jueves, 30 de abril de 2009

Cómo hacer un blog de éxito (IV).


El tema de los blog’s de éxito está muy vivo porque es algo pretendido por muchos, pero que, sin embargo, es algo obtenidos por pocos. Así mismo, intentar dar ideas y trucos, como en parte pretende este blog, también es algo poco original. Claro que mi idea también es demostrarlo aunque aún no he empezado a aplicar esos principios que deben hacerlo. Sin embargo, antes de intentar entrar en la marea de cambios y acciones que deben hacernos alcanzar ese propósito, me gustaría mostrar algunas ideas ajenas. Como no deseo entrar en la copia ni el plagio, les invito a visitar los enlaces.

Con fecha 21 de febrero, en http://helektron.com se publicó el artículo “Consejos para que tu blog tenga éxito”. Lo primero que nos cuentan es que un blog no nace exitoso y que debe mimarse y trabajarse para que alcance la gloria deseada. Debería estar de acuerdo con esa afirmación, sin embargo, un paseo por la red nos dice que eso no es del todo cierto. Todo blog necesita un “plus” que lo lance y, desgraciadamente, tiene poco que ver con el trabajo, el cariño, el oficio y la laboriosidad que empeñe su autor o autores en él. Con todo, el artículo contiene ideas y trucos bastante interesantes, así mismo nos da una bibliografía de su trabajo, cosa que siempre es de agradecer y es una buena muestra honestidad. Como esa “bibliografía internáutica” puede ser de un gran interés para quienes busquen respuestas rápidas al tema que tratamos, aquí la transcribo yo también:

1.        http://www.maestrosdelweb.com/editorial/blogexitoso/

2.       http://carlesgr.wordpress.com/2006/11/12/como-aumentar-la-visitas-a-tu-blog/

3.       http://google.dirson.com/posicionamiento.net/

 

Nuestro amigo de helectrón termina por hacer un resumen a su gusto, aunque bastante acertado en mi opinión, dígase de paso, de lo que él considera buenas técnicas para lograr el objetivo propuesto. De todas formas, como considero que un solo artículo, para contar todo lo que implica lograr un blog de éxito, es resumir demasiado, no voy a seguir hablando de ese artículo.

Si te lanzas a los buscadores, con la pregunta que ahora tratamos de contestar, una de las respuestas que nos dan es http://www.slideshare.net/lamaladelapelicula/cmo-crear-un-blog-de-xito este artículo puede parecer estéticamente muy agradable, pero, sinceramente, creo que es de una calidad sensiblemente inferior al anterior. Con todo, si sigues buscando respuestas fáciles y rápidas, esta es otra opción.

También http://www.20minutos.es/noticia/281800/0/blog/exito/bitacora/  nos da otra opción o, tal vez, sea más de lo mismo. Lo que está claro es que un blog de éxito no se basa en cuatro reglas, por mucho que muchos de esos autores de blog’s de éxito así lo crean. Hay algo más que nosotros trataremos de desentrañar a lo largo de estos capítulos. Sin embargo, hasta que encontremos la piedra filosofal del blogging, bien haremos en aprendernos y poner en práctica la mayor parte de estos consejos. Entre tanto, y hasta el próximo capítulo, intenten contestar a esta pregunta:

¿Un blog de éxito es un blog de calidad?

sábado, 25 de abril de 2009

TRES TIPOS CON CLASE (VI)

 Imagen tomada de www.reyesmagos.com

Capítulo 6.

 

Papá Noel era insaciable a la hora de llenar su estómago, sin embargo, dado que no se encontraba en su ambiente, se moderó un poquito y tardó más de tres horas en acabar con las existencias de comida de aquel local.

La espera fue larga y la última media hora, sin posibilidad de ejercitar sus mandíbulas, aún lo fue más. Finalmente volvió Gaspar acompañado del enorme nubio que tenía por compañero. Afortunadamente no había ira en sus ojos, tampoco arrepentimiento. Lo cierto es que Baltasar debía estar todavía bajo los efectos de la fuerte medicación que le habían dado, porque tampoco se reflejaba la pena que había llevado a su anterior brote de ira.

Antes de sentarse, Gaspar miró en derredor, comprendiendo por los muchos signos indicativos tanto como por la expresión del camarero, que no quedaba ni una miga de pan para comer.

--¡Cielos, Santa! Con lo orondo que estás, pagar la tela de terciopelo para hacerte un nuevo traje resulta francamente caro, pero es una minucia frente al precio a pagar por mitigar tu gula.

--Gasto mucha energía.

Gaspar, casi entre carcajadas miro a su barriga y dijo:

--Ya se nota, ya.

Mientras daba como pago un fajo de billetes al camarero, se dirigió a sus dos acompañantes:

--Creo que tendremos que ir a cenar a otro lugar.

Baltasar levantó la mirada y hablo casi en tono de súplica:

--¿Y Melchor?

