domingo, 30 de diciembre de 2007

Declaraciones de Fraga



Hace unos meses corrieron ríos de tinta sobre unas desafortunadas palabras del eurodiputado del PP Jaime Mayor Oreja donde, sin ningún tipo de tapujos, alababa el régimen franquista. Hoy ha caído en mis manos un “Corriere della Sera” de unos días después, en el que el señor Manuel Fraga Iribarne respaldaba esa opinión y, cual Dupont y Dupont, aún decía más:


"al final el juicio sobre Franco será positivo"


“no era un régimen fascista ni totalitario, sólo autoritario. Franco gobernó con los militares, como había hecho Primo de Rivera. A su lado estaban hombres mucho más conservadores que él, y otros como Muñoz Grandes, que era republicano”


“del franquismo nació la democracia"


"No por casualidad no pensó en ningún sucesor que no fuera Juan Carlos. En el fondo, Franco sabía que con él moría el franquismo",


"No tiene ningún sentido intentar borrar a Franco. Sería como hacer desaparecer a Isabel la Católica por la culpa de reconquistar Granada"


Siempre hemos dicho que Franco mató algo mucho más grande que a personas, mató el espíritu de una nación. Un espíritu, que de existir todavía no permitiría, bajo ningún concepto, semejante ultraje.


Cuando yo nací la peor parte del franquismo había quedado atrás, aún así, fui testigo de situaciones que un país donde se espera llegar a la democracia y donde existe la justicia no se podían dar. He visto a la policía, en plena calle, apalear hasta el desmayo a unos jóvenes que protestaban desnudándose. He visto las carreras en las Ramblas, tras un intento de manifestación gay, donde la policía seguía su campaña de porrazos indiscriminados en las calles aledañas, sobre cualquier transeúnte viejo o joven, aunque fuese evidente su no pertenencia a la intentona de manifestarse. He vivido la represión a la lengua catalana, con la expulsión de un profesor al que descubrieron hablando la lengua de Maragall o viendo como un policía de paisano abofeteaba a una pobre vieja que no conocía la lengua cervantina mientras le decía: “¡Habla cristiano, bruja!”. He vivido el miedo en casa de que las mismas paredes pudieran escuchar un simple chiste sobre el dictador. He tenido que cantar en el colegio el “Cara al Sol”, himno de Falange Española, partido reconocidamente fascista pero que sigue siendo legal a pesar de la famosa ley de partidos, y que fue el único partido admitido en la etapa dictatorial. Vi las imágenes del coche de Carrero Blanco después de practicar el salto de altura y vi como gentes que habían vivido dentro de un agujero toda su vida, brindaban con gaseosa y vino (no había para cava) para celebrar una pérdida humana, hartos ya de tanta impotencia. Viví como mi padre trabajaba todo el día por un sueldo de miseria mientras sus amos se hacían ricos. Viví tantas cosas que las palabras de Fraga me parecen un insulto inaguantable y, sin embargo, no viví lo peor.


No pido y nunca lo he hecho, un juicio a la guerra, a pesar de que Franco se comportó como un criminal, porque en ambos bandos hubo carniceros y Franco sólo tuvo más medios para hacer más daño. Pero cuando la guerra acabo pudo haberse comportado como un ser humano y, sin embargo, instituyó la venganza como norma y la esclavitud y la muerte como respuesta. Si aún quedaba algún rastro de rojo sobre la piel de toro, él y sus secuaces se encargaron de limpiarlo con sangre. Se instauró así, durante los primeros diez años de franquismo, un régimen de terror que en nada tenía que envidiar al régimen estalinista de la URSS.


En cuanto a las palabras de Fraga… empecemos por el republicanísimo Muñoz Grandes, cuyo único acto por la república es el punto negro más grande de esta, al sofocar con extrema violencia la huelga minera de Asturias. Al comienzo de la guerra, este republicano señor, perteneciente al partido falangista, quedó en el lado tricolor e intentó huir como una vulgar rata, pero fue interceptado junto al general Yagüe y encarcelado, en 1937 fueron liberados por falangistas y se pusieron al frente de las tropas del bando nacional. Después de la guerra española fue el general de la División Azul llegando a ser asesor táctico de mismísimo Wilhem Canaris. Mantuvo las relaciones entre Franco y Hitler y fue tan bien considerado por este último que le condecoró con la Cruz de Hierro. Finalmente, a este paladín republicano, Franco le arrebató el mando de tropas porque había adquirido demasiada simpatía por la causa nazi y temía que con su ascendente popularidad llegara a arrebatarle el poder. A partir de ese momento inicia su carrera política hasta que en 1962 llega a la vicepresidencia, pero su oposición directa a los monárquicos con quienes le tocaba coquetear en aquellos momentos al dictador, llevó a su sustitución por Carrero Blanco, bastante más pragmático en esos asuntos.


