jueves, 14 de agosto de 2008

Lucy in the Sky with Diamonds

El pasado 30 de Abril murió Albert Hofmann, químico suizo que inventó el Acido Lisérgico (LSD), a la nada despreciable edad de 102 años. Habida cuenta de que experimentó con los efectos de dicha droga en su organismo... no está mal... ¿No?

A él, pero sobretodo a la sociedad hippie de finales de los sesenta y comienzos de los setenta, va dedicado este relato.

Lucy in the Sky with Diamonds

--Estoy harto de esos comunistas manipuladores que están volviendo a toda la opinión pública contra mí. Si sigue aumentando la presión contra la guerra de Vietnam no podremos repetir mandato… ¿Qué podemos hacer Henry?

Kissinger se ajustó la montura de las gafas a la nariz en un gesto pensativo, pero Richard ya sabía que su asesor estrella tenía la respuesta preparada de antemano. También sabía que su amable Henry no le diría directamente que hacer, se lo dejaría intuir y darle su forma propia, tal como si fuese una idea original suya. Era el vicepresidente perfecto.

--Señor presidente, creo que usted ya sabe quiénes son los responsables de esta execrable campaña antipatriótica.

--Por supuesto… los nuevos comunistas, esas izquierdas…

Cuando la duda invadía a Nixon el propio vicepresidente le daba un empujoncito en la dirección propicia.

--Sí, las izquierdas juveniles. Ellos se esconden entre la nueva América intentando imitar sus usos para corromperla y arrastrarla.

--¡Asquerosos hippies! Tendríamos que meterlos a todos en la cárcel.

--Para encerrarlos en la cárcel deberíamos tener cargos.

--¿De qué podríamos acusarlos?

--Presidente, vivimos en la capital de la democracia y manifestarse contra el gobierno es legal y no estaría bien visto prohibirlo. Tampoco pertenecer a una tendencia “cultural” nueva y diferente. Tendríamos que ilegalizar algo que les identificara y no fuera mal vista su ilegalización por parte de la clase media que debe votarnos.

--El tabaco, el alcohol… las drogas.

Henry Kissinger se quitó las gafas, las miró al trasluz y se las volvió a poner. Con esa acción le estaba indicando a Richard Nixon que estaba en el camino adecuado. Si hubiera sido cierto juego infantil aquello hubiera sido el “caliente, caliente”. Pero el paso previo era una respuesta desconcertarte para que todo pareciera más original del propio presidente.

--La heroína ya está prohibida y no ha servido de mucho, la marihuana es demasiado genérica en toda la juventud, se debe prohibir, pero no podemos actuar con energía sobre ella o detendremos a la mitad de la población de los Estados Unidos, debemos buscar algo más esencial de la cultura hippy.

-- El LSD –dijo Nixon sorprendiéndose de su respuesta--. Los hippies siempre hablan de su introspección mística, sin duda sus lideres podrán ser llevados a prisión si se ilegaliza el LSD. Pero habrá que acelerar todo el proceso de prohibición, solo quedan dos años para las elecciones.

--Confíe en su gabinete, presidente.

La condición de nivel uno para el LSD llevó a muchos líderes antibelicistas a la cárcel y en muy poco tiempo. Ello hizo que, sorprendentemente, las manifestaciones contra la guerra de Vietnam se redujeran a la mínima expresión durante el año electoral. Este hecho y el asalto a una cierta sede demócrata de un famoso edificio, dieron la reelección a Richard Nixon.

El LSD puede ser una droga muy peligrosa, todas lo son, pero lo que llevó a su primera prohibición fue una decisión meramente política… ¿qué llevó a prohibir esta y otras drogas en el resto de países del mundo?

ACCIÓN Y REACCIÓN (PQ25) –primera parte-





ACCIÓN Y REACCIÓN (PQ25) –primera parte-









Acción y reacción (I)





Cuando uno es tratado con injusticia y se hace consciente de ello, se vuelve muy observador. Esa consciencia percibe la menor de las diferencias; cualquier agravio comparativo, por pequeño que sea, queda a su visible a sus ojos. Pero la persistencia de la injusticia puede hacer llegar un momento en que esa superconsciencia se torne paranoia o incluso manía persecutoria. Sin embargo, hay que saber diferenciar esta situación de las verdaderas patologías, ya que el afectado por reiteradas injusticias tiene una base real para sus pensamientos y, exagerado o no, la causa es externa al individuo y, por tanto, si se trata como una vulgar enfermedad es necesario eliminar la fuente de la misma: la injusticia.