Santa cogió con delicadeza su mano derecha y Gaspar le abrazó, pero la mirada del nubio se perdía en un inexistente horizonte.

Cuando el momento de tensión paso, ya de camino a otro lugar donde tomar algo, Gaspar hizo una apreciación a Papá Noel:

--¿Cómo puedes ser santo y a un tiempo ser un ejemplo tan notorio de ese pecado capital que es la gula?

--Creo que cada uno de nosotros representa uno de esos pecados –contestó Santa como si hiciera una aportación científica--.

--¿Sí? –Dudó Gaspar--.

--Tú representas la lujuria. Es reconocido tu ir y venir por ciertos barrios de ciertas ciudades a lo largo de la historia. Cuando me contabas la historia has obviado a Davina y Drunila. Las supuestas criadas que, mientras tus tres compañeros pasaban la noche en vela buscando en los cielos, tú te las beneficiabas.

--¿Cómo…?

--Y Baltasar la ira –corto raudo Santa antes de que Gaspar preguntara nada inquietante--. Hasta su llanto resulta una amenaza si no se le infla de valium.

--¿Y Melchor? –Preguntó Gaspar con un cierto deje de molestia en la voz--.

--La pereza, aunque yo le hubiera llamado, más bien, la indolencia. Si mucho no me equivoco, su actual situación se debe a la dejadez total que se ha autoinfligido ante la situación. Se ha negado a luchar por lo que creía suyo y se ha ido anulando poco a poco hasta quedarse en nada.

--¡Qué bien! – Habló Baltasar aún aturdido por los fármacos—Quienes tienen que ser un valor para los niños resulta que no son más que el paradigma de los peores vicios y pecados de la humanidad.

--“Son” no, “somos”, Baltasar, “somos” – puntualizó Papá Noel--.

 

 

 

TRES TIPOS CON CLASE (VI)


martes, 21 de abril de 2009

Cómo hacer un blog de éxito (III)… o no.


Imagen tomada de www.peripecias.com

Cómo hacer un blog de éxito (III)… o no.

Entre “joder, jodor, jodiendo” he encontrado un blog del que nada o casi nada he entendido. Sólo sé que su autor votó a Rosa Díez y se queja, de forma muy difícil de entender, del PP, del PNV y sin venir muy bien a cuento, por lo menos en un primer momento, de ERC.

¡Que grande eres Rosa que te escribo en verso y te sale en prosa!

Supongo que hasta aquí nada habréis entendido. Si es así he alcanzado mi objetivo inicial: hacer un resumen de un artículo en un blog que he leído y del que no he sacado mucha información. Supongo que el autor en cuestión debía tener algún problema mental y esa es la razón de que no de su dirección, pues lo último que deseo es hacer escarnio de nadie. Sin embargo, después de la paciente desencriptación parcial (dudo que pueda realizársele la total), he llegado a la conclusión de que, basándome en ese espacio, puedo realizar un artículo que trate varios temas a la vez. De un lado seguir con aquello de “Cómo hacer un blog de éxito” y por otro dejar claro (o liar mas ovillo) el tema de las lenguas de nuestro país. Este último es un tema tan peliagudo como para decir que cuanto más claro cree tenerlo alguien es que menos claro lo tiene. Y es que primero tendríamos que desembarazarnos de todos los intereses privados y públicos que hay alrededor de este tema y no es nada fácil (tal vez, incluso, sea imposible).

¿Las lenguas?... Pues sí. Y de la primera lengua que hay que hablar es de la castellana (me niego a llamarle española, ya que desde mi punto de vista también lo son el euskera, el bable, el gallego, el aranés, el aragonés y el catalán). Según llega a decir literalmente el autor de aquella bitácora, en una agrupación de palabras inteligibles, “el castellano no necesita protegerse”. Pues perdónenme que disienta, pero visto ese blog y otros en código SMS y similares, tengo profundas dudas. Ahora no me voy a hacer uno de esos oscuros defensores de la ortografía a ultranza, pero un poquito de orden y cuidado por las palabras es necesario. Posiblemente no necesitemos financiar los doblajes cinematográficos ni promocionar el uso de esta sobre las demás lenguas. Su uso no está amenazado, lo que sí lo está es su calidad. Uno podría pensar que es parte del proceso evolutivo de toda lengua aceptar argots y otras deformaciones, pero la triste realidad es que el abandono radical de las reglas lingüísticas lleva al idioma a niveles en que se dificulta gravemente la comunicación. Y es que, ante todo, un idioma, una lengua, es una herramienta de comunicación y de entendimiento entre las personas. Si deterioramos la gramática hasta el abstrusismo más absoluto, si degradamos la ortografía hasta la creación de nuevas palabras no intuitivas, habremos hecho incomprensibles nuestros mensajes para todo aquellos que no puedan compartir nuestro nuevo código: la mayoría de individuos que utilizan ese mismo idioma.