Así llegamos al punto de la sucesión de Juan Carlos. Desde el primer momento, monárquicos y carlistas fueron parte de las fuerzas que le acompañaron en su golpe contra el legítimo régimen republicano. Desde el principio, estos, creyeron que el general repondría la monarquía una vez acabada la guerra, pero su negativa a abandonar el poder podía convertirlos en un elemento perturbador e, incluso, en sus enemigos. Por ellos debía coquetear con la monarquía, sin embargo, la poca afinidad que tenía con Juan de Borbón hacía muy difícil seguir engañando a este. De hecho, muchos miembros de la CEDA de tendencias monárquicas, después de la guerra, a pesar de haber apoyado al bando nacional, tuvieron que exiliarse. Tal fue el caso del mismísimo Gil Robles. Estos monárquicos formaban grupo con otros republicanos exiliados haciendo que la opinión pública internacional no se olvidara de España como sí había hecho durante la guerra. Así que cuando desapareció el apoyo de Hitler y Mussolini, Franco tuvo que buscar nuevos apoyos para poder mantener su régimen y la estratagema de dar en herencia este a un nuevo rey que el mismo adiestraría fue la solución. Muchos pensaron que los monárquicos no se rebajarían hasta ese punto… pero se equivocaron. Los monárquicos querían un rey y Franco prolongar unos años más su dictadura, una dictadura que conforme pasaba el tiempo y él perdía fuerzas también se sentía desfallecer, así se aceptó la sucesión de Juan Carlos.


Nadie quiere borrar a Franco, no somos tontos y sabemos que el pueblo que olvida su pasado está sentenciado a repetirlo, pero no tenemos que torturarnos más viendo su repugnante imagen de terrorista por nuestras calles. Todos debemos ser conscientes de que esta nación necesita la democracia y que, a pesar de esos cuarenta años de represión hemos vuelto a ella aunque no sea en todo su esplendor.


Y tengan muy claro que Franco creo bajo un régimen fascista un reino de terror en el que mató y esclavizó hasta la muerte a miles de personas, después su fuerza mermó por necesidades del guión más que por deseo propio y que personajes como Fraga y Mayor Oreja incurren en una apología terrorista cada vez que pronuncian palabras de apoyo a ese régimen que nos mantuvo en el tren de cola de Europa hasta su muerte. Una apología terrorista que no se puede llevar, hoy por hoy, ante los tribunales, porque no se ha puesto esa repugnante dictadura en su justo lugar.


Estas mismas personas se permiten hablar mal de la República, pero cuando escuchas a la gente del pueblo que la vivió les oyes alabanzas, todo y que sólo duró algo más de cinco años ya que, después del 36, se deterioró tan rápidamente que ya no fue lo mismo. Desde que nació en abril del 31, los reaccionarios intentaron derrocarla (fascistas, clero, monárquicos…), a pesar de ello dio instantes más felices que la agotada monarquía que le precedió. Desgraciadamente los reaccionarios no dudaron en sacar a la calle sicarios armados que intentaran matar el espíritu de aquella república que nos llevó a la cima de los estados más avanzados del mundo y cuyas leyes y proyectos aún son un ejemplo para todos los países democráticos del mundo. Y con los reaccionarios llegó la respuesta de anarquistas y comunistas que no supieron confiar en el gobierno. La espiral de violencia se fue comiendo a un país demasiado moderno para gentes tan poco emancipadas del antiguo régimen. Está claro que la virtud republicana había elegido el país equivocado para dar de beber la dulce miel de sus pechos y el 17 de Julio de 1936 estalló la censura. Unos por unos y los otros por los otros, la guerra dejo sola a la dama de la virtud y Dios padre la acogió en su seno para dejarnos en el suelo patrio a un hijo tonto. Una tontería que, como muestran Mayor Oreja y Manuel Fraga, aún no nos hemos quitado de encima.


Queremos acabar con el terrorismo de ETA y aún nos permitimos alabar el terrorismo de Franco, parece que nos hemos bebido la cordura de un solo trago. Aunque ETA desapareciera, un país que se apoya tan fácilmente en el terrorismo (el franquista) no es sostenible y, sin duda, aparecerían otros grupos armados más violentos, si cabe, que el actual. El PP no ha condenado ni sancionado esas declaraciones, luego apoya la apología del terrorismo franquista. En su día se aplicó la ley de partidos a HB, sólo el día que se le aplique esa misma ley al PP podremos decir que estamos en el camino de acabar con el terrorismo, todo lo demás es escupir a la verdad y a la democracia.

miércoles, 26 de diciembre de 2007

El milagro de la Navidad (1962)