Dicho esto, que no es decir mucho, vamos a aplicarlo a dos situaciones concretas muy distintas, que ya será decir algo.







Caso 1: El Mobbing.

En el mobbing un individuo (o incluso, aunque no este contemplado, un grupo de individuos) es sometido a un particular acoso (esta es la variedad de formas que toma en este caso la injusticia) donde se induce a la víctima un estado de baja autoestima y de constante sufrimiento (que puede llegar al nivel físico con golpes y palizas en los casos más aberrantes). Como es obvio esto puede degenerar fácilmente en problemas psíquicos e incluso físico (por somatización).





La toma de consciencia en estas víctimas puede desencadenar un fuerte resentimiento cuando empiezan a superar la parte más abyecta, pero por lo general les consumen estados de ansiedad aguda y depresión.





En fases siguientes, si el mobbing se ha dado durante un largo período de tiempo, el proceso seguirá, como antes se dijo, con un aumento de la sensibilidad, etc.





La desaparición de la fuente de injusticias podría solucionar el problema si se coge a tiempo, pero por lo general, si el estado de alta susceptibilidad ya se ha iniciado, la víctima se verá afectada por otras pequeñas injusticias que normalmente hubieran quedado ocultas y asimiladas dentro del sistema. No obstante, no debemos tomar al individuo susceptible por el problema, como a menudo se hace, sino la alta tolerancia generalizada a estas situaciones de injusticias por parte de las empresas y la falta de reconocimiento de la grave situación por parte de los compañeros de la víctima.





Existen muchos tipos de mobbing, más de los que están tipificados, de hecho, algunos de ellos los hemos vivido todos en un lugar u otro, sin embargo, a la hora de hablar de acoso laboral (término hispánico y más adecuado para lo que tratamos de definir) nos centraremos en el que ejerce un puesto con mando relevante sobre un único trabajador.



Por lo general esta modalidad se centra en determinados aspectos, algunos de los cuales también son observables en el acoso sexual y la mal llamada violencia de género. El primero es un ataque continuado a la autoestima de la víctima, el segundo es un aislamiento del entorno personal de esta y para terminar, en una fase aparte, la humillación reiterada.





Me gustaría hacer constar varias cuestiones adicionales sobre este tema. En primer lugar el acosador puede ser consciente o no de su abuso y en segundo los compañeros pueden colaborar conscientemente o no con el acosador. Estos dos puntos podrían generar toda una escala para conocer la gravedad del tipo de mobbing que se está produciendo. En cualquier caso, en el origen también se encuentra una falta de madurez de todas las personas del entorno y una falta extrema de concienciación sobre este tema que tanto daño hace a demasiadas personas en casi todos los entornos laborales.





Miedo me producen, precisamente, aquellos equipos de trabajo donde se habla en términos tales como “es una familia”. Sean críticos y piensen que familia no hay más que una y está ubicada fuera del recinto laboral, por lo general esos equipos suelen ser una trampa donde se ataca con saña a aquellos individuos que “no le bailan el agua” a los dos o tres individuos dominantes. Si una familia real puede ser un infierno cuando las cosas van mal, imagínense una familia donde siempre hay algo o alguien que va mal.





El mobbing también puede ser algo relativo, pero eso no niega su existencia. Si alguien se siente acosado en un entorno laboral, sin duda lo está, lo que se debe valorar es el grado de gravedad de ese caso. La justicia tiende a desentenderse de los casos que se le presentan porque se basa en una escala muy poco humana, la de unas pruebas muy difíciles de aportar, porque recordemos que el acosador actúa en su hábitat y la victima termina por estar aislada, por ello debería valorarse el grado de aislamiento como una prueba por sí misma. También deberían otorgarse sentencias relativas a favor de las víctimas donde hoy se exonera al acosador. Esto no ayudaría a madurar a los individuos, pero seguramente sí a la sociedad.