No voy a entrar en los temas abiertamente políticos del blog ejemplo, pero sí en el problema que su creador tenía con sólo dos de las lenguas de nuestro estado: el catalán y el vasco. Me atrevo a creer que no veía razones para su protección (tal atrevimiento es muy osado porque entre palabras malsonantes y otras que en castellano no tienen ningún significado, y todas en gritonas mayúsculas, extraer algo de lo que realmente decía era muy difícil), ponía verdes al PP catalán y ERC, así como al PNV, creo que porque atacaban al castellano (allí le llamaban español, termino que, como ya dije, no voy a admitir). Supongo que, realmente querría decir que suponía, algo así como una agresión a los castellanohablantes. En primer lugar, hay que dejar claro que la señora Rosa Díez (de quien el autor canta alabanzas), como vasca, tiene el derecho y obligación de aprobar o reprobar las políticas lingüísticas de su región o comunidad, pero no así de llevar ese debate fuera del entorno al que pertenece, como tampoco se les puede dar vela en ese entierro a andaluces, catalanes, argentinos, magrebíes, tejanos, ciudadanos del vaticano… ¿Qué leches sabrá ninguno de ellos de lo que es, lo que significa o lo que necesita la lengua vasca? Y lo que vale para los vascos también vale para los demás.

Siempre, en estos casos acabamos en lo mismo: criticando la política lingüística de Catalunya. Y ahí si me duele. Personalmente no entiendo por qué el señor Arenas tiene que decir frío o caliente de esa política lingüística. Que lo diga el señor Albert Boadella vale; claro que cuando se va a buscar su foro en Madrid ya está violando la lógica y la decencia.

Imagínense por un momento los castellanohablantes de áreas castellanohablantes que mañana la lengua oficial de España es el catalán y pasamos a denominarla español. Alguien en Burgos quiere defender el castellano para que no desaparezca y declara una inmersión lingüística. Entonces un señor burgalés, en contra de la lógica, dice que se persigue el español, que ahora es el catalán, en Castilla. Como los castellanos se lo toman a pitorreo porque no tiene ninguna lógica, se va a Barcelona a poner verde a todos los castellanos y, encima, esos españoles catalanes, le dan bola y empiezan a decir que los castellanos son unos separatistas… ¡Espectacular!

Pues ahora den una vuelta más de tuerca e imaginen al líder del PP en Baleares poniendo verdes a los castellanos porque allí nadie puede elegir el español como lengua para estudiar.

Pues esas son las perversiones que tenemos que sufrir. Y si alguien no me cree sólo a de ver en que lengua escribo porque, en su día, no pude aprender a escribir en catalán con fluidez. Es verdad que cuando escucho a Boadella me enfado, pero no por nacionalismo o por afán de minusvalorar a los castellanos, son porque ese señor pervierte la verdad y se presta a la opinión de los que no tienen “ni puta idea” (con perdón) de lo que pasa en Catalunya.

Y después de esta arenga que a más de uno con pocas ganas de pensar le parecerá nacionalista, separatista y todas las “istas” que se le ocurran. Volvamos al tema principal del artículo: ¿Cómo se hace un blog de éxito?

¿Saben una cosa?… Ese blog donde sólo se entienden algunas frases sueltas, donde los insultos, palabrotas y malas formas se dan cita, es uno de los más visitados que he visto. ¿El secreto? Es muy fácil. El autor o autora fue visitado en sus inicios por algunas personas que se dedicaron a ponerle verde por todo lo que he dicho y muchas cosas más y respondió a ello buscando a sus detractores, blog por blog, insultándoles y amenazándoles. Algunos de estos otros autores de blog’s siguieron haciendo comentarios sobre el susodicho y, entre tanto, el blog ya se había convertido en uno de los más visitados. El éxito, en estos casos es una espiral creciente, pero salvo para obtener dinero por publicidad, no vale la pena. Es un éxito vacío y que no recomiendo.

De todas formas, para los que busquen el éxito rápido sin pensar en las consecuencias, mi consejo es fumarse un par de porros antes escribir cada artículo e ir provocando a “María Santísima” por toda la red. Ya, de paso, si vas a seguir este camino, un buen título para tu blog será: “El Troll de las Galaxias”.

En fin… ¡Buenas noches!

Se apaga la luz.

lunes, 20 de abril de 2009

Neoliberalismo y crisis.


Imagen tomada de www.segundoasegundo.com.