No es fácil creer en los milagros cuando Dios es propiedad de tu enemigo y este ya es el dueño de tu casa. Sin embargo, los barceloneses debieron pedir el milagro con mucha fuerza en 1962, porque Dios decidió que era el momento de que la luz de la navidad brillara en los corazones de esa ciudad durante unos días.
Aquellas eran unas frías navidades, como lo venían siendo siempre desde 1936, donde algunos cristales de las ventanas se substituían con cartones porque no había dinero para más. El día de navidad agotaba sus últimos momentos de oscuridad invernal cuando los primeros copos, como descuidadas plumas de antiguas almohadas, se empezaron a dejar caer, como con vergüenza, por aquí y por allí. Primero parecía que aquello pararía, después que no, después… los niños pegaban sus naricillas al helor de las ventanas y, en silencio, animaban a las nubes para que dejara ir toda su carga de blanca navidad. Muchos deseos se agolpaban en aquellos copos que ya no tuvieron freno, para alegría de los pequeños, para sueños de los adultos y para malos presagios de algunos viejos que ya habían vivido historias de todos los colores.
Unas veces más fuerte y otras más suave, la nevada prosiguió toda la tarde y toda la noche para amanecer un día de Sant Esteve radiante y blanco con 65 centímetros de níveo espesor en las calles. Fue el día más feliz en muchos años para los niños de la ciudad Condal, pero un día muy laborioso para sus padres que debieron subirse a los terrados para quitar las enormes cargas del helado peso que hacía peligrar sus frágiles viviendas.
Una sonrisa cubrió Barcelona, pero que, en los días siguientes ya se entendió, salvo para los más pequeños, como una peligrosa amenaza a la vida de la ciudad. Una ciudad que, por la falta de costumbre, estaba indefensa ante la amenaza de la nieve. No había máquinas capaces de mover aquella ya insidiosa amenaza blanca y se tuvo que pedir ayuda a Andorra.
Andreu Claret i Casadesús era un republicano de pro, exiliado primero en Francia y luego en Andorra donde se había convertido en el responsable de mantener, entre otros, el puerto de Envalira libre de los impedimentos que le asestaban las continuas nevadas haciendo que el lado francés y el español, del pequeño país pirenaico, estuviesen siempre bien comunicados. Aquellas máquinas y aquel hombre son los que debían venir al rescate de Barcelona. Un hombre que era “persona non grata” para las autoridades franquistas dados sus artículos tachando de asesino al dictador Francisco Franco y reconocido republicano que desde el país vecino se asomaba a las conciencias de quienes habían apoyado al régimen de terror que ahora gobernaba las horas de España. Uno de esos, el alcalde Porcioles, aún mantenía la amistad con aquel exiliado y no dudó en pedirle ayuda, a pesar del significado, por el bien de Barcelona. Y entre tanto, los enviados del gobierno central, los falangistas, los franquistas más duros, tuvieron que comerse sus rabietas porque ni el ejército había sido capaz de solucionar el problemático momento que vivía la ciudad.
Unos días después de que el milagro blanco de la navidad bañara las vidas y las calles de los barceloneses, se dio otro pequeño milagro que muchos recordarían muchos años. Una fila de vehículos adaptados para retirar las nieves llegó a Barcelona, al frente de la comitiva, de pie saludando a los muchos ciudadanos que le recibían entre aplausos, Andreu Claret “el hombre de las nieves”, un republicano que llegaba para liberarles de la tiranía… de la nieve.
Andreu volvería a Andorra después de plantar la semilla de la esperanza en el corazón de mi ciudad y ya no volvería hasta la muerte del dictador. Pero entre los duros días de aquella España tercermundista, había colado un mensaje que algunos tradujeron por “Dios existe y no vive en El Pardo”.



Andreu Claret Casadesús murió el 4 de Enero 2005 a la edad de 96 años. Fue fundador de ERC aunque no participó en ninguno de los gobiernos de la Generalitat de su partido. Era un personaje muy conocido por sus conocimientos sobre la nieve que le valieron el sobrenombre de “hombre de las nieves”, sin embargo, los sucesos de 1962 y su entrada triunfal en Barcelona, bien merecen este recuerdo.

sábado, 1 de diciembre de 2007

Memorias históricas, transiciones y una de patatas bravas.


