario y no podían sostenerse a un ritmo más bajo. Las grandes empresas encontraron salidas a su crisis, pero no las pequeñas. Por su parte los trabajadores fueron los más afectados. Por si esto no fuese suficiente, la bonanza había creado anormalidades económicas que quedaban al descubierto en la crisis. Ante las amenazas de huelgas que perturbaran el proceso de recuperación, el gobierno de Felipe González se inventó una ley de huelga en que los servicios mínimos ya no paralizaran más el país. Poco se imaginaban que acababan de decantar la balanza del lado de las grandes empresas que, a partir de aquel momento aprendieron a imponer servicios mínimos que convertían a la huelga en una herramienta inútil.

Aquella crisis del 93 fue breve porque no fue global y los bajos precios de la construcción en nuestro país respecto a la de otros países europeos hizo que muchos jubilados de esos países adquirieran propiedades en nuestro país salvando el mercado antes de lo esperado.

No todo fue tan positivo como cabria esperar porque a aquella crisis, poco después siguió otra internacional que pilló a España sin levantar aún el vuelo. Además, aquella ley de huelga hizo que los trabajadores españoles empezaran a perder rápidamente ventajas sociales que habían costado más de un siglo de luchas. En aquellas fechas el ministro Solchaga impuso unas medidas de choque que perjudicaron muchísimo a los trabajadores, pero que sacaron a nuestro país de aquella crisis. Una vez levantada la situación todos esperaban que, poco a poco, fueran retornando a aflojarse las apreturas de los que habían subvencionado la recuperación, pero los escándalos de corrupción, las campañas de unos medios de comunicación interesados y la poca educación democrática de nuestro país, entregó, en las elecciones del 1996, el gobierno al partido de la derecha más rancia. Y, para muchos, el cinturón ya no se volvió a aflojar jamás.

Si bien en el momento de las elecciones ya se había superado la crisis, la mayoría de sectores no había retornado a la normalidad y el nuevo gobierno aprovechó para endurecer aún más las medidas de Solchaga, pero generando algunas concesiones a los sindicatos para estabilizar la situación social. Entre tanto, aprovechando la creciente inversión extranjera en bienes raíces (jubilados ingleses, turistas y blanqueadores de dinero en su mayoría), se liberó suelo protegido que empezó a hacer crecer de nuevo la maquinaria del sector inmobiliario.

En los siguientes años los trabajadores no tenían con que luchar, pero el pelotazo inmobiliario generó un espectacular estado de bonanza que permitió a los sindicatos aliarse con el gobierno para evitar la aniquilación total de los últimos beneficios sociales que le quedaban a la clase trabajadora. Los trabajadores, además, se tenían que endeudar para poder llegar a los nuevos precios que alcanzaban sus viviendas, lo que permitía a los poseedores de más de una vivienda jugar a la especulación con ellas y acrecentar la espiral loca de ese sector.

Durante ocho años nadie puso freno a la locura del ladrillo y, aunque era obvio que terminaría por estrellarse, el gobierno fomentó más y más el sector.

Nuevamente en 2004, fenómenos ajenos a la economía, llevaron al cambio de gobierno en unas elecciones. Los nuevos gobernantes eran conscientes del problema creado en ese sector, pero a un tiempo quedaron seducidos por el poderío económico aparente que daba al país. De este modo se vieron pillados entre las tendencias para frenar la escalada inmobiliaria y las estadísticas de crecimiento. Por otro lado, desde finales de los noventa, se había producido una escalada de la inmigración, especialmente para trabajar en el sector inmobiliario. Pero, a diferencia de 1992, estos nuevos inmigrantes no eran mano de obra especializada y venían de países a los que no pretendían volver (por lo menos no inmediatamente). El tan cacareado efecto llamada, como llamaron algunos, llenó el país de mano de obra barata que, en demasiadas ocasiones, algunos empresarios sin escrúpulos contrataban ilegalmente. La falta de mano de obra hubiera podido paralizar el sector del tocho, pero gracias a estos pobres inmigrantes deseosos de una vida mejor, muchos siguieron enriqueciéndose a costa de todos.

Así crecía el parque inmobiliario mucho más allá de lo necesario, con pisos de mal construidos, sin aportar nada bueno a las clases trabajadoras y provocando un fuerte movimiento especulativo. Y de la especulación a la corrupción sólo hay un paso que se dio con excesiva frecuencia.

Es obvio que la situación era insostenible y sólo hacía falta un pequeño empujoncito para derribar el castillo de naipes y este terminó por llegar entre 2008 y 2009 en forma de una crisis financiera mundial provocada por el asesamiento financiero del gabinete Bush que permitió auténticos desbarajustes empresariales e hipotecarios.

Ahora estamos inmersos en esa crisis y, a pesar de la gran bajada que han tenido que experimentar los productos inmobiliarios en nuestro país, estamos muy lejos del reventón de la llamada “burbuja inmobiliaria”. Sin duda, el haber llevado el precio de la vivienda al valor real hubiese perjudicado a especuladores y bancos que aún intentan ir frenando la caída a costa de medidas que siguen perjudicando la economía.

Pero el sector inmobiliario no es el que nos interesa, sino la crisis en sí que ha vulnerabilizado un poco más a la clase obrera y ha facilitado que se le amputen más derechos.

Por ahora el gobierno, en sus medidas anticrisis, no ha cargado totalmente en los trabajadores el esfuerzo de recuperación. Sin embargo los sectores neoliberales aprovechan para pedir el despido libre o sucedáneos como la bajada de las clausulas de despido. Entre tanto, los blindajes contractuales de los grandes ejecutivos no sólo no se tocan, sino que siguen repartiéndose unos beneficios obtenidos de lo que se ahorran con trabajadores y pequeños inversores. En estos momentos, esa clase que un día fue llamada proletariado y hoy es la clase media-baja, está totalmente desprotegida y si el gobierno no lo hace, si se deja en manos de teorías idealistas liberales, sus derechos quedarán reducidos a un estado inferior al de los inicios de la Revolución Industrial.

Tal vez ha llegado el momento de implementar algunas medidas que permitan a los trabajadores luchar por sus derechos en igualdad de condiciones que las empresas. Y si no es posible, el estado deberá seguir siendo mediador en todas las disputas y decantándose preferentemente del lado del más débil.