Las leyes básicas de la economía indican que los precios y la demanda de un producto tienden a equilibrarse. Sin embrago, dado que el equilibrio no se produce inmediatamente, el tiempo de reacción de los mercados también tiene sus consecuencias. Por otro lado, en mercados muy grandes y con mucha inercia o en otros más pequeños, donde los precios fluctúan muy rápidamente, puede llegar a parecer que los mercados no se estabilizan en sus valores óptimos jamás y se convierten en cotos privados de la especulación.
Ahora imaginemos un enorme mercado, un mercado que además crece exponencialmente y donde se producen brutales subidas de precios debido a factores externos... No hace falta imaginar tanto. Ese es el mercado inmobiliario español a finales de los noventa. Ese mercado estará forzado a no alcanzar jamás su equilibrio y, por tanto, se convierte (o en este caso se convirtió) en un mercado absolutamente especulativo.
Durante muchos años los elevados intereses hipotecarios que imponían los bancos, habían impedido que un gran número de ciudadanos adquiriese su vivienda. Por otro lado, el desencajado mercado de alquiler hacía que esta opción fuera muy poco atractiva. Pero las crisis de los noventa, entre otras medidas, aplicaron una bajada a las hipotecas que se hizo muy importante a lo largo del tiempo. Se pasó de un 12% de interés anual a finales del 1993 hasta un 2.5% en 2004. Si combinamos eso a toda una serie de planes de ayuda a la adquisición de vivienda que llevaban produciéndose desde la década de los ochenta, vemos el incentivo para que tanto el mercado suba los precios. Y con la subida aparece una miríada de intermediarios que aún hacen escasear más este bien y suben más los precios. El mercado es grande, pero no tarda en reaccionar y empieza a edificarse en solares que antes no eran rentables económicamente, también se ponen en marcha nuevas tejerías, para la fabricación de ladrillos, donde los costes de fabricación son muy elevados. Los precios suben, pero los constructores deben seguir subiendo aún más los precios si quieren seguir obteniendo beneficios.
A finales de los noventa, para agravar más esta crisis que sólo afecta negativamente a los consumidores, aparece un nuevo competidor en escena: el inversor extranjero. Son de muchos tipos, pero el más conocido es el jubilado británico que, aprovechando las ayudas financieras de su propio país, adquiere casas de “alto standing” en nuevas urbanizaciones que son, por aquel entonces, más baratas que en su país.
La llegada del PP al poder coincide con un nuevo estilo de ver las cosas. La solución que estos nuevos gobernantes imponen es la de liberar más suelo para la construcción. Eso abarata el suelo momentáneamente, pero dispara una fiebre inmobiliaria. Las fiebres y las epidemias son malas y esta es peor porque se contrata a empleados sin los debidos conocimientos y que trabajan a destajo y con poca seguridad, aumentando la siniestralidad, no se vigila el suelo liberado y se producen niveles de corrupción insostenibles en las pequeñas administraciones y seguramente también en las grandes, pero es más difícil de demostrar. Por si estas lacras no fuesen suficientes, lejos de bajar el precio de la vivienda, aún se encarece más. Llega un momento en que los especuladores se atreven a enseñar su cara y en las grandes ciudades llegan a verse varias oficinas inmobiliarias en una sola manzana. En el punto culminante de la crisis, algunos bancos llegan a financiar por encima de las posibilidades de sus clientes, sin embargo, a pesar de todo, parece que los niveles de morosidad no son importantes porque circula un río subterráneo de dinero que algunos piensan que no va a acabarse nunca y sólo aspiran a arrancar su tajada.
En un momento determinado gotean algunos escándalos financieros que parecen no tener nada que ver con todo esto: Gescartera, Forum Filatélico...
Pero fuera de nuestras fronteras empieza a prepararse una crisis mundial que ira destapando las debilidades financieras de todos los países del mundo. Bajo la excusa de la guerra de Irak, los países productores de petróleo y los especuladores del crudo, logran elevar el precio del barril a niveles nunca vistos. De entrada parece que no hay consecuencias, pero pronto empieza a subir el precio de los transportes y, tras ellos, el de todos los productos. Los bancos nacionales, en lugar de atender al origen de la escala inflacionaria, intentan solucionarla con la tradicional medida liberal de elevar el precio del dinero. Rápidamente los préstamos hipotecarios siguen el camino de la subida y, aunque tampoco se nota inmediatamente, aparece la morosidad. Con la subida de la cesta de la compra y de las hipotecas, los salarios se quedan cortos y empiezan las apreturas económicas en las familias, la morosidad es sólo cosa de tiempo porque las subidas salariales, aunque teóricamente se acostumbran a igualar al IPC, quedan por debajo de los incrementos en el gasto. Con todo, esas subidas, obligan a una considerable limitación del beneficio empresarial. Pero el resultado para las familias es peor ya que el mantenimiento de esta situación termina por llevarlas a la banca rota, pero, ente tanto, han paralizado su gasto y el dinero ya no circula.