Dicen que "el pueblo que olvida su pasado está sentenciado a repetirlo", así que un mal drama se cierne sobre las españas. Nuestra democracia de hoy se sustenta sobre la constitución del olvido, la del punto y seguido, la que calla y otorga. Todo lo ocurrido antes de aquel 6 de diciembre de 1978 jamás a ocurrido, todos los abusos de poder y los pecados del mismo han sido borrados del alma de España tras rezar tres padresnuestros y un avemaría. Así que Sadam nunca nos ayudó cuando la crisis de la OPEP en los 70, nunca estuvo aquí hablando con Franco, el príncipe Juan Carlos, como tampoco nos enviaron carne para paliar la hambruna los hermanos argentinos, ni se perdió una bomba nuclear en palomares, ni a los herederos de Franco les ha regalado nadie nada...
Cuando nuestros amigos fachas del PP se empeñan en que no tengamos "Memoria histórica" pretenden que olvide como a mi vecina del sexto, con dieciséis años, fue apaleada por la policía, que olvide el miedo que se vivía en casa, la prohibición de hablar mal de Franco por miedo a que las paredes escucharan. Olvidar como un policía se plantaba en la puerta de tu casa a decir obscenidades que jamás habías escuchado, olvidar como tus padres se mataban a trabajar para vivir en la miseria para ver que esos que ahora te quieren hacer olvidar ya vivían vidas regaladas, olvidar quién es Carmen Martínez Bordíu y, seguramente, aceptar su palabra cuando afirma que nadie le ha regalado nada.
Tanto olvido ya me está produciendo dolor de estómago, pero no recuerdo muy bien por qué me duele. No se si me daña más que esos fachas protejan lo que ilegítimamente han usurpado, o el empeño de los que aprobaron la ley de memoria histórica a medias, sin devolver el honor a las víctimas de un régimen terrorista, sin llamar a las cosas por su nombre... sin recordar verdaderamente que esta tierra fue habitada un día por hombres de verdad.
Me hablan del terrorismo de ETA y me cuentan milongas, pero ETA sólo vierte sangre, posiblemente de inocentes, pero Franco mató mucho más. La dictadura se llevo por delante el espíritu vital de esta patria, la decencia y la honra. La derrota en la guerra mato las libertades, pero la derrota en la dictadura nos mató el alma.
Y hablando de recuerdos y memorias, cuando Juan Carlos I fue coronado, el presidente de la Conferencia Episcopal era Vicente Enrique y Tarancón. Eran tiempos difíciles, pero de ideas claras y sin ambigüedades. Don Enrique era conocido como el obispo rojo (aunque ya era cardenal desde 1969), sobrenombre que le pusieron los reaccionarios de la época.

"(...)en 1971, el 13 de septiembre, Vicente Enrique y Tarancón presidió la autocrítica Asamblea Conjunta de Obispos y Sacerdotes, que concluyó que los pastores de la Iglesia debían ponerse al servicio de la reconciliación de las dos españas y rechazar la diferencia entre vencedores y vencidos de la posguerra, lo que situó al cardenal en el centro de una agria polémica."
ESTE ES UN EXTRACTO DE SU BIOGRAFÍA EN LA WEB QUE EL AYUNTAMIENTO DE BURRIANA LE HA DEDICADO EN EL CENTENARIO DE SU NACIMIENTO (http://www.cardenaltarancon.org/) Es recomendable, para conocer la dimensión personal de este hombre, la Homilia dedicada en la coronación del rey, teniendo en cuenta el momento hitórico que se vivía.

Desde entonces sólo ha pasado el tiempo y las ganas. En aquellos últimos años de franquismo, figuras como Tarancón y otras más anónimas, en el ejército, aunque conocidas como UMD (Unión de Militares para la Democracia), fueron el bálsamo para el cambio. Hay que tener en cuenta que era mucho el aceite que hacía falta, los favorecidos por el sistema, las inercias institucionales, sobre todo en el mismo ejército y las fuerzas de orden público, así como puntales políticos como el presidente Carlos Árias Navarro, eran una fabulosa fuerza de oposición a la democracia. Frente a ellos, comunistas, socialistas y nacionalistas vascos y catalanes podía no tener la paciencia necesaria que el cambio pacífico requería. En aquellos momentos, desde dentro del perverso sistema dictatorial debían aparecer figuras capaces de abrir las puertas necesarias hacia la modernidad, así hoy podemos dar las gracias, por aquel paso, a figuras como Adolfo Suárez, Tarancón, Gutiérrez Mellado, el propio Don Juan Carlos y muchos anónimos individuos conscientes de que aquello no podía seguir así. También es de resaltar las renuncias parciales a sus propósitos, de hombres como Manuel Fraga Iribarne, Tierno Galván, Jordi Pujol, Trias Fargas, Santiago Carrillo, entre otros.
Pero ha llovido mucho desde aquellos esperanzadores días y parece que, lejos de seguir la senda evolutiva tomada por aquellos prohombres, nos hemos plantado en la marginalidad de aquel solitario paso hacia la ambigüedad de una democracia tutelada por la vergonzosa sombra de su pasado. Hoy son más notables los Aznares, Aceves, Raucos y Losantos que los hombres de bien en el camino de un deseable futuro.