En EE.UU. parece que no es muy diferente a pesar del estado de depreciación en que vive el dólar (por lo menos respecto al euro). Pero en realidad sí existen algunas pequeñas diferencias nada insustanciales y que, a la postre, resultarán esenciales para que la crisis se desplace más allá de sus fronteras. El primero está en la formula de las hipotecas americanas. Mientras en Europa el cliente responde por el dinero prestado, en el americano es el producto adquirido por ese préstamo el que responde. Eso quiere decir que en España, si no pagas tu hipoteca, el banco te embarga y vende tus propiedades, e incluso tu nómina, hasta que se cubre la deuda (realmente es la justicia la que hace eso, pero el banco es el beneficiario de esa acción legal), pero en el caso norteamericano, si el cliente no puede pagar, el banco se queda con la propiedad adquirida y punto. La diferencia de estas dos alternativas, cuando la propiedad es más valiosa que la deuda, es casi nula. De hecho el banco americano ganaría más, porque en España, una vez subastada la propiedad, el excedente económico es entregado al moroso y en EE.UU no y eso que el banco puede vender si acudir a subasta (cosa que aún reporta más dinero). Pero qué ocurre cuando el número de embargos sube y se acaba el mercado para poder vender o subastar a buen precio. En España, el embargado, después de perder su vivienda aún sigue debiendo dinero (salvo que se haya pactado otra cosa, que también es posible), pero al otro lado del mar, los bancos se quedan con un montón de propiedades devaluadas, sin posibles compradores y sin dinero para seguir estableciendo nuevas operaciones. Por su parte los bancos, ahora convertidos en propietarios no pueden permitirse el mantenimiento físico de todas esas propiedades que, en breve, empiezan a deteriorarse.
En este ámbito de cosas se descubren en los bancos gran cantidad de préstamos que, con la euforia financiera de los meses anteriores, se han otorgado sin las adecuadas garantías. Por otro lado, muchos de eso prestamos se han resguardado con un seguro que también, ahora afecta a las entidades aseguradoras que aumentan sus primas. Subida de préstamos, encarecimiento de los seguros a los mismos y los bancos siendo más rigurosos para otorgar sus préstamos... ¿Quién va a comprar ahora las viviendas que los propios bancos acumulan? Esto lleva a un abrir un enorme agujero en las entidades financieras norteamericanas que al haber vendido la mayor parte de sus actuaciones a fondos de inversión, generalmente de fuera de su país, transfieren la parte de sus crisis a los inversores foraneos. La quiebra de las entidades financieras o sus simples dificultades, saltan así a una Europa ya tocada por la situación global.
El fenómeno americano fue el primero en aparecer porque el ciudadano con problemas económicos podía entregar las llaves de su casa al banco y quedaba exonerado de su condena financiera. Así que los morosos americanos aceptaron antes y con más facilidad su imposibilidad para pagar. La evidencia hizo que la reserva federal norteamericana bajara el precio del dinero (subido para combatir la inflación) con suficiente rapidez para intentar equilibrar los mercados. Pero en Europa, donde los ciudadanos intentaban infructuosamente remontar sus finanzas particulares sin trasladar el problema inmediatamente a los factores macroeconómicos, el Banco Europeo no supo ver a tiempo esa situación y demoró la baja de intereses demasiado tiempo, agravándose así los efectos sobre las pequeñas economías que, en último término, son las que sostienen a todo el sistema económico de cada país. Se cometieron, pues, desde el Banco Europeo, dos errores de bulto: subir los intereses para compensar una inflación exógena y bajarlos demasiado tarde para salvar a las pequeñas economías. El tradicionalismo neoliberal de Trichet le jugó una mala pasada a él y, de paso, nos hizo un poco más pobres a todos.
En todo este tiempo sólo un mercado se ha autorregulado y ha sido, precisamente el que desencadenó todo los procesos de la crisis, el del petróleo, que ahora, cuando nadie se atreve a acumularlo y ya piensa en el uso de otras fuentes energéticas, ha bajado a valores casi normales.
Entre tanto, en España, el mercado inmobiliario sigue sin alcanzar su punto de equilibrio. La mayoría de viviendas no encuentran comprador, las que lo hacen es declarando valores bajísimos y con acuerdos de dinero negro bajo manta. Han cerrado la mayoría de oficinas inmobiliarias y una enorme cantidad de empleados de la construcción engrosan las filas del paro. Pero los pisos no bajan o no bajan lo suficiente para reactivar ese mercado moribundo, porque los propios constructores gastaron más para edificarlos que el que debería ser su valor real. Y dicen los expertos, que si no bajan los precios, como mínimo, un 30% más, no habrá forma de reactivar el sector.
La economía liberal se basa en la tendencia de los mercados hacia el equilibrio financiero, pero la innegable realidad es que el desequilibrio de los mercados es su forma natural y de no ser así no existirían posibilidades de enriquecimiento. Ahora lo que hay que evaluar es en qué momento ese enriquecimiento está moralmente limpio y cuando lo hace a costa de los esfuerzos y las vidas de terceros. También es obvio que se han de poner límites a las acciones sobre esos desequilibrios o, de lo contrario, se producen crisis como la actual. En cualquier caso, esta crisis, que nuevamente no pagarán los que la causaron, ha demostrado, una vez más, la insostenibilidad del capitalismo de corte neoliberal.

jueves, 16 de abril de 2009

Asado de fiestorrón


Imagen tomada de www.nutricion.pro


ASADO DE FIESTORRO.


1 cebolla grande.

6 dientes de ajo.

Unos piñones.

Unas ciruelitas pasas.

Un pedazo de carne al gusto con tamaño suficiente para todos los comensales a los que se pretenda hastiar (no confundir con ahostiar).

Aceite suficiente para dejar encharcada la bandeja.

Una copita de coñac.

Una copita de güisqui.

Una copita de Jerez.

Una copita de Oporto.

Una copita de orujo.

Una cerveza rubia.

Una cerveza negra dulce.

Una copita de ron.

Una copita de cava.

Pimienta.

Romero.

Sal.

Y un extintor para tenerlo a mano por si acaso.

Para esta receta omitiremos el celo y el martillo.


Modo de empleo:

Buscar una bandeja, más o menos limpia, que pueda ir al horno (y si es posible volver también) y se embute, como buenamente se pueda, la carne. Una vez logrado puedes tomarte la copita de coñac.

Cortas la cebolla en trozos no excesivamente pequeños y los empotras en los intersticios de la vianda, con los dientes de ajo haces lo mismo. Una vez logrado te tomas la copa de güisqui.

Si te has acordado de los piñones, las ciruelas, pimienta, romero, sal… ¡Las peladuras de patata que te dejaste en cima del mármol el día anterior, no! ¡Animal! Bueno, no te asustes y tómate el jerez para calmarte.

Procura que no se caiga nada de la bandeja que el suelo lo tienes muy guarro y se notaría. Si no te has tomado el aceite por equivocación, ahora es el momento de echárselo por encima a la montañita que tienes montada en esa bandeja.

Bueno ha llegado el momento de meterlo en el horno, espero que te acordaras de encenderlo antes porque debe estar caliente. Si no sabes encenderlo tira la bandeja a la basura y busca otra receta.

Una vez tengas el horno entre 100 y 5000 grados, ya puedes meter la bandeja. Ante todo no uses la suela del zapato para empujarla dentro. Quién sabe lo que puedes haber llegado a pisar. Una vez dentro, si crees que la temperatura es muy baja, lánzale la copa de orujo y cierra la puerta antes de que la llamarada te alcance.

Ha llegado el momento de tirarte a la rubia mientras haces tiempo… ¡Eh!... ¿Dónde vas?

Bueno, menos mal que eres rápido. Pero es que yo me refería a la cerveza. Anda abre las dos y bebe deprisa que aún terminará el asado antes que tú.

Vigila que sale humo del horno y están llamando al timbre. Mantén la calma y abre la puerta… ¡Eh! ¿Dónde vas otra vez?

Me refería a la puerta del horno… ahora ya es tarde. Apaga el horno, prepara el extintor y abre la puerta del horno con cuidado. ¡Rápido! ¡Dale una buena rociada de carbónico antes de que se incendie toda la cocina!

Lo has logrado. Si tienes alarma de humos ha llegado el momento de que te la cargues con la escoba para no alarmar a los invitados que aparcaste en el salón.

Todo ha salido bien. Para celebrarlo puedes tomarte la copa de cava.

Ahora llena tantos vasos de agua como invitados tengas en el salón y llévaselos para que se aclaren la garganta del humazo. Si les presentas el asado les dices que es un trabajo de Barceló titulado “Hambre” y les das una pastilla macrobiótica a cada uno para que se alimenten.

Muchacho, has triunfado de nuevo. Esta velada la recordarán todos durante todos sus años de vida. Aunque, como acostumbren a venir a comer a tu casa, no van a ser muchos.

¡Feliz fiestorro!

lunes, 13 de abril de 2009

El vampiro pragmático (capítulo 2º)


Dibujo de Luís Royo tomado de www.galeon.com/kalima/caravamp.jpg


No fue posible encontrar los capítulos perdidos, pero para que la serie no quede muerta en su inicio, he empezado a inventarlos de nuevo.

 

CAPÍTULO SEGUNDO

Franzbauer le estaba pasando la ropa de cama al muchacho mientras le explicaba que ahora tendría que acostumbrarse a dormir de día para aprovechar la noche trabajando. Que tendría que encontrar el modo de ganarse la vida así. Que mirara las ventajas antes que los problemas…

--¿Y cómo te llamas, muchacho?

--Gabriel Delanui.

--¡El ángel de la noche!... De nuit en francés.

--Pero sin la letra te.

--Como tampoco puedes tomar te…

--Pues me apetece uno.

--¿Te apetece? ¿Un vampiro no tiene apetito de cosas que no puede tomar? –La sospecha se dibujó en la cara del doctor-- ¿Cuántos días hace que te inoculó la condesa?

--Fue ayer –contestó Gabriel con toda normalidad--.

--¡Imbécil! El proceso de vampirización tarda entre cinco y siete semanas en completarse. Tú aún eres humano. Gilipollas, pero humano.

--¿Quiere eso decir que puedo salir a pleno sol?

--Quiere eso decir que hasta dentro de un par de semanas no notarás cambios. Aunque creo que tienes la piel ectópica, de lo contrario me hubiera dado cuenta enseguida de que no eres un vampiro aún. Así que con el sol cuidadín… aunque siempre fue así… ¿no?

--Bueno… --dudó Gabriel--.

--Dentro de un par de semanas tu sensibilidad aumentará. Exposiciones, cada vez más cortas, al astro rey, te provocarán reacciones alérgicas: picores, irritación, sarpullidos y, hacia el final, ulceraciones. Tienes un mes para adaptarte.

Si bien, al principio, Franzbauer parecía enfadado, ahora se notaba que estaba aliviado, incluso divertido por como habían ido las cosas. Pero el muchacho seguía preocupado.

--Los exámenes finales son dentro de dos meses y medio. Sigo necesitando su ayuda, doctor.

--¿Dos meses y medio? –El profesor meditó un instante antes de proseguir--. Somos vampiros y tenemos la eternidad por delante, pero dos meses siguen siendo mucho tiempo. Estudia. Y si Dios quiere…

--¿Dios?

--Ser un vampiro no impide ser creyente. Ya veo que estás lleno de prejuicios erróneos, chaval. Te va a tocar aprender muchas cosas, pero no te preocupes, que tiempo no te faltará.

 

domingo, 12 de abril de 2009

Ayer murió Corín Tellado.



Imagen tomada de la wikipedia.


Si en su día, con motivo de la reedición de sus obras, rendí homenaje a Marcial Lafuente, no podía ser menos con Corín Tellado. Quería hacer este homenaje hace ya algunos meses, sin embargo, a punto de cumplir su 82º aniversario, el pasado día 11, murió “La Reina de Corazones”.


Esta asturiana universal se lleva a la tumba el secreto de cómo escribir más que nadie estrujando los sentimientos, las pasiones y el deseo. En su haber queda el registro de poseer el Guinnes de haber publicado más novelas en lengua castellana y, sin lugar a dudas, también ostento el orgullo de ser la autora más censurada por la dictadura (hasta cuatro novelas rechazadas en un solo mes por los censores). Madre adoptiva de las actuales telenovelas. Merece el mérito de haber conseguido hacer leer a una enorme cantidad de población que, sin sus novelas, hubieran quedado absolutamente analfabetas (algo que ya comentamos de don Marcial).


Hasta aquí el recuerdo de esta gran señora y prometo publicar aquí, más adelante, una historia romántica como verdadero homenaje.


¡Hasta siempre!

sábado, 11 de abril de 2009

Ser hijo del mar.





Puedes pintar de azul

las olas rojas,

pero no sirve de nada

porque las olas no mienten

y terminan por arrojar

los abombados cadáveres

sobre las arenas de las playas.



No saben de diplomacia,

no saben de política,

no saben de palabras

y no mienten.

Las olas son olas

en el mar siempre.

No les puedes porfiar

negociar por tu vida.



El mar elige sus propios candidatos

para acompañarle para siempre.

Hombres con hambre

de agua y aventura.



El que con el mar se casa

lo hace hasta la muerte,

que marinos son maridos

de la espuma y el salitre

y los barcos que las agua surcan

sus anillos y grilletes.



--Hijo, con el mar no te cases

si amas el trigo

que las aguas saladas

envenenan los panes

y se llevan a tus hijos.



Y el marino que se enfada

y le contesta a su madre:



--No me hables mal del mar

que no sabes cómo sabe,

las olas son de nata

y sus senos dulces carnes.

Que el mar nos da la vida

aunque se cobre en lo que vale.

No me hables mal del mar

que el hacerlo es de cobardes.



--Vete al mar si quieres, hijo

que la sal está en tus venas,

pero dile a esa doncella

que me devuelva mi parte.

No queremos más olvido

sino un cuerpo al que llorarle.

viernes, 10 de abril de 2009

Javier Martínez






NOTA DEL AUTOR y avisos para barcos pesqueros y otros elementos de la flota de cabotaje. Agítese antes de usar que se asola en el cerebro.


El siguiente relato está tan plagado de palabras inventadas que aquellas cuyo significado resulte totalmente obvio no estarán entre comillas ni puestas en cursiva. En caso contrario tendríamos más comillas que texto o tantas cursivas que acabaríamos con las cervicales torcidas después de su lectura.


Disculpen las molestias y sigan atentos a sus pantallas.


¡Gracias!


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En mi juventud tenía un amigo y vecino muy inteligente. Se llamaba Javier, Javier Martínez. Pero tanto él como su familia padecían de “bastorrosis”. Aquella era una extraña afección que les obligaba a hablar en voz demasiado alta y con tono socarrón. Su lenguaje era, a menudo, deliberadamente soez, pero omitiendo las palabras más terribles por metáforas, comparaciones, símiles… que, una vez asimilados en tú cerebro, aún resultaban más brutales. Pero lo peor era cuando las personas, a las que dedicaban su pequeña opereta, no acababan de entender sus floridas expresiones, porque entonces no dudaban en explicarlo entre brutales carcajadas.


Un ejemplo. Cuando Javier se dirigía a hacer aguas mayores (cosa fácilmente identificable porque, dado su elevado nivel cultural, siempre portaba un libro con el grosor de la guía telefónica de Nueva York) lo advertía diciendo que se iba al Alcampo. Si al salir se le interpelaba por la significación de su anterior expresión decía:


--¿Tú a que vas al campo?


Un cerebro poco habituado a la fraseología de su familia contestaría con un interrogante en forma de pregunta oral o meramente de estupefacta expresión facial. Y Javier no dudaría en aclarar definitivamente:


--¡A cagar! ¡Al campo se va a cagar!


No crean que la bastorrosis era una afección exclusiva de mi amigo. Yo, que visitaba con cierta frecuencia su casa, sé que su madre, por aquel entonces, era capaz de bajarse las bragas “a peos”. Tal y como ella afirmaba sin rubor. Hoy eso sería del todo imposible debido a su avanzada edad y a su colon irritable. De hacerlo ahora, las bragas caerían a la primera con un fuerte chapoteo al impactar estas con el suelo.


Pero no vayan a pensarse, por lo dicho, que su madre era una güarra. Doña Leticia era de las personas más limpias que he conocido. Todo el día andaba con el trapo y el mocho en ristre. La casa de los Martínez brillaba como los chorros del oro y todo estaba siempre en perfecto orden. Si la señora Leticia hubiese sido una auténtica güarra jamás hubiese podido bajarse las bragas… Un caso aparte era Nemesio (obviemos lo de señor de la casa, o por lo menos lo de señor), él sí que era un cerdo. Dicen que fue el médico de Nemesio el que inventó el velcro después de ver el espectáculo, que le ofreció un día, para bajarse los calzoncillos. Al parecer se los cambiaba el día que estrenaba unos nuevos y no parecía ocurrir con demasiada frecuencia. Según los científicos, los pelos del culo se adherían a la película depositada sobre la prenda de forma similar a ese invento cuya patente era ahora propiedad de la NASA. Nemesio era la única persona capaz de llevar unos calzoncillos sin goma en la cintura y sin correr el riesgo de que se le fueran bajando. Posiblemente su médico hubiera podido hacerse millonario con los inventos que este hombre le sugería de no haber muerto prematuramente producto de una septicemia inversa. Según el patólogo, sufrió un inesperado aumento de su actividad inmunológica que acabó con todas las bacterias, después de eso ninguno de sus órganos internos fue capaz de realizar su actividad normal y murió. Y Javier quedó huérfano de padre, pero recupero el olfato, cosa que le es muy útil hoy ya que trabaja como perfumista.


Curiosamente hacía años que no sabía nada de Javier, pero hace un par de días me lo encontré en el Liceo. Quiero decir a la salida de este caduco mausoleo de la lírica, la música y la “patarrática”. Ambos fuimos expulsados a un tiempo, por la puerta trasera, porque alguien no soportaba nuestras críticas en voz alta a las supuestas bailarinas de ballet. No entiendo como el resto del público (cerca de diez personas) soportaban las ventosidades de aquella coreografía donde una morsa de cien kilos en canal eclipsaba a una anoréxica en pos de un extraño tipejo con rellenos en los calzoncillos y que se movía espasmódicamente, como si le hubieran metido una guindilla por el culo.


Yo había gritado que me devolvieran el dinero y mi amigo pidió que saliera el director… y su puta madre. A los que sacaron fue a nosotros dos y no nos devolvieron ni un euro. Pero como no hay mal que por bien no venga, nos fuimos a tomar unas birras a la Plaza Real y disfrutamos viendo como les birlaban las carteras y los móviles a una docena de guiris. No era muy edificante, pero como espectáculo era muy superior en calidad a la patarrática hortera que allí, en el Sacro Templo del smoking sin humo, les había dado por llamar ballet moderno. Si hubiese sido “La muerte del cisne” este se habría suicidado tras una galopante depresión.


En los entreactos de jarra a jarra, Javier me contó lo bien que le marchaba ahora su vida, pero ante todo eructamos mucho. En ese arte Javier sigue siendo el rey. Justo cuando nos echaron del último bar para cerrar, mi amigo logró un supereructo de ocho coma nueve en la escala Richter. Aún recuerdo como retumbó por toda la plaza y aledaños, enmudeciendo a los muchos locales y foráneos que aún conversaban por el lugar. El eco hizo parecer por un momento que una manada de alces se preparaban para aparearse en aquel lugar. Después se hizo el silencio. Fue aquel un momento mágico que se rompió por culpa de una petarda asomada a un balcón diciendo no sé qué de dormir.


Mi memoria me lleva directamente a dos horas después, sólo en el wáter de casa y echando la pota.


Que grandes amigos éramos Javier y yo.